Ahora, pasado el pánico de los primeros momentos del shock, cuando la ciudadanía empieza a tomar plena conciencia de estar involucrada en una guerra civil camuflada de crisis económica y a considerar muy seriamente la necesidad de defenderse por medio de una respuesta enérgica que le ponga fin a su gratuito sufrimiento, aprovechando el reciente tiroteo en el Parlamento canadiense a manos de un lobo solitario yihadista, al Gobierno de Rajoy, le ha faltado tiempo para activar las medidas de seguridad oportunas antiterroristas dirigidas a proteger el Congreso de los Diputados, que dicho así, no estaría nada mal, a tenor del desprestigio por estos provocado a la institución democrática, pero que, bromas sintácticas a parte, resulta altamente sospechoso con los antecedentes neocriminales que presenta la Ley de Seguridad Ciudadana aprobada por el PP, cuyo perfil responde más al Estado de Sitio decretado por una potencia extranjera en territorio ocupado donde el ciudadano es tratado de “enemigo”, que al Estado de Derecho de una sociedad democrática donde la población paga con sus impuestos a las Fuerzas del Orden.
Obviado este particularismo local, el caso es que, muy probablemente, el Congreso de los Diputados, sea objetivo prioritario del terrorismo internacional; motivos para pensar así no falta: actualmente España es uno de los viveros occidentales con más entusiastas de la causa promovida por Al Qaeda y la marca de moda, el Estado Islámico; el éxito cosechado con el atentado del 11-M es un aliciente para emular los resultados, con los mismos motivos que entonces: participación de España en las guerras de Irak y Afganistán, la reivindicación de Al Andalus, ser el eslabón más débil de las potencias occidentales…mas, a diferencia de entonces, con mejores condiciones logísticas, con personal altamente experimentado y lo más importante, con un sector de la población autóctona, dispuesta a apoyar íntimamente una acción de castigo en dicho sentido.
La amenaza real, infundada o exagerada, de que miembros del Estado Islámico durmientes se hayan infiltrado en nuestras fronteras para hacer saltar por los aires el edificio del Congreso con todas sus Señorías dentro, por ejemplo, durante una Sesión del Debate de la Nación, puede parecernos bien o mal, suficiente o insuficiente, valoración ética en la que no deseo entrar, por importarme más sus aspectos técnicos, pues si bien, no es necesario ser Jefe de la Policía Nacional para saber disolver una manifestación de ciudadanos desarmados que en su ingenuidad anuncian por adelantado su pretensión de rodear el congreso dándose la manita como en la misa parroquial del domingo cantando temazos como ¡No nos moverán! no acierto a ver el modo de evitar que, un grupúsculo incontrolado, bien financiado, bien entrenado, bien organizado, bien motivado, con ganas de hacer historia y entrar al Paraíso, no alcance el éxito en su empresa.
Da igual el número de efectivos que se despliegan por la zona; la cantidad de furgonetas apostadas en las aceras aledañas; los agentes de paisano que se mezclen con los viandantes…nada de eso puede desactivar un atentando contra un blanco fijo y predecible como lo es un Parlamento reunido en sesión plenaria. Menos, todavía, cuando contrariamente a la prudencia, a bombo y platillo, se anuncia que han aumentado las medidas de seguridad. ¿Entonces? ¿A qué obedece este nuevo numerito?
De igual manera que para atajar el virus del ébola el Gobierno de Rajoy tomó medidas tan efectivas como portar al enfermo en una gran comitiva con sirenas y lucecitas encendidas cortando el tráfico de la capital ante las cámaras del mundo entero para llevarlo a un hospital que previamente había sido desmantelado por los recortes, ahora, lo que toca, es blindar con agentes de la Policía Nacional el edificio del Congreso, para entorpecer que un Kamikaze estrelle desde el aire una avioneta de explosivos mientras Montoro anuncia la salida de la crisis o hace estallar un camión bomba a la salida de un pleno, cogiendo por sorpresa a un buen número de Diputados, da igual que sean del PPSOE, de UPyD, IU o Nacionalistas.