FJF

Apartado injustamente de sus derechos dinásticos a mano de sádicos gobernantes, arrinconado en el protocolo de modo cruel por las instituciones, enviado al destierro estudiantil durante sus tiernos años de infancia para distanciarlo de sus miles de partidarios entre los que me cuento, siempre ocultado a las cámaras y micrófonos de cualquier medio cortesano de comunicación a fin de ningunearle incluso las simpatías naturales que despierta su trágica figura, cual Fantasma de la ópera, Jorobado de Notre dame, o particular Segismundo, FJF, con la ayuda de Dios que vela por su noble envite, se las apaña por si mismo desde pequeñito para sortear con gracia y éxito las antedichas dificultades legales tramadas contra su personita, por medio de acciones simbólicas como las entrañables pataditas a sus primitos y gestos inocentes como pegarse un tiro en el pie con la escopeta yendo de caza con su padre en plena polémica por lo del elefante, que de no ser por su corta edad, bien podríamos sospechar están orquestadas por un destacado director de publicidad.
Sus quince años de soterrada lucha contra la injustica criminal padecida por su buena madre la auténtica Reina de Orbajosa, no han caído en saco roto; gracias a sus travesuras infantiles y sus peripecias vitales, su imagen y por extensión su tronco familiar despierta enorme adhesión emocional, la misma que le es negada a sus parientes usurpadores a quienes adscribimos a la extirpe de los reptilianos, por más que se empeñen en hacernos creer que las encuestas les son favorables y por muchos reportajes donde aparezcan con las sonrientes meninas de Velázquez.
Pero FJF, sabe que ahora, corre más peligro que nunca. De ahí su semblante tribulado asomado a la ventana tras las cortinas de Palacio…¿Qué suerte de accidentes le tendrá preparado el destino? ¿Dónde podrá sentirse a salvo fuera del alcance de toda intriga contra lo que representa? ¿Quién velará por su seguridad y la de su hermanita, además de los inquietantes Servicios Secretos?
La instantánea asomado a la ventana con gesto tribulado hablando por el móvil no fue casual. FJF, debió ser asesorado por expertos en raptos, secuestros, y negociaciones terroristas que le recomendaron por su bien dejarse ver en momento tan importante a modo de prueba de vida y como testimonio de su reivindicación pública de su realidad ante el mundo y ante la historia, con la garantía de que su arriesgada presencia sería recogida por un fotógrafo amigo que se ocuparía de darla a conocer en vez de dejarla apartada en un cajón. FJF, pese a ser todavía un adolescente entendió que ello sería su mejor seguro de vida, al menos, hasta que cumpla la mayoría de edad.
FJF debe tomar una decisión importante: mantener viva la llama de la verdad aún a riesgo de morir por causa de ella o por el contrario, sucumbir a la farsa de los hechos consumados. Mas, de decantarse por esta segunda vía ¿Cómo garantizarse que sus enemigos tengan claro su abandono de toda reclamación para que por miedo no atenten contra él? Así presentado, sus opciones podrían bautizarse como la vía alfonsina o la alternativa pochola.
El problema para FJF, es que ya ha sembrado su trayectoria de peligrosos antecedentes que podrían explicar un desenlace fatal por exceso de velocidad en moto, o una bala perdida. En consecuencia, ni aún llevando lo que su abuelo denominaría, “una vida ejemplar”, lejos de las drogas, practicando deportes, entregado al trabajo y la responsabilidad familiar, sería suficiente para borrar la mala fama intencionada que se ha proyectado en todos estos años sobre él preparando el terreno. De modo que, su única esperanza de supervivencia, a mi sano entender, sólo podría hallarla tomando los hábitos del Cartujo, entrando en un convento de clausura. Y ni por esas las tendría todas conmigo, gastándoselas como se las gastan por las altas esferas, que ya vimos lo cómo terminó sus días Rudolf Hess después de haberse pasado medio siglo incomunicado en Spandau.

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