El gracioso caso somalí nos permite, aparte de hacer unas risas reeditando los chistes que casi arrebatan a Lepe la primacía topológica del humor allá por los ochenta, reflexionar sobre nuestra catadura moral colectiva que raya la más absoluta de las esquizofrenias.
Yo como ustedes, estoy de acuerdo en que nuestro país explote y masacre a otras gentes y pueblos, siempre y cuando, se cumplan al menos dos condiciones del auténtico Pacto Social establecido tácitamente en todo Occidente entre gobernantes, medios de comunicación y población, cuáles son: primera que como ciudadano no deseo saber en qué se emplean mis impuestos cuando los mismos son utilizados por los mandatarios para cometer actos indignos a mi código ético individual aunque se realicen para mi bien y beneficio; Y segundo que ello no es óbice, para que de cometerse en secreto dichas acciones, sus posibles réditos se desvíen un ápice de mi persona como su legítimo último destinatario, dado que me ampara mi incosciente participación financiera en el saqueo y rapiña ejercido, aunque sea sin mi consentimiento. Es muy indignante que se asesine en nuestro nombre y en cambio, nosotros los anónimos contribuyentes, no perciamos el más mínimo provecho en ello.
Pero mira por donde, sin pretenderlo, la prensa, informando de una parte del “Hambre en Somalia” que parece depender como el otro día quería hacernos creer la manipuladora cadena La Sexta, de la solidaridad individual del viandante, ante la que sólo cabe acudir a los putos bancos a aportar nuestro donativo o participar en los fraudulentos maratones televisivos, y de otra del “Combate a la piratería frente a sus costas” donde con nuestros impuestos se ha enviado una nueva fragata y más efectivos de nuestro ejército para vigilar sus aguas y asegurar para nuestras empresas la sustracción de su riqueza piscícola, ha destapado la liebre poniendo en relación y abierta contradicción, la doble moral que manejamos.
A mi, ya lo he comentado en otras ocasiones, no me molesta que “el que puede” oprima, reprima, avasalle, explote y hasta asesine si ello no lo hace de modo gratuito sino por su interés y se atiene a las posibles represalias; Lo contrario ofendería a la moral y a la lógica, pues si el más fuerte no se sirve del débil para su supervivencia, hace mal y si es el débil el que se impone al fuerte en la lucha por la supervivencia, trágico fin evolutivo la naturaleza le tiene reservado. Otra cosa es, qué entendemos por fuerte y débil…Lo que de verdad no puedo soportar, es que se me tome el pelo.
Resulta, que para paliar el hambre en el mundo, los ciudadanos ocupados como estamos en consumir para sacar adelante la Patria, hemos de desviar nuestros escasos recursos destinados a activar el mercado y hacer funcionar la economía, para dar de comer a gente que difícilmente podrá en el futuro contribuir de algún modo eficiente a la globalización y el aumento de la Bolsa de Nueva York. Mientras, el Gobierno de turno invierte nuestra contribución en la industria de armamento y en campañas militares destinadas a que exclamemos junto a la mesa ¡Que emoción! ¡Que emoción! ¡Hoy cenamos con la Chacón! ¿No podría ser al revés? Me explico:
Por supuesto, ni se me pasa por la cabeza que lo de “al revés” se refiera a que los Somalíes vengan a nuestro litoral a pescar sus manjares estando nosotros pasando hambre…Mucha gente como yo, está que trina por que se emplee sus impuestos en saquear el alimento frente a las costas somalíes, cuando de allí sólo se trae pescado. ¿Qué pasa con quienes ni lo probamos o sencillamente basamos nuestra dieta en solomillos y bistec? ¿Para cuando una expedición a la Pampa argentina? En mi sincera opinión, visto lo visto, casi preferiría que con nuestros impuestos el Gobierno paliara en nuestro nombre el hambre en Somalia mejor de lo que lo hacen nuestras Oenegés, cuya canalla intervención si que es pan para hoy y hambre para mañana y sin embargo, fuera la generosidad civil la que si lo desea, sufrague la guerra a la piratería en las aguas de Somalia o llevar la paz a Afganistán.
No conozco las informaciones que el articulista refiere para desarrollar su idea de la manipulación de la Sexta. Como tampoco soy muy hábil con la ironía utilizada espero no equivocar el sentido de sus crítica, pero dado que estimo estar de acuerdo con el sentido de lo expuesto, paso a expresar mi opinión de la manera más directa posible:
1. Efectivamente la Sexta es una cadena pretendidamente «progre», «maja», «guay», pero no me lo creo. Me considero de mente progresista, más bien radical de izquierdas en algunas cosas, pero lo que no aguanto son politicamente correctos por obligación. No me engalña el payasete.
2. No es verdad que les estemos quitando a los somalíes sus recursos pesqueros. Los incidentes con piratas son en aguas internacionales. Y los somalies tienen muy fácil el obtener sus recursos pesqueros: En vez de planeadores con fusiles ametralaldores Kalasnikov que vayan a esas mismas aguas con pangas y redes. Y si no que lleguen a acuerdos con empresas para usar su mejor tecnología, consiguiendo puestos de trabajo, impuestos, ec.. como hacen la Seychelles.
3. Todavía no nos han explicado bien cuales son las causas del «estado fallido» (como dicen los cursis del periodismo catódico) que es Somalia, pero estoy convencido que yo, como el articulista, no hemos hecho nada (leed bien los labios N A D A) para que eo suceda.
4. No es cierto que no se contribuya con nada al desarrollo de Somalia. El presupuesto general del estadoen el que nos encontramos destina un 3,5 % ( yo querría un 7% pero seguro que el resto lo pone la Cadena progre de la que hablamos) al desarrolo internacional, y el Territorio Foral al que pertenezco, a traves del Comunidad autonoma Vasca contribuye en la proporción debida y acordado en el Concierto con el Cupo del 6,75 % del PIB español correspondiente.
Es sólo por emitir mi opinión.
Amigo Julián:
Quienes crecimos viendo una sola cadena, no perdemos la costumbre de pensar que todos ven la misma, por eso he omitido a qué me refería con lo de la Sexta; Hace cosa de una semana, en un programa informativo dentro de su noticiero, dedicaron cinco minutos a hacer un paralelo de lo que el ciudadano medio puede dejar de hacer para ayudar al hambre en Somalia, por ejemplo un café una vacuna, etc.
No te falta razón en los argumentos que esgrimes, pero de siempre el imperialismo necesita de colaboradores autóctonos para llevar a cabo su expolio. Lo que yo deseaba destacar exageradamente en el artículo es que para ayudar se le pone el acento en la solidaridad ciudadana y para enviar fragatas y portaviones, lo hacen con nuestros impuestos.Nada más.
Somalíes no sé, pero por aquí si tenemos africanos enrolados en pesqueros vascos para paliar su hambre y quizá en de sus familias.
Quizá puedas verlos donde la Ria pierde su nombre.
En algunos es tal el proceso de integración que un senegalés requirió ser atendio en eusquera cuando lo detuvieron en un control en Coruña (21-junio-2011)