La imagen de las infantas

http://www.youtube.com/watch?v=_nD5mxkOxMk

Ni la famosa “Ley de protección del menor” que obliga a los medios a ocultar el rostro de los hijos de los famosos, ni la siempre problemática presencia de los niños en publicidad, ni la Proclamación Universal de los Derechos del Niño, ni la “Ley de protección de datos” que impide a los colegios hacer videos y reportajes fotográficos de sus alumnos…nada parece retraer a la Casa Real de utilizar de continuo ora por vacaciones, ora de vuelta de ellas, a los inocentes nietos de vuestro Rey, para caer simpática a una opinión pública cada vez más impermeable a las mentirosas encuestas que sitúan a dicha institución como la mejor valorada por los españoles, que aun imbéciles, tienen muy claro qué dinastía les ha traicionado y abandonado a su suerte en cuanto las cosas se ponían un poco difíciles en la historia. Así entiendo yo que, durante las noticias del jueves 16 salieran todos los nietos de Don Juan Carlos felicitándonos la navidad en unas fotografías donde se podían apreciar con todo lujo de detalles sus preciosas caritas y cuerpecitos como hacen las más depravadas marcas de ropa y alimentación al objeto ablandar nuestra lógica resistencia a su publicidad, sin importarles lo más mínimo que dichas imágenes capturadas y congeladas, puedan servir a la más sórdida manipulación -mejorando la presente- aquella propia de mentes enfermas depravadas capaces de gozar sexualmente con tan tiernas estampas que habrían de quedar en la cálida intimidad del seguro hogar paterno y no aireadas a los cuatro vientos sin el menor respeto por la ciudadanía ni por esas personitas que sufren una indecente indefensión sin que a nadie, salvo a mi, parezca importar lo más mínimo.

¿Dónde están las autoridades que han de velar por la seguridad de las infantas y grandes de España? ¿Qué hace Javier Zaragoza que dice ser Fiscal Jefe de la Audiencia Nacional? ¿ Qué pasa con UNICEF? Es vergonzoso que una institución antidemocrática como la Casa Real pueda hacer semejante alarde de explotación infantil, utilizando con descaro la imagen de Doña Leonor y de Doña Sofía, y las de sus primitos, cuya popularidad puede hacerles la vida imposible en sus entornos habituales, a parte de elevar aún más el riesgo de ser objetivo de atentados y secuestros por parte de las mafias organizadas por ser “hijos de” cuya identidad es revelada en cuanto tienen ocasión, por si no se les reconoce. Y me revuelve el estómago solo de pensar el majestuoso banquete que han ofrecido a la retorcida fantasía de toda clase de pervertidos que sin lugar a dudas se recrearán con ellas sin necesidad de viajar a Tailandia. Sólo falta que les hicieran posar en un calendario desplegable y que este se regalase con la revista “El Jueves” ¡Hummm! Quien sabe si dentro de unos añitos…

Hamburguesa ¡Va rata!

“Notó algo duro en su hamburguesa y sacó un rabo de rata” Este fue, el agradable titular con el que desayune el pasado 10 de diciembre mientras ojeaba en Benidorm el Diario Levante, el cual se hacía eco de la denuncia que el ciudadano José Moros interpuso a una cadena de hamburgueserías cuidándose mucho el rotativo de no informar a los lectores el nombre del establecimiento. Pero al buen entendedor le sobran esas palabras.

Digo que la noticia me agradó, no porque me alegre saber que el pobre hombre vomitara y tuviera que ponerle la antitetánica a su hija de nueve años, sino porque no es la primera vez que me ocupo de un asunto semejante, encontrándome siempre que, mis palabras procedentes de la experiencia particular ajena, escritas desde mi singular posición adversa, choca frontalmente con el irreparable daño causado durante años a los consumidores por la continua propaganda que las multinacionales del ramo se han ocupado de instalarles en sus cerebros haciéndoles impermeables a la crítica y refractarios a las evidencias, de modo que, nada puede hacer David contra Goliat, siendo lo normal que, la sana desconfianza que deseo sembrar en sus mentes hacia estas empresas envenenadoras, finalmente se vuelve en mi contra, quedando yo como exagerado, salido de tono o con una imaginación desbordante. Sin embargo, esta vez, cualquiera de ustedes, incapaces de tomarse la molestia de leer la magnifica obra de Eric Schlosser “Fast Food Nation”, al menos pueden ver la noticia en cualquier buscador y comprobar por si mismos que lo que digo es cierto, cosa que no estuvo en su mano corroborar cuando en un anterior articulo titulado “Hamburguesa con gafas” comenté lo que le sucedió a un amigo al encontrar un ojo en la hamburguesa, donde me explayé un poco más sobre estos temas.

Ahora, ya sabemos cómo estas multinacionales del picadillo y casquería consiguen ofertarnos su hamburguesa de primerísima calidad tan ¡barata! De lo contrario, no se explica que con el amplio margen de beneficios que obtienen sus ejecutivos, teniendo que pagar los ínfimos sueldos a sus esclavos, los impuestos a los cómplices del Estado, el transporte de la basura y por supuesto la publicidad que mantiene callados a los medios, puedan anunciar como lo hacen que, en sus establecimientos se puedan comer hamburguesas a 1€.

De pequeño, los mayores comentaban que, antiguamente, había que tener fino el oído y prontas las piernas cuando se transitaba por las calles de la ciudad, pues desprovistas las casas de una buena red de saneamiento se aliviaban las necesidades por ventanas y balcones al grito de ¡agua va!, cuando lo que iba era de todo, menos agua. Algo parecido sucede en estos conocidos locales cuando dicen despachar carne de vacuno de la mejor calidad, a un precio asequible para la escoria que acude a ellos ansiosos por hacerse con un buen bocado de las proteínas que comenta el antropólogo M. Harris, y que bien podrían servirlas al grito de hamburguesa ¡va rata!.

La escolta ¡que la lleven ellos!

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La enésima muerte de una buena ciudadana como la joven Cristina Estébanez en Barakaldo, a manos de su agresor habitual, ha provocado la reacción inmediata, también habitual, del político de turno, en este caso del Consejero Vasco de Interior Rodolfo Ares, quien apresuradamente, como si el asunto le cogiera por sorpresa, ha dispuesto asignar escoltas a cada una de las mujeres en riesgo de sufrir la violencia machista en la CAV.
Sin embargo, hartas de esta reiterada panoplia político-jurídica-mediática consistente en garantizar los derechos legales de los maltratadores, mientras se pronuncian grandilocuentes discursos contra la violencia de género y se lleva la cuenta de las muertas del mes y del año como si de resultados deportivos se tratara…varias asociaciones feministas como Clara Campoamor por boca de su Presidente Blanca Estrella, han puesto el dedo en la llaga al censurar que «Colocar escoltas a estas mujeres es privarlas de libertad. A quienes tienen que controlar es a los agresores, no a las víctimas (…) No se puede legislar ni tampoco tomar medidas como la de las escoltas sin escuchar lo que opinan las mujeres, las asociaciones y quienes llevamos años trabajando en esta área»
Ya lo decía Adela Cortina en su célebre “Ética mínima” que dos no pueden decidir lo que es mejor para un tercero, sin contar con el parecer de este último. Efectivamente, deberíamos escuchar más a menudo a las mujeres maltratadas no sólo para saber de sus tragedias vitales y consolarlas cristianamente, sino también para tomar buena nota de cuáles son sus demandas, necesidades y preocupaciones. Por poner un ejemplo, la mejor síntesis del malestar que siente el colectivo la he hallado en boca de una victima que se esconde tras el nombre de Begoña y que a modo de queja exclamó en una entrevista concedida al diario Deia “La escolta ¡que la lleven ellos! Ofreciendo de modo tan abrupto quizá la mejor solución al problema.
Y es que es verdad. Estamos tan acostumbrados a poner escoltas y guardas de seguridad a las personas que sufren algún tipo de amenaza o a los locales susceptibles de sufrir algún ataque, que sin meditarlo como es debido, automáticamente aplaudimos que se ponga escolta a ciudadanas que sufren maltrato machista. Cosa que estaría bien si fuera el caso de que los agresores escogieran al azar a sus víctimas o que estuvieran organizados para zurrar por intercambio a sus respectivas parejas imposibilitando a la policía y a sus víctimas saber dónde cuándo y quién les va a dar el próximo puñetazo en el ojo o la siguiente cuchillada que le lleve al hospital. Pero no es el caso. En la violencia contra las mujeres, victima y agresor se encuentran en una íntima relación cuya secuencia causa-efecto no precisa de la brigada científica ni de la intervención del CNI para saber quién acabará presuntamente muerta y quién será su potencial asesino, por lo que resulta muy extraño que la escolta se la pongan a ellas y no a ellos, como también es curioso que sean ellas las que deban esconderse en pisos de acogida mientras ellos muy chulitos siguen en el barrio paseando su cuerpo serrano sin que nadie les haga saber que allí vive gente decente; Casi ocurre lo contrario: la buena gente suele disculparles ¡Pobre hombre! ¡Qué no habrá tenido que aguantar! y les reverencia ¡Ole sus cojones! mientras sobre ellas se cierne la sombra de la sospecha ¡Algo habrá hecho! ¡Seguro que se lo merecía! ¡Es que hay algunas! Porque la gente sencilla, opera con márgenes intelectuales muy reducidos y si observan que ellos andan sueltos tan tranquilos, en su entorno, sin vigilancia, mientras ellas desaparecen del lugar siendo tratadas como delincuentes, no dudan en juzgar con rapidez la situación y actúan en consecuencia.

Preparar para el futuro

En su proclama «Contra la paz y contra la democracia» reflexionaba Agustín García Calvo sobre la perniciosa costumbre que los políticos y las instituciones tienen de vaciarnos el tiempo presente para desplazar la meta de nuestras conciencias en el prometedor disfrute de un futuro que se supone mejor, sucedáneo del famoso Paraíso terrenal del Socialismo Marxista, a su vez malograda imitación de la conocida Salvación judeocristiana en la otra vida, de la que nos mostramos tan descreídos mientras estamos sanos y todo nos va bien, pues ya se sabe que, Dios sólo existe cuando se le necesita. Con este señuelo de la inmanente transcendencia, han toreado bien toreada las inocentes embestidas del antojadizo descontento habitual de quienes no teniendo nada que perder, sin embargo, se han mostrado mansos ante la fútil esperanza de mejora. Mas resulta, que si bien la esperanza es lo último que se pierde, no es menos cierto que para los infelices que a ella confían su suerte, al final, también se pierde, aunque sea la última y en consecuencia, sin esperanza, sin futuro, ya nadie tiene ganas de prepararse para nada.

El advenimiento de la Modernidad trajo consigo la cómoda postura intelectual de situar a la conciencia occidental ante un futuro sinónimo de mejora continua, constante evolución, fuente de desarrollo inevitable, generoso destino que ha hecho de la historia una película hollywoodiense en el cual todos los escenarios posibles terminan con final feliz por difícil que parezca en el transcurso del argumento. Con todo, nuestra existencia, a menudo se obstina en demostrarnos que de haber una dirección a la que apunta la flecha del tiempo, esta no es otra que la fatalidad, la putrefacción, la descomposición, la desaparición y la muerte. De modo que prepararse para el futuro debería consistir precisamente en prepararse para morir. Claro que como el mal de todos es consuelo de muchos, ocurre que hacemos como que nos olvidamos y corremos veloces hacia la meta indicada de fecha emblemática en fecha emblemática, como si el recorrido del calendario fuera anodino de Lunes a Viernes de Enero a Diciembre esperando las rebajas, la llegada de las vacaciones, las siguientes elecciones, el próximo Mundial y así sucede que se nos escapa todo presente bajo los pies cuando nos hemos pasado la vida mirando al futuro que nunca llega.

Por si esto fuera poco, ahora además, hemos empezado a intuir el futuro mundano como incierto e incluso adverso, pues no creo ser el único en considerarme un afortunado por pertenecer a la última generación Occidental que puede decir con alivio que ha vivido mejor que sus padres. A lo mejor, ello ya se anticipaba en la psique colectiva que desde hace algunos años ha dejado de decirles a los niños que deben estudiar para prepararse para el futuro, porque de ser así, los pobres van apañados…De ser cierto que deseáramos preparar a los jóvenes para el futuro, lo primero que habríamos de hacer por las mañanas, sería darles una buena torta a modo de despertador para que se acostumbren a lo que será su vida en los años venideros y dejen de soñar con los angelitos.

Plan dop-ADO

La reciente “Operación Galgo” contra el dopaje en el deporte español ha puesto de manifiesto, una vez más, cómo de bien funciona un sistema en el que una mano lava la otra y aquí no ha pasado nada, pues, los mismos que ahora se escandalizan por lo sucedido, entiéndase responsables políticos, miembros de las federaciones, medios de comunicación, patrocinadores y el propio público en general, son los que sin ningún escrúpulo aplauden dicho comportamiento apartando la mirada de las evidencias que no suben al marcador para luego denunciarlas, criticarlas y señalarlas con el dedo, como si a todos nos pillara por sorpresa descubrir la poción mágica que ha convertido a España en una potencia deportiva.

Donde ahora todos ven a una mujer infame, que ha hecho añicos la ilusión de los niños, que ha defraudado la confianza que en ella han puesto los Organismos Oficiales, que ha traicionado a sus compañeros, que ha sumido en el fango el prestigio patrio tan laureado y colmado de medallas, contribuyendo con su denigrante ejemplo a la debacle moral del país, sumamente necesitado de alegrías…ahí donde la tienen, yo solo veo a una víctima más de un Plan dop-ADO que fuerza la consecución de resultados deportivos para suplir la palmaria ausencia de estos en los terrenos educativos, laborales, de integración, lucha contra la drogadicción y demás asuntos que acucian a la ciudadanía, para los que no se ha dedicado el mismo esfuerzo.

Porque ¡Ustedes dirán! Es bastante sospechoso que un país dedicado al cante y el bailoteo continuo, entregado de lleno a la ley del mínimo esfuerzo, que vive de subvenciones y subsidios, en el que brilla por su ausencia una formación decente de la juventud, las empresas son poco competitivas, los políticos son cortoplacistas y su electordo resultadista, obtenga el éxito que obtiene en un terreno en el que es necesario espíritu de sacrificio, entrenar duro durante largas temporadas, luchar contra la adversidad cuando el viento sopla de cara, saber competir, resistir y no venirse abajo a la primera de cambio, tener confianza en las propias fuerzas y mostrarse solidario con los compañeros fortaleciendo al equipo y la afición…cuando bien sabemos todos que nada de ello ocurre en nuestra sociedad.