Otra oportunidad para el PSOE

Hoy, como en el 79, en plena Transacción, podemos exclamar aquello de “El PSOE es un partido con cien años de honradez”, si bien desde lo de Flick y Flock, hasta los EREs de Andalucía, parece haber recuperado el tiempo perdido, porque su quehacer político compite en éxitos con el crimen organizado o la delincuencia habitual, nunca mejor dicho, a nada que uno tire de memoria sobre los casos de corrupción en los que los miembros de la banda del guante blanco han estado implicados: Casos Flic, Rumasa, Filesa, Guerra, Fondos reservados, Roldán, Urralburu, Seat, Ave, Palomino, Sanlucar, Campeón y un larguísimo etcétera que si nos dejáramos llevar por la demagogia podríamos pensar que los pesoistas desean alcanzar los órganos de gobierno única y exclusivamente para atracar a la indefensa sociedad civil desde las instituciones democráticas.

Bien, de entrada no voy a negar la evidencia; no es mi propósito defender lo indefendible, ni ejercer de abogado del diablo. ¡Es más! Acepto que la ciudadanía harta de tanto mamoneo vea en el PSOE una Plataforma para el Saqueo Organizado de España, en su militancia una red de compinches dispuestos a entrar en acción a la mínima oportunidad que les de las urnas y a las Casas del Pueblo como auténticas Herrikos donde se fraguan la mayoría de los atentados económicos contra la hacienda pública en perjuicio del interés general y el bien común. Tanto es así, que podría sumarme a la iniciativa pacífica de Internet donde se exige su disolución y la entrega inmediata de las arcas. Porque en este caso, los árboles, no nos tapan el bosque…son el bosque mismo.

Con todo, no debemos caer en una emboscada lógica de la mente, aquella que confunde el continente con el contenido: Posiblemente sea cierto que el PSOE se haya convertido en un Paraíso Judicial desde donde poder cometer fechorías de toda especie sin necesidad de rendir cuentas más que a los socios de sus tramas político-financieras-empresariales-inmobiliarias; seguramente también sea verdad que sus dirigentes, congresistas, senadores, estén más preocupados de cómo va lo suyo que lo nuestro, entendiendo por lo suyo los porcentajes, las comisiones, los sobresueldos, si bien sea lo nuestro lo que va en ello; tanto o más de lo que sus alcaldes y concejales, están ocupados en sacar adelante recalificaciones de terreno, adjudicar subvenciones y gastar a manos llenas el dinero ajeno para llenar por triangulación los bolsillos propios, duchos todos como son en desfalcos, malversaciones, ingeniería financiera, detraimiento de capitales, elusión fiscal, lavado de dinero negro, gestión de cajas B, falsedad documental, entorpecimiento de la justicia, encubrimiento procesal, estafa, sobornos, chantaje, montajes, espionaje…pero todo ello sólo habla del comportamiento ético-moral de sus militantes, no de la entidad y menos aún de las siglas que a estas alturas, desprovistas como están de cualquier atisbo de ideología, están en condiciones de pasar, no ya por una ONG sin ánimo de lucro, sino por una organización sin ánimo político.

Si nos leemos los estatutos del Partido y sus programas electorales, incluidas sus cláusulas con letra pequeña, pronto apreciaremos la inmensa diferencia entre los pesoistas y el PSOE, entre su tarea de gobierno y sus ideales. Por consiguiente, nadie medianamente correcto podrá atribuir la autoría intelectual de los delitos al PSOE aunque sean pesoistas quienes los cometan; más motivo habría entonces para endosárselos a la Seguridad Social o al DNI donde todos ellos confluyen junto a sus compañeros de fatigas del PP que tampoco se quedan mancos.

Por otra parte, siendo como son los fraudes de condición personal, además de plantearnos, si acaso, sus asuntos no deberían dirimirse en la intimidad del confesionario haciendo cumplir la ley de protección de datos para evitar el mediático efecto contagio que la judicialización de la corrupción está irresponsablemente provocando en la sociedad, cabría cuestionarse, si los pesoistas, contrariamente a lo que claman las calles, lejos de ser una casta elitista que nada tiene que ver con la ciudadanía, son en verdad nuestros mejores representantes, convertida su representación en el cervantino Retablo de las maravillas en un auténtico Retrato de Dorian Gray de la sociedad española. Porque dejémonos de historias, aquí el que no roba, no es por que no quiera, es porque no se atreve. De ahí que hayamos puesto todas nuestras esperanzas en una formación denominada “Podenmos”.
Sea entonces que con una militancia pesoista que nos representa mejor que nadie y unas siglas neutras como las del PSOE, este Partido, a mi entender, merece otra oportunidad ahora que ha echado al anterior entrenador por malos resultados reemplazándolo por alguien joven que nada tiene que envidiar en arte y ciencia a sus predecesores en el cargo.

Por la Legalización de la Corrupción

Aunque sea todavía objeto de discusión entre los expertos en ética, pongamos que la corrupción, en todos sus extremos, de principio a fin, desde sus causas a sus consecuencias, fuera mala, hasta el punto de desear su extinción. Y aceptemos también que entre nosotros, su realidad parece inevitable por mucho que se la persiga legalmente, judicialmente, policialmente, políticamente, mediáticamente, institucionalmente, religiosamente, pues su figura describe algo parecido a la pescadilla que se muerde la cola en un giratorio anillo de corrupción forjado a fuego lento, de tal modo que, son los mismos corruptos quienes han de velar por el orden constitucional, las libertades civiles, la propiedad de las personas…aspecto éste que tensiona emocionalmente sus conciencias empujándoles hacia el abismo de convertirse en criminales contra la comunidad cuando en su fuero interno, tentados por la oportunidad, no pretendían otra cosa que un beneficio particular, cargando así el individuo, con la culpa que en verdad debería ser social.

Porque, ahí donde lo tienen, un corrupto, presuntamente es un corrupto, pero ello no quita para que sea buena gente, colmada de virtudes, educado con sus vecinos, amable ante las cámaras, agradecido con quien le ayudara en sus inicios, fiel a su pareja, leal a sus jefes, solidario con los suyos, sincero en su vida privada, en definitiva, una persona de bien cuando su corrupción se queda en eso: corrupción. Pero como quiera que en España la corrupción como la droga o la prostitución esté mal vista, el corrupto, como el drogadicto y la puta, pronto debe deslizarse por terrenos criminales para poder alcanzar sus fines evitando en lo posible a otros corruptos y criminales que lo persiguen, juzgan y denigran, en una feroz competencia que hace disminuir los beneficios provenientes de la originaria labor corrupta para el sujeto emprendedor que corre con todos los riesgos de su actuación, mientras los perjuicios devenidos por la actividad criminal aumentan por momentos para la sociedad en un escenario sumamente caótico donde reina la incertidumbre y el desconcierto entre propios y extraños, pues a lo perdido por la actividad corrupta de los individuos, ahora debemos sumarle las ingentes partidas presupuestarias en perseguirlo, investigarlo, juzgarlo, encarcelarlo…sin otro resultado que su perpetuación, situación que ya no nos podemos permitir por más tiempo.

Es por ello, que propongo una solución adaptada a nuestra idiosincrasia nacional, la cual, lejos de dejarse llevar por el puritanismo fanático radical que busca eliminar de la faz de la tierra cualquier vestigio de corrupción sin detenerse a pensar el riesgo que se corre de aniquilar igualmente la naturaleza misma del hombre, adopta una perspectiva humanista e integradora del fenómeno al objeto de poder disfrutar de la mejor de las corrupciones posibles como diría Leibniz, o al menos, la menos mala de las corrupciones, trazando un bello paralelo con lo acontecido con la Democracia.

Mientras la sociedad esté formada por hombres en vez de ángeles, hemos de tratar interiorizar nuestras contradicciones, sin ir más lejos, es con la propiedad que aparece el robo, como es con la luz que surgen las sombras. En consecuencia, lo que nuestra comunidad debe hacer no es tanto combatir la corrupción que salta a la vista es una vía fracasada, cuanto asumirla plenamente, pero sin consumirse en ella, procurando introducir en el sistema la justa moderación aristotélica entre su prevención antes de que aparezca y su permisibilidad una vez haya hecho acto de presencia. Porque, España, puede ser un país corrupto como dicen desde el Financial Times o el Washington Post, y ¡a mucha honra! porque puestos a elegir, preferimos pertenecer a un país corrupto antes que a uno criminal como los EEUU o Gran Bretaña.

Para abordar de modo eficaz el problema de la corrupción, es preciso reconocer que su condena moral no atiende tanto a los principio y fines con los que la ciudadanía se conduce en su vida cotidiana, cuanto con los medios desproporcionados de que dispone para realizarla. Así, el problema de la corrupción surge desde el momento que son unos pocos y no unos muchos quienes podemos hacer uso y disfrute de la corrupción, máxime, cuando se castiga con mayor saña al corrupto torpe que al corrupto hábil, no hablemos ya del inocente de toda intención que también los hay después de varios años de escuela y catequesis. El problema de la corrupción, desaparecería entonces del horizonte mediático, de las encuestas de opinión de la preocupación ciudadana, cuando todos pudiéramos ejercer libremente la corrupción sin miedo a sufrir multas ni penas de cárcel, cosa que sólo es posible legalizando su práctica.

Pero la legalización de la corrupción o en su defecto la despenalización, podría generar sensación de mayor algarabía que la actual, por cuanto la gente al no estar acostumbrada, ni educada en su libre ejercicio, pese a los denodados esfuerzos del PP y el PSOE en la formación de sus militantes al respecto, lejos de usarla como un instrumento más de redistribución de la riqueza como son los precios, los salarios, el dinero, el trabajo, la inflación, los tipos de interés…la emplearía como un juguete social, engañándose los amigos, vecinos y familiares entre sí, sin haber comprendido que el uso inteligente de la corrupción, no debe perjudicar nunca al entorno cercano del sujeto que la comete.

Sea entonces, que además de legalizar la corrupción, es preciso organizarla.
A tal objeto, es mi deseo y convicción que sea la Casa Real, dada su dilatada experiencia en el tema, auxiliada por el Fiscal Horrach, el Ministro Gallardón y el Presidente del Gobierno Rajoy, la encargada de comandar la regeneración corrupta de España, alejando así para siempre la necesidad hipócrita de cometer crímenes y delitos para ejercer la corrupción, por hallarnos en un país donde nadie la persigue y nadie la condena.

FJF

Apartado injustamente de sus derechos dinásticos a mano de sádicos gobernantes, arrinconado en el protocolo de modo cruel por las instituciones, enviado al destierro estudiantil durante sus tiernos años de infancia para distanciarlo de sus miles de partidarios entre los que me cuento, siempre ocultado a las cámaras y micrófonos de cualquier medio cortesano de comunicación a fin de ningunearle incluso las simpatías naturales que despierta su trágica figura, cual Fantasma de la ópera, Jorobado de Notre dame, o particular Segismundo, FJF, con la ayuda de Dios que vela por su noble envite, se las apaña por si mismo desde pequeñito para sortear con gracia y éxito las antedichas dificultades legales tramadas contra su personita, por medio de acciones simbólicas como las entrañables pataditas a sus primitos y gestos inocentes como pegarse un tiro en el pie con la escopeta yendo de caza con su padre en plena polémica por lo del elefante, que de no ser por su corta edad, bien podríamos sospechar están orquestadas por un destacado director de publicidad.
Sus quince años de soterrada lucha contra la injustica criminal padecida por su buena madre la auténtica Reina de Orbajosa, no han caído en saco roto; gracias a sus travesuras infantiles y sus peripecias vitales, su imagen y por extensión su tronco familiar despierta enorme adhesión emocional, la misma que le es negada a sus parientes usurpadores a quienes adscribimos a la extirpe de los reptilianos, por más que se empeñen en hacernos creer que las encuestas les son favorables y por muchos reportajes donde aparezcan con las sonrientes meninas de Velázquez.
Pero FJF, sabe que ahora, corre más peligro que nunca. De ahí su semblante tribulado asomado a la ventana tras las cortinas de Palacio…¿Qué suerte de accidentes le tendrá preparado el destino? ¿Dónde podrá sentirse a salvo fuera del alcance de toda intriga contra lo que representa? ¿Quién velará por su seguridad y la de su hermanita, además de los inquietantes Servicios Secretos?
La instantánea asomado a la ventana con gesto tribulado hablando por el móvil no fue casual. FJF, debió ser asesorado por expertos en raptos, secuestros, y negociaciones terroristas que le recomendaron por su bien dejarse ver en momento tan importante a modo de prueba de vida y como testimonio de su reivindicación pública de su realidad ante el mundo y ante la historia, con la garantía de que su arriesgada presencia sería recogida por un fotógrafo amigo que se ocuparía de darla a conocer en vez de dejarla apartada en un cajón. FJF, pese a ser todavía un adolescente entendió que ello sería su mejor seguro de vida, al menos, hasta que cumpla la mayoría de edad.
FJF debe tomar una decisión importante: mantener viva la llama de la verdad aún a riesgo de morir por causa de ella o por el contrario, sucumbir a la farsa de los hechos consumados. Mas, de decantarse por esta segunda vía ¿Cómo garantizarse que sus enemigos tengan claro su abandono de toda reclamación para que por miedo no atenten contra él? Así presentado, sus opciones podrían bautizarse como la vía alfonsina o la alternativa pochola.
El problema para FJF, es que ya ha sembrado su trayectoria de peligrosos antecedentes que podrían explicar un desenlace fatal por exceso de velocidad en moto, o una bala perdida. En consecuencia, ni aún llevando lo que su abuelo denominaría, “una vida ejemplar”, lejos de las drogas, practicando deportes, entregado al trabajo y la responsabilidad familiar, sería suficiente para borrar la mala fama intencionada que se ha proyectado en todos estos años sobre él preparando el terreno. De modo que, su única esperanza de supervivencia, a mi sano entender, sólo podría hallarla tomando los hábitos del Cartujo, entrando en un convento de clausura. Y ni por esas las tendría todas conmigo, gastándoselas como se las gastan por las altas esferas, que ya vimos lo cómo terminó sus días Rudolf Hess después de haberse pasado medio siglo incomunicado en Spandau.

Sobre el aforamiento del Rey

Comprendo como bueno, que las distintas autoridades del país dispongan de un régimen jurídico especial que les proteja ante un mal uso partidista del Código Legal en las disputas políticas, por cuanto, desaparecida toda virtud de las mismas, no sería extraño que para apartar a un rival de escena se le metiera en pleito continuo socavando su imagen pública y aún entorpeciéndole considerablemente su cotidiana labor representativa, entretenido en preparar su defensa con los abogados, acudir al juzgado a recoger citaciones, responder al tribunal en persona o por escrito y dar explicaciones convincentes a los periodistas a ritmo de telediario. Con todo, siempre he tenido por un abuso de nuestra legislación, que dicho régimen especial ataña a la persona sujeto de aforo y no al cargo o más aún, al desempeño de su actividad en calidad del mismo, que si algo he aprendido en Teología es que la famosa “Infalibilidad” atribuida al Papa de la Iglesia Católica, sólo acontece para cuando el Santo Padre se pronuncia como Papa sobre cuestiones fundamentales de la Fe y no sobre un partido de futbol que a tal efecto parece más apropiado dirigirse a Maradona que a Bergoglio.

Porque, parece justo y apropiado que, a nadie se le pueda juzgar y menos culpar, por los resultados del desempeño de una ocupación pública representativa despejada la incógnita de no haber trabajado de modo negligente o irresponsable, pues en tal situación, pocos se animarían a hacerse cargo de la misma. Ahora bien, de ahí a que durante el desempeño de su tarea de servicio a la comunidad, cualquier infracción de tráfico que cometa yendo al volante, cualquier altercado que inicie embriagado, y demás posibilidades que las leyes penalicen al común de los mortales no les afecten de igual modo…entiendo yo, no es preciso haber leído El espíritu de las leyes, del Barón de Montesquieu, para advertir que su aplicación se desvía demasiado, si no de la letra de la ley, si del propósito con el que fuera redactada que es el apuntado al inicio de esta columna.

Dicho esto, también es extraño que asumida la circunstancia por parte de los incautos ciudadanos, para dar cobertura al crimen y delito institucional, con más de 10.000 personas aforadas repartidas estratégicamente por toda la geografía, estemos buscándole tres pies al gato, a fin de otorgarle tan preciado paraguas gubernativo a Don Juan Carlos, simplemente, por haber abdicado de su cargo, obligándole cruelmente a quedar a merced de las leyes y los jueces del Estado como un peatón más, cosa que también comprendo le aterre a él, a sus familiares, a su séquito y toda la Corte, no tanto por tener algo que esconder, cuanto por el funcionamiento de aquella, donde la verdad padece aunque no parece.

Con todo, no entiendo las prisas del Gobierno por otorgar a persona tan noble y campechana como dicen que es Don Juan Carlos, el susodicho régimen especial. Casi parecería que lo fuera a necesitar…Y es aquí, donde uno se pregunta: ¿Está Don Juan Carlos relacionado con algún crimen de Estado asociado a la guerra sucia antiterrorista de los GAL que le pudiera llevar ante el tribunal? ¿Teme alguien que los hechos acaecidos en el Sahara a mediados de los setenta pudieran ser denunciados ante la ONU? ¿Es que acaso, el ciudadano Juan Carlos ha cometido algún delito en su vida privada que durante años no se le ha podido juzgar y ahora se temen salga de nuevo a la luz? ¿A caso tiene intención de perpetrar desconocidas fechorías para la humanidad en el futuro que hagan necesario su blindaje ante la justicia nacional, internacional y hasta Universal?

No lo sé. Supongo que no, porque ya estaríamos al tanto del asunto; y sinceramente, espero que no, porque, pese a mi confesado espíritu republicano, reconozco en la persona un perfil positivo incapaz de haber cometido algo grave. Otorgar por vía urgente el aforamiento a Don Juan Carlos, supone proyectar la sombra de la sospecha, todo un borrón en su carrera, que ni la historia podrá eliminar.