Almíbar

Siendo goloso como soy, es natural que me guste el almíbar. Pero en el Diccionario de Bellas Palabras, no nos fijamos en si nos place lo referido, sino el referente. Es más, a mi me deleita más la palabra “Almíbar” que el Almíbar.

Por supuesto es lícita la sospecha de que su agradable sabor ejerza cierta presión psicológica para que su candidatura sea acogida con regocijo por el DBP. Pero entonces, ¿Cómo explicar que “Dulce” “Azúcar” o “Caramelo” si quiera se me hayan pasado por la cabeza tomarlas en consideración?

La etimología de Almíbar responde al prefijo árabe “Al” y al lexema persa “mey” en referencia al néctar de membrillo. Al ponerme al corriente de esta feliz circunstancia comprendí qué me sucedía: la palabra membrillo, no entra por los pelos en mi DBL, pero siempre le reconocí cierta gracia que atribuía a su terminación en –illo. Pero vista la coincidencia en poseer una (mb), esto me hizo razonar lo siguiente:

En la palabra “almíbar” se dan cita varias relaciones fonológicas que excitan mi mente, a saber, de una parte tenemos ese (mb) que embelesa la palabra; de otra la ele de la primera sílaba que me abre el paladar; y finalmente una sonora erre que cosquillea.

Por los mismos motivos, tenemos que la voz “Malabar” procedente de una región de la India donde eran gentes hábiles y dados a sus equilibrios y “Ámbar” también son preciosas como ellas solas, no extrañándome que esta última se haya convertido en nombre de pila.

Lamentablemente para “Alambique” le sobra la q que la estropea para acceder al club, como le sucede a “alambrada” por esa brusca apertura final “-Brada” e incluso a la sensual “lambada” por idéntico motivo.

Por otra parte, Almíbar cuenta con este toque ácido de la tilde sobre la i que la hace irresistible y de ahí que me halla decantado por ella antes que por las demás aquí citadas.

Lo grato que se hacen al oído y la mente estas voces queda evidenciado en cualquier texto. Vemos:
a) La mesa estaba adornada con centros repletos de fruta endulzada.
b) La mesa estaba adornada con centros repletos de fruta en almíbar.
¿Cuál de las dos frases resulta más apropiada para deleitar la narración?

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