El día que falte pan

Aunque cíclica, mi vida, por lo demás, no se rige según el calendario laboral, ni tiene en consideración las fiestas de guardar o respeta lo más mínimo los periodos vacacionales socialmente establecidos, sencillamente discurre en función de los proyectos creativos que me impongo, de modo que, no han sido pocas las mañanas que las persianas bajadas de los comercios me han avisado de la situación.
Pues bien, el pasado Viernes, fue una de esas ocasiones en que se me pasó por alto que en Castro era su día Grande y no por falta de bullicio y barracas. El caso es que, fui a Bilbao a solventar pequeños asuntos por la tarde confiando en el último autobús que hay de vuelta a la 22:30. Y ciertamente lo había; Pero junto a su entrada serpenteaba una hilera como nunca antes había visto. ¡Claro! Toda aquella gente iba al Coso Blanco.
Ante la situación, puse en práctica cuantas máximas Taoístas conozco; Conforme a ellas, en lugar de situarme impacientemente en la fila tras no menos de doscientos jóvenes, opté por sentarme en un banco aledaño a leer “Argonáuticas” de Apolonio de Rodas. Mientras Jasón y sus compañeros de viaje surcaban los mares de isla en isla, los autobuses zarpaban de la terminal uno tras otro, sin que el torrente aquel pareciera encoger un ápice, pues durante un tiempo, los que se llevaba el autobús, pronto eran vomitados desde la boca del metro. Cuando el héroe llegó al Colquide, como viera que de continuar taoísta bien podrían darme las tres de la madrugada, me harté de seguir los consejos de Lao Zi, del no actuar, del WuWei y como el resto del rebaño humano me puse a la cola, para deshonra de mi nombre.

Llevaba años sin hacer cola: la primera imagen que recuerdo guardando la fila, procede de mi periodo preescolar, donde la Señorita nos hacía estar uno tras otro cogidos de las batas azules tanto para entrar a clase como para salir de ella. Ya en el colegio “XXV años de paciencia” aquello era mucho más formal, pues más que hacer fila, desfilábamos ante la Rojaygualda antes de acceder al edificio a las 9:30. Tras este temprano adiestramiento, no hizo falta que nadie nos enseñara cuándo, ni cómo hacer cola. ¡Nos encantaba hacer cola! Hacíamos la fila para ir al baño, para llegar al comedor, para entregar los ejercicios al maestro, para recoger los cuadernos…La infancia era una eterna cola.

Más adelante comprendí el valor pedagógico de aquella instrucción que nos preparaba para la vida cotidiana en una época en que se hacía cola en la panadería, en el banco, en la gasolinera, ante la ventanilla del Ayuntamiento…Aprendizaje imprescindible, tanto para mantener el equilibrio durante mucho rato de pie, como para no convertir el dibujo de la fila en un trazado de fichas de dominó. Por lo demás, también se aprendía a respetar el turno a otros y a hacerse respetar, guardar el sitio, vencer la tentación de aprovechar un descuido, saber repeler a los colones y sobre todo, a comprender que la verdadera amistad no va de atrás hacia adelante, sino de adelante hacia atrás, pues ya es casual que los amigos se molesten en ir a saludar desde el final de la fila hacia la parte superior y nunca a la inversa.

Perdido en mis recuerdos, sentí cierto orgullo de que tan preciado conocimiento, no se me hubiera olvidado por falta de entrenamiento como le ha ocurrido a la raíz cuadrada.Así, me percaté que la juventud ya no sabe hacer una fila: la cola no era recta, habían nudos de corrillos a los que se asociaban nuevos elementos formando siluetas cangrejo, la gente formaba en horizontal de tres en tres. Pero mal que bien, aquel caos parecía guiarse por una misteriosa Ley, que no era otra que la de avanzar. Hasta que, en vez de un autobús, vinieron tres de golpe.
Entonces, la gente enloqueció. En lugar de dividirse con orden en los andenes, todos empezaron a correr como si fuera el último bote salvavidas del Titanic. Por supuesto, yo me quedé en la fila original donde para esa hora, me encontraba por la mitad. En esta ocasión, no tanto por mantener la serenidad del fracasado Taoísmo, cuanto por verificar si “La Teoría de Juegos” es más digna de confianza. Por desgracia, el resultado fue negativo.

Para el caso de una fila, pongamos de tráfico o en el supermercado, la “Teoría de Juegos” recomienda permanecer en el tronco inicial en el que cada cual se encuentre. Y debe ser cierto que eso es lo mejor, cuando quienes hacen la cola, saben guardar la cola. Pero por la experiencia pasada, les digo, que la “Teoría de Juegos”no funciona cuando los elementos que concurren están del todo asilvestrados a este respecto.

La gente iba y venia de una fila a otra, sin respetar nada ni a nadie; entraban cuando les venia en gana, volvían cuando les apetecía; uno guardaba la vez a veinte…Sentí tanta vergüenza, que a punto estuve de volverme al banco con los Argonautas. Pero entonces ¡hete aquí! que con todo aquel trajín y mi prusiano modo de comportarme en la fila bajo antiguos preceptos del respeto, al final, sucedió que estaba al final, o sea el último, de algo que de asemejarse a algo, podría ser una especie de embudo o cono, que al más puro estilo de Agujero Negro, atraía a toda aquella masa de atolondrados en cuyo horizonte de sucesos unos a otros se daban codazos por entrar primero acusándose mutuamente de haberse colado.

Y entonces ¡sucedió un milagro! En medio de aquella marabunta, salió la chofer anunciando voz en grito que sólo quedaba una plaza. ¿Alguien quiere subir? Lo normal, es que tras dos horas allí, ante tan extraña pregunta se alzasen las manos como en los antiguos parqués de bolsa, sólo que en vez de “compro” o “vendo”, exclamaran ¡Subo! ¡Subo! Pero se hizo el silencio. Sin creérmelo todavía, me abrí paso con mi maletín, no sin cierto miedo en el cuerpo por sentirme el blanco de todas las miradas y por una vez, algo salía como está escrito, no en el “Tao Te King”, ni en los estudios estadísticos del MIT, sino en la Biblia donde durante “El Sermón de la Montaña” nuestro Señor nos recuerda eso de “los últimos serán los primeros”.

EpC: Cómo montar una ONG

Ya comenté en su día, que a mi modo de ver, toda Oenegé que depende de subvenciones para su supervivencia, deja ipso facto de ser una ONG, es decir, “una Organización No Gubernamental” y pasa a ser una ODG, o lo que es lo mismo, “una Organización Dependiente del Gobierno”.
Montar una ONG, no es tan difícil como la gente cree; Basta tomar conciencia de la situación, asumir la responsabilidad y pasar de la reflexión a la acción. Ahora bien, como dice el estribillo de Seguridad Social “No quiero hablar de la lucha, si no estamos preparados” y menos si sólo contamos con el buenismo voluntarista de cuatro filósofos de salón y tres descerebrados dispuestos al ¡Pin! ¡Pan! ¡Pun! a diestro y siniestro que nos abocaría sin remedio al otro estribillo de Miguel Bosé donde perdido el Norte, confesaríamos “No se si hacer o más bien deshacer, si hacerlo mal o hacerlo bien,
hacer por hacer, solo pa´deshacer
lo que nunca se hacer.”
Lo primero que se han de plantear las personas que están pensándose dar un paso al frente para presentarse altruistas a la tarea de sacrificarse por los demás, es la necesidad que tienen de organizarse para combatir el Mal. A lo mejor, dependiendo de su calidad individual, íntimas capacidades o privilegiada circunstancia, pudiera darse el caso que para la causa, fuera mejor que se quedara al margen de toda estructura y colaborase con ella desde el exterior. Mas como quiera que a la mayoría le regocija eso tan humano de la pertenencia a un grupo, ha de ponerse cuidado en que a los agregados les apetezca más integrarse en un reducido número de elegidos que se sientan cabeza de ratón a que busquen competir en el Estado placiéndoles sentirse cola de león, pues de haber necesidad justa y necesaria de montar una auténtica ONG, esta no debe ni reproducir lo que hay, ni extenderlo, sino presentar una alternativa bien diferenciada ante la población.
Por consiguiente, no es bueno que se persiga constituir una ONG de ámbito Internacional, ni Nacional, si quiera Regional ¡Hay demasiadas! Y a la vista está que del todo ineficaces. A tenor de los resultados, ¡cualquiera diría que tienen vocación de permanencia! Las ONGs de las que hablo, son de carácter muy distinto; Se trata de ONGs microscópicas, nacidas de la nada por generación espontánea, que no se reparten el territorio, que apenas se interrelacionan para evitar el Efecto “Hilo de Ariadna” y menos todavía se entroncan en una jerarquía piramidal para no facilitar el efecto “Dominó”. Son ONGs constituidas desde la afinidad, de modo que, todo el que la integre sea familiar, amigo o vecino con intereses muy ligados al resto de los miembros del equipo, condición que pone el listón muy alto tanto a la infiltración de indeseables como a la traición. A lo sumo, pueden, si lo desean libremente y de forma puntual asistemática, asociarse y desasociarse etéreamente en acciones conjuntas coordinadas por medio de franquicias fugaces que surgen y desaparecen como flor de un día, en el más absoluto caos intencional.
Este tipo nuevo de ONG, no precisa registrarse, pues no solicita subvenciones para hacer sus acciones en favor de la sociedad; No requiere de nombre ni logotipos, ya que no reclama gloria alguna para si; No perderá el tiempo en redactar comunicados que marean la perdiz, porque sus hechos dirán más que sus palabras a quienes entienden el lenguaje no verbal más allá del explicado por Flora Davis; Tampoco necesita de un aparto permanente, o de liberados, su realidad sería de rango divino, para entendernos, que existiría sólo allí y cuando se la necesite…
Una ONG de estas características, actuaría estrictamente en el ámbito local, ayudando a los socios integrados en primer término, a sus familiares y amigos en un segundo momento y por último a sus vecinos y conciudadanos más cercanos, favoreciendo la resolución de conflictos o en su defecto, eliminando sus problemas cotidianos en la empresa, o en las instituciones. Por supuesto su modus operandi ha de mimetizar la técnica endiablada del enemigo a combatir, de manera que sus acciones jamás han de ser publicitadas, menos reivindicadas, nunca reconocidas, jamás aplaudidas o vitoreadas…todo ha de sucederse con naturalidad: algo pasa aquí, algo pasa allá, en un libre albedrio accidental.
Por supuesto, esta clase nueva de ONG no es ajena al Mundo que la rodea. Pero hemos de ser humildes y reconocer que el mundo que nos rodea, no está en los polos, Afganistán o Somalia…pensando de ese modo la buena voluntad personal queda anonadada ante la ingente tarea a acometer, como el consumidor se ve como un pigmeo ante las Multinacionales. Deben aparecer ONGs de carácter local que solucionen los problemas de la gente o al menos que los hagan desaparecer, porque ya no hay Estado de Derecho y el Estado está contra nosotros, por no hablar de los Gobiernos integrados por sociópatas criminales.
Las ventajas de seguirse este otro patrón de acción, que vendría a confeccionar un híbrido entre la unión personal de una secta, la organización de las miles de Logias masónicas repartidas por el Orbe y el sigilo con que trabaja la Mafia Siciliana, saltan a la vista: en una realidad salpicada de pequeñas ONGs no reconocidas, sin portavoces, ni comunicados, sin que se reclame nada, con no más de una docena de amigos solidarios que realizan una labor continua de baja intensidad desde su vida cotidiana que resuelven con energía y decisión, de cuando en cuando un problema que tiene angustiado a todo un barrio…es muy difícil que se desmantele su estructura y en caso de caer toda la estructura, esta no iría más allá de esa organización particular, pudiéndose dar el caso de que justo al lado hubiera otro vecino integrante de otra ONG tan reducida como la suya.
Los obreros mueren todos los días en ataúdes rodantes, caen de los andamios, aplastados por planchas de acero, construyendo puentes y túneles de autopista, envenenados por la bazofia que se les da de comer, de frio en la calle en la más absoluta indigencia cuando llega el invierno, por inasistencia médica adecuada, de distintos cánceres por estar expuestos en las barriadas a las antenas de telefonía o al amianto…esta es la técnica que debemos imitar en las nuevas ONGs al objeto de combatir el Mal. Dejemos que Cáritas, Amnistía Internacional, Médicos sin Fronteras y demás hermanitas de la caridad, se ocupen de paliar sus efectos en terceros desconocidos y nosotros, ocupémonos de la Cosa Nuestra, procurando fagocitar de raíz las causas de los distintos males que acechan impunemente a nuestra gente, con la misma humildad de quien ayuda cristianamente a su prójimo – o sea, próximo – de modo anónimo sin alardear de ello, porque sólo así Dios estará con nosotros y con nuestro espíritu.

EpC: De cómo una asociación sin medios, puede hacerse con publicidad gratuita en los medios

Está visto que los medios de comunicación se han vendido a la propaganda para poder mantenerse en la existencia a costa de su independencia, ahora sufragada por aquellos que pueden hacer frente a los altos precios marcados por el mercado de sus anuncios por palabras y a tanto por el centímetro cuadrado de sus páginas, tarifas del todo inaccesibles en vida y en muerte, como lo prueban las esquelas, para la mayoría de los ciudadanos y organizaciones sociales, obviadas empresas, partidos y clubes de prostitución.

Así como la pluralidad de Partidos políticos transmiten la sensación de vivir en una Democracia cuando su realidad no es otra que la unidad despótica, la variedad de medios de comunicación sugiere una libertad de expresión, de pensamiento y de puntos de vista de la información, a todas luces inexistente, dado que todos están cortados por el mismo Patrón – nunca mejor dicho – el de las empresas que les pagan más por lo que callan que por lo que dicen a través de las campañas de publicidad contratada. Pues bien, fíjense ustedes que, como los sufridos peatones apenas nos da la cartera para pagar un anuncio por palabras, los medios apenas dejan un resquicio para la libre expresión ciudadana que ha de sortear más censura para su publicación que la que había con el Generalísimo, pues cuando Fra-Fra, sólo había una censura y ahora hemos de habérnoslas con las de cada medio en prensa, radio, televisión e Internet.

Por eso, duele de una parte, que espacios como las “cartas al director” las llamadas gratuitas a las radios y las cada vez menos intervenciones en las televisiones, sean usadas por algunos atolondrados para redundar en los temas que nos ponen por delante para torearnos en el ruedo mediático, como por ejemplo hablar del novio de la Condesa de Alba o del árbitro del último Barcelona-Madrid, y de otra, mucho más vergonzosa, que los responsables les den curso a sabiendas de que su entrada, dejará en la estacada a otras expresiones cuyo contenido, sin lugar a dudas sería de mayor enjundia social, que por supuesto no interesa.

Sin embargo, los ciudadanos tenemos la fuerza suficiente como para que haya empresas que están dispuestas a pagar por hacerse presentes en nuestras mentes y sería una pena, no confiar en nuestra fuerza colectiva, cuando nuestros enemigos la ambicionan y la temen. Sea entonces, que las asociaciones de vecinos, deportivas, culturales, políticas, religiosas, científicas, lúdicas…que por no querer formar parte integrante de la parte mandante, entiéndase en la red de Oenegés pertenecientes a partidos políticos, ven mermada su capacidad de acción y predicación por no disponer de posibilidades económicas para anunciarse en los medios cuyos precios de mercado ya se ocupan entre unos y otros de mantener fuera de nuestro alcance, empiecen a idear campañas colectivas de sus socios, familiares, amigos y simpatizantes para hacer un buen uso de estos pocos espacios, todavía abiertos a la expresión ciudadana. Pero como hablar en abstracto sin citar nombres, lugares, fechas, etc, puede resultar demasiado abstracto para personas de acción, hago el esfuerzo de presentar un ejemplo bien concreto en tiempo real de cómo se le puede sacar partido a un medio, sin tener medios.

I Ficha técnica del caso:

-Organización: 15-M Valladolid.
-Motivo de la campaña: Jornada de movilización internacional para el 15 de Octubre.
-Personal inicial para emprender la campaña :Entre 400 y 500 personas comprometidas.
-Proyección y potencial de difusión : podrían sumarse unas 2.000 personas más entre amigos y simpatizantes.
-Dinero para publicidad en los medios : Cero zapatero.
-Objetivo: Dar a conocer tanto la convocatoria de la jornada de lucha el próximo 15 de Octubre, como las distintas actividades programadas y dónde la gente puede venir a colaborar en su preparación.

II Procedimiento:

1º- Se da a conocer a los centenares de personas comprometidas la idea de utilizar directa y personalmente los espacios gratuitos de los medios de comunicación para dar a conocer lo del 15 de Octubre.
2º- Se recogen números de teléfonos de radios y televisiones locales, así como los nombres y horarios de los programas a los que se puede llamar para intervenir. Igualmente se dan a conocer tres o cuatro correos electrónicos a dónde se han de enviar las Cartas al director de los periódicos tanto locales como nacionales y por supuesto animando a colgar en foros de todo tipo, mensajes con las ideas y sugerencias de los modelos que siguen a continuación.
3º- Se ponen a disposición de los asociados y simpatizantes fotocopias y se cuelgan en las webs para los simpatizantes, distintos modelos con las ideas más significativas que se desee transmitir por cada medio.

A ) Ejemplo de carta al director, que ha de ser breve y concisa ciñéndose en cada caso a los requisitos del medio:

Sr. Director:
Los ciudadanos de Valladolid, hartos de la situación de desamparo en que nos encontramos, sin empleo, sin casa, con trabajo en precario, baja pensión, amenazas de despido a la vuelta del fin de semana, sin poder llegar a fin de mes, etc, nos sumamos pacíficamente a las protestas internacionales que se han convocado para el próximo 15 de Octubre al objeto de hacer frente a tanta injusticia que va en aumento y no parece tener fin. Nuestra jornada de protesta dará inicio a las x horas en tal o cual sitio y finalizará a las z horas de tal o cual otro. Durante todo el día se realizarán distintas actividades lúdicas reivindicativas como proyección de videos, marchas en bicicleta, chorizada pública, teatro callejero, conciertos, programa que está abierto a sugerencias para cuantos deseen pasarse por Fuente Dorada si están interesados en hacer triunfar la dignidad.

B) Ejemplo de intervención en radio o televisión en directo:

-Cuando te cogen el teléfono, nunca te pasan directamente y suelen preguntarte antes de qué deeas hablar; Se puede contestar sin mentir diciendo parte de la verdad. Supongamos que hemos llamado a una emisora de música, entonces contestamos que queremos mostrar nuestro entusiasmo por Bisbal. Y nos dan paso…
-Locutora: Hola Valladolid. ¿Cómo te llamas?
– Respuesta: Nicola
-Locutora : Y bien, ¿Qué querías decirnos?
– Respuesta: Pues nada…que Bisbal me encanta y creo que de poder, el también se sumará el próximo día 15 de Octubre a la jornada de protesta en Fuente Dorada….-Y lo que te dejen decir, que a veces, hay locutores enrollados como mi amigo Gorka Andraka, a quien por cierto le echaron de Radio Euskadi y le quitaron su magnífico programa “Mar de fueguitos” por dejar hablar demasiado a gente como yo.

4º- Se anima a la gente a copiar de la web, en este caso de este INÜTIL MANUAL la iniciativa para hacerla rular entre los contactos para llegar a más gente.

5º- Todo lo anterior no es óbice para dejar de lado las típicas convocatorias y comunicados de prensa, que cuando menos te sacan en la agenda, con la misma letrita pequeña con la que aparecen las defunciones de los pobres cuyos familiares no han podido pagar su esquela.

III Éxito garantizado:

El resultado es fulminante: Los medios de comunicación se colapsan; no pueden obviar todos los mensajes pues serían miles de personas que estarían al tanto de si se publica o no las cartas y quedaría al descubierto la censura que sólo funciona, cuando pasa desapercibida; perciben mejor la auténtica realidad del interés de la noticia…

Bueno, espero ahora que toméis buena nota de este procedimiento y lo pongáis rápidamente en práctica, para cuantas lo creáis conveniente.

EpC: Más pobres, más dóciles, más esclavos

Cuando el Barón Pierre de Coubertin echó mano de la inspirada máxima del sacerdote Henri Didon “Citius, altius, fortius” como lema estandarte del Movimiento olímpico, sabía que su objetivo sería pronto abrazado por una Sociedad entregada a la velocidad de los nuevos medios de locomoción, a la desenfrenada carrera de los rascacielos y a un cada vez más descarado culto al cuerpo, cuyo evidente transfondo bélico pretendía explícitamente amortiguar por medio del fortalecimiento espiritual que en principio proporcionaría el deporte a modo de socorrida Cruz Roja psicosomática en la recién estrenada Lucha de Clases a la que llamaba a corneta el Marxismo triunfante, si bien olvidose, a caso omitiera deliberadamente, del soporte visceral que sustentaba toda la tramoya aparente y oculta que aquellos empezaban a denominar estructura-superestructura, cuál es, el aspecto agonal que tan brillantemente expusiera Huizinga en su “Homo ludens” embriagador de toda faceta humana por seria o estúpida que esta sea, haciéndonos la vida más llevadera cuando se trata de retos profesionales en trabajos tediosos como puede ser apretar tuercas en una cadena de montaje, o para someternos a un infierno terrenal tratándose de ganar más dinero, más fácil, más rápido, como sucede en el mundo capitalista donde se ha elevado a rango de Diosa a la Competencia.

Vivimos una época, en la que como nunca antes nuestros particulares intereses exacerbados a la enésima potencia, chocan como Titanes en todas las esferas de la vida: En las familias, los tradicionales anhelos de amor, fraternidad, solidaridad y altruismo entre sus miembros, han de vérselas con las aspiraciones de libertad individual y espacio vital de cada uno de ellos, cuyas vidas atomizadas, partidas y segmentadas por horarios lectivos, laborales y de ocio, les impiden armonizar su añorada convivencia y cuando resulta que disponen de un pequeño momento juntos, la falta de costumbre se les hace insoportable; En la política, la pretendida labor de servicio a la comunidad por parte de nuestros representantes democráticos se torna cada vez más afanosa en medio de un colectivo en el que cada individuo sólo busca su propio beneficio, no siendo de extrañar, que de semejante conjunto, sean los más codiciosos quienes primero se propongan para ejercer de servidores del pueblo y si por un casual hubiera alguno que nadara contracorriente, pronto vería flaquear su fuerza moral ante el desgaste que supone trabajar para quienes solo miran por su hacienda y reclaman en todo momento como suyo lo que es de todos. Qué no sucederá entonces en el ámbito laboral en el que todavía, pasados dos mil años – que se dice pronto – de la irrupción en la historia humana de Nuestro señor Jesucristo, hay hombres que se ven forzados a trabajar para otros hombres, embruteciendo a los primeros y pudriendo a los segundos sus almas todas condenadas, pues a la sobrentendida fatiga física que por naturaleza le sobreviene a todo trabajador, por no hablar de la pereza mental, ahora se le ha de añadir el espejismo intelectual de creerse con derechos irrenunciables a una jornada reducida, un horario flexible compatible con la inexistente vida familiar, vacaciones pagadas, contrato estable, horas sindicales, seguridad social y por si todo ello fuera poco…¡Derecho a huelga! Que ¡manda Borbones! la falta que le hace a quien goce de tan sólo la mitad de los anteriores privilegios, aberración del entendimiento sano que evidentemente está abocada a darse de bruces con el interés legal de la Patronal que persigue en todo momento apurar al extremo el enorme potencial que encierra aquella liebre sacrosanta del liberalismo que animaba a obtener “el máximo beneficio al menor coste”, asunto que también enfrenta al productor con el proveedor, al proveedor con el comerciante, al comerciante con el cliente y al cliente consigo mismo, ya que un modo sencillo de obtener mayor beneficio a menor coste por este otro lado, consiste en bajar la calidad sin disminuir el precio, cosa que todos saben, incluido el consumidor, de ahí que el cliente acabe debatiéndose en una lucha interna entre sus deseos de vivir bien y su malograda dependencia de un sueldo que no alcanza a fin de mes, frustración que parece llevadera a tenor del éxito que cosechan los bazares chinos y las Grandes Superficies.

Esta soterrada pugna civil entre hombres y mujeres, padres e hijos, Gobernantes y Pueblo, empresarios y empleados, vendedores y clientes, etc, que ya no da para presentarla como hicieran Marx y Engels como “Lucha de Clases” sino sólo como bullicio de todos contra todos, sin embargo, parece seguir una pauta bien conocida por las “leyes del caos social”, cuya flecha indica siempre la correlación entre pobreza, docilidad y esclavitud que no les pasa desapercibida a todo aquel que detente la condición de opresor.

Es así como, avergonzados por el pseudocientificismo del milenario mensaje religiosos de Esperanza y Salvación, caído el Muro de Berlín y con sus ladrillos venido abajo la última posibilidad de hacer la voluntad de Dios aquí en la Tierra como en el Cielo, desaparecidos los paladines esporádicos de nuestra causa en Alemania, Italia, Irlanda y España, se le dijo a la población que debíamos competir más y mejor; Por supuesto, el tema de la competencia, primeramente no se presentó como una competencia entre nosotros. ¡Nada de eso! Se trataba de competir contra otros, objetivo sumamente persuasivo en cuantos hemos sido educados en la historia de batallitas y conquistas, pero que parecía contrario al espíritu de la Unión Europea por aquel entonces. Por consiguiente, nada de competir con los franceses o los ingleses a los que les tenemos ganas, la rivalidad para con nuestros ancestrales enemigos patrios debía resarcirse en el césped de un campo de futbol – así que nos pusieron finos a patadas los Holandeses. Tampoco era bueno enemistarse con nuestros queridos aliados de la OTAN como Canadá o EEUU compitiendo contra ellos. Y contra los japoneses ¿Cómo íbamos a competir contra quienes nos inculcaron los más altos valores de amor y amistad durante nuestra infancia a través de los más tiernos dibujos animados que haya conocido la televisión? obligarnos a ello, hubiera sido para la clase trabajadora una tragedia superior a la de Edipo. Estaba claro ¡Había que competir contra Corea! Este país reunía todos los requisitos necesarios para que pudiéramos competir contra sus gentes y empresas en los mercados: estaba lejos, son de otra raza, de otra religión, lengua extraña, a penas se los distingue de otros asiáticos…y sobre todo – atrevida es la ignorancia – ¡Parecía fácil! Y sorprendentemente, como en el futbol…¡Perdimos! Lo que no significa que ellos, los coreanos ganaran…¡Ni mucho menos! Ellos por su parte tenían que competir con los camboyanos, filipinos y vietnamitas y estos a su vez, todos con los chinos que son quienes a la postre han ganado toda la partida.

Tras la derrota inflingida por el Gigante dormido, sin tiempo para lamer las heridas Europa entera ha desempolvado sus antiguas armaduras para librar sus últimas guerras intestinas disfrazadas bajo el eufemismo de la “Defensa del euro” sin esconder que ahora toca de nuevo competir, pero esta vez, entre las mismas potencias europeas y en un futuro inmediato entre los propios ciudadanos, vecino contra vecino, hermano contra hermano…contienda que se procurará retransmitir como si de una lid deportiva se tratara con el fin de insuflarnos ese espíritu de superación, de sacrificio y de reto personal del que hacen gala los deportistas olímpicos, pero en este caso, los aros se me antojan cadenas y el lema que parece lucir en el frontispicio del horizonte social es ese otro que nos dibuja “Más pobres, más dóciles, más esclavos” pues sabido es desde antiguo que, cuanto más pobre es una persona, más sumisa se muestra y con más sencillez se la puede explotar, porque como muy bien razonó Julio Anguita, “es más fácil someterse que luchar” Ello explica el frenesí con el que los jóvenes se entregan denodadamente a estudiar inglés y prepararse para situarse mejor que sus compañeros, al tiempo que tienen baja autoestima, muestran una muy baja aspiración laboral y una nula resistencia.

Lo que justifica el fraude

http://www.youtube.com/watch?v=BawoBK9Dfyw

La semana pasada, conocimos a través de un informe elaborado por el Instituto de Estudios Fiscales que la justificación del fraude fiscal ha descendido seis puntos respecto a la anterior encuesta, concretamente del 43% al 37%, dato sorprendente a mi modo de ver con la que está cayendo y si me apuran, hasta injustificable.

Hoy más que nunca, el fraude al fisco está justificado. La endémica corrupción política de la que los EREs de Andalucía son pecata minuta, el derroche de 35.000 coches oficiales para políticos, despachos de lujo, trajes a medida a cargo del presupuesto, la continua concesión de subvenciones a fondo perdido a empresas dedicadas a su captación y cesar su funcionamiento en cuanto las perciben, las ingentes derramas de las arcas públicas a la Banca para salvar el reparto de dividendos de su accionariado, la privatización de empresas estatales rentables a precio de saldo, las reiteradas ayudas al consumo de las clases pudientes como el “Plan Renove” o la bajada del IVA para la adquisición de vivienda nueva, las enormes partidas presupuestarias dedicadas a gastos militares o la producción de armamento, para mantener guerras en el extranjero, sufragar los gastos derivados de la retención inhumana de los miles de inmigrantes en los ilegales Centros de Internamiento de Extranjeros y su contraria al derecho Internacional expulsión Express drogados, esposados, custodiados y en avión con rumbo desconocido; el recorte de gastos sociales mientras suben los impuestos…Como puede apreciarse, los motivos sobran, aunque baje porcentualmente su aprobación.

¡Sí! ¡Lo sé! Lo correcto sería denunciar estas prácticas gubernamentales y perseguir el fraude. Pero como no tengo ninguna confianza en que se haga ni lo uno ni lo otro, de momento, me apunto a ese 37% de ciudadanos que todavía piensa al margen del Tontodiario, no dejándose influir por las tendenciosas encuestas que pretenden hacernos comulgar con ruedas de molino. Ahora bien, como quiera que los ciudadanos desempleados, pensionistas, mileuristas, funcionarios medios, personas sujetas a nómina, pequeños comerciantes, tengan difícil defraudar a Hacienda, invertir en las SICAVs, evadir impuestos, situar su residencia habitual en Mónaco, registrar su pequeño negocio en un Paraíso fiscal como Gibraltar o abrir una cuenta en Suiza…la opinión anteriormente argumentada, si bien está del todo justificada para defender los intereses de los más desfavorecidos del sistema impositivo que rige en la Hacienda pública, en la práctica, ampara el fraude de aquellos que pueden llevarlo a cabo, los profesionales liberales, los grandes empresarios, los deportistas de elite, los políticos corruptos, los altos funcionarios, los altos cargos de la administración y sobre todo, quienes en la relación contribución-ingresos salen mejor favorecidos y son los causantes de la quiebra económica del país.

Por ello, sin renunciar a mi posición anterior, de que hoy por hoy, los ciudadanos tenemos muy justificado el defraudar a Hacienda para que con nuestro dinero no se costee la corrupción, las guerras, la conculcación de derechos… dado lo esgrimido en contra de tal reflexión, si de verdad deseamos atajar el fraude fiscal, creo pertinente introducir el debate de si a caso no sería conveniente plantear la Pena de Muerte para los delitos económicos en fraudes superiores a los cien millones de euros como fórmula disuasoria, pena máxima que nuestra Democracia tendría la consideración de ejecutar en consonancia con el glamour de esta gentuza, o sea, al modo en como los Partos dieran su merecido a Craso o los Jíbaros de Ecuador al último Gobernador español, es decir, vertiendo oro del Banco de España, fundido en sus gargantas para que su muerte no desentone en nada con lo que han sido sus vidas. Porque, no sé si lo saben, pero es muy difícil acabar con un cerdo a besos aunque se le haya mimado a base de margaritas como las que les ofrece nuestro sistema tributario, verbigracia, a la familia Botín, la Duquesa de Alba o del romano del que está prohibido hablar.