Desmovilización social

La escuela peripatética, con Aristóteles a la cabeza, se distinguió por pensar y discurrir según daban vueltas al patio de una estancia, en la sana creencia de que el movimiento del cuerpo, ayudaría a la mente en mantener ágiles sus ideas. Siglos más tarde, las distintas ideologías se cobrarían la debida venganza, movilizando a los cuerpos que, carentes de reflexión y pensamiento, se entregaron al combate, la revolución, y la guerra. Y cuando parecía, que ambos habían tenido suficiente, y que la cosa no pasaría a mayores, resulta que unos y otras, se ven de nuevo afectados por igual en una movilización social a manos de la tecnología.
No me tengo por luddita, al contrario. Desde pequeño, soy un entusiasta del imparable avance técnico de la humanidad, aunque haga en falta un paralelo crecimiento en humanización. Sin embargo, también desde muy joven he desconfiado de todos los aparatos que la industria consumista desea colocarnos como pienso tecnológico a borricos urbanitas, pues aun no siendo un obseso de la salud y del naturismo roussoniano, mis pobres conocimientos científicos de electromagnetismo, radiación, etc, me hacen ser prudente ante las novedades, sin que por ello, me niegue a hacer uso de ellas, como prueba el hecho que durante cinco años he utilizado móvil, si bien, les confieso, siempre con cierta inquietud.

Pero hoy es el día que, debo reconocer públicamente, que mi prudencia, y reserva para con este elemento que nos ha aportado mayor movilidad, comodidad, libertad, satisfacción, comunicación, y disposición, eran del todo innecesarias, pues mi duda cartesiana, en cuanto a metódica para con todo aparato, en este caso era infundada , como se desprende de la ingente cantidad de estudios y experimentos que se están llevando a cabo por todo el orbe, y que demuestran para tranquilidad del usuario y de las empresas del gremio, que encargan y costean los mismos, que la radiación de los teléfonos móviles es inocua para el Ser humano, siempre y cuando, el aparato se use de un modo responsable y adecuado, y por consiguiente, los problemas de cáncer y dolores de cabeza, jaquecas, mutaciones genéticas, tumores, y demás ingredientes que provocan alarmismo por ignorancia científica, hoy por hoy, podrán ser achacados al tabaco, a una mala dieta, a vivir cerca de una incineradora, o a una central nuclear, junto a una torreta de alta tensión…pero no a poner el móvil pegado al oído a pocos centímetros del cerebro, quien por cierto, también emite ondas cerebrales, y nadie se queja. Claro es que el móvil, requiere como se ha dicho, un manejo correcto por parte de quien lo usa, y así debemos saber que, no es bueno tenerlo cerca de ninguna parte del cuerpo, y situarlo siempre preferentemente a un metro de distancia, que es peligroso arrimarlo al oído cuando se está estableciendo la conexión, que es muy nocivo hacer uso del móvil cuando está recargando, y más aún, cuando estamos con poca cobertura, o con baja batería, en estos casos no te quedas estéril, como le puede ocurrir a los chicos si lo llevan en el bolsillo, pero puedes quedarte más tonto de lo que estés. Etc.
Este verano, he decidido dejar de usar el móvil, es decir, que me he desmovilizado. Y ello ha sido todo un problema para mis amigos, y familiares, que ahora ya no pueden dar conmigo. Todos creen que me he vuelto paranoico, hipocondríaco, y aprensivo…¡Se equivocan! He dejado el móvil, porque me he enterado de que llevar móvil, es sinónimo de persona de bajo estrato social, cultural y económico, que no gana para tener un fijo, que debe trabajar todo el día o estar a disposición de terceros las veinticuatro horas como si fuera un esclavo, que en lugar de llevar cadenas, está marcado con un número, y GPS. Es este, y no lo peligroso que pueda ser el móvil para mi cuerpo y mi mente, lo que me ha hecho practicar mi particular desmovilización social.

El mejor anticonceptivo

http://www.youtube.com/watch?v=IGAwhqaagyo

Que el mejor anticonceptivo es la abstinencia, lo saben hasta en el Vaticano. Pero metidos en faena, que es de lo que se trata cuando se habla de la santísima contracepción, no creo yo que la naturaleza sepa de abstinencias más de lo que demuestra saber…En esta tesitura, son varios los postulantes al glorioso título social de “Mejor anticonceptivo” pues es mucho el negocio que está en juego por activa y por pasiva, por efecto y por defecto, como para dejarlo vacante o al libre albedrío de la moda.

Si se emplea la mera lógica y el sentido común, podría creerse que vivir en la pobreza y padecer la miseria, trabajando de sol a sol, rodeado de inmundicia, sin electricidad ni agua potable, ni las más mínimas condiciones de higiene y seguridad, azotado de continuo por devastadoras inclemencias meteorológicas, catástrofes naturales y humanas, y las más imaginativas desgracias habidas y por haber…sería suficiente para disuadir a cualquiera de traer nuevos desgraciados al mundo. Pero la realidad de los hechos, desmiente el razonamiento, y mi antropólogo de cabeza Marvin Harris lo explica haciéndonos caer en la cuenta, que en las zonas subdesarrolladas, las familias pobres, contemplan la crianza como una garantía de futuro, dado que a diferencia de Occidente, el hijo es productivo y fuente de recursos desde los cinco años, hasta que se casa con el permiso paterno que no aviene, hasta ver satisfechas sus expectativas a ese respecto.

Para cuantos tienen a la Naturaleza por madre en lugar de madrastra y son amantes de los juegos de azar, apuestas, loterías, casinos, y garitos clandestinos en los que arriesgar la vida a la ruleta rusa, nada mejor que confiar en el “Método Ogino” y recomendarán su ciencia y experiencia a parientes y allegados, ocultándoles los caprichos de la naturaleza, sus irregularidades, sus excepciones, sus sorpresas, cuya presencia tan cara es a la Iglesia que las suele denominar “Milagros” para referirse a ellas. Por no hablar de la consabida debilidad humana, de continuo tentada por el Diablo.

Mas quienes se entregan al frenesí científico-técnico de la industria farmacéutica, y delegan su humana responsabilidad a preservativos, diafragmas, parches hormonales y pildoritas, habrían de tener presente que esa misma industria se lucra también con la venta de potitos, papillas y pañales, por lo que atendiendo al libro rojo de Mao, no tendrán demasiado interés en que el asunto funcione demasiado, aunque a decir verdad, también ella confía en la irresponsabilidad del usuario, en su desinformación, y sobre todo en sus prejuicios.

Durante el periodo Hippie muchos creyeron identificar en la televisión el mejor anticonceptivo, cosa que contradecía su papel de divino mediador matrimonial conformando un curioso triángulo afectivo de amor-odio-expectación, pero el famoso apagón de Nueva York del 68 que coincidió con el “Baby Boom” parecía zanjar la cuestión a su favor. La hipótesis entró en crisis, tan pronto como nos llegaron imágenes de familias numerosas hacinadas en paupérrimas favelas reunidas junto al televisor en color, conectado por cables escondidos bajo los colchones con la antena parabólica que asomaba orgullosa en el tejado de Uralita.

Finalmente, después de mucho investigar, los sociólogos y demás ramas ociosas de las ciencias humanas, creen haber hallado la respuesta adecuada a la cuestión planteada y que parece esquiva. Los últimos estudios apuntan al extremo precisamente opuesto al que encabeza la lista de fallidas conclusiones aquí señaladas, propugnando que es la exuberante riqueza Occidental y el egoísmo que engendra, la que mejor detrae a nuestra juventud de ejercer como debe en sus obligaciones en cuanto especie, dado que la misma satisface todas sus necesidades vitales de salud, alimento, vivienda y vestimenta, colma con creces sus aspiraciones secundarias de placer, libertad y seguridad, y favorece su desarrollo cultural, de recreo y ocio como nunca antes se había visto, y por consiguiente, nada les anima a complicarse la existencia trayendo alguien al mundo que pudiera arrebatarles tanta felicidad heredada de sus progenitores. Bastaría estar al tanto de cómo les va a las familias adscritas a las enseñanzas del Opus Dei, o atender al crecimiento de la Borboneidad, para hacer trizas tanta charlatanería académica subvencionada por el Estado del Bienestar…es un decir.

En mi opinión, el mejor anticonceptivo es la diabólica combinación consistente en una cómoda riqueza disfrutada en la casa paterna, junto a la imposibilidad práctica de independizarte por la falta de trabajo, y el especulativo valor de las hipotecas. La prueba la tenemos en la pronta deceleración de la natalidad de los inmigrantes tan pronto su segunda generación echa raíces en el hogar, para entonces no hay costumbres culturales, pobreza, o televisión que valga. Así de sencillo es.

Sobre el harén divino

La semana pasada tuve conocimiento de la creación en Lerma de una nueva Orden femenina en el seno de la Santa Madre Iglesia, asunto que me turbó un poco; Pero más me turbó comprobar en las fotografías con que Google ilustraba la noticia que muchas de las novicias pertenecientes a la nueva Congregación eran jóvenes guapas y a decir del periodista, cultas e inteligentes, cosa que me produjo un hondo pesar, pues si bien como católico que soy, debo mostrarme de acuerdo con la práctica del celibato y castidad exigido a los sacerdotes y monjes, estrategia institucional que me parece excelente para preservar el mensaje cristiano, me resisto como macho de la especie a aceptar que la Iglesia aparte del mundo a chicas y mujeres hechas para gozar la vida no al modo en como el piadoso Rafael Sanzio pintara “Las Gracias” sino con el brío dado por los pinceles de Rubens, de modo que si una joven está dotada de la Gracia de la inteligencia, la alegría o la belleza, si Dios es realmente bueno, no haría nada por despertar en ellas deseos distintos que contravengan su naturaleza y si en cambio, daría muestras de su benevolencia para con la Creación, llamando sólo a aquellas féminas que carecieran de al menos una de dichas cualidades, de modo que, a las pobres desgraciadas que llegaran a los conventos se les concedería a modo de consolación una cuarta Gracia Divina, a saber: la Fe, que las llenaría de felicidad y al resto de nosotros de dicha.
Porque la actual práctica proselitista convocando arbitrariamente a toda joven a la vida monástica, la juzgo de una parte incoherente con el Magisterio y de otra un abuso, no se si por parte de la Iglesia o de Dios. Me explico: Me parece incoherente porque según el mismo Vaticano, Jesús sólo quería la compañía de hombres, argumento este que se esgrime para relegar a las mujeres a tareas de limpieza en los templos e impedirles su acceso al sacerdocio; Y un abuso, porque mientras para nosotras, las mundanas creaturas carnales sufrientes y tentadas se nos condena al aburrimiento del matrimonio monógamo, resulta que a Nuestro señor Jesucristo, la Iglesia le preserva un harén que para sí quisiera el fundador de Play Boy, con miles de jovencitas castas y vírgenes deseosas de casarse con él y vivir juntas de por vida en el Divino Harén, que no otra cosa son los conventos de monjas.

Los ricos viven más. Lo dice un estudio

Según un estudio del CIES de Lisboa, dirigido por Ricardo Altunes, las personas con mayor poder adquisitivo de las sociedades avanzadas, gozan de una esperanza de vida más prolongada respecto a quienes viven en la miseria o en el umbral de la pobreza; Concretamente, de media viven una década más. Para llegar a esta conclusión, los investigadores, aparte de cuantiosas subvenciones europeas pagadas gracias al IVA, han requerido la colaboración de todos los hospitales públicos lusos al objeto de poder contrastar los datos de más de 2.000 historiales clínicos de la generación nacida entre 1920 y 1930.

No sé a ustedes, pero a mi, estudios como el referido me parecen del todo superfluos y hasta peligrosos, pues si las encuestas tan publicitadas por los medios en lugar de recoger la opinión popular, buscan precisamente influenciarla, estas publicaciones no hacen sino confirmar empíricamente la evidencia experiencial del sujeto, cosa que sería de agradecer si a cambio no se pagara el tributo de que mientras la experiencia vital de muchos no puede revocarse por la afortunada excepción de pocos, no así sucede con las investigaciones científicas, de modo que, tarde o temprano, cualquier otro estudio bien patrocinado, puede mantener lo contrario y ya sabemos que mientras la mentira vuela, la verdad se arrastra, siendo las más de las veces que la ensoñación cuenta con una corte de padrinos mientras la ingrata realidad es huérfana, ocurriendo entonces que la verdad padece, aunque no parece.

Como botón de muestra de cuanto les comento, bastará atender a la información difundida por todos los medios europeos; Entre el batiburrillo de la jerigonza científica, el estudio viene a descubrir que las clases altas velan más por una alimentación sana, se preocupan por su salud, tiene hábitos más sanos y moderan más el consumo de tabaco e ingesta de bebidas alcohólicas, motivos estos entre otros, que contribuyen a incrementar considerablemente su longevidad, en comparación con las clases bajas de la sociedad…Y yo que pensaba que ello era debido a que su alimentación era mejor porque pueden adquirir productos sin contaminar, como hortalizas sin fertilizantes, carne sin hormonas, aceite de oliva virgen, pescado sin mercurio, beber agua mineral, zumos naturales en vez de Coca Cola…a que su salud era mejor porque podían pagarse mejores médicos, operarse cuando es preciso sin pasar listas de espera, tener los tratamientos más avanzados, tiempo y dinero para realizarse chequeos periódicos y coger las enfermedades en sus primeras fases…a que viven en lugares saludables, rodeados de vegetación, sin ruidos ni contaminación, sin tráfico, con espacios limpios y amplios donde circula el aire…a que se mueven en automóviles de alta gama de esos que de estrellare a 200km/ sales ileso mientras los hijos de obrero circulan en ataúdes de hojalata donde fallecen los cuatro ocupantes del utilitario yendo a 40Km/hora por chocar contra una farola… y sobre todo porque disimulan en actividades poco nocivas mientras otros trabajan en la mina, en contacto con basura, amianto, todo el día en la carretera…¡Qué cosas tiene la Sociología!

Les auguro que el mencionado Organismo como su autor, dentro de poco anunciarán otra investigación que demuestra que los ricos son más guapos y felices debido a que saben afrontar la vida tal y como les viene dada, aunque de vez en cuando, también lloren.

Ejecutivos / Ejecutados

Durante la carrera de Teología, mientras alcanzaba a comprender la diferencia oficial que había entre curas y monjes, acerté a distinguirles en función de si usaban o no automóvil. Más difícil se me antoja en cambio, averiguar a simple vista de entre tanto oficinista o trabajadores de cuello blanco, quienes de entre ellos lucen traje y cuales soportan el trajín, porque de igual manera que estar sujeto a una nómina no le da derecho a uno a adscribirse a la clase trabajadora, tampoco el lucir corbata le permite ser considerado un ejecutivo. Y a propósito de ejecutivos, siempre me ha intrigado conocer el origen de esta denominación.

Seguramente, la acepción de “ejecutivo” fue la concreción lógica derivada que se le aplicó a toda persona miembro de una “ejecutiva” entendida la misma como Junta Directiva de una Corporación, Sociedad o Gobierno. Su etimología latina remite a los infinitivos de “consumar o cumplir” si bien, para la RAE “Ejecutar” tiene varias otras acepciones entre las que destacan emprender una obra, ajusticiar y dar muerte a un condenado, reclamar y cobrar una deuda por vía judicial, y por último, interpretar con arte y estilo una pieza musical. Sin embargo, a estos se les conoce mejor por “Directivos” y en consecuencia, no debe ser este el motivo auténtico de su designación como “ejecutivos”
Como quiera que en nuestra sociedad todos disimulemos de continuo escurriendo el bulto desde que nacemos hasta que morimos para evitarnos tener que trabajar con las manos, se me antoja harto complejo que digamos ejecutivos a aquellos a los que difícilmente vemos currar en algo que no sean desayunos y comidas de trabajo, a caso en su defensa podría aludirse portar el maletín, porque a quienes emprenden obras, pero las obras de verdad, no las caritativas, les decimos obreros o en el mejor de los casos operarios, aunque también es cierto, que a los que operan de verdad, les llamamos cirujanos.
En cualquier caso, como que no les pega ser miembros de una orquesta y en consecuencia sólo me queda pensar en ellos como ejecutivos verdugos y gente que manda ejecutar, sentido que ya se aproxima más a lo que tienen por costumbre hacer, pues es función de un ejecutivo reducir plantilla, abaratar la mano de obra, perseguir la acción sindical, flexibilizar la jornada, abrir expedientes de regulación de empleo, negociar los convenios a la baja, estudiar la ingeniería financiera que les permita defraudar a hacienda, proclamar la suspensión de pagos, declarar insolvente a la empresa y hasta llevarla a la quiebra si hiciera falta, con tal de cobrar una nómina desorbitada todos los meses, mientras dure.

Tomando conciencia entonces de que el “ejecutivo” es el que ejecuta, su correlativo es un “ejecutado” o “ejecutable” que aunque en ocasiones puede ser otro ejecutivo – generalmente a manos de un “alto ejecutivo” – lo normal es que sea un trabajador sobre el que pesa la condena de trabajar para otros, pagar impuestos, comprar más caro lo que el mismo produce y encima sufrir las consecuencias de su ejecución.
En esta coyuntura socioeconómica, soy incapaz de entender porqué con tanto ejecutivo y tanto ejecutado como hay, todavía los ciudadanos honrados seamos reacios a la aplicación de Pena de Muerte por motivos económicos y corrupción política como hacen en Corea del Norte, castigo que sólo podrían sufrir aquellos que más se lucran con esta brutal e indigna división sociolaboral que nos han impuesto los sucesivos ejecutivos democráticos, las sucesivas ejecutivas políticas y los ejecutivos de los bancos.