Últimas voluntades

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No me gusta hacer leña del árbol caído, pero de haber sabido que en sus estertores políticos Zapatero daría por buenas las insistentes reclamaciones de sentido común remitidas desde la ciudadanía, cual testamento de últimas voluntades de quien in extremis pretende paliar los desmanes ocasionados dado que no va a dejar herencia que repartir ni un cuerpo bonito, créanme que hacha en mano, al más puro estilo de “El resplandor” me hubiera pasaeado por los pasillos de la Moncloa hace tiempo.

Porque, manda narices, que hayamos tenido que esperar a que trescientas mil familias pierdan su hogar desde el 2008 para que el Sr. Presidente ante la perspectiva de que dos millones más sigan por el mismo camino, anuncie medidas encaminadas a ayudar a la gente honrada para que puedan hacer frente a la hipoteca con una cantidad que no llega ni al 1% de lo que en su época más sonriente se le ocurrió entregar a los auténticos causantes de la crisis, los bancos, para salvarles el culo y sobre todo su vergonzoso reparto de dividendos sin atender a lo que los expertos en economía denominan “Riesgo moral” que con tanto escrúpulo se aplica para no rescatar a los más desfavorecidos a los que se deja a merced de este delincuente y criminal sistema piramidal financiero abiertamente consentido por el poder gubernamental, que lejos de trazarle una línea roja fronteriza para distinguir uno de otro, presto y solícito entabló la conocida entente ilustrada por la puerta giratoria por la que de continuo entran y salen en un inaudito trasiego altos ejecutivos frotándose las manos a los puestos de confianza de los gobiernos que han financiado y gobernantes salientes sonrientes a los puestos mejor remunerados de las grandes empresas a las que han favore4cido en su etapa anterior; Que miles de autónomos y pequeñas empresas hayan ido a la ruína en buena medida por el impago de la propia administración que no les aplazaba el cobro de impuestos, mientras se despilfarraba el dinero de los contribuyentes en partidas que de no aparecer en el BOE ni al más ingenioso monologuista se le hubiera ocurrido enunciar, para que ahora, apremie a las instituciones públicas a responder como debe a dicha deuda; Y Finalmente que hayamos debido asistir impotentes a la demencial replicación autonómica del desbarajuste gubernamental campante, para que de nuevo se retome la idea de fijar un tope de gasto como haría cualquier madre de familia.

Dicen que más vale tarde que nunca. Pero para quienes han sido desahauciados, embargados, arruinados, despedidos y despojados de sus escasos bienes, la diferencia entre tarde y nunca se les presenta más incierta que a los ateos la salvación de Cristo al final de los tiempos cuando acontezca la Parusía o a los miles de represaliados por Stalin el advenimiento del idílico Estado Socialista tras la Dictadura del Proletariado. Lo que esta buena gente hubiera requerido en su momento de parte del Gobierno, no era algo complicado de llevar a la práctica: en vez de dar dinero a los bancos, lo sensato hubiera sido cedérselo prestado directamente a los ciudadanos con dificultades para hacer frente a la hipoteca, no de su residencia veraniega, sino de su primera vivienda, con lo que se frenaba el aducido motivo de la crisis y además de rescatar a los criminales banqueros, se salvaba a los inocentes ciudadanos que confiaron en ellos ¿No se regalaron subvenciones para comprar coches? ¿Por qué no se hizo otrotanto para pagar hipotecas? La respuesta ya la dí ayer en mi reflexión titulada “Hipoteca inversa” En lugar de despilfarrar a manos llenas el dinero de los contribuyentes en el majadero Plan E que ha desprestigido la estrategia Keynesiana de la inversión pública en momentos de crisis que tan buenos resultados diera en la Europa de Postguerra, cuanto mejor hubiera sido que dicho ingente caudal se pusiera a disposición de los Exmos. Aytos y diputaciones condicionado para el pago de sus deudas con los autónomos y las PYMES que a lo mejor, entre lo que no se les debe y lo que ingresaran, hubieran podido seguir adelante y haber esquivado el cierre; Y por último, aunque sólo hubiera sido por una cuestión de imagen, lo suyo en un Gobierno inteligente, no digamos ya preocupado por el bien de la ciudadanía, hubiera sido recortar el gasto superfluo antes de emprender una despiadada subida de impuestos directos e indirectos que ha dejado tiesos a quienes en su día se creyeron libres de caer en la miseria dentro del famoso Estado del Bienestar.

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