10 comentarios en «Sobre la naturaleza humana. Ocurrencia»

  1. Hombre, Don Nicola, el único felino de cuatro patas que conozco, una gata a la que doy de comer, casi podria asegurar que es pro-humana, aunque el único ser humano al que se acerca soy yo (Por interés te quiero, Andrés).
    La gusta mucho la música clásica, que nos ha hecho mas humanos a algunos de nosotros, asi que igual ella es una de las pocas disidentes….

  2. Los gatos también somos racionales, de hecho con algunos humanos tengo mis dudas.

  3. En ese sentido sobre la humanidad ,si creo que aun la humanidad le falta mucho por evolucionar teniendo en cuenta muchos factores ,no tanto de indole materialista sino mas bien espiritual , la balanza equitativa de la humanidad la espiritualidad y el materialismo ,dos sintesis esenciales para la autorealizacion del humanista ,la equidad de las dos sintesis ,un saludo Nicola.

  4. Apreciada Anlinber, me he permitido modificar tu forma de referirte a mi persona, porque me avergüenza mi apellido no sólo por su cacofonía, sino por la gentuza genética que comporta.
    Por lo demás, si antes de este comentario ya me caias muy bien, ahora lo has bordado. Yo tuve una hermana Persa llamada Lamia. Era muy inteligente y como se crió sólo entre los miembros de la familia, ella se consideraba humana y con el tiempo fue una más. De hecho, yo la quiero más que al resto de mis abuelos, tios, y primos juntos. Ya en vida la concedimos el rango familiar de hija y hermana con todos sus derechos, a saber: si escogía el mejor lugar del sofá, nadie la apartaba, cuando enfermaba, contaba con el mejor veterinario, iba con nosotros a la playa, la enseñé a jugar al ajedrez y recibía clases de filosofía, aprendió pequeñas nociones de matemáticas, maullar en inglés y euskera y lo de la música clásica, es cierto, le encantaba Debussy. ¿En tu caso sabes si le encanta la pasta?

  5. No soy tan compasiva como me crees. La gata a la que me refiero no es doméstica: la saco de comer en una casa que tengo en el monte porque es tan timorata y sumisa respecto a los demás bichos que se quedaba sin comer.
    Ahora ya hace tiempo que sólo queda ella en el barrio y vive prácticamente allí, pero no la dejo entrar en casa porque cuando bajo a «la City» sería como echarla, y para eso si que no tengo corazón (¡no quiero darla falsas esperanzas!).
    Eso si, siempre la guardo comida y la compro latas de comida para perros, que son mas baratas, y tb subo a veces especialmente para darle de comer, con la excusa de ventilar la casa.
    En cuanto a la música, lo tengo comprobado.
    Yo pongo lo que me gusta a mi (faltaria plus), Shostakovich, Bruckner, Mussorgsky y útimamente Guridi y los románticos alemanes.
    Respecto a la pasta, si, le gusta mucho y tb los yogures (le doy los caducados, para que no me santifiques), el tocino del jamón, la corteza del queso, muy poco las alubias y garbanzos y nada las aceitunas porque ya se purga bien comiendo briznas de hierba (y saltamontes, aunque eso a lo mejor es por su condición de cazadora).
    Ufff, ¿cuándo se ha visto que hablemos de gatos en un blog como este?.
    ¿A que sienta bien eso de subvertir un poco lo que es adecuado y lo que no lo es?.

  6. Amiga Anlinber, veo que además de conocer bien al mundo felino, eres melómana, en consecuencia tienes que ser buena persona por mucho que te empeñes en parecer lo contrario. En cuanto a lo de hablar de gatos en este blog, no veo por qué no…hablar de gatos, es como llevar gafas, nos hace más inteligentes.

  7. Ja, ja, ja.
    Soy tan buena y tan mala como cualquiera: a los nazis les encantaba Wagner y a mi me encanta Wagner, lo que no me convierte tampoco en nazi.
    Y a Anibal Lecter le gustaba muchísimo Johan Sebastian, lo que le convierte en un tipo inteligente y sensible a la belleza, pero no al sufrimiento humano, lo que le convierte a su vez en una mala persona…y así sucesivamente.

  8. Hay que reconocer que el gato es un animal bonito, ágil, flexible y elegante. Se trata de una especie que se lo ha sabido montar con los seres humanos ya desde los tiempos remotos del antiguo Egipto, cuando una diosa, concretamente Bastet, diosa de la belleza, tenía cabeza de gato. Este felino, al comer ratas y ratones, contribuyó de forma notable a los años de vacas gordas en la tierra de los faraones, evitando que los roedores devorasen las cosechas en los silos.
    Después han tenido sus horas bajas, como en la Edad Media, cuando fueron perseguidos mediante algún que otro edicto papal, porque se les consideraba una materialización del Diablo.
    Me gustan los gatos,sobre todo los gatos negros, tan injustamente denostados por la superstición popular; pero también me agradan los persas, los de Angora, los siameses, los mininos callejeros, Félix el gato, El gato con botas, El gato que está triste y azul, El gato montés (conocido pasodoble),El gatopardo, La gata sobre el tejado de zinc, las lenguas de gato,los ojos de gata de alguna mujer, etc.
    Pero claro, también existen ciertos hechos que me provocan un cierto rechazo: no me gusta que alguien se lleve siempre el gato al agua sin hacer los correspondientes méritos; no me hace ninguna gracia que haya tanto gato encerrado en nuestra vida política nacional y en nuestra Justicia; me indigna que muchas marcas nos vendan gato por liebre y me siento defraudado al observar el gatopardismo lampedusiano de muchos dirigentes, partidarios de cambiar un poco las cosas para que no cambie nada.
    Creo que los gatos tienen futuro mientras sigan formando parte de nuestras vidas: mientras nos sirvan como modelo para construir dichos y metáforas como ese tan conocido: de noche todos los gatos son pardos; mientras nos sepan manipular con sus maullidos pedigüeños, igual que hacían con las solteronas inglesas de la época victoriana; mientras los niños vean los Aristogatos; mientras sus ojos nos impresionen en la oscuridad; mientras nos maraville la perfecta sincronización y coordinación de sus movimientos.
    Ya no hay ratones, o muy pocos, en nuestras modernas viviendas urbanas. Me temo que los gatos como cazadores van a acabar en el paro. No quisiera yo privarles de la excitante aventura de cazar un roedor de vez en cuando. Por eso, y a pesar de los acuerdos adoptados en las asambleas de ratones, no seré yo el que ponga el cascabel al gato.

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