Tar-jetas

http://www.youtube.com/watch?v=0y6DskdC2Bw

La paradoja de la famosa tarjeta de Jourdain consistente en que, en uno de sus dorsos advierte que lo que aparece en el reverso es cierto, mientras en el otro dice que, lo que aparece en su reverso es falso, fundamenta su naturaleza en la contradicción frontal de los significados “cierto” y “falso” No ocurre así con la paradoja de la tarjeta de crédito cuya realidad nociva para con los trabajadores y clases medias, se basa en la absoluta y tautológica certeza de que, sea al adquirirla, sea al usarla, a caso sin solicitarla, sin utilizarla, incluso sin poseerla, el ciudadano acaba pagando en relación inversamente proporcional a su relación consumo-renta; para entendernos: que cuanto menos uno tiene para consumir, más caro le sale que exista el dinero plástico tal y como hoy imponen su funcionamiento, pues, más que funcionar como tarjetas de crédito, actúan bajo la consigna de ¡Todos A Robar! ¡Jetas! TAR-Jetas.

Sin meternos en camisas de once varas con la incitación al consumo compulsivo que supone conceder a tutiplén estos pasaportes a la ruina a personas inmaduras para controlar el gasto abstracto fuera de sus carteras y bolsillos, son varios los clamorosos aspectos indignantes del Sistema que requieren una urgente regulación democrática, si es que se desea trabajar a favor del ciudadano y no en su contra. Para empezar, pasar de los metales al papel moneda fue todo un avance chino, y de este a la Carta de crédito un salto cualitativo de los Templarios; y así debería haber sucedido con la llegada del dinero plástico o las tarjetas bancarias, pero, si con sus antecesores se ganó en comodidad, seguridad, y eficacia, sin por ello padecer una merma sustancial de la riqueza propia de los individuos, pues de lo que se trataba cuando entonces era de favorecer el comercio, el libre intercambio y la circulación de capitales, con estas, las tar-jetas, solo los más pudientes y las elites parecen gozar de nuevas ventajas, mientras el resto se suma un nuevo yugo al cuello propio y al de sus semejantes, pues lo que se persigue es el lucro bancario y no el bien social, asunto que debería preocupar a nuestros Gobernantes, aunque me temo que es de dicho maná de dónde todos ellos comen y beben, que para tanto lujo y fasto no da el ejercicio de la auténtica Política.
Hoy tenemos que las clases con alto poder adquisitivo perciben fácilmente las ventajas de tirar de tarjeta, pues para ellas es más cómodo y seguro, gastar con plástico que llevar grandes sumas de dinero por las tiendas de nuestras calles dado que, siendo mucho su consumo, obligadas estarían a contratar los servicios de un furgón blindado, escoltas cuando menos, cada vez que les apeteciera salir de compras; Huelga decir que, igual de felices las pintan para los Grandes de España, gran empresa, grandes superficies, grandes marcas comerciales, y para la gran banca, que hacen grandes negocios sin preocuparse de invertir en la protección de su recaudación, obligando con ello a los cacos a dedicarse al menudeo cambiando atracos a bancos, butrones en joyerías, y raptos financieros, por tirones de bolsos a ancianitas, alunizajes en tiendas de ropa, y secuestros express, consiguiendo de paso que los trabajadores y clases medias acaben también necesitando usar tarjetas, pero con muy baja rentabilidad, ya que, entre los impuestos, los bajos salarios y el alza de los precios, poco queda para proteger…
Pero no queda ahí la cosa; a las ventajas de su uso, las clases pudientes ven sumados privilegios concedidos por bancos y comercios, dado que por su fortuna, son buenos clientes, no como la chusma que va con lo justo para sobrevivir…así, mientras los bancos y cajas les conceden gratuitamente la tarjeta oro, platino, y kriptonita, los comercios no les cargan en el precio la comisión que la banca le cobra por usar la tarjeta. No es preciso leer “El Capital” para adivinar que ni unos ni otros acaban soportando dichas cargas, para eso ya están los burros que a falta de alforjas abren libretas de ahorro –jajajaja- pues a estos pobres peatones sí que se les carga y recarga en todos y cada uno de sus pasos financieros desde que adquieren la tar-jeta, hasta que la utilizan, cuando lo lógico sería que el banco cobrase más a quienes más hacen uso de sus servicios, y los comercios trasladaran el montante de las tasas a cuantos pagan con tarjeta y no al resto de infelices que sin comerlo ni beberlo soportan lo que en argot financiero se denomina “Exteriorización del gasto” y que en términos coloquiales equivale a colgarle el mochuelo a otro, que curiosamente, siempre es el mismo.
Pero atiéndase que he dicho lógico y no justo…porque lo justo, a día de hoy parecería utópico plantearlo, es que, la banca me pague a mi por tener y usar yo tarjeta que por un lado le ahorra gastos de transporte, burocracia y seguridad, y de otro le garantiza que mi capital y el de toda la ciudadanía, remanga en el circuito financiero para lo que debiera ser su única actividad legal, cuál es, la de manjar nuestro dinero con inteligencia y habilidad suficiente como para ofrecerme un interés y si lo saben hacer bien, obtener su merecido beneficio. En consecuencia, deberíamos todos empezar a dejar de usar tarjetas, y de mientras proponer a los comercios que nos descuenten del PvP, el porcentaje correspondiente a la comisión que le arrebataría la UUU o Triple U (Unión Universal de la Usura) cuando pagamos en metálico, si es que desea que continúe en su lista de clientes. De este modo, nos aseguramos al menos, no pagar justos por pecadores

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *