Los empleos del PP

Hace una semana, Esteban González Pons, aseguró en rueda de prensa que el Partido Popular «aspira a crear en la próxima legislatura 3,5 millones de puestos de trabajo», cifra del todo sorprendente, cuando circulan rumores cada vez más insistentes de que, como advirtiera Felipe González hace unos meses, no hemos salido de esta crisis y se aproxima otra peor, que dicen los expertos, en nuestro país va a situar la tasa de desempleo en los seis millones de personas. Ahora bien, el susodicho, no parece individuo frívolo que se deje arrastrar facilmente por la euforia del momento que envuelve a la militancia desde su base hasta su cúspide, por lo que hemos de hallar alguna explicación plausible a tan rotunda afirmación que hasta para su jefe de filas, Mariano Rajoy, resulta algo arriesgada…o no.

Aunque desde todos los rincones del PP se han apresurado a matizar a la baja lo anunciado por su secretario de comunicación, lo cierto es que, de no ser que este hombre haya perdido la cabeza, esa cifra se maneja entre bastidores en su entorno. Y si esto es así, si no es un deseo formulado a la ligera, un engaño para la gente desesperada, un exceso de optimismo y sólo responde a cierta incontinencia verval de parte del dirigente Popular, entonces, debemos empezar a preguntarnos si es posible crear en una sola legislatura 3,5 millones de empleos y en caso afirmativo, a qué clase de empleo se refiere.

Para responder a la primera cuestión, hemos de tener presente que, así como no se puede limpiar algo sin ensuciar nada, en cambio es muy facil ensuciarlo todo sin limpiar nada; Digamos, como que cierta Entropía actua en el empleo, de modo que si bien durante el Gobierno de ZP se han destruido en apenas tres años, tres millones de puestos de trabajo, ello no significa que en igual periodo, otro partido en su lugar, pueda remontar la flecha del tiempo y recuperar la tasa de empleo con igual rapidez. Y es que, la creación de empleo es a un edificio de cien plantas, lo que su destrucción a unos cartuchos de dinamita, dicho de tro modo, que para levantar su construcción se precisa la intervención de un gran número de personal durante un calendario más o menos largo, mientras para la demolición de su estructura, sobra y basta un buen equipo de artificieros expertos en echar a bajo en un instante, lo que otros han levantado con tanto esfuerzo y sacrificio. Por ello, no veo posible que en el plazo de una legislatura, se puedan crear 3,5 millones de empleos, si quiera, de mileurista, de no ser que…

Los empleos de los que habla González Pons y el Partido Popular, sean como aquellos a los que aludiera durante su campaña de reelección Ronald Reagan, en cuyo caso, deberíamos todos tomar buena nota de por dónde van los tiros y sacar nuestras conclusiones de la anécdota que le sucedió al Presidente Estadounidense, cuando en mitad de un mitin, tras anunciar que ya había creado dos millones de puestos de trabajo, uno de sus simpatizantes que se hallaba entre el público asistente, se levantó y voz en alto exclamó: ¡Es verdad! ¡Es verdad! Yo mismo tengo cinco de esos empleos.

El arte de la promesa política

Para que Jonathan Swift pudiera escribir su célebre ensayo sobre «El arte de la mentira política» fue menester que ya en su época, la denominada por Enrique de Diego «Casta parasitaria» se destacase principalmente por una habilidad que hasta entonces le estaba reservada al comerciante, cuál es, la de engatusar, embaucar, engañar, estafar y sucesivos en la cadena idiomática fronteriza con la ciencia de la impostura y el disimulo, en tiempos predemocráticos para vender gato por liebre en el mercado y en democracia para hacerse con los votos que dan acceso al libre manejo de los caudales públicos, que no otra cosa interesa a esos piquitos de oro. Sin embargo, actualmente si por algo distinguimos a un especimen de esta clase chupoptera, no es tanto por las mentiras en las que les pillamos, cuanto por el número de promesas que son capaces de emitir en campaña electoral y de incumplir durante el resto de la legislatura. Podría decirse entonces que es necesario reflexionar sobre esta otra vertiente de su quehacer y plantearnos como trabajan el arte de la promesa política.

Una promesa, se fundamenta en la intención sincera por parte de quien la profiere de darle cumplimiento. De ahí, que seamos dueños de nuestros silencios y esclavos de nuestras palabras y que los políticos hilen cada vez más fino para evitar comprometerse utilizando toda suerte de frasología tautológica y terminología ambigua rimbombante. Porque, como bien sabemos todos, la promesa a diferencia de un deseo, está sujeta a verificación en la realidad, de modo que, si la misma no se realiza positivamente, el interlocutor tiene todo el derecho del hablante a buscar una explicación cuando menos o a emitir en su vagancia una acusación de fraude con la esperanza de que en su defensa se la ofrezca quien ha efectuado la promesa. Ante una promesa que no se cumple, pueden ofrecerse varias explicaciones: la más socorrida es la que todavía usan los cristianos para justificar que aún se siga esperando el regreso victoriosos de nuestro señor Jesucristo, cuando su vuelta parecía inminente, a saber: «Que no se haya cumplido hasta ahora, no significa que no se cumplirá» Por eso nuestros políticos ya no emiten promesas a plazo fijo, para evitar entramparse con el calendario. Una segunda explicación a tan extendido fenómeno la hallamos, en el famoso cambio de escenario; Según parece, el contexto en el que se emite una promesa justifica que esta no se cumpla cuando cambia la circunstancia en que fue proferida. Esta red psicológica, permite a todo político decir una cosa en la oposición y la contraria gobernando, pues no hay mayor contexto para un hablante que promete, que su propia condición y evidentemente para un sujeto que promete fuera del poder y después ha de cumplir su promesa en el Gobierno, ciertamente ha cambiado su contexto. Una tercera
excusa muy esgrimida a la hora de dar cuenta de una promesa no cumplida consiste en reconocer la dificultad técnica de su cumplimiento. El prometedor, no renuncia a su promesa e incluso la mantiene con más fuerza si cabe, sólo necesita más tiempo para poderla sacar adelante, cosa que normalmente a un gobernante le vale para su reelección, pues la gente reacciona como cuando ha llegado a la mitad del paso de peatones y este se pone en rojo, o sea, ¡Tira para adelante! Y por último, para no aburrir con esta disección mental, una cuarta manera de dar razón del no cumplimiento de una promesa, consiste en reconocer la propia ignorancia del prometiente cuando se efectuó la promesa de que la misma era imposible de cumplir. Cuando un político llega a este extremo, suele dar también excelentes réditos electorales, pues le hace más humano ante su gente e incluso levanta admiración entre sus adversarios por su sinceridad, no faltando quien le tenga por ingenuo, impresión que resulta fatal para conocer la auténtica verdad que se esconde tras una promesa electoral:Que la mentira vuela, mientras la verdad se arrastra.

Pues bien, el hecho de que en política, la tardanza en el cumplimiento de una promesa no le suponga al responsable de la misma ninguna merma en sus ingresos como le sucede a todo proveedor que no entrega a tiempo su mercancia, a todo transportista que no llega a tiempo a su lugar de descarga, a todo autónomo que no se pone al día con hacienda…la negligencia de no haber previsto un cambio de escenario en un terreno en constante evolución como son los asuntos sociales, no les supongan a quienes emiten constantemente promesas sobre los mismos, ser sancionados o despedidos como ocurre con los médicos que han hecho un mal diagnóstico, los gerentes de hotel que no tuvieron en cuenta las fiestas en Alemania, el chofer de autobús que ante un trayecto largo no puso suficiente combustible…la falta de preparación para el cargo al que se postulan no les lleve ante los tribunales por intromisión profesional ni se les acuse o multe por imprudencia o temeridad como se hace con los dentistas sin título, los conductores borrachos, los policias que sacan su pistola en via pública atestada de gente persiguiendo a un peatón infractor…Y la ignorancia no les desprestigia ante la sociedad que les ha elegido precisamente porque confiaba en que sí sabian…contribuye sobremanera a que en nuestra democracia, se reedite el problema Malthusiano que preconizaba que mientras la producción de alimentos crecería de modo aritmétrico, el número de bocas a alimentar lo haría de modo geométrico, sólo que en nuestro caso, sucede a la inversa, pues mientras los electores somos capaces sólo de creernos sus promesas de modo aritmétrico, ellos, los políticos, continuan emitiéndolas de modo geométrico. Y como muestra compárense los dos millones de puestos de trabajo ofrecidos por Felipe González en las elecciones del 82 y los Tres millones y medio de empleos prometidos por Rajoy para los comicios del 20-N.

Me equivoqué de estudios

En la certeza de que el trabajo no garantiza la riqueza, de que la riqueza no da la felicidad y de que la felicidad no exime del trabajo, de muy joven tuve claro que el único modo de salir de dicho círculo vicioso era estudiar algo tan súmamente inutil hoy en día como puede ser la Filosofía cuyo requerimiento social casi nulo me permitiría mantenerme enteramente al margen de todo empleo. ¡Craso error! Resulta que como los cazadores de dragones eruditos en su tipología, huellas,hábitat,alimentación y costumbres, todavía nos queda la posibilidad de enseñar nuestro improductivo conocimiento a las generaciones venideras. Por ello mismo, aposté de nuevo por algo más inutil y absurdo todavia en la Era Contemporánea, o sea, cursar la carrera de Teología en la creencia de que no habría demanda y sólo servía para ser cura. ¡Me equivoqué de estudios! Es verdad que hago lo que quiero, que me lo pagan bien y que soy feliz, más por lo primero que por lo segundo. Pero con todo, me considero un fracasado…Yo tenía que haberme dedicado a hacer los estudios de Urdangarín.

Hasta ahora, he estado ennamorado secretamente de Helena de Borbón. Me parece una persona encantadora, impresión a lo mejor inmerecida, debida únicamente al duro contraste con el resto de la familia; Perdí mi oportunidad con veinte primaveras cuando un amigo de ajedrez que trabajaba en la Federación de Hípica conocedor de mi sincera inclinación afectiva hacia la infanta que despectivamente catalogó de parafilia, se aprestó a presentármela, advirtiéndome que montaba muy bien. Pero lo que son los amores platónicos…rehusé y acabó con Marichalar que no ha sabido luchar por sus derechos dinásticos ni los de su hijo Froilán como yo lo hubiera sabido hacer.

Todo esto viene a colación de la noticia publicada ayer por un periódico nacional donde se nos informa de que, durante el 2003, nuestra queridísima SGAE haciendo de Dooh Nibor, escogió a dedo al Instituto Nóos Consultaría Estratégica S.L, presidida por el Duque de Palma, Iñaki Urdangarín, para «mejorar su imagen» en detrimento otros ofrecimientos de prestigiosas firmas del ramo. Según fuentes de la SGAE, fue el propio Bautista quien se reunió con el marido de la Infanta Cristina. El contrato rubricado entre ambas partes se prolongó durante tres años, en los que la empresa del Duque cobró más de 300.000 euros. En este tiempo, Nòos realizó una media de seis estudios de imagen al año, a razón de 15.000 euros cada uno, que, según fuentes cercanas a la consultora, «se centraron inicialmente en llevar a cabo un diagnóstico del estado de salud de su imagen y de su organización interna». En la actualidad, el Duque de Palma no preside Nòos, ya que tuvo que abandonarla en el 2006 cuando se descubrió que su entidad percibió 1,2 millones de euros públicos del Gobierno balear -presidido por Jaume Matas- a cambio de unas conferencias que apenas duraron dos días. ¿Me entienden ustedes ahora?

Yo tenía que haber hecho los mismos estudios que Iñaki Urdangarín: Dossieres de imagen a 15.000 euros – no niego que la tarea de mejorar la imagen de la SGAE los valga – y conferencias de dos dias a 600.000 euros la jornada…Bueno, me queda de consuelo que como la Filosofía y la Teología a diferencia de la física, la química, la sociología o la matemática, no sirven para nada, es posible que me haya equivocado, pero al menos no soy un sirviente.

No se negocia con hambre

 

Nuestro quijotesco buen ciudadano que no merece Castro Urdiales, Jesús Domínguez se cuente entre sus vecinos, tras una semana en huelga de hambre en los soportales del Exmo. Ayto. ha dado por finalizada su protesta, toda vez, ha conseguido arrancar un compromiso del Alcalde Iván González para estudiar un “Plan de Empleo Municipal”, éxito que en principio sólo podría explicarme por la inexperiencia en el cargo del actual regidor al que posiblemente veremos evolucionar muy pronto en un galopante ninguneo de los viandantes conforme vayan pasando los años y las legislaturas, pues dónde se ha visto que porque un lugareño deje de comer cuatro bocadillos, todo un representante democrático se digne a recibirle y menos plegarse a su chantaje emocional no ya para satisfacer sus perentorias necesidades personales que bien pueden solventarse con un puesto a cargo del contribuyente para quitárnoslo de encima, sino para algo tan grave y enojoso como es solucionar los verdaderos problemas de la entera ciudadanía…pero que más adelante creo poder dar cuenta de modo más certero y convincente.

Todo empezó, cuando Jesús contempló como el nuevo consistorio desestimó recientemente una propuesta de reducción de los gastos políticos y sueldo de los concejales en unos tiempos de recortes para todos y en un municipio donde hay censadas más de 2.367 personas desempleadas. De haberse aprobado la medida, se hubieran ahorrado a lo largo del próximo ejercicio unos 480.000 euros con los que se podría haber ayudado a toda esa gente y sus familias que lo están pasando verdaderamente mal. Pero ¡No! A lo más que llegaron quienes hace unos meses prometieron velar por nuestros intereses y defender el Estado del Bienestar, fue a aprobar una medida que no supone ni 1.000 euros anuales de reducción en el presupuesto. Esto, que a cuantos conocemos la naturaleza humana sencillamente nos hubiera divertido – ¿A quién se le ocurre pedirle a la gente que se baje voluntariamente el sueldo? – a Jesús Domínguez, le indignó lo suficiente como para dejar de comer y vencer la vergüenza de salir en los medios de comunicación.

Así, ni corto ni perezoso, cargado de razones, no con menos emociones, muchísimas más intenciones, pero desprovisto de todo arma, si es que todavía la dignidad pasa por los controles sin ser detectada, apostose humildemente bajo el Consistorio, el pasado 26 de Agosto, para exigir a los grupos municipales que «piensen menos en subirse el sueldo o en pagar a los cargos de confianza, y más en la manera de ayudar a los parados a reinsertarse en el mercado laboral» pues en su opinión, los cursos ofrecidos por el almacén de parados, el INEM – la fábrica es la Universidad –son malos e insuficientes para una gente que ha entregado los mejores años de su vida a especializarse en su oficio sea este de la construcción, sea en la mar, y a los cincuenta ya no sabe hacer otra cosa que aquella para la que la sociedad le animó en su día dedicarse en cuerpo y alma.

En principio, Jesús declaró a los medios de comunicación, que no dejaría la huelga de hambre hasta tener garantías de que sus demandas se cumplen, pues aunque entendía que las cosas requieren de tiempo, necesitaba al menos, ver algo que le demostrara que se está trabajando en ello. En consecuencia, las mentes optimistas deducen de su retirada más feliz que una lombriz, que lo ha conseguido. Pero, no nos dejemos llevar por el comprensible anhelo de ver reeditada la hazaña de un David frente a un Goliat y detengámonos un momento a analizar lo sucedido.

Que yo sepa, “estudiar un Plan de Empleo Municipal” para luchar con eficacia contra el paro de la localidad, es algo que, desgraciadamente, ya está fuera del alcance de un Alcalde por muy buenos propósitos que este tenga, de no ser, que como en ciertos centros públicos doblemos las plazas de bedeles y ordenanzas para que entre dos hagan la labor de uno y logrado lo anterior, un tercero les ayude, un cuarto les supervise y así hasta lograr el pleno empleo. Y es posible que vaya por aquí la fórmula secreta del Rodaballo socialista para acabar con la crisis, aunque como el edil castreño es Popular, a lo mejor cuenta con la destreza de Fraga para acabar con el problema en tres días.

A mi me da, que la embestida cívica de un generoso Jesús Domínguez, ha sido elegantemente paseada por el ruedo mediático por el nuevo diestro de la plaza, que por delante le ha puesto el capote del grandilocuente “Plan municipal” al que ha entrado a trapo, cuando lo que estaba en juego eran aquellos 480.000 euros que de ahorrarse en sueldos a los concejales y altos cargos, podrían haberse dedicado a paliar la miseria de los ciudadanos castreños. Y si alguna lección podemos sacar de todo este episodio local, es que, si se emprende una huelga de hambre para llamar la atención sobre un problema tan serio como el planteado, lo mejor para defender la causa, primero, es escoger bien el emplazamiento, que los bajos del Ayuntamiento se encuentran rodeados de mesones y restaurantes y segundo, es que negocie otro con el estómago lleno en tu lugar, que con las tripas vacías, uno está dispuesto a creen en cualquier cosa, de ahí que todas las religiones alaben el ascetismo, recomienden el ayuno y las sectas impongan la dieta vegetariana a sus adeptos.

Libros Pretexto

Si ya me parecía absurdo traer y llevar todos los días, todos los libros de clase a casa y de casa a clase, que vamos a decir ahora que todo cabe en un Lápiz de memoria o si se desea en un libro electrónico….Detrás de esta estupidez, están los fabricantes de mochilas, los masajistas de espalda, y las grandes editoriales que untan a todos los escalafones del sistema indocente, como hacen las farmacéuticas con el sistema de insalud. Además he comprobado que aunque todos los años, curso sí, curso también, el profesorado cómplice impone comprar los libros de texto de su materia de una determinada editorial contraviniendo las leyes del libre mercado, estos se usan poco o nada en el aula durante el periodo lectivo, porque por lo general son tan sumamente malos que no sirven ni al alumno ni al profesor, únicamente al que se forra vendiéndolos. Y los que por desidia o negligencia del educador, lamentablemente se acaban usando, son perjudiciales para la formación dado que tienen los resúmenes hechos, las palabras clave en negrita, etc, contribuyendo con ello a idiotizar más si cabe al alumnado por si alguno salía indemne de Primaria. Por lo que haríamos bien en dejar de llamarlos “Libros de texto” y empezar a conocerlos como “Libros Pretexto”, en el sentido de que sirven de pretexto para el enriquecimiento de pocos y el adoctrinamiento de muchos.
Si la capacitación profesional del docente se mide en relación inversamente proporcional al número de ejercicios que manda a sus alumnos de tarea para casa, la calidad educativa de los colegios depende igualmente del número de “libros pretexto” que el alumnado ha de adquirir por su cuenta, pues ello es síntoma de su deficiencia a ese respecto, dado que un centro educativo bien equipado para dar clase prescindirá en lo posible de endosar un gasto innecesario a su alumnado y preferirá que las familias dediquen su presupuesto a la formación extra académica de sus vástagos.
Pero como la gente es tonta en las cuatro terceras partes del total, pese a la queja generalizada por el gasto que ello supone, en su fuero interno se mantiene la creencia de que, con cuantos más libros de texto entre en contacto su chaval, más sabio les sale el niño ¡o al menos lo aparenta! en una sociedad que compra los ejemplares a peso, los lee de oídas y los respeta según el número de páginas que contiene, de modo que ¡Por libros que no quede! De ahí que todos tengamos la Biblia y la Guía telefónica en casa. Menos mal, que la mayoría democrática del país, nunca ha tenido en sus manos el texto constitucional, pues si a la grandilocuencia del nombre le sumamos como su solemne pronunciamiento llena la boca de los representantes públicos, lo suyo sería que ocupara en la estantería un espacio no menor que El Quijote, cuando la realidad es que no da ni para fumarse un buen puro, duro contraste que a más de uno le haría desconfiar de sus virtuales ventajas sociales por no caber en sus escasas hojas.
Sea como fuere, el caso es que de un tiempo a esta parte, los conocimientos humanos varían a una velocidad que lo aprendido por el hermano mayor ya no le aprovecha al menor y menos aún al vecino. En consecuencia, el libro de matemáticas necesita ponerse al día para que su aprendizaje no quede obsoleto, no vaya a ser que se descubra el último decimal de Pi durante el curso; el Atlas de Geografía precisa también su revisión como lo demuestra la película de aquel hombre que subió una colina y bajó de una montaña, pues así como en astronomía Plutón ha dejado de ser un planeta del sistema solar, ¿quién nos asegura que durante la tercera evaluación el Everest no encoje o aparece un nuevo lago en mitad del Sahara? Tampoco los libros de ciencia se libran pese a presentar su sabiduría como atemporal y repleta de constantes universales; ya vimos que la Relatividad de Einstein dejó en la cuneta a Newton y la Mecánica Cuántica hizo lo mismo con Einstein. Y eso puede ocurrir ahora mismo y sin previo aviso por lo que vuestros hijos han de estar al día de lo que se está investigando en el CERN y el LHT; En este orden de cosas, la Historia avanza hacia el pasado que es una barbaridad y está en constante cambio. Por ejemplo, hace unos años, Hitler era malísimo, ahora ya es uno más, en dos décadas se le asimilará a Napoleón y quién sabe si acabará siendo venerado por Israel, o América se descubre que fue descubierta por los americanos; Y por supuesto, ¡cómo olvidarnos! Lo que siempre necesita una actualización vital, es el diccionario, ese libro gordo ordenado alfabéticamente como la Guía telefónica, pero sin números. Imagínense que antes, los hindúes eran para mi los practicantes del Hinduismo y ahora resulta que son todos los nacidos en la India que para mi asombro, sigue donde la dejé hace treinta años.