Puede parecer una propuesta absurda, por cuanto una empresa privada con ánimo de lucro no es un Partido político, aunque, dicho del revés tenga su lógica, pues si comparamos el comportamiento de esta compañía puntal de la industria criminal automovilística para con sus clientes en el mercado, con el ejercido por los Partidos políticos con sus votantes y la población, por no nombrar la enorme distancia que media en el reparto de beneficios entre los accionistas de la primera con los ciudadanos de los segundos, seguramente sea para pensárselo.
Ciertamente, VW ha pasado ¡Cum Laude! la prueba de corrupción necesaria para acreditarse como una marca digna de competir en las elecciones Generales al gobierno de España, dado que aquí, no dudamos en dar mayorias abrumadoras a quines nos roban, estafan y toman el pelo a diario. En esto, el PPSOE, poco tiene que envidiar a los escarabajos. Sin embargo, una cosa es que escojamos corruptos para el gobierno por considerar que son los más representativos de nuestra pícara idiosincrasia y por ende, los más capaces para gestionar con eficacia como les convenga los bienes públicos y otra muy distinta, que en el transcurso de su mandato multipliquen con creces su afán, porque, en sentido estricto, no hay necesidad de que un corrupto que acceda al gobierno, es decir un corrupto gobernante, sea por fuerza un gobernante corrupto, asunto este sí que nos escandaliza en esceso, provocando el desgarro de las vestiduras tras haberlos investido entre carantoñas mediáticas.
Luego, será en sus diferencias y no en sus semejanzas que apreciamos como óptima la posibilidad de que las siglas VW concurran en las próximas elecciones. Pero ¿Cuáles son estas diferencias que hacen apetecible para el votante la irrupción de VW en la campaña política?
Para empezar, su rápida reacción en cuanto la “Agencia medioambiental Estadounidense” tras corroborar los alarmantes datos aportados por un informe de la “International Council on Clean Transportation” donde se denunciaba que los automóviles de Volkswagen contaminaban hasta treinta veces más que los límites legales permitidos, hizo públicos los hechos: en lugar de negar la realidad; en vez de dejar el asunto en manos de la lentitudinaria justicia; antes de interponer toda clase de trabas y zancadillas a los jueces que se pusieran a investigar la causa; lejos de acusar a los demás de ¡Y tu más! o de ir contra los medios de comunicación que sacaron el escándalo en primara plana…la empresa Volks Wagen, con miles de accionistas, con miles de trabajadores, con un presupuesto que supera con creces el de muchos países con asiento en la ONU, y un parque automovilístico algo superior a los coches oficiales que hay en el Reino corrupto de España, saliendo al paso de las primeras informaciones por medio de un comunicado en pleno Domingo el Presidente de la poderosa Industria Automovilística, Martin Winterkorn, reconoció la estafa cometida; poco después en un segundo comunicado además de reconocer los hechos denunciados amplió la información hasta entonces publicada al afirmar que el angaño cometido no se limitaba a medio millón de utilitarios ni se circunscribía a los EEUU sino que el asunto afectaba a escala mundial y a más de 11 millones de sus vehículos. No contentos con esto, el Presidente, sin esperar a que los tribunales depurasen responsabilidades, presentó su dimisión; la empresa publicó la lista de utilitarios afectados para empezar a tramitar las correspondientes reclamaciones de los clientes y anunció que a partir de Enero del 2016 comenzaría a ofrecer soluciones a los compradores. En este camino de reconocer el daño causado y de asumir su responsabilidad, su máximo representante para el mercado americano, Michael Horn, acudió al Congreso de los EEUU para dar detalladas explicaciones ante el pueblo de aquella Democracia.
Pero VW cuenta con una virtud que no posee ningún otro Partido de nuestro nutrido arco de representación institucional, a saber: posiblemente, Volkswagen convertido ya en Partido Político participe del privilegio de no verse castigado en las urnas por sus prácticas corruptas, pero a diferencia del resto de siglas, Volkswagen puede ver dañada su imagen comercial y económicamente perjudicada por sus acciones en sus acciones. De hecho, tras conocerse el trucado de los programas informáticos, su valor en bolsa ha caído más de un 35%, castigo financiero al que se puede sumar las multas económicas que conforme a los primeros cálculos podrían ser multimillonarias, cosa que con los actuales Partidos no se puede hacer.
Como se puede apreciar, ya sólo con lo comentado resulta muy conveniente que sea Volkswagen quien nos gobierne en el futuro.