Manifiesto de economistas aterrados

Como en botica, en dinerología hay de todo: culpables inexcusables como los retratados en “Proceso a los economistas” de Roberto Petrini de perfil especialmente reconocible en los emisarios del FMI que presionan a los gobiernos legítimamente constituidos para que apliquen medidas antidemocráticas en función de lo que dictan los mercados y personas comprometidas con su ciencia que desean devolverle su genuino quehacer, cuál es, el de prestar útil servicio a los pueblos y sociedades cuya realidad estudia y no al revés, como algunos pretenden que suceda. A esta especie pertenecen, no ciertamente los equipos directivos del BBVA, el Santander o los asesores actuales de nuestros políticos sean del signo que sean…pero sí, los más de cinco mil profesionales europeos que han firmado el “Manifiesto de economistas aterrados” texto donde se plantean los problemas con la misma brevedad, sencillez y profundidad, con la que se proponen las soluciones, por lo que su lectura no puede faltar en cuantos deseen entender a qué obedecen hoy en día los vaivenes bancarios y los abruptos dientes de sierra del mercado bursátil, más allá de las típicas vaguedades de tertulia, pero sin necesidad de perderse en los oscurantistas tecnicismos de los que hacen gala los nuevos gurús de esta herramienta de coerción político-social en que se ha convertido la economía.

El documento a disposición del público en Internet, denuncia las diez falsas evidencias en las que se fundamentan las políticas neoliberales imperantes desde hace décadas en Europa, que imponen a la ciudadanía, toda suerte de sacrificios como únicos remedios a unos males radicados en factores que nada tienen que ver con nuestro trabajo, nuestra riqueza nacional, nuestra jubilación, nuestros sueldos, nuestro ahorro familiar, gasto público, consumo interno…¡y sí! con nuestro modelo de sociedad, nuestra forma de redistribuir la riqueza, mecanismos de equilibrio, armonización y solidaridad, etc. Como a diferencia del excelente y mucho más voluminoso texto de Naomi Klein “La doctrina del Shock” todavía su enseñanza no ha sido editada en formato documental, me atrevo a presentarles mi particular digestión para animarles a su íntegra lectura.

La primera de estas falsas evidencias, es la que nos presenta a los mercados financieros como eficientes: Según esta hipótesis, es imprescindible desarrollar un mercado financiero mundialmente integrado y dejarlo funcionar libremente para que los distintos agentes, particulares, empresas, Estados, Bancos…puedan intercambiar todo tipo de títulos, acciones, divisas, obligaciones, deuda, etc, sin la más mínima fricción. De ese modo, la Ley de la oferta y la demanda actuará con naturalidad y fijará el valor de los productos como consecuencia previsible de la justa competencia que acaba decantándose por los proyectos más rentables. Pero en los mercados financieros, a diferencia del de otras mercancías más tangibles, esto no sucede exactamente así; Más bien, la competencia es un factor desestabilizador que lleva a evoluciones exageradas creando las temidas burbujas, ora en el terreno inmobiliario, ora en el de las telecomunicaciones, más que nada, porque en este tipo de mercado, cuando el precio del producto sube, es habitual apreciar no un descenso, sino un aumento de la demanda, dado que es indicador de una alta rentabilidad que dispara el “Efecto llamada” atrayendo sobre si a más compradores ansiosos por hacerse con el Potosí del momento, hasta que de buenas a primeras, se invierte la tendencia y a todos les entran unas ganas terribles de deshacerse de sus títulos, siendo entonces, cuando enferma la gallina de los huevos de oro, cuya cíclica presencia contagia al resto de procesos incubados en el gallinero económico-productivos de las sociedades capitalistas arrastradas hasta el abismo de su precipitación. Para reducir la ineficiencia e inestabilidad del mercado financiero se propone, primero separarlo del resto de la actividad económica prohibiendo a la banca dedicarse a la especulación para evitar el contagio de las burbujas y los cracks y segundo, gravar los movimientos de capitales al objeto de rebajar su potencia desestabilizadora hasta recuperar los niveles requeridos por la economía real.

La segunda falsa evidencia consiste en calificar al mercado financiero, como favorecedor del crecimiento económico: En principio se nos vendió la idea de que los mercados financieros sustituirían en materia de inversiones a la banca. Pero ya hemos visto a dónde nos ha llevado esta línea de actuación; En la actualidad, por paradójico que parezca, son las empresas las que financian a sus accionistas, supuestos inversores y no al revés como es lógico esperar. Los altos ejecutivos miembros de la dirección de las grandes empresas que cotizan en bolsa, tienen como prioridad, satisfacer el voraz enriquecimiento de su accionariado a toda costa, sin preocuparse del Bien Común de la empresa y mucho menos de las repercusiones sociales a que dicha gestión pueda abocar. Para mayor éxito de dicha estrategia, las empresas han de materializarse lo menos posible, sea en infraestructuras, materias primas, bienes de equipo, inmuebles o personal, presentando un perfil escurridizo al disponer en todo momento la liquidez de su capital, con la finalidad de poderse trasladar a la primera de cambio, allí donde el marco se pliegue a sus draconianas exigencias. Ante este escenario, poca capacidad de maniobra les queda a Gobiernos y sindicatos para hacer valer los derechos sociales y defender el Estado del Bienestar dentro del actual marco legal. Para corregir sus efectos, se propone de una parte, democratizar los órganos de gestión empresarial e incrementar la fiscalidad a las rentas más altas para desalentar la carrera hacia crecimientos insostenibles.

La tercera falsa evidencia, nos habla de los mercados financieros como buenos jueces de la solvencia de los Estados al evaluar sus finanzas antes de decidirse por adquirir la deuda que emiten: Nada más lejos de la realidad. En el mejor de los casos, los inversores financieros se guían por impulsos y corazonadas, cuando no especulan con posibilidades mezquinas muy ligadas a los informes nada desinteresados de las agencias de calificación basados en rumores sometidos a la libre interpretación de quienes tienen puesto todo su afán e interés en sacar el mayor provecho particular a su apuesta monetaria. Con el fin de reducir la nefasta influencia de estas sospechosas Agencias desmerecedoras de todo crédito como bien señala Stiglitz en su “Caída libre” por no haber previsto nunca crisis alguna a tiempo, el BCE ha de garantizar la compra de los títulos emitidos por sus Estados miembros y dotarse de una propia Agencia Europea de Calificación que vele por la objetividad de sus informes.

La cuarta falsa evidencia, es la que identifica un alza excesiva de la Deuda Pública como consecuencia de un gasto desmesurado: sin embargo, la reciente elevación exagerada de la Deuda Pública europea, es más debida a los planes de rescate por parte de los Gobiernos a las entidades financieras a cuya intervención no dudaron en apelar, mientras no cejaban en repetir el monótono mantra neoliberal del no intervencionismo, que a un aumento de las prestaciones sociales en el mismo periodo en que se dice ha hecho aparición la crisis. Es más, la contrarrevolución fiscal emprendida en todo Occidente por los “La escuela de Chicago” ha contribuido decididamente en esta dirección al privar a los Estados de sus ingresos públicos habituales que en vez de armonizar entre si sus distintas políticas fiscales, se apresuraron desde la caída del muro de Berlín también ellos a la competencia fiscal para arrebatarse mutuamente la inversión, bajando los impuestos a las sociedades, a las rentas más altas y sobre el patrimonio, planteamiento que se ha demostrado pan para hoy y hambre para mañana. Poner remedio a la situación, requiere auditar por parte de la ciudadanía, en manos de quienes está la Deuda Pública, para de este modo, averiguar quién la ha fomentado, procedimiento que sigue la observación de Mao “Quien más se beneficia del problema, resulta ser normalmente quién lo crea o mantiene”.

Una quinta falsa evidencia, consecuencia de la anterior, establece que es preciso reducir gastos para reducir la Deuda: La macroeconomía de un país, no se rige por los mismos parámetros causa-efecto de la microeconomía, pongamos por caso familiar, en donde un método efectivo de bajar drásticamente la deuda acumulada, puede consistir sencillamente en frenar el gasto mensual. En el caso de la Deuda Pública, su dinámica puede obedecer a varios factores interrelacionados, entre otros, el diferencial entre el tipo de interés y la tasa de crecimiento nominal de la economía. – No tengo ni pajolera idea de lo que acabo de decir, pero suena bien y convincente – pues si la última es más débil, la Deuda crecerá mecánicamente al dispararse el montante de los intereses. Por consiguiente, para evitar que el saneamiento de las cuentas públicas repercuta negativamente en la ciudadanía, se propone mantener e incluso potenciar las prestaciones estatales en cuanto a paro, natalidad, vivienda, etc, e incrementar las partidas presupuestarias para educación, formación, investigación, ecología, energías renovables y nuevas tecnologías, con el firme propósito de impulsar un renacimiento económico integral más equilibrado, respetuoso y armonioso con las gentes y el medio ambiente donde aparece.

La sexta falsa evidencia que se nos cuela a menudo, es que, la reducción de impuestos estimula el crecimiento y en consecuencia incrementa la recaudación por parte del Estado: Evidentemente, la Deuda Pública, es un mecanismo de transferencia de riqueza, pero de los contribuyentes hacia los rentistas. La política fiscal neoliberal antedicha, no sólo contribuyó a vaciar sistemáticamente las maltrechas Arcas Públicas obligando a los Estados a emitir Deuda, que también permitió a una minoría acumular un excedente con el cual poder adquirir esa misma Deuda con el mismo dinero que se habían ahorrado de la contribución al fisco. El resultado, es que se ha llegado a un mecanismo de redistribución al revés, de las clases desfavorecidas hacia las clases pudientes, cuyo canal de transmisión no es otro que la Deuda Pública. Para rectificar este fraude colectivo, se propone un nuevo régimen fiscal que grave las fortunas y la retirada inmediata de subvenciones y exenciones a los capitales no productivos, aunque lo que nos pide el cuerpo es algo así como lo que se hiciera con la desamortización de las tierras no labradas de los siglos XVIII y XIX, solo que bien hecho.

Una séptima falsa evidencia, es la que emplaza a tranquilizar a los mercados financieros si deseamos ver rebajarse la Deuda: Desde Maastricht, los Bancos Centrales tienen prohibido financiar a los Estados y los Estados financiar a las empresas que han de apañárselas en los mercados financieros, so pretexto de que, los primeros malgastan sus recursos mientras los segundos son eficientes…precisamente lo contrario a las políticas keynesianas que sacaron a todo Occidente de la recesión durante la postguerra. Esta política restrictiva dogmática y doctrinaria, es la causa de los ataques especulativos sobre las economías de países como Gracia, Irlanda, Portugal y España a los que ya sigue de cerca Italia y en breve todos los demás miembros de la UE, Alemania incluida, al no poder gozar del respaldo del BCE. Para atajar de raíz el asunto, se propone devolver al BCE la capacidad de financiar a los Estados aliviando su exposición a la especulación.

La octava falsa evidencia, incide en la unión Europea como garante del modelo social europeo: La UE, lejos de afianzar el alma social-solidaria que la alumbrara en pos del Estado del Bienestar, parece abnegar de su origen, permitiendo la preeminencia de la competencia de bienes servicios y mano de obra, sobre toda añorante pretensión reguladora interna de los distintos países en materia de derechos laborales o de cualquier otra índole que ponga trabas a la misma, sin tomar en consideración las diferencias entre los distintos Estados miembros de la Unión, por lo que, limitadas las libertades a la libre circulación de personas, mercancías y capitales, la Europa social se ha quedado en papel mojado, mientras la del supermercado financiero se ha consolidado por completo. Para que la ciudadanía europea recupere dicho proyecto social con el que se nos vendió el europeísmo, primero se ha de poner en cuestión el actual descontrol de mercancías y capitales y después, sustituir la competencia por la armonización en el progreso de la construcción europea.

La novena evidencia falsa, es la que apunta al Euro como escudo ante la crisis: Al principio esa era la idea. Pero la realidad es que Europa entera se está viendo afectada de modo más agudo y prolongado que cualquier otra parte del mundo. Para que el Euro pueda hacer dicha labor defensiva, debe haber una verdadera coordinación macroeconómica que reduzca los desequilibrios comerciales y la balanza de pagos entre los miembros de la Unión.

Y por último, la décima falsa evidencia que se nos pretende hacer creer, es que, la crisis, ha permitido avanzar hacia un gobierno económico europeo y la solidaridad entre los 27. A estas alturas del Manifiesto, la supuesta evidencia cae por su propio peso para cuantos hayan prestado algo de atención a su lectura. Para hacer realidad esta meta de imperiosa necesidad, se ha de desarrollar una fiscalidad y presupuesto europeo, que ayuden a su convergencia y homogenización.

Partidos…de fútbol

http://www.youtube.com/watch?v=2z-CzmXWQh4&feature=related

Las broncas de la bancada parlamentaria, más propias de las trifulcas de los hinchas en las gradas, son el reflejo menos nocivo de cuantos se me ocurren entre nuestra política y el fútbol ya estrechamente relacionados en la milenaria expresión ¡Pan y circo! que llegó a su máximo estadio con la consecución de la Copa del Mundo precisamente en un año crítico para nuestro futuro inmediato.

Planteado el debate social en disputa de Partidos, ha sido sencillo aglutinar a la ciudadanía tras cuatro siglas para enfrentarla entre si ayudándola a mimetizar y reproducir el comportamiento que mantiene en los campos a la hora de defender los colores de su equipo y como en el caso del Betis permanecer fiel a su historia ¡Mal que pierda! en el terreno de juego político, cosa que ha logrado a la perfección sin apenas entrenamiento. Ello ha ido forjando, entre nosotros, un peculiar modo de entender la política cuyas características son:

Fidelidad de militancia y electorado al Partido, hagan lo que hagan sus dirigentes y diga lo que diga el programa. La gente más que tener ideología, la ideología les tiene a ellos y quien dice ideología dice las siglas, líderes o logotipos, actitud que se transmite a través de generaciones con el mismo orgullo con que se luce el carnet de socio. Por supuesto, también los hay que van a caballo ganador y se suman a la fiesta tanto en Cibeles como en Canaletas. Pero son los menos.

Los Partidos, lejos de depender de sus Congresistas, senadores, alcaldes y concejales para llevar a cabo sus iniciativas, son estos los que parecen sujetos a su matriz sin posibilidad de escapatoria como si hubieran firmado un contrato blindado con cláusulas de reescisión abusivas por lo que no les queda otra que mantener la disciplina del equipo. Quienes no se atienen a las órdenes del entrenador de turno, pronto son sancionados abriéndoseles expediente y enviados de inmediato al banquillo. A veces ocurre que alguno de estos que a punto está de ser apartado de empleo, sueldo, despacho y coche oficial, cambia de bando y pasa a ser un tránsfuga odiado hasta la muerte, como les ocurre a los jugadores que de una campaña a otra aparecen luciendo la camiseta del rival.

Curiosamente, esta ventaja inicial que supone a los dirigentes de los partidos saber que tienen las manos libres para hacer y deshacer a su antojo sin que ello les haga perder crédito ante sus incondicionales, se ve contrarestada por la tradición igualmente asentada de poner de patitas en la calle al entrenador a la mínima que las cosas no marchen, pues es evidente, que parece más sencillo despedir a un entrenador que a todo un equipo. Ello comporta constantes guiños a las corrientes internas cuyo papel es cada vez más parecido al de las Peñas en los Clubes, discursos sobre la realidad del país y de los asuntos comunes demagógicos repletos de retórica que ofrezcan titulares típicos de la prensa deportiva para ser comentados mañana, tarde y noche, en las tertulias radiofónicas con parejo análisis y erudición que el mostrado en una rayada moviola de Punto Pelota y concesiones constantes de subvenciones para contentar con las migajas del poder a cuantos no les importa que les llamen perros mientras les tiren pan, asegurándose así el adecuado coro de papagayos de Bienpagaos que no cejan en alabar las bellezas de Babilonia.

Sobre tan resbaladizo césped, sólo cabe estar muy al tanto de las encuestas que obligan a llevar una estrategia cortoplacista y a pasarse el balón unos a otros al más puro estilo tiki-taka, para que entre pase y pase, pase lo que pase, a la gente se le pase que el que tiene pase pasa y el que no tiene pase…no pasa. Pasando así el tiempo, que es lo que pasa, cuando no pasa nada; Y cuando no pasa nada, el público se aburre, hace la ola, abuchea a los jugadores, pita al palco, enciende bengalas, tira almohadillas y exige resultados.

Es entonces que para los dirigentes de los Partidos, aparece la cara más amarga del paralelismo trazado entre la Política española y el deporte Rey; Cuando quienes han de disputar los partidos, resulta que son millonarios mercenarios a los que les cuesta sudar la camiseta y sentir los colores que para colmo no pueden desarrollar su talento particular por verse encuadrados en una estructura rígida y están del todo desmotivados; cuando los entrenadores parecen desplegar en el campo un juego tedioso trazado en la pizarra; y cuando la pelota no deja de ir y venir por el medio campo…lo único que manda es el resultado. Al final, es el resultadismo y no el cortoplacismo, ni la disciplina interna, ni la fidelidad al equipo, lo que acaba desestabilizando a un Partido, pues como diría Felipe González en su día, “cierto es, que el Poder desgasta…pero más desgasta el no poder”. Y aunque los haya que como Rubalcaba acaben como el Alcoyano, perdiendo por trece puntos y pidiendo prórroga…el sufriente aficionado no está ya por la labor y prefiere bajar al infierno de la Segunda división antes de que le sigan metiendo más goles con balones inflados de playa.

Si a todo lo anterior le añadimos que, en lo económico, Clubes de futbol y Partidos políticos, andan a la par en cuanto a deudas y oscura financiación, la sensación mayoritaria de que como en la época de Canovas y Sagasta el partido disputado tiene todos los visos de estar amañado y el árbitro casero, es ¡Ojo al dato! como para sacar tarjeta roja hasta a Manolo “El del bombo” por animar y arrancarse a entonar el ¡A por ellos ¡ ¡Oe! ¡Oe! ¡Oe!

Información sobre atracos a bancos

http://www.youtube.com/watch?v=d8UQfNrfiiU&feature=fvst

Las simpatías por los atracadores de bancos, parecen transmitirse socialmente durante la tierna infancia a través de juegos tan formativos como “polis y cacos” o “el escondite” donde todos bien sabemos que preferimos escondernos a buscar y escapar a ser capturados. Huelga explicar como la industria del cine en su función aleccionadora asignada por la consigna de combatir nuestro indómito espíritu de resistencia, se sirve de todo tipo de artimañas para minar subliminalmente el íntimo amor hacia la rebeldía que todo ser humano lleva dentro. Por poner un ejemplo de lo que hablo, ahí están esas películas cuyo tema central es la comisión de un atraco perfecto: Lo primero que se le presenta al público, es que atracar una entidad bancaria es sumamente difícil, costoso, requiere de gran destreza, habilidad técnica y mucha gente. Lo siguiente que se pone delante de las narices de los ingenuos espectadores, es que la planificación del atraco es perfecta e impecable, para acto seguido ¡chof! siempre cazan al ladrón con quien ¡No lo duden! van nuestras simpatías y tremendas ganas de resarcimiento. Cuando al Director le da algo de vergüenza someter a tan amargo trago a sus fieles seguidores de su arte, entonces, aparece un agridulce empate final emocional, es decir, el botín se pierde, pero los cacos salen bien parados.

Pues bien, así como el cine procura respetar al máximo el código de conducta moralizante gubernamental antes de rendir cuentas en taquilla, he detectado que también existe un oculto manual de instrucciones empleado por los medios de comunicación a la hora de informar sobre atracos a entidades bancarias: Los atracos de los que más informan prensa, radio y televisión, son precisamente aquellos que acaban con la detención del ladrón para desanimar a cuantos se lo estuvieran pensando; Los siguientes atracos de los que más noticias tenemos, son los que han supuesto delitos de sangre en su perpetración para con ello contrarrestar el conocido “Efecto Robin Hood” y las simpatías que estos sucesos despiertan en la ciudadanía; A consecuencia de lo anterior, sólo se habla de atracadores que, o bien son capturados para su descrédito personal o bien se les puede endosar delitos de sangre para espantar a seguidores potenciales. Por eso nunca oímos hablar de atracos que han salido bien, ni de atracadores que llevan lustros redistribuyendo los beneficios de forma inmaculada, auténticos Superhéroes de nuestro tiempo.

Tan menesteroso alarde manipulador de contingencia social, se vería mejor empleado en mitigar los motivos que lo hacen preciso. En principio, nuestras mentes abrazan como bueno el Mandamiento ¡No robarás! al que otorgamos valor absoluto sin cuestionarnos qué es robar y cuándo acontece un robo. Muy mal entonces se debe haber administrado esta ventaja axiológica por parte de la autoridad para que la población albergue sentimientos favorables tan extraños y antagónicos a su fundamental y más básica escala de valores grabada a fuego en la memoria desde la niñez como para que hayan cristalizado en el conocido refrán de “A quien robe a un ladrón, cien años de perdón”.

El problema de tan engañoso proceder radica en que, tarde o temprano, las cabezas despiertas empiezan a percatarse de lo que sucede y así como aprendieron a leer la Biblia en clave negativa traduciendo todas las llamadas a respetar la Ley, no como propias de un Israel piadoso, sino como síntoma de todo lo contrario, o sea de la continua traición y alejamiento de las mismas de su parte, ahora empiezan a cuestionarse hasta qué punto, atracar un banco, no sea un imperativo social para una vanguardia moral consciente del autoatraco perpetrado por la misma banca, que ha desactivado todas las alarmas gubernamentales sobornando a los garantes de la democracia, antes de hacer un butrón que da directamente a las arcas del Estado, saqueando todo el tesoro y escapar con nuestros muebles e inmuebles de rehenes, con los que a diario nos chantajea y para colmo pide colosal rescate…cuya secuencia se nos ofrece en el Tontodiario bajo el eufemismo de Economía.

La locura lo cura todo

Escribo estas líneas escuchando de fondo el discotequero tema de Sak Noel “Loca people” cuya melódica cadencia descriptiva del grato impacto que a los turistas les provoca nuestra secreta ecuación de la felicidad que se resuelve despejando en el espacio-tiempo las incógnitas estrechamente relacionadas entre siesta y fiesta, pudiera justificar la puercoespín irrupción de Ángela Merkel en nuestra escena política.

Todos los días, empresas solventes con beneficios presentan EREs endosándole al gasto público la factura de sus obligaciones sociales contraídas para con sus trabajadores y todas las noches, miles de ciudadanos se acuestan con la incertidumbre de no saber si al día siguiente se encontrarán con una carta de despido, por supuesto, con la conformidad de los sindicatos del crimen mayoritario. Entretanto ¡Viva la fiesta! Ayudas a la patronal, rebaja salarial, flexibilidad laboral, despido libre y ¡cómo no! subvenciones a los cómplices que dicen defender los intereses de la clase trabajadora.

Todos los días, nos llegan noticias de cómo los deportistas de élite que han llegado a donde están en parte gracias a nuestros impuestos, soporte social de infraestructuras y proyección mediática que les hace receptores del jugoso mecenazgo privado…han trasladado su residencia a Paraísos Fiscales al objeto de eludir su compromiso para con la sociedad que les ha aupado a lo más alto del podium. Pero todas las noches, a la gente se le olvida que está aplaudiendo a cuantos se están mofando de su buena Fe y ¡Viva la fiesta! las televisiones a pagar millones de euros por las retransmisiones deportivas en concepto de publicidad, los clubes a firmar contratos exorbitantes para garantizarse vender camisetas y marcas que marquen el culo y los corazones de los jugadores y ayuntamientos como el de Madrid a gastarse el dinero de los ciudadanos en lograr unos Juegos Olímpicos que tienen de pureza deportiva lo que de cocaína hay en una raya.

Todos los días, oímos hablar de lo mal que va la economía, pero llegan las rebajas y quien más quien menos, tira la casa por la ventana, como si llegara el fin del mundo, solo que, lejos de desprenderse de sus bienes materiales para ir ligeritos de equipaje como hicieran los primeros cristianos, desean hacerse un ajuar para el último viaje al mejor estilo de los Faraones egipcios. Y por la noche ¡Viva la fiesta! Terrazas llenas, cervezas y tapas corriendo a raudales, discotecas a rebosar escuchando los temas que enriquecen a los miembros de la SGAE y a quienes a su vez les roban a ellos.

Todos los días, sabemos de personas que son desahuciadas de sus casas por los despiadados bancos, pobre gente que esa misma noche no tendrá donde dormir, mientras el resto, como no queriendo ver las barbas del vecino pelar, continua con su particular ¡Viva la fiesta! bancaria, dejando su dinero en tan viles manos, manteniendo sus nóminas y domiciliaciones como si pudieran dormir a pierna suelta sabiéndose cómplices necesarios a cambio de ningún interés, pues hoy es el día, en que les pagamos por que se beneficien con nuestra riqueza.

Es posible que todo remita a las inmensas ganas de vivir que tiene la gente, a ese espíritu romántico escapista de la realidad que le permitiera a Don Quijote correr aventuras para mayor gloria de su Dulcinea, a la típica reacción infantil negacionista cuando se le pilla in fraganti cometiendo una fechoría, o sencillamente, a que como dice el estribillo de la canción arriba apuntada “la gente está muy loca” Y más que lo va a estar, de seguir por la senda de un sistema que de continuo envía mensajes contradictorios para trastornar a la población, como bien explica Naomi Klein en su obra “La doctrina del shock. Sólo nos queda entonces, confiar en la desconcertante conclusión a la que llega Guillermo Borja en su célebre Manifiesto Psicoterapéutico, a saber: que “La locura, lo cura todo”

Mestizaje Palestino-Israelí

Leo con emoción renovada que judíos y palestinos han marchado juntos a favor del reconocimiento el próximo Septiembre por la ONU de un Estado independiente palestino. La manifestación discurrió simbólicamente a lo largo de la «Línea Verde», frontera internacionalmente reconocida entre la parte judía de la ciudad y la palestina, ocupada por Israel desde 1967, con lo que implícitamente se está reivindicando la capitalidad compartida de la Ciudad Santa.

Sin llegar al extremo de aquella ocurrencia expresada por Warren Austin diplomático estadounidense ante las Naciones Unidas de desear ver a árabes y judíos resolver sus problemas sentados a una mesa como buenos cristianos, lo cierto es que, resulta esperanzador recibir noticias como esta, pues no creo que a unos y otros les quede demasiado tiempo para salir airosos del contencioso que ya empieza a quedar obsoleto en la nueva visión del mundo que se dibuja en el horizonte, en cuya silueta, se desdibuja por momentos, de una parte el firme y decidido apoyo interesado Occidental a Israel y de otra, el amparo no menos mezquino de los países musulmanes a la causa palestina.

El protagonismo del que han gozado amabas partes del conflicto, pronto decaerá en la medida en que la baza democrática que Israel esgrimía no pueda jugarse en un escenario rodeado de Estados musulmanes democráticos, que el peso de los BRIC haga innecesario por ineficaz el respaldo occidental a su costosa realidad y que las potencias de una Europa menguante y de unos EEUU cada vez más acuciados por problemas internos no puedan o ya no les interese bogar por su continuidad, cosa que en principio, parece favorecer a los palestinos, más estos, deberían cuestionarse en qué quedará el apoyo de los países musulmanes, cuando desaparezca el peligro que para ellos supone la presencia del Estado Sionista…

Si de verdad los judíos aman esa tierra y no desean salir a gorrazos de la misma dentro de cincuenta años y los Palestinos no quieren volver a ser un pueblo prescindible, insignificante y olvidado como lo ha sido hasta que la geoestrategia – y por qué no reconocerlo, la injusticia con ellos cometida – les pusiera de moda, a mi juicio sólo les queda una vía de solución duradera, a saber: ¡El mestizaje!

Los linajes palestinos poseen una gran capacidad reproductiva y el reconocimiento moral sobre la tierra, mientras los Israelíes tienen a su disposición un ingente caudal financiero e intelectual que se traduce en poderío militar y tecnológico de primer orden. Pues bien, ambos Pueblos sufrientes deberían aprender algo de los Carolingios que no dudaron en casarse con las esposas e hijas de los legítimos Reyes Merovingios a quienes habían primero traicionado, luego perseguido, desterrado y finalmente asesinado, política muy extendida por aquel entonces que otorgaba a vencedores y vencidos la posibilidad de la pacífica convivencia al mezclarse las sangres y erguirse con energía renovada ante el resto de potencias al unificar en su tronco las virtudes de sendas ramas en vez de perpetuar su enfrentamiento, como después se viera con Carlo Magno.

Cuando en dos generaciones, tres a lo sumo, Palestina sea únicamente un grano en el culo de los países musulmanes y su condición se parezca a la de los Gitanos en Europa e Israel coletee en la conciencia occidental en la misma medida en que lo hacen los pueblos indígenas del Amazonas ¡Pobrecitos! ¡Cuánto sufren! lo único que les podrá sacar adelante será superar sus aparentes insalvables diferencias, cosa que les será más fácil de conseguir si entre ellos no pueden distinguir quién es de origen palestino y cuál judío. Y el único modo que se me ocurre de hacerlo en tan breve plazo de tiempo, es apostando por un rápido mestizaje que permita a todas sus gentes sentirse de un mismo pueblo con Derecho ancestral a la tierra y capacidad de repoblarla aportado por la sangre palestina y el poder real de hacerlo valer y sostener por la fuerza militar y capacidad económica, contribución de la sangre hebrea.