Antes de escribir estas líneas, me he tomado la molestia de releer los seis tomos de Historia de la Teoría Política de Fernando Vallespín, por si entre sus páginas me hubiera saltado algún sistema político, alguna idea social, alguna propuesta intelectual, algún planteamiento parlamentario, algún abstracto filosófico, donde se presente con seriedad de modo simultáneo elevar los impuestos y reducir las prestaciones con cuya excusa se recaudan, obviando evidentemente tiempo de guerra, el trato dispensado a las colonias y situaciones similares bajo tiranías, oligarquías, juntas militares, despotismos, absolutismos, etc, donde incluso en su discurso, por aberrante que fuera su comportamiento, se abstendrían de presentar la doctrina fundamental de su régimen, tal cual la hemos formulado, que sobre el papel que lo aguanta todo, todos dicen desear el Bien Común, actuar en pos del Interés General, respetando la Ley siendo esta divina o humana.
No la he localizado entre los más destacados autores que han reflexionado sobre el tema como Platón, Aristóteles, Cicerón, Maquiavelo, Hobbes, Rousseau, Loke, Marx, S. Mill, Bakunin, Trosky…No la he encontrado entre las distintas formas de organizar el Estado Teocracia, Monarquía, República, Federación, Confederación…ni en los enfoques teóricos del
Anarquismo, Comunismo, Socialismo, Liberalismo, Nacionalismo, Conservadurismo, Fascismo, Nazismo y demás combinaciones. Y no he dado con ella en tan magnífica obra divulgativa, no porque el autor la haya obviado por juzgarla demasiado rebuscada para el público general; ¡Cómo podría! después de haber tratado las diferencias entre plutocracia y oligarquía o de explicar en qué consiste la doctrina económica de la fisiocracia…sino porque sencillamente, Vallespín no la podía conocer, al ser una aportación española a la ciencia política de ultimísima generación, cuál es, el denominado Pepisoismo – de Pepismo y Pesoismo – denominación que se está imponiendo a otras expresiones como “PPSOE”.
Porque, sinceramente, es un hito en Democracia, subir los impuestos para recortar prestaciones, congelar los sueldos a los funcionarios, bajar las pensiones, paralizar la mejora de las infraestructuras, reducir a un tercio las camas de hospital, elevar de 25 a 40 los alumnos por clase…fenómeno abordado en Congresos Internacionales que todavía los más prestigiosos politólogos, asombrados, no aciertan a comprender en toda su amplitud, discutiendo acaloradamente, sobre si se trata de una nueva forma de hacer política o sencillamente estamos ante la mayor de las incompetencias gubernamentales representativas de la historia, pues hasta el susodicho hallazgo intelectual, para el común de los mandatarios, las alternativas oscilaban entre subir impuestos para construir un Estado del Bienestar donde los ciudadanos tuvieran cubiertas ciertas necesidades básicas comunes por el sistema público como la vivienda, la alimentación, la salud, la educación, la seguridad o por el contrario, eliminar el mayor número posible de tasas a fin de que los ciudadanos tuvieran la mayor cantidad de dinero propio en sus bolsillo, invertido en bolsa, en planes de pensiones para su futura jubilación, en mutuas de seguros para poder ser atendido en caso de accidente o enfermedad, en una libreta de ahorro para garantizar los estudios desde la cuna al hijo en la universidad, etc. Pero el nuevo modelo implantado por el PPSOE en los últimos años, no le encontramos precedente, por lo que su realidad descrita a volapluma se antoja entre experimento social y vanguardismo ético.
El desconcierto internacional de los expertos, desaparece tan pronto saben del alto índice de corrupción existente en nuestro país, al verse en condiciones de establecer que lo se nos presenta como una nueva propuesta política que no es ni de izquierdas ni de derechas como pretende presentarse toda Tecnocracia, en verdad se trata de una forma de gobierno recientemente bautizada como “Cleptocracia”, termino creado del griego Clepto (robo) y Cracia (Gobierno) que podría traducirse como “Gobierno de los ladrones”. Mediante el establecimiento del poder basado en el robo de capital, institucionalizando la corrupción, el nepotismo, clientelismo, amiguismo, enchufismo, cesarismo… de forma que, estas acciones delictivas quedan impunes, por estar corruptos el ejecutivo, legislativo y judicial, precisamente aquellos que deberían velar por evitar la corrupción en los demás ámbitos de la vida civil como son el mediático, deportivo, cultural, financiero o empresarial.