El pasado Lunes, durante uno de esos actos públicos en los que a la velocidad del rayo se prodiga por la piel de toro, el lider pesoista Pedro Sánchez, se presentó como una opción segura ante la incertidumbre económica representada por el Gobierno de Rajoy y el desasosiego que provoca la incógnita política de nuevas formaciones que amenazan en el horizonte electoral; dicho con sus propias palabras: “Frente a la política de la resignación de unos (PP) y a la política de tabla rasa de otros (Podemos), los socialistas, proponemos un cambio seguro. (…) Fuimos, somos y volveremos a ser el gran partido del cambio. Estoy seguro”.
Pedro Sánchez, enfatizó varias veces de gesto y de palabra la voz “seguro” tanto cuanto Rajoy hablaba de “confianza”. Pero basta verle a él y a quienes le rodearon en dicho acto ( Zapatero, Tomás Gómez, Carmen Chacón, Conde Pumpido…) para sospechar que tras su discurso lo único que hay ¡seguro! ¡seguro! es más de lo mismo como demostró nada más ganar las primarias cuando le faltó tiempo para decir lo contrario de lo mantenido durante la campaña. De no ser que a la palabra “Seguro” le demos la entonación adecuada colocándola al final de cada una de sus promesas, propuestas y afirmaciones como me dispongo a hacer a continuación:
El actual Secretario General del PSOE, declaró que el cambio a operar por su formación en España, será desde la izquierda con iniciativas audaces, rigurosas y sensatas. ¡Seguro! Es más, se comprometió en luchar de forma implacable contra la corrupción para evitar que aparezca, y sancionarla con dureza cuando esto ocurra. ¡Seguro! ¡Vamos! no me cabe duda. En esta línea de pronunciamientos, Pedro Sánchez, anunció varias medidas encaminadas a combatir la corrupción como el endurecimiento del régimen de incompatibilidades, la reforma de la ley de contratación pública, el agravamiento de las penas para los casos de corrupción y que los responsables respondan con su patrimonio. ¡Seguro! Seguro que lo hará. Entusiasmado por el discurso que pronunciaba, llegó a exclamar: hemos de restringir las donaciones a las formaciones políticas, emprender la descolonización por los partidos de las instituciones y sustituir la afinidad y la dependencia, por el mérito, la capacidad y la independencia de criterio. ¡Seguro! ¡Segurísimo!
Respecto al reordenamiento jurídico del Estado, el líder de la Colaboración sostuvo que “Defender la Constitución hoy, es defender su reforma. Actualizarla es la mejor manera de preservarla”. Es su deseo incorporar a la Constitución mecanismos que garanticen el Estado de Bienestar – Esto es segurísimo – y la protección de Derechos – esto es superseguro -, y por otro lado, reformar la estructura territorial del Estado en un sentido federal. La dirección federal que propugna el PSOE busca además, una clarificación de las competencias, dotar de recursos suficientes a las autonomías para el desempeño de sus funciones, convertir el Senado en una auténtica Cámara territorial y reconocer los hechos diferenciales. «Se trata de conjugar igualdad y legítimas diferencias. El derecho a la diferencia no se puede traducir en diferencia de derechos”. Y esto si que es ¡Seguro! ¡Seguro! de verdad, porque es lo que los pesoistas siempre han defendido y nunca han puesto en práctica.
Respecto a los problemas sociales por los que están atravesando los ciudadanos trabajadores pagadores de impuestos, no dejó escapar la oportunidad de dejar caer que “esta realidad puede cambiarse a través de medidas como un rescate financiero a familias y autónomos en situación límite” dando a entender que él mismo se ocupará de ello, cosa de la que estoy muy, pero que muy seguro.
Y ya, embriagado de si mismo, en un frenesí mental, confesó su más íntimo deseo “Mi proyecto para España es el de la economía del talento y el mérito; una economía sin privilegios, sin posiciones blindadas, sin más barreras que la capacidad y el esfuerzo”. Por supuesto, a esto debemos decir: ¡Seguro! ¡Seguro que sí!