Aceptar gratis

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Hay palabras que gozan de toda nuestra confianza y por ello son mucho más peligrosas que el resto. Durante milenios, las religiones utilizaron este poder mágico del lenguaje para manipular las mentes, y así cada confesión, cada culto, cada secta hablaba a su rebaño de Amor, Vida y Felicidad. Ese fue su éxito. Muy distinto les hubiera ido de proclamar abiertamente el Odio, la Muerte y la Pena como fin supremo de su discurso. Pero con el paso de los siglos, las palabras como las piedras también se desgastan y pierden su significado, de modo que hoy la gente prefiere que se les hable de sexo, fiesta y placer, como se hace desde los púlpitos mediáticos. También dilatada fue la trayectoria de la manipulación política de términos como Libertad, Democracia, Justicia y Paz, que con los años, esta vez de modo más rápido han pasado a significar solo Comprar, Votar, Trabajar y Seguridad. Pero hoy, el vertiginoso avance de las técnicas de Ventas, queman por momentos voces que antiguamente hubieran brindado sus servicios durante generaciones, por ejemplo, en publicidad lo “ Nuevo” es sinónimo de mejor entre personas jóvenes y de mediana edad, y todos los productos se presentan como “Nuevos” desde los yogures hasta los detergentes, aunque algunos intenten curarse en salud recordando que la marca fue fundada en el siglo pasado, pensando en los jubilados, para quienes todo tiempo pasado, fue mejor. Por tanto, hemos de estar alerta y detectar cuáles son estas voces talismán con las que se nos encandila, para evitar ser reos de la tiranía conceptual de moda. Pues bien, al margen de la infinidad de eufemismos informativos para disfrazar la realidad, he encontrado dos peligrosos términos que están haciendo estragos entre nosotros. Uno es el famoso “Gratis” irresistible en tiempos de crisis: suele aparecer en letras grandotas junto a letras canijas cuyas condiciones asumes con mayor naturalidad que las que te hacen firmar los bancos al concederte Gratis la Tarjeta de Crédito, de este modo vemos como la gente por hacerse con un jamón se va de crucero por el Báltico en pleno invierno, y cualquier día de estos vamos a tener noticia de alguien que ha firmado ante notario “ Me comprometo a trabajar de Lunes a Domingo de ocho de la mañana a ocho de la tarde con solo media hora para comer, sin contrato, sin Seguridad Social, sin fiestas ni vacaciones, sin derecho a prestación alguna…¡¡GRATIS!!” Parecía imposible superar el magnetismo de la palabra Gratis, hasta que el otro día me sorprendí a mi mismo pulsando cada dos por tres en el ordenador la palabra “Aceptar” sin detenerme a leer que es lo que aceptaba. Según parece, es un gesto habitual entre los usuarios de Windows, de modo que es muy probable que más de una vez estemos dando nuestro permiso jurídico para que nos abran las claves, para que nos envíen propaganda, para suplantar nuestra identidad…Mucho me temo que esto no haya hecho más que empezar y que en adelante los políticos nos presenten un Programa “Gratis” ante cuya propuesta democrática solo quepa Aceptar o no Aceptar.

Un comentario en «Aceptar gratis»

  1. En Windows todo es engañosamente fácil. Cliqueamos en Acptar y los programas se instalan con una rapidez pasmosa, virus y troyanos incluidos. Se trata de un sistema de pago que favorece la promiscuidad informática, además de llenar los bolsillos de Bill Gates. Luego vienen los cuelgues y los famosos pantallazos azules.
    Si usásemos Linux, que nos pide contraseñas cada dos por tres,tendríamos menos disgustos en lo que a la seguridad se refiere. Y lo mejor, es GRATIS. Porque en este mundo informático nuestro no todo lo gratuito es malo.

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