Sáhara, en el desierto moral

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De nuevo, el pueblo Saharaui ha sabido hacer de la necesidad virtud y dado que vive en el exilio en su propia tierra desde hace más de 35 años, a modo de protesta, miles de familias se han echado literalmente al desierto fuera de las ciudades donde han sembrado entre las dunas, un mar de jaimas para denunciar la segregación y apartheid que padecen social y económicamente de parte de la población colona marroquí, que demuestra no tener nada que envidiar a los nazis israelíes en el arte de la ocupación.
Entre los improvisados refugios que constituyen una original forma de protesta pacífica ante una potencia agresora, destaca por su amplitud e importancia simbólica, el “Campamento Justicia” sito a 13 kilómetros de la capital El Aium que ya cuenta con más de 3.000 jaimas y 12.000 habitantes.
Las reivindicaciones tienen que ver en esta ocasión, con el derecho de la población autóctona a tener un mínimo de acceso a vivienda, puestos de trabajo y educación para sus hijos, o a los recursos naturales, como el agua potable, los fosfatos y la pesca, cuyos beneficios van a parar a las arcas del Rey y empresarios extranjeros sin escrúpulos que pactan con el gobierno marroquí el reparto de su explotación. La situación es tan escandalosa que «si un saharaui quiere tener una casa, tiene que alquilarla a un marroquí; el Estado Marroquí nos impide estudiar ingeniería o profesiones similares para mantenernos dependientes. Las fábricas, negocios, comercios…están en manos de colonos”, dice indignado Omar Zrey-Bia, representante del Frente Polisario.
Esta es la enésima predicación del Pueblo Saharaui en el desierto moral Internacional en el que se ha convertido la Asamblea de Naciones Unidas, a la que por cierto, el pueblo Saharaui, como el Mapuche, el Tibetano, el Kurdo, Palestino, Ogoni, o tantos otros que denominamos “Prescindibles” no está invitado para pronunciarse con voz y voto, como le corresponde por su identidad y lucha. Por ello, han escogido cuidadosamente el momento, precisamente ahora que por la región pulula el enviado especial de la ONU para el Sáhara Occidental, Christopher Ross, que tiene intención de reactivar las conversaciones de Paz entre el Polisario y Marruecos.
Marruecos ya ha dejado bien claras sus intenciones; Su ejército y policía, ha rodeado de alambre de espino los campamentos, ha situado tres cercos de seguridad en torno a ellos e impide la entrada de agua y víveres para doblegar la voluntad de sus pacíficos e indefensos ocupantes. Espero que esa pobre gente no confíe demasiado en la solidaridad internacional, pero tampoco en sus posibilidades, porque de lo contrario ya les veo, disecados al Sol pasto de los buitres, o entregados al espejismo de ver intervenir a la OTAN en su ayuda para democratizar la zona, expulsar a la potencia invasora, restituir el orden internacional, promover el desarrollo económico y todas esas lindezas de las que han gozado, Somalia, Yugoslavia, Kuwait, Irak o Afganistán…que no sé que es peor.

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