Con sueldos escuálidos, perdida la costumbre de los aguinaldos y desaparecidas las pagas extra, la cuesta de Enero nada ha de temer por nuestro excesivo gasto en fastos navideños y mucho menos, por la humana necesidad de aprovechar la enloquecedora ocasión que antaño ofrecían las rebajas. Hace tiempo que la expresión fue mudando de significado y ahora apunta al desembolso que de pronto todos, independientemente de nuestro poder adquisitivo, hemos de afrontar, como los bombones de la caja roja ¡Porque hoy es hoy!
A la necesaria puesta al día de la hostelería para compensar el IPC, las continuas subidas de gasolina, tabaco y alcohol al amparo de cualquier cínica excusa, ahora hemos de aceptar sin rechistar la llegada de los Reyes Malos de los despiadados incrementos del transporte público, correos, gas, electricidad, teléfono, correos…para entendernos, aquellas áreas que en época del Generalísimo pertenecían al Estado y que con la llegada de la Demogracia, se privatizaron para mayor gloria del mercado y pena del usuario que creyó que con ello, llegaría la libre competencia y los bajos precios.
Pocos se ríen ya de aquel chiste, en el que un tal Abundio, vendía el coche para comprar gasolina, pues cosas más chungas se están viendo mientras convenga al Capital que esta crisis dure para hacerse con los chollos de las auténticas rebajas en las que sólo pueden participar los muy pocos que tienen la liquidez suficiente como para pagar con alegría a precio de saldo, aquello por lo que tantos empeñaron sus vidas y de las que han de desprenderse con sangre, sudor y lágrimas.
El sadismo psicológico del que hace gala este Gobierno sociópata para con la ciudadanía, a la que ha sometido primero, a la repentina euforia colectiva de conceder subvenciones como el Plan Renove, el Cheque-bebe, los 420 euros a los desempleados, etc, para luego, retirarlos de improviso provocando el desánimo general, parece no tener fin. Ni a Funanchú y Fantomas juntos, se les hubiera ocurrido una tortura más refinada que la perpetrada estos días, en plenas fiestas Navideñas, un 28 de Diciembre, mientras la pobre gente se desea felicidad y prosperidad…Nada más y nada menos que anunciar a bombo y platillo la inminente llegada de las Resubidas, en un alarde de cálculo maquiavélico que supedita la elegancia política a la oportunidad de actuar impunemente mientras la población se halle anímicamente indefensa para reaccionar enérgicamente contra dichas medidas abusivas como hacen en el resto de Europa.