Sadismo judicial

El pasado 2010 nos enteramos que en la España intramuros hay un sexagenario que cumple condena desde 1976 sin haber cometido delitos de sangre, toda vez, gente sin piedad y sin vergüenza le denegó por un tecnicismo refundirle todas sus penas anteriores para que como argumenta su letrado Félix Ángel Martín, pueda salir a la calle que es donde debería estar desde 1994.
Esta semana, casi un año más tarde, hemos sabido que el Tribunal Supremo ha anulado el auto de la Audiencia Provincial de Granada que rechazó la solicitud de Miguel Francisco Montes, pero, aunque estima el recurso de la defensa, su sentencia no supone la salida de prisión del interno, pues no ha podido pronunciarse sobre la refundición de sus condenas. En su defecto, ha ordenado a la Audiencia Provincial de Granada que dicte un nuevo auto, más claro y completo, que «cumpla las normas esenciales del procedimiento» y «en el que se hagan constar todos los datos o elementos precisos» para resolver el recurso.
Sin entrar a valorar nuestro sistema penitenciario que debe ser de lo mejorcito que hay, dado que lejos de entrar en crisis, cada vez va a más, más presupuesto, más cárceles, más población reclusa…y sin cuestionarme la moralidad que subyace en una legislación como la nuestra que permite la impunidad y prescripción de los mayores delitos contra la entera sociedad, cuáles son, los económicos y de corrupción, mientras pobres infelices cuya suma de faltas no da ni para pagar las gafas negras de Fabra, pasen media vida entre rejas, creo que el caso de este pobre hombre que lleva más de treinta y cinco años en prisión, por acumulación de condenas debidas a sus intentos de fuga, habiendo empezado todo por un hurto en un kiosco cuando tenía la terrible edad de dieciséis, clama al cielo.
Y es que, más allá del juego sadomasoquista de carácter lúdico-sexual que cada cual haya practicado o fantaseado, es un hecho que en todas y cada una de las relaciones sociales que puedan establecerse, sean de pareja, de amistad, laborales o institucionales, puede reproducirse consciente o inconscientemente, en mayor o menor grado, situaciones en las que ciertas personas disfruten haciendo daño a sus semejantes, generalmente en aquellas donde se da una posición de poder o dependencia, como pudiera ser aquella que hay entre un enfermo y sus médicos en un hospital denominado sadismo médico consistente en hacer pasar al paciente por tratamientos innecesarios, entre un alumno y el claustro de profesores conocido como sadismo académico que se traduce en hacer repetir curso a una persona por una sola asignatura por una sola décima del examen final, o el que puede darse entre un sacerdote y su obispo que es reconocido como sadismo eclesial, cuando el segundo en virtud del voto de obediencia le ordena dejar de escribir, de dar clase, etc. En todos ellos la parte débil es sometida al tormento de su superior o de quien depende, por hallarse del todo indefenso ante su actuación; Cuando el caso es probado, pasa a denominarse abuso de poder como puede ocurrir con un mando militar con su subordinado y si se demuestra que no hay base legal para una actuación, entonces suele definirse como acoso como sucede con los jefes que buscan hacerle la vida imposible a su empleado. Y no me cabe duda que en toda esta terrible historia personal de nuestro particular Conde de Montecristo, de nuestro Nelson Mandela, hay algunas mentes oscuras sádicas que la gozan y se estarán cascando buenas pajas bajo la toga, con sólo saber lo que debe estar sufriendo Miguel Francisco quien todavía confiaba con poder vivir su vejez en libertad, sadismo judicial consentido por el Consejo de Ministros que para solicitar los indultos de los mayores criminales bancarios del país, bien que interviene de oficio.

EpC: Cómo hacer para que te presten atención

Es posible que si usted fue educado en época predemocrática, todavía confíe en el poder de la palabra de una sola persona para mover a las masas a su antojo, como los bebés intentan mover los objetos a voluntad por medio de la mirada, lo que traducido en hechos le hará probar abrirse paso entre la multitud exclamando el anticuado ¡Por favor! antes de tomarse la molestia de desplazar su volumen sirviéndose de patadas, codazos y empujones, de rogar el trasnochado ¡Silencio! hasta quedarse afónico cuando desea dirigirse al gentío e incluso hacer acopio de grandes dosis de la caduca ¡Paciencia! para que le atiendan debidamente sus demandas sea ante un funcionario o una operadora de atención al cliente de Timofónica. Pero para algo he modificado los materiales de la asignatura EpC, de modo que atienda los casos que a continuación le presento, si es que verdaderamente pretende que se le haga caso en esta Era de Postmodernidad.

Se suele definir al hombre – más que a la mujer – como animal racional, en cualquier caso queda claro que sobre el primero de los términos no tenemos duda alguna y en consecuencia como tales deben ser tratados y del mismo modo que los actos reflejo nacen en la médula espinal sin necesidad de que intervenga el cerebro, así hemos de procurar que sea la pronta respuesta de nuestros semejantes – fórmula de cortesía – a nuestros requerimientos, cosa que antaño podía entrañar cierta dificultad que requería de ciertos conocimientos psico-sociológicos, pero que gracias a lo extendida que está en el espacio-tiempo las técnicas de manipulación mediática en aras del consumo por medio de la publicidad, la situación es favorable para que cualquiera pueda aprovechar de inmediato los beneficios que se siguen de su aplicación.

En el primer caso, nos hallamos por ejemplo intentando salir de un bar abarrotado de gente con una copa de vino en una mano y en la otra un pincho de tortilla; El modo antediluviano de pedir paso consistente en ¡Por favor! ¿me permite? y similares, es evidente que no funciona, entre otros motivos porque ¿A qué objeto esa gente que está disfrutando relajada de su momento puntual de felicidad ha de interrumpirlo para que usted cómodamente haga lo propio con el suyo? ¿Qué derecho asiste a una persona que desea que todos los demás se incomoden para su único beneficio? Estas impresiones mentales enviadas sutilmente por miradas esquivas a su paso son proyectadas sobre usted al extremo de que se ve forzado a pedir perdón según va avanzando, cuando lo hace…¡Olvídese de esa educación apolillada! Empiece a aplicar los nuevos métodos conductistas versados en la observación científica del comportamiento humano. En este caso en concreto, lo apropiado es echar mano del instinto básico de todo animal de evitarse un mal próximo; A tal efecto, no vale gritar ¡Fuego! que es lo que se recomienda para que la gente se asome a la ventana cuando te veas amenazado de noche en la calle, dado que chillar ¡Socorro! ¡Auxilio! precisamente provoca la respuesta contraria, aquí lo más apropiado es proferir sin demasiado énfasis ¡Cuidado que mancho! Fórmula que he ensayado con éxito en infinidad de situaciones y jamás me ha fallado.

Para ilustrar la segunda situación, podría valer querer tomar la palabra en una asamblea de vecinos: hoy levantar la mano para que un moderador te conceda hablar, es tanto como declararte públicamente de parvulitos que necesita que la seño le permita ir al baño…lo que se lleva es ponerse a gritar como hace el resto y no parar hasta que los demás cedan ante tu chorro de voz; Mas como quiera que los espíritus refinados, tranquilos, tímidos o retraídos sean incapaces de amoldarse a estas técnicas austrolopitecas, aquí les ofrezco la solución a sus remilgos. ¡Déjense de pedir silencio! En su lugar, les recomiendo valerse del segundo instinto primordial de todo bicho viviente, cuál es, atender a toda posibilidad de hacerse con un beneficio inmediato. Para ello, usted no precisará más que exclamar una sola vez y no demasiado alto, la siguiente pregunta ¿Se le ha caído a alguien estos cincuenta euros? También esta técnica ha sido probada con resultados siempre positivos en cualquier tipo de reuniones, desde las deportivas hasta las de APAs.

Una tercera oportunidad para probar estas estrategias nos la brindaría, por ejemplo, estar delante de una ventanilla del Exmo. Ayto. para tramitar un permiso de obra; Esperar diligencia, prontitud de respuesta y similares es demasiado para nuestra administración, podemos darnos por satisfechos con que no se nos diga aquello de ¡Vuelva usted mañana! o su actualización ¡No funciona el ordenador! En esta tesitura, no hay nada como apelar a la costumbre de escuchar conversaciones ajenas combinada con el instinto de supervivencia. Así, acuda al mostrador provisto de un móvil, y mientras el funcionario de turno le hace esperar, usted mantiene el siguiente monólogo “ te he dicho que ¡No! No hay conciliación…¡Me da igual que le echen a la puta calle! Yo me he tenido que joder…denunciarle, ir a juicio…ahora que cumpla la sentencia…que me hubiera atendido debidamente…” Y entonces comprobará su reacción, que bien por temor, bien por ahorrarse un mal rato, suele ser habitual que imprima a su labor un ritmo más rápido y servicial de lo que es su costumbre.

Podría continuar hasta la saciedad comentando como aprovechar la superstición, el espíritu de competición, la envidia, la codicia…de los sujetos de los que queremos atraer su atención, pero creo que ya tienen bastante para probar su eficacia. ¡Ya me contarán!

Ley PP (Previo Pago)

El eurodiputado del Partido Popular Pablo Zalba encarna la última víctima pública a manos de quienes quieren poner a prueba la ética de nuestros máximos representantes democráticos, envite que ha sabido solventar con la mejor muestra de incorruptibilidad de la que es capaz un integrante de la casta política española y en concreto un cargo electo del PP, partido que no ha dudado en subirse al carro de este nuevo martir del periodismo de investigación cobarde y manipulador realizado con cámara oculta por un zafio medio extranjero como lo es The Sunday Times, amparando su personal ejemplar comportamiento que ha sabido resistir la tentación de dejarse comprar la voluntad por un puñado de euros. Tanto es así que, acertadamente, la dirección del Partido Popular estima que al no haber aceptado el supuesto soborno, no hay motivo para abrir una investigación de lo que no ha existido.
Por consiguiente, nos quedamos con la versión de que, unos desalmados periodistas haciéndose pasar con mentiras y embustes por miembros de un lobby inexistente que pretendía modificar una directiva para ayudar presuntamente a los pequeños accionistas europeos, le tendieron una traicionera trampa a este ingenuo y bien intencionado navarro de 36 años, prometiéndole falsamente emplearle como consejero del grupo con una remuneración de cien mil euros anuales, sin que tuvieran intención alguna de entregársela. Zalba, por supuesto, no quiso saber nada del asunto y así se lo hizo saber a sus granujas interlocutores hasta en tres reuniuones distintas que mantuvo con ellos para que quedara clara su firme postura, no fuera que por motivos de traducción hubiera algún malentendido; Pero en su bondad, bien por no saber decir ¡que no! bien porque le pusieran cara de lástima y le llegara al alma dejarles tirados, este buen samaritano del euro-parlamento, acabó votando a favor de dicha modificación de la ley, lo que una vez conocidas las secretas imágenes pudiera parecer una aceptación de dicho trato, cuando a él, sólo le ha movido su espíritu democrático en bien de la comunidad. El hecho de que todavía no haya constancia de un ingreso por dicha cuantía a su favor, es buena muestra de su inocencia y del timo al que este buen político ha sido sometido desde principio a fin.
Con todo, los mal pensados de siempre, asociarán desde ahora las siglas del PP a las leyes Previo Pago que tampoco debería escandalizarnos tanto en una sociedad como la nuestra donde todo se rije por el libre mercado.

Valcárcel y el misterio de la filantropía

http://www.youtube.com/watch?v=z9Z-HCq5EeU

El otro día, el Presidente de Murcia, expresó en voz alta, groso modo, lo que seguramente es la medida estrella del famoso plan oculto del PP para atajar la crisis, que suele resumirse malintencionadamente en titulares como “Copago” para deslizar la subrepticia falacia entre la ciudadanía de que, el actual usuario de los servicios públicos no los paga y ha de empezar a hacerlo en solidaridad elíptica, con un Ente misteriosamente filantrópico que hasta la fecha lo ha dado todo gratis y parece algo hastiado de la situación, que acertó a explicar delante de su jefe de filas, Rajoy, con la siguiente reflexión: “Es necesario tomar medidas valientes para financiar la sanidad o la educación (…) servicios básicos que no pueden ser soportados sólo por las regiones o la nación; Urge plantearse que los ciudadanos asuman parte de su coste, en el porcentaje que sea.”

Dado que su discurso, hoy por hoy es del todo impopular, el haberse atrevido a plantearlo en público en víspera de elecciones, dice mucho de la sinceridad de Valcárcel y del grado de su convencimiento en la bondad y solidez de la propuesta a la que se adhiere; Mas ello, no le evita caer de pleno en la trampa advertida con todas sus consecuencias.

Para empezar, de cuantas fórmulas existen al objeto de ahorrar dinero a las Arcas públicas, evitar el derroche de los Gobiernos, las instituciones y las administraciones, o generar nuevos ingresos, la del mal llamado Copago, es la menos valiente de las que se conocen, pues lejos de actuar contra el fraude fiscal, la evasión de capitales, la economía sumergida, la corrupción, castigar la especulación, las mala gestión empresarial o la usura bancaria, técnicas bien transitadas por las élites de nuestra sociedad, incide con recochineo en el mismo problema que afecta a nuestros precios de mercado y a los impuestos indirectos, a saber, el de no tener en consideración las enormes diferencias socioeconómicas de la ciudadanía, aplicándolas con idéntica severidad a privilegiados como a desfavorecidos del sistema.

Luego, podríamos continuar con una sutileza, cuál es, que siempre que se habla de Copago, esta amenaza se asocia a la Sanidad y la Educación, casualmente, las que más preocupan y afectan a los peatones de la democracia; Al menos por una vez, no estaría mal que se hablara del Copago ligado a la Seguridad, para que sean las industrias de armamento, las petroleras y del motor las que se ocupen de los gastos de las intervenciones militares y el mantenimiento del Ejército, y los comerciantes y empresarios se hagan cargo del sueldo de la policía, del sustento de las cárceles y de la población reclusa, dado que son estos sectores los que más se benefician de sus servicios.

Pero lo más ofensivo y preocupante reside en esa concepción errada que se nos quiere transmitir de que, los ciudadanos gozamos de unos servicios gratuitamente, cuando aquí ¡Gratis! no hay ni las ¡Gracias! Concretamente, los ciudadanos pagamos el cien por cien de los servicios públicos con nuestros impuestos y mejor que no les cuente – mis queridos idiotas – el porcentaje que con dinero público se sufraga de los servicios privados que sólo goza una minoría.

Valcárcel, como tantos otros, ha sido víctima del misterioso fantasma terminológico que comporta el concepto trampa de “Copago” Cuando decimos “Copago” la mente del hablante representa una acción compartida, en este caso la de pagar, entre dos o más entidades; Pero sucede que en nuestro sistema, los servicios públicos son pagados con el dinero recaudado por Hacienda que a la hora de hacer la declaración nos recuerda por activa y por pasiva que somos todos, por si el IVA, las retenciones en la nómina, la matriculación del coche y el resto de impuestos nos hacían creer que sólo éramos nosotros, y en buena lógica, de establecerse un “Copago” este haría mejor en llamarse “Bipago” “Doble Pago” “Repago” “Superpago” o si lo prefiere el PP podría denominarse en su honor “Pago Pago” lo que me hace caer en la cuenta de que a lo mejor….no es tan mala idea esa de que haya un Ente misterioso que corra, si ya no es posible con la totalidad de mis gastos, al menos con parte de ellos y pueda beneficiarme del Copago de mis vacaciones de crucero por Samoa.

Pro-Vida…Digna

Yo me declaro abiertamente miembro espiritual de Pro-Vida, porque como dijera Cantinflas haciendo de Sancho Panza, la muerte no merece la pena. Pero declararse a favor de la vida, no significa, o mejor dicho, no ha de significar, poner a la vida como valor supremo de la Existencia, dado que para los católicos, la vida, sólo es una parte infinitesimal de la Eternidad; Tanta es su insignificancia, que hasta Pascal se atrevió a aseverar que sería insensato no apostar la vida a cambio de poderlo ganar Todo aún sin tener garantía alguna de que el “Todo por ganar” sea una realidad dada. En consecuencia, como bien demostró nuestro Señor Jesucristo, la vida propia, o en caso del Dios Padre, la vida ajena, puede ser un medio para obtener un fin superior, en su caso, la Salvación de toda la humanidad, opción vital axiológica, que está más extendida de lo que parece entre aquellas culturas que supeditan la vida al Honor, el éxito, la fama, el dinero, el poder, la Patria, el Trabajo o incluso como nuestra sociedad, al Consumo. Dicho lo cuál, a nadie debería escandalizar que el Sentido de la vida, sea más importante que la vida misma, aunque no siempre las cosas verdaderamente importantes, sean las que de verdad importan.

Yo me congratulo de ser miembro de la Iglesia Católica, por cuanto es la única Institución que claramente defiende la cultura de la vida frente a la imperante moda de la muerte representada en nuestros días no tanto por la Pena Capital, las guerras, la enfermedad o el hambre, cuanto por la Ley del aborto, a decir por el énfasis con el que la Curia Vaticana y los Obispos ¡Que Dios los tenga en su Gloria! se pronuncia sobre dichos fenómenos sociales; Mas sin entrar a valorar el grado de entusiasmo con el que desde los púlpitos dominicales se clama contra cada una de estas lacras de la humanidad que bien pueden deberse a una deficiente óptica misántropa que considera pecador a un infeliz neonato, que juzga a las primeras como inevitables males de la naturaleza humana, mientras a las últimas las consideraría eludibles por cuanto las creen más al alcance de nuestra libertad…debo confesar que mi gozo no es completo, por cuanto no aprecio yo sensato, bueno y eficaz que tanto derroche espiritual para hacer llegar la Palabra del Evangelio que ilumine el corazón de los hombres y mujeres, sea realizado sin que esas mismas almas perdidas al que van dirigidas aprecien superioridad moral en cuantos se las dirigen, que no sólo de conceptos vive el intelecto que también requiere de ejemplos, pues como es sabido, obras son amores y no buenas palabras.

Y es que, en verdad, en verdad os digo, que a la Iglesia le sucede lo que a la mujer del Cesar, por lo que sería muy deseable que junto al discurso humanista contra la Ley del Aborto, cuya práctica no está en el mismo rango ético que una operación de cirugía estética, extirparse el bazo o cortarse las uñas, hubiera otros igual de enérgicos para condenar los abusos infantiles en vuestros colegios y parroquias a manos de curas depravados e investigar el rapto de niños a manos de monjas desalmadas en vuestras clínicas y hospitales. Porque de seguir como hasta ahora, además de desacreditar el mensaje que yo os legué, podríais dar pié a que se malinterpretara aquello de ¡Dejad que los niños se acerquen a mi! Como también podría malentenderse vuestra actitud contraria al aborto, para aseguraros el suministro ininterrumpido de criaturas de Dios con las que gozar y comerciar indignamente para mayor ofensa del Padre. ¡Palabra de Dios!