Cuando el pasado septiembre accedí a las declaraciones de la ex Primera Dama Ana Botella, actual Concejal de Miedo Ambiente en el consistorio madrileño por el PP, no podía dar crédito…¡Por fin! alguien se atrevía a decir lo que a mucha gente se le pasa por la cabeza – para pensar hace falta más de esfuerzo- a saber, que los mendigos que pernoctan en el centro de nuestras ciudades, son un problema añadido a las tareas de limpieza. Asunto éste que, en las calles de Chicago o Sáo Paulo tiene rápido remedio llamando a Mr.Proper, también conocido como brigada especial que se ocupan de mantener desinfectadas las calles de estos defectos estéticos aparecidos al cobijo del Estado del Bienestar, al tiempo que proporcionan un suministro constante de órganos para el libre mercado organizado al mejor postor, aunque no faltan quienes lo ven casi como una acción misericordiosa para aliviarles el sufrimiento, como declaró un policía brasileño ante un tribunal.
No voy a decir que eso me parezca bien, pese a quien pese. Creo que en nuestra sociedad, hay sitio para todos, incluidos vagabundos, mendigos y pordioseros. Pero, con esto de las crisis cíclicas capitalistas, detecto una creciente demanda entre la juventud ansiosa por saberse manejar sin titulación alguna en una vida miserable para la que nadie le ha sabido o querido preparar, ni su familia, ni la escuela, ni la Iglesia, ni el Estado, siquiera la videoconsola o la televisión.
Comparto con ustedes la tentación de inyectar veneno en varias botellas de Coca Trola como se ensayara en Bélgica y dárselas caritativamente a beber a esta pobre gente. Pero ¿No creen que antes se les debería dar la oportunidad de vivir entre nosotros de un modo digno? Les recuerdo que el final auténtico de la fábula de la cigarra y la hormiga no lo escribió ni La Fontaine ni Samaniego, sino muchísimo antes Esopo quien presentaba a la laboriosa hormiga apiadándoe de la zángana cigarra, no sin antes darla un consejo, que es a lo que me presto hacer yo ahora, con esta generación que espera a verlas venir, mientras ecucho el susurro de Crystal Waters “Gypsy woman”.
Pues bien, queridos alumnos de la vida. Si habéis atendido algo a las clases de manualidades de chavales, casi casi tenéis medio resuelta la cuestión de la vivienda unipersonal; Id de mañana a cualquier gran almacén como el Corte Inglés dónde los pijos van a hacer sus compras y expropiadles en nombre de los desamparados, una de esas cajas grandes de cartón cuyos triangulitos verdes y negros recuerdan a su nombre sin tilde. Así, desnuda, sin ubicar parece poca cosa, pero con un trapito aquí y otro allá, con el uso le iréis tomando cariño hasta lamentar el día en que su natural deterioro requiera de volver a requisar de nuevo otra vivienda de cartón. En cierto modo, esta, digámosle así, molestia de tenerse que mudar constantemente de envoltura, puede verse como una ventaja respecto a las cuatro paredes de los nichos urbanos en los que la gente ve pudrirse su cochina existencia dentro de su hipoteca bancaria, pues hoy tu casa es de Samsung, mañana de Grundig y mal que bien, vives a la moda con casas de marca. Si finalmente te hallas a gusto viviendo en tetrabrik, acostumbrad a vuestros hijos desde pequeños haciéndoles dormir en una cajita de María Fontaneda. En cierto sentido, residir en una caja de cartón viene a ser una versión moderna del modus vivendi del filósofo cínico Diógenes que tenía un tonel por morada.
Si por lo que sea, tuvieras alergia al papel o te viniera a la mente el cuento de los tres cerditos y prefirieras cobijarte en una estancia más espaciosa que a la vez te ofreciera mayor solidez, con techo abatible ruedas para su mejor transporte, capacidad de añadirle accesorios externos, pero no te llega para una caravana de lujo, tienes a mano en cualquier esquina unos fabulosos contenedores que están ahí esperando a sus futuros propietarios. Los hay de plástico o de metal en varios colores. Yo particularmente me decantaría por los que tienen una especie de claraboya, aunque los cerrados del todo ofrecen, que duda cabe, mayor seguridad. Como en el caso anterior, bueno sería que vuestros retoños aparte de buscar comida en el cubo de la basura, fueran acostumbrándose a pasar largas temporadas en su interior, como si fuera esa casita de juegos que los niños ricos en las pelis, tienen en su jardín.
La opción anterior, con todo, no es recomendable para personas proclives a padecer claustrofobia. En ese caso, lo mejor es hallar un coche en condiciones abandonado antes de que lo lleven al desguace; No hagáis caso a los Inhumanos que dicen que es difícil hacer el amor en un Sinca 1.000. Lo que es difícil, es no hacerlo, si tienes con quien; Los asientos de los coches ponen mucho, por ello hasta el más humilde SEAT Panda –tampoco hay que pensar en un Mercedes para hallar la felicidad- puede ofrecerte un confortable nidito de amor con ventanas al exterior, bien ventilado, iluminado y unas cortinillas del todo a cien puede procuraros la intimidad que tanto deseáis por las noches a la luz de la luna. Verás como la vida te va sobre ruedas. Un posible inconveniente de esta alternativa podría provenir de su ubicación. Habéis de poner cuidado de no generar una deuda por aparcamiento indebido, no vaya a ser que os hubiera salido más barato suscribir una hipoteca con el BBVA.
Las personas con problemas de fotofobia o que gusten de vivir todo el rato rodeadas de cemento, tienen reservado todo el subsuelo, bien bajo las alcantarillas, bien pasos subterráneos, o en los túneles del metro. Es un poco Gore, pero tiene su aquel. No suele haber disputas por estos espacios y hoy por hoy para personas conformistas que no precisen de demasiadas florituras, puede estar bien.
Por último, dentro de la oferta más parecida a lo que ha sido hasta la fecha una casa de trabajadores, tendríamos los cajeros automáticos. El problema es que hay muy pocos y están muy solicitados, por no hablar de las mafias que los tienen controlados y a las que hay que pagar sea para su alquiler mensual, bien para hacerse con uno en propiedad. Su funcionamiento es como el de los albergues municipales, pero con el horario más restringido, de 23:00h a 6:00h. Tiene a favor que son de uso doble o individual, iluminación constante, cámara de vigilancia y puerta de seguridad. El problema es que puedes coger complejo de escaparate y corres el riesgo de que la entidad, te tome con el tiempo como de su propiedad, acabando en un anuncio de Aquarius, sin ver un duro por tu participación. ¡Que ya han ocurrido cosas de estas…
Ahora bien, si por lo que sea, buscáis alejaros de la vida rutinaria de vuestros padres y no deseáis reproducir los arquetipos modernos que se han impuesto al urbanita obligándole a pernoctar en corrales, sean estos de hormigón, plástico, hojalata, o acero, y anheláis volver a vivir como nuestros ancestros, teniendo por suelo la Tierra y por techo el cielo, entonces se os abre un sinfín de nuevas posibilidades donde escoger:
Para quienes todavía no lo tengan del todo claro y quieran probar sin arriesgarse demasiado, lo ideal es encontrar algún puente sobre un río o una autopista. No os podéis hacer ni idea, lo bien equipados que pueden llegar a estar estos sitios cuando se le pone un poco de ingenio, habilidad e ilusión. ¡No les falta de nada! Colchones, cocina, radio, nevera, televisión…las he visto hasta con Internet. No hay gastos de comunidad aunque si vecinos. Pero lo mejor es que tanto el agua como la electricidad, te salen gratis. Es otra forma de hacer puenting.
Para aquellos que hayan pasado una temporada viviendo bajo tierra y deseen experimentar algo más atrevido, lo suyo son los vertederos para que no echen de menos del todo su antigua morada. Estos lugares situados a las afueras de las grandes ciudades, tienen la ventaja de ofrecer al lugareño un paisaje colorista repleto de gangas con las que poder vivir de regaliz. Suelen tener buen transporte tanto diurno como nocturno, mas debe ponerse especial cuidado en no quedarse dormido en el trayecto para evitar ser triturado que luego, no todos vais al Malc Omas.
Sin embargo a cuantos hayan disfrutado de vivir, en pongamos por caso, un dos caballos, entonces les recomendaría hacer de Pocholo yendo de playa en playa por el largo litoral de nuestra querida Península Ibérica. También aquí, se ha de evitar el sueño profundo, sobre todo por el Mediterráneo, pues las escavadoras no distinguen y os pueden hacer una avería.
Los bancos en verano, aunque últimamente los diseñan cada vez más raros para evitar que durmáis en ellos, son un excelente lugar para cuantos escogisteis las cajas de cartón en invierno. Claro que dos peligros os acechan: el aburrimiento juvenil y las palomas.
Bueno, ya no sé que más os puedo decir. Quizá disculparme por no ofreceros el mejor refugio que se me ocurre nuestra sociedad puede aseguraros a todos vosotros: ¡La cárcel! Sí. El trullo, la chirona, el talego…allí dispondréis de alojamiento en PC, celadores a vuestra disposición para daros seguridad en no ser molestados, disfrutareis de ocio recreativo, oportunidad de aprender artes y oficios de vuestros compañeros de celda y no os preocupéis de la droga que de eso no os va a faltar por si os queréis también evadir de allí.
¿ex Primera dama?
¿Otra vez metiéndote con los griegos?