Envenenamiento Global

Llevo años alertando en el desierto mediático sobre el envenenamiento global al que los ciudadanos estamos expuestos a manos de la Criminal Industria Alimentaria, desde que a finales de los Setenta los máximos directivos de las grandes corporaciones como las nestlotianas o nutrexpociales atisbaron que les salía más a cuenta envenenar a su clientela antes que conformarse como hasta entonces con hacerles comer mierda, pues lo que ganaban por un sitio se les iba por el otro, siendo “el otro”, el potencial beneficio escurrido de no velar a medio plazo por los intereses de la Criminal Industria Farmacéutica, cuyos réditos podrían ser muy superiores de convertir a toda la población en pacientes crónicos necesitados de medicinas vendidas a precio de oro gracias a los Gobiernos criminales que garantizan el escrupuloso respeto a las patentes de corso, cosechando entre propios y extraños burlas e improperios por mi estéril prédica, habiéndose hoy de comer con patatas, el aviso que a nivel internacional ha publicado la Organización Mundial de la salud (OMS) dependiente de la nada conspiranoica ONU, donde advierte a la población del planeta que ingerir carne procesada como salchichas, hamburguesas o embutidos aumenta el riesgo de sufrir cáncer, dictamen oficial que incluye a estos productos en el mismo grupo de sustancias más peligrosas para la salud junto con el humo del tabaco, el alcohol, el aire contaminado o el plutonio radiactivo. Sin embargo, no voy a tomarme debida revancha sobre quienes me criticaron, esgrimiendo el argumento de autoridad, pues, todos sabemos que entre la opinión pública suficientemente desinformada, no hay razón que valga en el complejísimo debate entre la Industria que defiende sus intereses inmediatos y la OMS que se preocupa por nuestro bien a largo plazo, decantándose en masa, por motivos estomacales o de paladar, siendo así, que ya supera con creces la tontería supina de confundir calorías con proteínas, con la palmaria estupidez del peor epicureísmo esteta de que, si algo tiene buena pinta y excelente sabor es que es bueno y no veneno, simplona impresión que se ve reforzada por la autoridad gubernamental que permite su producción, comercialización venta, compra y consumo a gran escala, en cómodo olvido de que los gobernantes son nuestros enemigos naturales.

Ante la advertencia de la OMS, en principio sólo caben dos actitudes: o nos la creemos y variamos radicalmente nuestra dieta, o por el contrario, la juzgamos exagerada y hacemos caso omiso de su información. Pero, sólo en principio, porque existe una tercera vía consistente en dar por cierto el dictamen avalado por científicos y aún así, seguir como hasta ahora, porque de algo hay que morir que no solo la carne procesada es cancerígena, también lo son los platos preconcinados, envasados o enlatados que llevan conservantes, colorantes, saborizantes, aromatizantes, edulcorantes, los dulces elaborados con grasas saturadas y azúcar refinado; aún los productos frescos como las hortalizas, frutas, verduras tratadas con fertilizantes, los cereales transgénicos, la carne procedente de animales criados con hormonas y piensos químicos o el pescado cuyos índices de mercurio podrían competir con los alquimistas medievales y el largo etcétera con el que se atiborra a los esclavos asalariados y su prole.

No es mala estrategia mental la de darse por enterado y obrar como si no fuera con uno especialmente la cosa, siendo como es, un asunto de números y estadística, dejándolo todo en manos de la diosa Fortuna que reparta los males de muchos para consuelo de tantos. Porque, si a la Industria alimentaria le ha costado decenios convencernos, primero para comprar mierda y después para tragar veneno, a base de comodidad, ofertas, colores llamativos, embasados atractivos e ingentes sumas en publicidad, cuánta energía no requerirá la idiota ciudadanía en invertir la situación. En una urgente estimación de daños, no resulta del todo descabellado asumir como bueno el mal que se nos anuncia, cuál es, el que nosotros y nuestros hijos veamos incrementado el riesgo de padecer cáncer en casi un 20%.

En una lectura apresurada del aviso de la OMS cabría sospechar que con el mismo sólo se busca amedrentar más de lo que ya lo están por la crisis a los pobres, dado que, son estos quienes, no teniendo por motivos económicos elección en su cesta de la compra, los que más veneno y mierda procesada adquieren en los centros de avituallamiento para pobres llamados supermercados y grandes superficies, interpretación que los más afectados rechazan parafraseando la tristemente famosa reflexión de Auschwitz “Es imposible que nos envenenen. ¿Qué sentido tiene? Nos necesitan para trabajar”. Porque si lo pensamos detenidamente, ya no se necesitan pobres que trabajen, al menos tantos como hay. No obstante, en la actualidad, lamentablemente una economía saludable no es garantía de una alimentación saludable por aquello que observara el historiador Pine de que, somos más hijos de nuestro tiempo que de nuestros padres.

Será entonces, que para inquietar igualmente a las Elites extractoras que a priori parecen quedar al margen de los distintos riesgos sociales como los accidentes de tráfico o los accidentes laborales, la OMS ha tenido a bien igualmente prevenirnos sobre la carne roja (vacuno, cerdo, caballo, cordero, cabra…) todo sea que la ingesta desmesurada de chuletones y solomillos adquiridos en las mejores carnicerías, nos hagan daño. Y en este caso, sí parece asumible mantener sin sobresalto aquello que el Presidente de Etiopía le espetara a la CE cuando esta ponía reparos éticos y jurídicos en enviar a su país la carne de las vacas locas sacrificadas: “No se preocupen ustedes de qué deseamos morir nosotros, si de hambre o de mala alimentación”.

Volkswagen Partido Político

Puede parecer una propuesta absurda, por cuanto una empresa privada con ánimo de lucro no es un Partido político, aunque, dicho del revés tenga su lógica, pues si comparamos el comportamiento de esta compañía puntal de la industria criminal automovilística para con sus clientes en el mercado, con el ejercido por los Partidos políticos con sus votantes y la población, por no nombrar la enorme distancia que media en el reparto de beneficios entre los accionistas de la primera con los ciudadanos de los segundos, seguramente sea para pensárselo.
Ciertamente, VW ha pasado ¡Cum Laude! la prueba de corrupción necesaria para acreditarse como una marca digna de competir en las elecciones Generales al gobierno de España, dado que aquí, no dudamos en dar mayorias abrumadoras a quines nos roban, estafan y toman el pelo a diario. En esto, el PPSOE, poco tiene que envidiar a los escarabajos. Sin embargo, una cosa es que escojamos corruptos para el gobierno por considerar que son los más representativos de nuestra pícara idiosincrasia y por ende, los más capaces para gestionar con eficacia como les convenga los bienes públicos y otra muy distinta, que en el transcurso de su mandato multipliquen con creces su afán, porque, en sentido estricto, no hay necesidad de que un corrupto que acceda al gobierno, es decir un corrupto gobernante, sea por fuerza un gobernante corrupto, asunto este sí que nos escandaliza en esceso, provocando el desgarro de las vestiduras tras haberlos investido entre carantoñas mediáticas.
Luego, será en sus diferencias y no en sus semejanzas que apreciamos como óptima la posibilidad de que las siglas VW concurran en las próximas elecciones. Pero ¿Cuáles son estas diferencias que hacen apetecible para el votante la irrupción de VW en la campaña política?
Para empezar, su rápida reacción en cuanto la “Agencia medioambiental Estadounidense” tras corroborar los alarmantes datos aportados por un informe de la “International Council on Clean Transportation” donde se denunciaba que los automóviles de Volkswagen contaminaban hasta treinta veces más que los límites legales permitidos, hizo públicos los hechos: en lugar de negar la realidad; en vez de dejar el asunto en manos de la lentitudinaria justicia; antes de interponer toda clase de trabas y zancadillas a los jueces que se pusieran a investigar la causa; lejos de acusar a los demás de ¡Y tu más! o de ir contra los medios de comunicación que sacaron el escándalo en primara plana…la empresa Volks Wagen, con miles de accionistas, con miles de trabajadores, con un presupuesto que supera con creces el de muchos países con asiento en la ONU, y un parque automovilístico algo superior a los coches oficiales que hay en el Reino corrupto de España, saliendo al paso de las primeras informaciones por medio de un comunicado en pleno Domingo el Presidente de la poderosa Industria Automovilística, Martin Winterkorn, reconoció la estafa cometida; poco después en un segundo comunicado además de reconocer los hechos denunciados amplió la información hasta entonces publicada al afirmar que el angaño cometido no se limitaba a medio millón de utilitarios ni se circunscribía a los EEUU sino que el asunto afectaba a escala mundial y a más de 11 millones de sus vehículos. No contentos con esto, el Presidente, sin esperar a que los tribunales depurasen responsabilidades, presentó su dimisión; la empresa publicó la lista de utilitarios afectados para empezar a tramitar las correspondientes reclamaciones de los clientes y anunció que a partir de Enero del 2016 comenzaría a ofrecer soluciones a los compradores. En este camino de reconocer el daño causado y de asumir su responsabilidad, su máximo representante para el mercado americano, Michael Horn, acudió al Congreso de los EEUU para dar detalladas explicaciones ante el pueblo de aquella Democracia.
Pero VW cuenta con una virtud que no posee ningún otro Partido de nuestro nutrido arco de representación institucional, a saber: posiblemente, Volkswagen convertido ya en Partido Político participe del privilegio de no verse castigado en las urnas por sus prácticas corruptas, pero a diferencia del resto de siglas, Volkswagen puede ver dañada su imagen comercial y económicamente perjudicada por sus acciones en sus acciones. De hecho, tras conocerse el trucado de los programas informáticos, su valor en bolsa ha caído más de un 35%, castigo financiero al que se puede sumar las multas económicas que conforme a los primeros cálculos podrían ser multimillonarias, cosa que con los actuales Partidos no se puede hacer.
Como se puede apreciar, ya sólo con lo comentado resulta muy conveniente que sea Volkswagen quien nos gobierne en el futuro.

Ferraris de Imitación

Son abundantes los relatos mitológicos que presentan al Hombre sometido al castigo divino por pretender parecerse a los dioses, siquiera por gozar de alguno de sus privilegios; acaso por ello mismo, algo arrepentidillo, en la tradición judeocristiana, el Creador nos hizo a su imagen y semejanza, por entender que quizá copiar lo bueno, no sea tan malo como no hacerlo, aunque tampoco se abstuvo de prohibirnos lo mejor.
El problema entre el original y la copia ya lo afrontó Platón en su Teoría del Conocimiento por medio del concepto de “Participación” donde los distintos bienes participan de la “Idea de Bien” sin que por ello la misma se reparta perdiendo su unidad en la pluralidad, ni sea suplantada. De hecho, las copias, ayudan a la extensión en el tiempo y en el espacio de la presencia del original que per se, no alcanza para satisfacer como tal la demanda de su asistencia constante.
Este es el motivo por el cual en las letras y números, la copia y el copista durante la antigüedad hasta la invención de la imprenta, gozaron de prestigio en la transmisión de los conocimientos en la medida que copiaban al milímetro sin desviarse un ápice del documento original, siguiendo los pasos de los rapsodas que les antecedieron en la transmisión de la tradición oral. Lo mismo sucede en el Arte, la Ciencia o la industria; los aprendices no innovan, ¡Imitan! Y no dejan de hacerlo hasta que son capaces de seguir su propio camino, no sin antes saberse de memoria el recorrido trazado una y mil veces por quienes le antecedieron. Los propios Maestros artistas o artesanos eran medidos en sus distintos artes y oficios por el grado de perfección con el que eran capaces de reproducir la realidad hasta la aparición de la fotografía y la producción en serie. Por eso los pedagogos insisten en que la mejor lección se imparte con el ejemplo: los niños aprenden todo de sus padres y de sus profesores, más por imitación, que por explicación o estudio.
Pese a la crítica que Aristóteles hiciera de su Maestro presentando el “Problema del Tercer hombre”, no tuvo empacho en disociar conceptualmente en todo animal al “individuo” de la “especie” que bien mirado parece una traducción al mundo natural de la “Copia” y el “Modelo” de la Idea apuntada por Platón. Así, siendo definido por el estagirita el Hombre como un “ser social por naturaleza”, quien sabe si por no diferir en demasía el individuo de su especie, forjara los patrones culturales de conducta y las modas para frenar psicológicamente la divergencia física racial e idiomática que desde el paleolítico superior empezaba a destacarse dentro del sapiens.
Hoy los términos copia e imitación, soportan una fuerte carga peyorativa, cuando, todo a nuestro alrededor se fundamenta precisamente en ser copia e imitación de los patrones por los que se guía la producción en serie de las cadenas de montaje, las patentes industriales, los genes en biología, las representaciones teatrales, las interpretaciones musicales, etc. Todo es copia e imitación. Nada hay nuevo bajo el sol.
Visto está entonces que imitar, copiar, recrear, reproducir, etc, es el modo habitual con el que la humanidad ha contado para progresar en el proceso de hominización: primero imitamos a la naturaleza como puede observarse en las alas de los aviones o en el zoomorfismo de los propios vehículos y luego a nosotros mismos. El problema sobreviene cuando la copia y la imitación desean hacerse pasar por originales; es entonces que aparecen el camuflaje, la impostura, el plagio, la estafa, para dar gato por liebre o el chocolate del loro, realidades humanas nacidas de la codicia y la ostentación que tanta mala fama han contagiado a los nobles conceptos que nos ocupan.
Esta semana, la policía ha desmantelado en Valencia y Madrid una red dedicada a la fabricación – podría decirse “artesanal”- de “Ferraris de imitación” cuya carrocería reproducía en todos sus extremos el lujo de los modelos originales, si bien, por dentro, el motor era el propio de un vehículo de gama media. El caso, se sitúa en cabeza del consumo conspicuo aparente, cuya parrilla de salida permanente se halla en los bazares chinos, y de ahí va escalando posiciones durante las Navidades con las gulas, y el resto del año por la ropa de mercadillo, los bolsos, relojes de impostación… No obstante, creo equivocado adjudicar el término “falso” como he leído en algunos medios de comunicación a todas estas piezas, por cuanto, tanto los compradores como los vendedores, en la medida que adquirían y ofrecían las mercancías por un precio sensiblemente inferior al del mercado – en este caso 40.000 euros – están muy al corriente de que la mercancía objeto de la transacción es copia y no original, por lo que, el asunto no pasa de ser para los primeros un sucedáneo con el que dar el pego a terceros y para los segundos un negocio a la sombra de una marca inalcanzable para la mayoría de los mortales.
Y de nuevo los mortales son castigados por intentar ser como dioses. Pero hete aquí que, la irrupción de la fotocopiadora en 3D va a corregir de súbito el asunto, de modo que o las marcas espabilan y permiten que sus objetos de deseo accesible sólo a la vista lo estén también de nuestro bolsillo, o de lo contrario, el lujo universal pasará a ser aquel practicado sólo por la élite social a la que pertenezco practicamos, cuál es, la de vivir al margen de las marcas.

Hemodraculismo

 El presidente de Grifols, Víctor Grifols, quizá animado por la oscura efervescencia liberal conservadora de la que hace gala el Gobierno de Mariano Rajoy, cual Conde Drácula recién salido de su ataúd donde pacientemente aguardaba una oportunidad como la presente para hincar los colmillos al suculento Estado del Bienestar mientras los rayos de la Luz del Sol impedían su natural discernimiento diurno, se ha atrevido a  solicitar públicamente que se reinstaure en España el pago por donaciones de sangre, como en los buenos tiempos de Carpanta donde para mover el bigote con un buen bocadillo de mortadela los había que no dudaban en apuntarse a las oportunidades que ofrece el denominado Libre Mercado en igualdad de condiciones entre las grandes corporaciones de la criminal Industria Médica y el paria de turno que sin tener dónde caerse muerto negocia el precio de su singular trasvase vital.

 

Por su puesto, como todo buen “Hijo de Puta”, para pasar por “de puta madre” no vaciló en envolver su vampiresca propuesta en sugerentes argumentos como el de que, con la medida se podría ayudar a los Parados a obtener un complemento al subsidio mensual de entre 60 y hasta 80 euros por vez. Es más, denunció y muy acertadamente a mi entender, la actual política hipócrita de nuestra sociedad que por un lado desde mediados de los ochenta prohíbe el pago por donaciones de sangre en nuestro territorio, pero ante la falta de plasma, no duda en adquirírselo a EEUU sin importarnos lo más mínimo la moralidad de su procedencia.

 

Estaca certera que con puntería clava el cabronazo en el corazón mismo de la cuestión de fondo que aborda por el atajo de aprovecharse de la mala situación de la gente para despojarles de la poca salud que les queda, en lugar de invertir en educación social y solidaridad cívica para que ni lo uno ni lo otro,  entiéndase, ni que nuestra sociedad tenga que comprar, ni que nuestros vecinos empobrecidos tengan que vender, sea necesario, porque todos los ciudadanos entendamos como una obligación moral y hasta un deber social, la donación de sangre, que tampoco se puede pedir peras al olmo en lo concerniente al altruismo.

 

Así pues, apartando las insultantes consideraciones económicas y las vergonzantes contradicciones apuntadas por esta sanguijuela cuya refutación puede hallarse con mayor calado del que procede en estas líneas en la genial obra de Ética aplicada “Justicia” de M.J. Sandel, se puede aprovechar la ocasión para corregir el Hemodraculismo que padecemos por activa, es decir por ser agentes compradores y mantenedores en el extranjero de esta práctica inhumana que repugna a nuestra sensibilidad espiritual cristiana, cuando la misma la desterramos de nuestra sociedad y por Ley en su forma pasiva, hará ya más de 30 años.

 

En consecuencia, si cuando entonces los legisladores no permitieron por más tiempo que el Hemodraculismo se extendiera de forma pasiva por entre los más desfavorecidos de la sociedad española por entender que además de peligroso para la salud física social, era todo un testimonio de nuestra organización criminal en el reparto de riqueza y oportunidades como comunidad, rebajando con ello el perfil de libertad de los individuos para intercambiar bienes y servicios como les venga en gana siempre que sean entre mayores de edad en su sano juicio, con todas las garantías mercantiles y con el consentimiento voluntario de las partes y resto del blablablismo catecista ultraliberal…ahora, instalados en pleno Siglo XXI, va siendo hora de no dejar al capricho de nuestras personales disquisiciones o capacidad de entendimiento individual, la decisión particular de donar o no donar sangre, ni del cuándo, ni del cuánto, pues las transfusiones de sangre son un capital estratégico de mayor importancia que las reservas energéticas de todas las empresas juntas del ramo y en consecuencia asiste al legislador la autoridad de nacionalizar el flujo sanguíneo de los ciudadanos, pues si estos se creen con derecho a que se les suministre el preciado líquido vital en vena durante una urgente transfusión, lo suyo es que también de su parte exista el compromiso de portar al torrente común su parte alícuota, a modo de auténtico Seguro de Vida, pues si el fondo común de la Seguridad Social para las pensiones no se sostiene sin las capitulaciones de quienes están trabajando, tampoco parece muy razonable que se enchufe sangre en vena si de las mismas nunca ha procedido gota alguna cuando sano el cuerpo estaba y otros la necesitaban.

 

En consecuencia, propongo que en vez de volver al Hemodraculismo directo propuesto por el canalla de turno para que su farmacéutica se lucre con la desgracia en tiempos de crisis, pero a la vez, desprendernos del Hemodraculismo enmascarado que hemos externalizado hacia los negros del Bronx y los barrios chicanos del sur de los EEUU, y asumamos legalmente que la sangre es un bien común del que  los individuos participan solidariamente en ambas direcciones de derechos y obligaciones.