CEDO ESTE ESPACIO A UN AVISO REMITIDO POR MI AMIGO JESUS.
Si solicitas una melodia para tu teléfono móvil mandando un mensaje SMS a un número de 4 cifras (ahora de 5 cifras), la descarga cuesta 1,20 Euros por minuto, pero …… como la descarga dura dos minutos serán entonces 2,40 Euros.
Resultado:
Tu factura mensual asciende de repente a 100 Euros más de lo que solías pagar normalmente.
Explicación:
Resulta que al decir «alta» a lo que deseas (descargarte la melodía), te estás dando también de alta SIN TÚ SABERLO a una serie de contratos para que manden a tu número continuos mensajes SMS de publicidad.
Lo mejor de todo es que todos y cada uno de estos mensajes son a cobro revertido, se cargan a tu cuenta aunque tú no abras ninguno o los destruyas sin abrir.
Es decir, que si te mandan, por ejemplo, diez SMS al día, a razón de 0,30 céntimos cada uno, estás pagando 3 Euros diarios por una cosa que no necesitas, que no has pedido y que no sabes de dónde sale. Multiplica eso por 30 días que tiene el mes y verás lo que sube…
Colofón grandioso:
Cuando vas a tu compañía a decirles que paren, bloqueen o filtren esa invasión indeseable te dicen que ¡¡¡NO PUEDEN HACER NADA!!! Ni Telefónica, ni Yoigo, ni Vodafone, ni Orange. ninguna compañía puede impedirlo; has sido tú, por pardillo, quien se ha metido en el fregado.
¿Dónde está el impedimento?
Muy fácil. Si quien remite esos SMS es, por ejemplo, el número 5559, tú mandas un SMS a ese número que diga «BAJA 5559», y efectivamente, ese número no vuelve a mandarte nada.
Pero, ¡oh, sorpresa!, al mes siguiente el mismo timador te vuelve a mandar otro montón de SMS a tu costa pero ahora con el número 7784. Y si «matas» ese número, al siguiente mes el remitente es el 4593. y así hasta el infinito.
La gracia es que no puedes demandar a nadie, porque no hay nadie que figure como titular de los mencionados 5559, 7784, 4593, etc.
Reflexión importante:
Tampoco hay que olvidar que ninguna compañía telefónicas se esfuerza NADA DE NADA en parar ese timo porque a ellas, como intermediarias que son en el tráfico telefónico que facturan, el timo les proporciona unas magníficas ganancias; o sea que tienen un morro que se lo pisan, dicho sea de paso.
Me cuesta creer que con los abrumadores medios tecnológicos de hoy en día sea «imposible» descubrir y eliminar a esos timadores ocultos.
Será imposible para un usuario corriente, ¿pero para una empresa con cara y ojos a nivel profesional?
Solución: No queda otra que darse de baja de tu número y abrir otro nuevo. Lo cual tampoco es gratis.
Enseñanza moral: (si la hay)
Lo mejor es escarmentar en cabeza ajena y no hacer ninguna operación ni con el móvil ni con el fijo que represente participar en concursos, beneficiarse de gangas, incorporar utilidades infográficas, insertar audio, etc.
Incluso eso tan inocuo que aparece en la pantalla de la TV en pleno partido de fútbol diciendo «Manda antes del final del encuentro un mensaje de móvil al nº .. diciendo tal y tal cosa y ganarás un magnífico coche del modelo ..», incluso eso es un sacadineros peligrosísimo.
Avisados quedáis, porque quien primero os va a dejar tirados es vuestra propia compañía de teléfonos.
Difundir este mensaje es casi una obligación ciudadana.
Llevaba tiempo desconectado de la tele por lo que he empezado a sospechar que es posible que me imponga la obligación de mirarla más a menudo. Hecho tanto de menos los anuncios…Como el del otro día, en el que una joven carita de ángel, anunciaba una crema cosmética que prometía a nuestras mujeres rejuvenecerlas nada más y nada menos, cosa que de ser cierta, habrían de avisar en el envase con letras bien gordas ¡Manténgase lejos de los niños! Para evitar que con su solo contacto desaparezcan de buenas a primeras.
Comprendo muy bien el motivo por el que los anuncios de perfumes nos restriegan a los ojos bellas modelos como la de Sweet and Sexy, echándose encima deliciosos chorros del producto que se desea vender. Lo que ya me cuesta más entender, es si dicho procedimiento es el más adecuado para presentar los resultados milagrosos que prometen tienen las distintos potingues que las sufridas mujeres han de colocarse en el rostro desde que se levantan hasta que se acuestan, no ya para parecer más guapas de lo que son, sino ahora también más jóvenes. Por supuesto, no me refiero a este perenne anhelo femenino por competir con las amenazadoras hembras jóvenes que corretean por nuestra insaciable mente masculina, sino a que los rostros mostrados en dichos mensajes, no parecen necesitados de rejuvenecer nada, de no querer enviarlas a la guardería, al acabar el rodaje, digo yo.
Es posible que lo que el publicista quiere transmitir a sus potenciales consumidoras, sea precisamente que, si una mujer usa dicho producto, entonces su rostro será como el que aparece en la pantalla. Descartado que sus mágicas propiedades sean apetecidas por las veinteañeras, la publicidad iría matemáticamente dirigida a las treintañeras. Mas, como quiera que la Naturaleza y hasta el leguaje, todavía trate sus pellejos con ternura, dudo mucho que sea este el verdadero objetivo. Porque, en la mente de un experto en ventas, existe la esperanza de que otras mujeres sueñen con sus efectos rejuvenecedores indistintamente de su edad. Pero todo tiene un límite, pues creo que a las de ochenta, seguramente les de igual aparentar setenta. De lo que deduzco que seguramente se piense más en el segmento comprendido entre las cuarentonas y las sexagenarias, en cuyos oídos, todavía resuenan los ecos de aquel bolero que decía “Veinte años no son nada” y crean poder dar el pego de pasar por cuarenta, mientras las cuarentonas intentan aparentar treinta, las de treinta, veinte y todo porque algún día, algún quinceañero disparado de hormonas les echase los tejos a una de veinticinco.
Así, visto que la cosmética lejos de hacer honor a su etimología griega que remite a la misma belleza y orden que se aprecian en el “Cosmos” mereciendo trocar su nombre por el de Kaosética, no me extraña que Zapatero se vea forzado a alargar la edad de jubilación. Lo que no comprendo entonces, es por qué no se atreve a situarla a los 75.
Hemos pasado de discutir el sexo de los ángeles a cuestionarnos el sexo de los juguetes…Porque puede que jugar con juguetes sea sólo cosa de niños. Lo que no es cosa de niños es con qué juguetes les hemos de dejar jugar. Los padres responsables suelen darle muchas vueltas a este asunto en la falsa creencia de que la educación, el entorno y la costumbre modelan por entero nuestra naturaleza, sin percatarse precisamente que esta, nuestra Naturaleza, es la base sustancial sobre la que ha de operar todo lo anterior, cultura y sociedad incluidas, opinión terriblemente extendida que con toda su buena intención, causa estragos por doquier de ponerse en práctica por personas con poder coherentes con ella. Todas nuestras acciones conscientes como mucho, influyen en nuestra herencia genética que desde el color del pelo, a nuestra conducta, determina en no menos del 50 % la futura existencia física, psíquica y sociocultural.
Yo también durante mucho tiempo, cuando todavía no abracé el neoconservadurismo liberal retrógrado de derechas en el que ahora me situo, creí a pies juntillas en semejante aberración, hasta que me puse al día en los fundamentos biológicos de la personalidad manejados a pastillazo limpio por la psiquiatría y sobre todo estudié más a fondo nuestra genética tras la lectura de la obra de divulgación de Matt Ridley “Genoma” que radicalmente modificó mi perspectiva a dicho respecto. Por supuesto, no caigo en el reduccionismo simplón de decir que, estamos predestinados genéticamente, pero lo que sí afirmo, es que hemos de contar con la genética, como primer factor explicativo de todos los asuntos humanos, pues es el que nos determina, conocimiento que resuelve no sólo cuestiones físicas de medicina general, sino también aspectos concernientes a nuestro comportamiento, inclinaciones personales, temperamento, formas de sentir, enamoramiento…pues al final, casi todos hacemos aquello que se nos da mejor hacer, o que más nos hace disfrutar, nos enamoramos de quienes son más compatibles, etc. Sus encriptados secretos descubiertos sólo muy recientemente, son muy tenidos en cuenta en criminología, jurisprudencia, pedagogía, psicología, política, contratación laboral…pero parece que, o bien todavía la gente dedicada a los debates hasta ahora circulares no sabe del asunto, o bien, les importa un bledo progresar en la conversación, a caso derrotados por la también inocente impresión de que hay temas que por mucho que se discutan, siempre podrán remitirse bizantinamente hacia el infinito, como aquello que, tan a menudo se cita, sobre el huevo y la gallina. Pero resulta que hasta en tan paradigmático problemín, la ciencia ha sido capaz de arrojar luz para el correcto discernimiento de la cuestión de qué fue primero, resultando ganador el huevo, dado que las gallinas como el ser humano tiene a los reptiles como remoto antecesor y estos se reproducen por huevo…
Por supuesto, los juegos practicados durante la infancia, redundan por imitación y recreación las pautas sociales que la sociedad asigna a cada sexo. La cuestión es ¿ eso es malo? Evidentemente para cuantos tenemos una pésima opinión de nuestra sociedad, seguramente la respuesta sea afirmativa. Sin embargo la representación simbólica de la práctica lúdica no puede, ni debe ser otra para que surta efecto su cometido de preparar bien al infante de cara a que pueda en el futuro incorporarse sin complicaciones a esa segunda naturaleza que es la cultura de su colectivo y la civilización humana y no a la hermandad de Ganímedes o la corte celestial. Entonces, al final podría resultar que el ambiente sí determina. De no ser, que el ambiente a su vez esté determinado… Pero el problema para quienes opinan que la sociedad influye positivamente sobre la Naturaleza al punto de poder modificar nuestro instinto, radica en probar fehacientemente que lo que desean evitar es peor que lo que desean inculcar, mientras que por el contrario, para cuantos opinan que nuestra Naturaleza es la que determina nuestra cultura, la dificultad reside en explicar porqué no es bueno forzar a la Naturaleza, cuando esta idea triunfa en la sociedad…
En esta discusión en la que las partes parecen poseer por turnos la razón según donde se ponga el acento en cada momento, primero habría que disociar que juegos son malos y buenos para la infancia, indistintamente de si los mismos son practicados sólo por niñas o niños, después acordar que estereotipos sexuales son deseables que se mantengan y cuales se deberían evitar para las próximas generaciones, para finalmente, discutir si todos los juegos atraen del mismo modo a las mentes masculinas y femeninas y cuales son más apropiados para unos y para otras.
Como el primer asunto se las trae, me ceñiré a comentar que, a mi entender, sólo son nocivos para la formación aquellos juegos y juguetes que escapan a su comprensión por no poderlos anclar psicológicamente con la realidad inmediata que a diario perciben, pues para ellos jugar, es como para nosotros soñar, toda una descarga emocional que les posibilita interiorizar de forma divertida lo que les ocurre y aprender sin necesidad de darse de bruces con la vida, ni con su Naturaleza, porque es de suyo que en tan temprana fase de sus cortas vidas, en los pequeños, su determinación genética prime sobre la ambiental en proporción lógicamente mayor que la que se da entre los adultos. Resulta muy esclarecedor que cuando los padres no regalan pistolas a los niños, para alejar a sus hijos de la violencia, estos las simulan con su pulgar e índice y las niñas a las que no les dan pulseras y collares, se las fabrican ellas mismas con flores y cuerdas que pillan por las inmediaciones del barrio.
Respecto a la segunda cuestión, no menos difícil, creo que se ha de erradicar la intolerancia a los comportamientos distintos y fomentar la libertad de elección para que las niñas que les guste jugar al futbol lo hagan sin temor a ser llamadas marimachos y los niños que deseen ir al gimnasio para dedicarse a la danza lo hagan sin miedo a que les den de hostias a la salida por maricas. A parte de esto, creo que es un tremendo error educar del mismo modo a niños y niñas sin atender a sus naturalezas que van mucho más allá de las ropas y colores con que se visten.
Es en el tercer paso, dónde deseo situar la conversación para que la misma sea de provecho sin enredarla más de lo que ya está en los estadios anteriores. Quizá para empezar, bueno sería establecer que no hay juguetes sexistas, sino actitudes sexistas a la hora de elegir, fomentar, regalar, obligar e incluso forzar a jugar con determinados juguetes y juegos tanto a los hijos como a las hijas. En este tramo de la discusión, las partes suelen esgrimir argumentos muy parciales cuya parte de razón extienden al todo como aquel que los partidarios del ambiente aducen de que tal o cual juego inculca en niños y niñas los prejuicios y clichés sociales, mientras sus oponentes partidarios de la Naturaleza vienen a decir que cada uno al final escoge jugar con los juguetes que más se adapta a su innata mentalidad sexuada cerebral. Y como digo, algo de todo ello hay, pero no en la misma medida.
Ciertamente si en nuestra sociedad a las mujeres les diera por chutar a la pelota en la misma proporción que les gusta a los hombres, seguramente el futbol femenino experimentaría un gran ascenso entre nosotros, porque a las niñas les gusta imitar lo que hacen sus mamás; La mejor prueba de ello es con que ganas las jovencitas de hoy lucen los vaqueros después de ver, casi a diario, a sus madres con pantalones en casa y fuera de ella. Pero aún así, dudo mucho que les gustara hacer deporte que requiera gran desarrollo muscular y buenas dosis de competición fútil en la misma proporción que a los machos de la especie, por algo ellas saltan a la comba y ellos levantan pesas. De igual modo que por mucho que los chicos vean como sus padres comparten las tareas del hogar, difícilmente les gustará jugar con muñecas, de no ser que las vistan con ropa militar o para despedazarlas. En cualquier caso, ni unos ni otras gustan en guarderías y colegios mezclarse entre sí por mucho que vean juntitos a los adultos porque, sin llegar al extremo parodiado por Fernando Estesso en su canción de “Los niños con los niños” es que con la educación y el ejemplo, podemos transformar la sociedad, pero no la Naturaleza. Para transformar la Naturaleza humana, hasta hace poco, se han necesitado miles de años de evolución, aunque ahora pueda parecer que esté en nuestra mano y antojo cambiarla según sea la moda o se la sople al pairo a la opinión pública. ¿Qué haremos entonces?
Mentes enfermas ignorantes de las sabias enseñanzas recogidas en broma por Allan y Bárbara Pease en su superventas “Por qué los hombres no escuchan y las mujeres no entienden los mapas” que introduce con humor a las marcadas fisuras psicomentales que median entre hombres y mujeres ya ampliamente verificadas por concienzudos estudios científicos interdisciplinares, sucumben a la fiebre del igualitarismo y deliran con un futuro exento de diferencias sexuales convencidos de que somos iguales y como tales hemos de parecer y comportarnos en una Arcadia Hermafrodita, supongo que onanista sin remedio, entregada al frenesí narcisista de contemplarse como clónica y comportarse como tal. Porque de otro modo, no veo posible llevar a buen puerto en la práctica, la intelectual reflexión sobre el sexismo en los juguetes, sin entrar abiertamente en terribles contradicciones como, ¿Qué se ha de hacer, evitar que las niñas jueguen con muñecas y a cocinitas y los niños a batallas de indios y vaqueros y al futbol? o por el contrario ¿ Hacer que las niñas jueguen a la guerra y los niños a maquillarse? Acaso la solución sería prohibir a todos jugar tanto a sus juegos sexistas, como a sus opuestos y dejarles sólo jugar con juguetes neutros que también tienen sus riesgos por su ambigüedad…porque puestos a hallar sexismo, este hasta se ha localizado en los Teletabis que a decir de un Telepredicador Protestante, mariconeaba a los niños, por no hablar de la relación mantenida por Heidi y Clara que algunos señalan como el origen del lesbianismo contemporáneo, dejando por fin en paz a la isla de Lesbos y olvidando del todo a Safo.
En cualquier caso, se me ocurre que, si en realidad deseamos evitar que las niñas jueguen, por decir, a vestirse y maquillarse como las putitas de las que habla el ocurrente Sánchez Dragó, con anterioridad habremos de impedir que dicha actitud sea la que triunfe en nuestra sociedad, la cual, hemos de reconocer, no fomenta la aparición de monjas, lo que no quita para que haya igualmente monjas putas y putas monjas. Porque no hay nada mejor para educar de verdad, si es de eso de lo que se trata y no de imponer estupideces y burda manipulación, que dar ejemplo. Por eso, los mayores que pese a todo lo comentado, se mantengan en su intención de no regalar juguetes sexistas a sus hijos e hijas, bueno sería empezar por aplicarse ellos el cuento y que enviaran al cubo de la basura sus revistas eróticas ellos y sus consoladores ellas y empezar a ir desnuditos por el mundo…que nada se sume a la evidencia de su natural diferencia.
Y ahora, en un intento de ponerme a su altura dialéctica, para que las tontas feministas tengan algo con qué poder rebatir cuanto aquí he expuesto, les comunico que en mi opinión, las mujeres están genéticamente predispuestas para la limpieza del hogar y saber usar planchas, lavadoras y resto de electrodomésticos.
Antes de ponerme a escribir sobre cualquier acontecimiento que genere pública controversia, tengo la sana costumbre de estudiar el asunto por mi cuenta, evitando opinar a volapluma como quienes tienen un resorte partidista para decir esto y lo contrario según convenga a la parte que le reparte el parte poniendo sólo la firma de su parte…Con este ánimo, me he tomado la molestia de revisar la intervención de Rajoy en la que fanfarroneaba de no tener rival en las próximas elecciones, tras citar por su mero apellido a varios líderes socialistas, se le ocurrió en vivo y en directo referirse a la Ministra de defensa como “la Chacón” que, a los más les ha sonado despectivo para con esta individua y a los menos, un pueblerismo que de haberse pronunciado en otros labios, seguramente se tendría como síntoma de campechanía y afabilidad real.
Pues bien, en mi opinión, siendo Rajoy persona culta difícilmente se le ha podido escapar hablar de forma tan coloquial que no siempre despectiva, sin que por su subconsciente lingüístico hubiera algún rico matiz que su afilada y juguetona lengua quisiera transmitir. Y hete aquí que lo he hallado en forma de discriminación positiva hacia la mujer. Me explico.
Tanta ha sido la opresión y represión a la que han sido sometidas las mujeres, que a día de hoy, cuando leemos o escuchamos algo sobre tal o cual personaje cuando sólo es nombrado por su apellido, jamás de los jamases pensamos en la posibilidad de que se trate de una mujer, sino, hagamos la prueba: C.Dickens, M. Shelley, A. Byron, A. Einstein, C. Herschell, C. Erauso, H. Cortés, P. Anderson, M. Brando. Puestos sobre aviso, algunos de ustedes habrán sabido distinguir machos de hembras por eliminación entre conocido o desconocido y eso que he colocado iniciales para evitar equívocos, pero lo que no podrán negarme si son honestos, es que, todo lo enumerado suena muy varonil y sin embargo entre esos nombres se encuentra la autora de Frankenstein, la creadora del primera computadora, una gran astrónoma que más de uno habrá confundido con su famoso hermano al que le permitían publicar, una reconocida aventurera y una famosísima actriz que actuó en “Los vigilantes de la playa”.
O eso quiero pensar, porque…puestos a discriminar positivamente a las mujeres, mejor que articularles, Rajoy pudo haberle llamado por su nombre y apellido para destacar su feminidad, que de momento las tontas feministas no exigen que no bauticemos a los recién nacidos con nombres sexistas.
La paradoja de la famosa tarjeta de Jourdain consistente en que, en uno de sus dorsos advierte que lo que aparece en el reverso es cierto, mientras en el otro dice que, lo que aparece en su reverso es falso, fundamenta su naturaleza en la contradicción frontal de los significados “cierto” y “falso” No ocurre así con la paradoja de la tarjeta de crédito cuya realidad nociva para con los trabajadores y clases medias, se basa en la absoluta y tautológica certeza de que, sea al adquirirla, sea al usarla, a caso sin solicitarla, sin utilizarla, incluso sin poseerla, el ciudadano acaba pagando en relación inversamente proporcional a su relación consumo-renta; para entendernos: que cuanto menos uno tiene para consumir, más caro le sale que exista el dinero plástico tal y como hoy imponen su funcionamiento, pues, más que funcionar como tarjetas de crédito, actúan bajo la consigna de ¡Todos A Robar! ¡Jetas! TAR-Jetas.
Sin meternos en camisas de once varas con la incitación al consumo compulsivo que supone conceder a tutiplén estos pasaportes a la ruina a personas inmaduras para controlar el gasto abstracto fuera de sus carteras y bolsillos, son varios los clamorosos aspectos indignantes del Sistema que requieren una urgente regulación democrática, si es que se desea trabajar a favor del ciudadano y no en su contra. Para empezar, pasar de los metales al papel moneda fue todo un avance chino, y de este a la Carta de crédito un salto cualitativo de los Templarios; y así debería haber sucedido con la llegada del dinero plástico o las tarjetas bancarias, pero, si con sus antecesores se ganó en comodidad, seguridad, y eficacia, sin por ello padecer una merma sustancial de la riqueza propia de los individuos, pues de lo que se trataba cuando entonces era de favorecer el comercio, el libre intercambio y la circulación de capitales, con estas, las tar-jetas, solo los más pudientes y las elites parecen gozar de nuevas ventajas, mientras el resto se suma un nuevo yugo al cuello propio y al de sus semejantes, pues lo que se persigue es el lucro bancario y no el bien social, asunto que debería preocupar a nuestros Gobernantes, aunque me temo que es de dicho maná de dónde todos ellos comen y beben, que para tanto lujo y fasto no da el ejercicio de la auténtica Política.
Hoy tenemos que las clases con alto poder adquisitivo perciben fácilmente las ventajas de tirar de tarjeta, pues para ellas es más cómodo y seguro, gastar con plástico que llevar grandes sumas de dinero por las tiendas de nuestras calles dado que, siendo mucho su consumo, obligadas estarían a contratar los servicios de un furgón blindado, escoltas cuando menos, cada vez que les apeteciera salir de compras; Huelga decir que, igual de felices las pintan para los Grandes de España, gran empresa, grandes superficies, grandes marcas comerciales, y para la gran banca, que hacen grandes negocios sin preocuparse de invertir en la protección de su recaudación, obligando con ello a los cacos a dedicarse al menudeo cambiando atracos a bancos, butrones en joyerías, y raptos financieros, por tirones de bolsos a ancianitas, alunizajes en tiendas de ropa, y secuestros express, consiguiendo de paso que los trabajadores y clases medias acaben también necesitando usar tarjetas, pero con muy baja rentabilidad, ya que, entre los impuestos, los bajos salarios y el alza de los precios, poco queda para proteger…
Pero no queda ahí la cosa; a las ventajas de su uso, las clases pudientes ven sumados privilegios concedidos por bancos y comercios, dado que por su fortuna, son buenos clientes, no como la chusma que va con lo justo para sobrevivir…así, mientras los bancos y cajas les conceden gratuitamente la tarjeta oro, platino, y kriptonita, los comercios no les cargan en el precio la comisión que la banca le cobra por usar la tarjeta. No es preciso leer “El Capital” para adivinar que ni unos ni otros acaban soportando dichas cargas, para eso ya están los burros que a falta de alforjas abren libretas de ahorro –jajajaja- pues a estos pobres peatones sí que se les carga y recarga en todos y cada uno de sus pasos financieros desde que adquieren la tar-jeta, hasta que la utilizan, cuando lo lógico sería que el banco cobrase más a quienes más hacen uso de sus servicios, y los comercios trasladaran el montante de las tasas a cuantos pagan con tarjeta y no al resto de infelices que sin comerlo ni beberlo soportan lo que en argot financiero se denomina “Exteriorización del gasto” y que en términos coloquiales equivale a colgarle el mochuelo a otro, que curiosamente, siempre es el mismo.
Pero atiéndase que he dicho lógico y no justo…porque lo justo, a día de hoy parecería utópico plantearlo, es que, la banca me pague a mi por tener y usar yo tarjeta que por un lado le ahorra gastos de transporte, burocracia y seguridad, y de otro le garantiza que mi capital y el de toda la ciudadanía, remanga en el circuito financiero para lo que debiera ser su única actividad legal, cuál es, la de manjar nuestro dinero con inteligencia y habilidad suficiente como para ofrecerme un interés y si lo saben hacer bien, obtener su merecido beneficio. En consecuencia, deberíamos todos empezar a dejar de usar tarjetas, y de mientras proponer a los comercios que nos descuenten del PvP, el porcentaje correspondiente a la comisión que le arrebataría la UUU o Triple U (Unión Universal de la Usura) cuando pagamos en metálico, si es que desea que continúe en su lista de clientes. De este modo, nos aseguramos al menos, no pagar justos por pecadores
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