Recientemente hemos conocido por boca del Cardenal Cañizares, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino que, el Vaticano estudia adelantar la administración de la Primera Comunión a etapas infantiles anteriores a los 7 años a las que Piaget no concedió todavía la madurez mental suficiente como para elaborar el pensamiento. Asunto problemático dentro de la Iglesia por cuanto la Teología ha huido siempre de las vertientes intencionales que apuestan por una Fe pura sin anclajes, y fuera de ella, dada la gran ignorancia que hay respecto a la noción de Sacramento y en consecuencia el enorme atrevimiento con el que propios y extraños al Catolicismo se pronuncian con mayor libertad y gracia con las que Dios en su generosidad se nos ofrece a través de ellos, pues aunque 7 son los Sacramentos fundamentales para el Católico (Bautismo, Comunión, Confirmación, Matrimonio, Unción de los enfermos, Sacerdocio, Confesión), podría entenderse que por definición cualquier cosa es susceptible de entenderse como un Sacramento, desde la inspiración artística, hasta la propia Vida. Y aquí quería yo llegar.
No me parecería mal que los Doctores de la Iglesia decidieran, como en su día se hiciera con el Bautismo, anticipar la Primera Comunión de los más jóvenes a un tiempo en el que todavía creen en la llegada de los Reyes Magos y la realidad histórica de todas y cada una de las figuras Asisinas del Nacimiento, incluida la del Cagador, pues si los padres están autorizados por naturaleza para determinar desde que viene al mundo la criatura, la educación de su paladar por medio de los alimentos, apariencia física a través de la vestimenta, lo que debe o no debe aprender de la cultura en la que está inmerso como puede ser la música, las matemáticas etc, sin esperar a que su hijo decida por si mismo lo que desea o no desea comer, vestir, o aprender, es lógico presuponer que también lo estén para transmitirles con la misma intención e intensidad todo aquello en cuanto creen, pues no solo de pan vive el hombre, sin temor a ver en ello mayor manipulación que transmitirle la lengua materna o a caminar en posición erguida antes de que tenga capacidad racional para elegir entre los distintos idiomas o andar a cuatro patas.
Por si este argumento no fuera suficiente, hemos de tener presente que, de entre el mínimo de los 7 Sacramentos oficiales, 5 requieren ineludiblemente de la razón hecha y derecha, para ser genuino y eficaz, por lo que, que el Bautismo y la Comunión tengan lugar, uno a pocos días de nacer y el otro durante la primera infancia, no solo no me parece mal, sino que me parece inmejorable, si la familia del interesado vive su Fe y creen en lo que están haciendo. Por que yo no estoy aquí para malgastar saliva y tinta de las malas cosas que están mal hechas por gente ignorante, carente de Fe, que acude a Bautizos, Comuniones, Bodas y Entierros, como quién celebra un cumpleaños, sale la Noche Vieja o va a una despedida de soltero, con el único propósito de recibir regalos, darse un banquete y tener una escusa para disfrazarse.
Pero mis estudios de Teología en Deusto, me capacitan para ser más papista que el Papa y proponer aquí y ahora, una idea que ya expuse a mis profesores hace más de tres lustros y que espero esta vez, sea atendida como corresponde en los Obispados, a saber, la creación de un Sacramento Prenatal o si se prefiere, de la Concepción. Yo soy de los que estoy en contra del aborto, por cuanto creo que, desde el mismo momento de la Concepción hemos ahí física y espiritualmente un ser humano.
Cuando los Padres de la Iglesia adelantaron el Bautismo, no se les ocurrió ir más allá del neonato porque su mentalidad romana de índole práctico se lo impedía; para ellos no tenía mucho sentido otorgar el Sacramento a un recién nacido de igual manera que para el Derecho Romano todavía no era persona y mucho menos ciudadano. Sin embargo, en los tiempos que corren nuestra querida Santa Madre Iglesia, si desea convencer en lugar de vencer a la hora de mostrar el aborto como algo dañino para el espíritu humano, nada mejor que instaurar un Sacramento Prenatal para administrárselo a toda mujer embarazada, pudiéndose operar el mismo sobre el propio vientre de la madre o por vía oral ingiriendo unas gotas de agua vendita, ya que de continuar resistiéndose a este proceder, si a San Agustín y compañía les surgiera el problema del Limbo de los niños no bautizados, a Cañizares y Benedicto XVI, les podría aparecer la actual práctica de la Iglesia respecto al feto al que se le niega un mínimo sacramental, como el mejor contra argumento que los proabortistas pudieran escribir en el debate social.
La coherencia teológica de mi propuesta, no puede rechazarse por motivos operacionales, dado que la actual dinámica ya posibilita el hecho inaudito de que criaturas de Dios desprovistas de libertad, voluntad y razón, sin bautizar, confesar, ni haber hecho la primera comunión, participan de la Eucaristía recibiendo el Cuerpo de Cristo infelizmente, sin beberlo ni comerlo, en el útero materno, dado que las embarazadas, a diferencia de divorciadas y proabortistas, si pueden comulgar en misa todos los domingos.