Si para Golpes Bajos, durante la reconversión de los Ochenta, ya eran malos tiempos para la lírica, y los Celtas Cortos pedían que se les contara un cuento durante los Noventa con la que estaba cayendo, qué podemos decir ahora con Amaral anunciando a los cuatro vientos que, tras pasarse toda la noche en la calle y no quedar días de verano, no piensa salir corriendo, cuando hay sobrados motivos para ello, de no ser que se esté paralizado de miedo, ante el panorama postmoderno que se nos presenta por delante y que justifica la añoranza de lo retro y el avance del conservadurismo como medida preventiva de progreso, ante un futuro a todas luces pretérito que amenaza con involucionar de golpe, todas las conquistas sociales adquiridas tras muchos siglos de lucha.
Antiguamente, los pequeños de la casa, como bien expone Propp, aprendían todo cuanto habían de aprender de las historietas, anécdotas, y cuentos que les contaban los mayores, incluidas enseñanzas valiosísimas para su supervivencia, relatos que en su conjunto no le escatimaban ni una brizna de la crueldad del mundo en el que habría de vivir: brujas, ogros, demonios, monstruos, lobos, ayudaban a la mente infantil a comprender que la realidad que le rodeaba estaba plagada de peligros; madrastras envidiosas, gigantes egoístas, oscuras ancianitas, el hombre del saco, reyes perversos, advertían de las distintas caras del Mal con el que se podían encontrar; manzanas envenenadas, casitas de caramelo, castillos mágicos, bosques encantados, ejercitaban en ellos la capacidad de desconfiar y que arraigara cierto escepticismo, etc. Empezó entonces la idiotización de la infancia mucho antes de la irrupción de la ESO entre nosotros…se inició con la dulcificación de los cuentos infantiles, las películas de Disney, y los Happy End Hollywoodienses, que persuaden a las ingenuas inteligencias de que un comportamiento ejemplar particular garantiza al individuo una vida sana, sin enfermedades ni problemas, sin traiciones, sin atropellos, ni injusticias, y de haberlas, si bien ya no puede confiar en la justicia divina, para eso está Superman, Terminator, Robocop, o más dulce todavía…¡Pokemon! Esta estrategia de idiotización de la infancia y la juventud, bien diseñada desde el Gobiernos e Instituciones, bien apoyada sin fisuras por los medios de comunicación, con la financiación del mercado que precisa de empleados dóciles y consumidores compulsivos, sin embargo, adolece del debido plan de contingencia ante los nocivos efectos colaterales que ha causado entre las nuevas generaciones y que empieza a aflorar cada vez de modo más notable en forma de violencia juvenil, cuyo calibre requiere una perspectiva más profunda que a la que nos tiene acostumbrados las ñoñas interpretaciones de la sociología oficial, que para algo la pagan a base de encuestas.
Unos niños acostumbrados a escuchar de sus abuelos historias de miedo, pasajes bíblicos truculentos en boca del cura, mitos y leyendas de ambiguo recorrido moral contados por el maestro y como unos padres llevaban a sus hijos al bosque para que se perdieran en labios de su querida mámá,,al margen de que de esas mismas fuentes recibían mejores pruebas materiales, tenían la mente bien formada para afrontar los retos de una vida adulta muy jodida como resulta de tener que trabajar para otros, hacer lo que mandan los jefes, pagar impuestos hasta para limpiarte el culo, no poder follar cuanto te apetece, con quien te apetece, cuando te apetece, y como te apetece, vivir en condiciones hostiles en habitáculos reducidos rodeados de asfalto, ruidos, polución, con deseos constantes de escapar de todo ello, pero sin esperanza de poderlo conseguir…porque las perdices estaban reservadas para Príncipes y Princesitas…Pero ahora, esos reyes de la casa que han adquirido el denominado por Javier Garrido “Síndrome del Emperador”, esos nuevos Tiranos de la videoconsola, esos a quienes videos, Dvds, pelis y mangas han acostumbrado, de una parte a presenciar finales felices, y de otra a resolverlo todo a la tremenda ametralladora en mano, pero a quienes desde la cuna se les hizo creer que el lobo también era bueno y acababa sentándose junto a Caperucita y su abuelita a tomar la merienda…son incapaces de digerir toda la rabia y frustración que les genera darse de bruces no con un juego de rol, ni con un programa virtual, sino con la realidad, no ya en su etapa adulta independiente, sino sin salir de su privilegiada posición irresponsable y dependiente en el mismo nido paterno, entrando en conflicto con todos y cada uno de los actores con los que debería saber interactuar, padres, profesores, parejas, compañeros, y como se ve últimamente con el propio grupo de iguales, hasta ahora último bastión en el que la juventud parecía refugiarse física y espiritualmente, mas le suponen todo un problemón al disponer de un poderoso hardware nuevo, pero carecer de su correspondiente software, de tal guisa que incapaces de seguir patrones adecuados de conducta subliminalmente asimilados durante su más tierna infancia, ponen en juego la antedicha papilla mental administrada, cuyo resultado ya no se traduce en la típica rebeldía juvenil, sino de forma iracunda, en modos y maneras más propias de psicópatas y asesinos en serie, que de su edad, como lo atestiguan los reiterados y cada vez más repetidos casos de violencia entre niños, adolescentes, y jóvenes.
Es posible que para esta generación y la que está al llegar, todo esté perdido y no haya nada que hacer, salvo capearla como buenamente se pueda, pero sí cabe corregir errores con los que todavía andan a gatas. No digo yo que volvamos a hacerles traducir las tragedias griegas mientras cursan el Trivium y Quadrivium, pero no estaría nada mal, empezar por contarles de nuevo cuentos al acostarles de viva voz, pero con todos sus ingre-dientes.
Categoría: Pedagogía
Neg-Ocio adolescente
Del ocio al trabajo, y del trabajo al ocio, a parte de recesos, descansos, fiestas, vacaciones y tiempo libre, hay mucho, pero que mucho negocio, entendiendo por negocio, la negación del ocio, que es cómo lo definían los antiguos griegos. Siendo entonces nuestra entera sociedad, un permanente intercambio interesado de trabajo por sueldo, una prostitución del tiempo, un comercio del espacio, un continuo mercado en el que todo se compra y se vende regido por la ley de la oferta y la demanda, expuesto a cíclicas crisis financieras en el que incluso bienes vitales para la supervivencia como los medicamentos son susceptibles de patente y el platónico mundo de las Ideas ha caído en desgracia con los Derechos de Autor…cabe preguntarse si es lícito hablar de ocio, sin confundir éste con el debido descanso que cualquier animal, o esclavo precisa para continuar trabajando hasta reventar.
Tengo la suerte de pertenecer a lo que T. Veblen bautizó como “Clase Ociosa”, suerte que me he labrado al hacer de mi ocio un trabajo y de mi trabajo un ocio; tanto es así, que cuando sin querer me voy de vacaciones, vuelvo tan fatigado que necesito un periodo para reponer fuerzas y retomar mi ritmo natural. Pero por lo general, la gente suele confundir los conceptos expuestos pues se les ha hecho creer que todos ellos remiten a una misma cosa, mas no es así.
Cuando tras un tiempo de trabajo se hace un pequeño receso, este no puede ser catalogado en modo alguno, ni como tiempo libre, ni como ocio; su nombre apropiado es descanso, asunto que los escolares tienen muy claro denominándolo recreo por su corta duración, y que jamás de los jamases confunden con las fiestas y vacaciones. Sin embargo, a veces, si que se confunden las dos últimas y así oímos llamar vacaciones a las fiestas de Navidad o a las de Semana Santa, cuando a la inversa no sucede decirle al verano entero que es una fiesta, de no ser que seas Pocholo y vivas en Ibiza. En nuestra sociedad esclava de la Producción, los Fines de Semana y las fiestas puntuales no dan para organizar tramos de ocio, dado que, las primeras veinticuatro horas del mismo son necesarias para repararse del trabajo y lo que queda aparece rebajado por la angustia de tener que regresar al día siguiente a la noria del borrico, es lo que se conoce como “Síndrome Dominical” más frecuente que el “Síndrome postvacacional” Cierto es que, durante los descansos, las fiestas y las vacaciones nos encontramos con tiempo libre, si es que hemos evitado casarnos y traer hijos al mundo como es mi feliz circunstancia, pero para que el tiempo libre se transforme en ocio, es imprescindible que confluyan dos aspectos, a saber: de un lado que se trate de un lapso de tiempo suficientemente largo como para que aparezca en personas descansadas física y psicológicamente, sin que en el horizonte asome la amenaza sobrecogedora de tener que trabajar para poder acceder a la conocida desconexión mental que solo a los yoghis les está permitido alcanzar con técnicas de relajación, respiración y meditación, y de otra, que el sujeto o la conciencia se entregue a tareas que desarrollen sus más excelsas potencialidades libres de toda atadura, compromiso, o responsabilidad, salvo para consigo mismo. Es así, y solo así, como puede aparecer el ocio y su disfrute. Todo lo demás en poco o en nada se diferencia del descanso esclavo.
Pues bien…respondiendo a la cuestión planteada, debo contestar sinceramente que ¡No! Hoy, tal y como funciona el Mundo, no es posible hablar de ocio: los trabajadores como mucho tienen descanso, los desempleados en el mejor de los casos tienen demasiado tiempo libre, las amas de casa ni lo uno ni lo otro sean trabajadoras o paradas, los escolares a lo sumo cuentan con tiempo para hacer deberes y preparar exámenes que no hay fiesta, vacación, Finde, o Puente que no se les mande hacer algo para atormentarles psiquicamente…y es precisamente entre estos, los estudiantes, donde se encuentra, ¡no! el Ocio Adolescente, sino el Neg-Ocio Adolescente. Y ¿en qué consiste el Neg-Ocio Adolescente?
El NOA tiene varias ramificaciones; desde las más brutas y sórdidas, hasta las sumamente refinadas. Entre las primeras tenemos a la industria del tabaco, alcohol y hostelería que nutren de sustancias tóxicas a los pulmones e hígados de nuestros jóvenes para que si no mueren en carretera en caballitos de gasolina de uno en uno o en ataúdes de hojalata rodantes de cuatro en cuatro, lo hagan a cargo lentamente de la Seguridad Social. Para que triunfe esta industria del NOA, es preciso la colaboración de las FUCOI Fuerzas Corruptas de Ocupación Institucional para que la juventud no tenga opción de divertirse sin gastar dinero y crear Neg-Ocio. Algo más sibilino consiste en ofrecer a los adolescentes un consumo fatuo constante a través de la Obsolescencia percibida, también dicha moda, para que disfruten comprando tonterías y modelitos que no les servirán a la temporada siguiente, asunto al que se ha sumado la tecnología sobre todo móviles, Mp3, y resto de aparatos cuya actualidad no dura un suspiro. Pero lo más sofisticado es la estrategia amparada por el mercado y la casta docente de dirigirles la atención hacia la dinámica diabólica del aprendizaje del puto inglés que les obliga a viajar durante las vacaciones a sitios donde nadie iría ni a tomar el té, y evidentemente la estupidez requiere de cierta cobertura ofrecida por los productos en dicho idioma bajo la inocente pantalla de la industria editorial, del cine y las discográficas, alentadas por las subidas y bajadas de internet, verdadero Neg-Ocio Adolescente Anglosajón.
Si deseamos hablar con fuerza y vigor de Ocio adolescente, habremos de empezar primero por diseñar una formación integral de los jóvenes bajo el lema latino “Mens sana in corpore sano” y nada más sano que, organizar horarios y calendarios escolares que posibiliten la aparición del ocio según lo indicado, y no solo tiempo libre o de descanso, de modo que la parte académica, no supere a la de ocio, asunto fácil de conseguir de eliminarse los indecentes “Deberes escolares” y si se dedicarán las mañanas a las materias de estudio como matemáticas, filosofía, lengua, etc,, y las tardes a idiomas, música, arte, deporte y demás actividades que desarrollan y cultivan el espíritu. El resto de debates en torno a esta cuestión, no son otra cosa que ganas de marear la perdiz, y ya sabemos que es lo que ocurre antes del “colorín colorado…”que este cuento se ha acabado.
EpC: Educar para la resistencia
Poco antes de cumplir los veinte, tuve la fortuna de leer “Contra la Paz y contra la Democracia” de Agustín García Calvo, texto que me situó decididamente en la órbita anarco-liberal en la que desde entonces me encuentro, si bien, a cada vuelta de ciclo legislativo, más escorado a la derecha…Leyendo sus agudas reflexiones, comprendí lo pernicioso que resulta hoy educar a nuestra juventud en valores tan engañosos y fútiles como son, Democracia, Libertad, y sobre todo Paz, sin haber hecho antes una labor adecuada en la formación de lo que los pedagogos designan como “Pensamiento Crítico” que adiestre al sujeto en discernir los discursos de quienes los pronuncian, el contexto en el que se enmarca el mensaje, el desarrollo histórico material de la configuración del concepto en la praxis humana fuera de los manipulados diccionarios reaccionarios, que le permitiera estar en facultad de apreciar su genuino significado y las implicaciones radicales que comporta, no limitándose el juicio a consolarse con las acostumbradas orgías etimológicas que emanan de los ideales mundos Platónicos que jamás se dieron fuera de la fantasía humana, y a los que tanto aprecio dice tener y tender la Izquierda en forma de Utopía.
Así como, en el prólogo de su “Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel” K. Marx advirtió del peligro que para el Pueblo oprimido suponía el placentero y reconfortante discurso dominical de la Iglesia Católica, no tanto por cuanto contribuía a consolidar el status quo, como por su capacidad de enjugar tristezas, penas, agravios, y sufrimientos de los más desfavorecidos, a quienes ayudaba a sobrellevar su carga en este valle de lágrimas con la esperanza de verse recompensados en el Cielo, a cambio de que se mostraran sumisos con la realidad que les había tocado vivir a modo de prueba divina, que para entonces, hasta los muy Píos, tenían claro que no la quería ni Dios, actuando así, como el mejor opio del Pueblo, en el sentido de que al aliviarles los sufrimientos físicos a través de la caridad, y espirituales por medio de sermones, aletargaba su capacidad de acción para rebelarse contra la tiranía que les mantenía en tan indigna situación alienante.
Los tiempos han cambiado, pero los comportamientos sociales, algo menos, como ya se sabía en la Ilustración “Se puede cambiar las leyes de un pueblo, pero no sus costumbres” dado que se transmiten de generación en generación a través de los “Memes” especie de genes culturales descubiertos por Dawkins, de modo que, hoy aquella labor apaciguadora que se le confió durante siglos a la casta sacerdotal de nuestro entorno, hoy se ha visto transferida a la casta docente, por ineficacia de su antecesora, cuyos servicios y oficios apenas alcanzan a llegar superficialmente a los más beatos del reino y por lo demás, ni se demandan entre una ciudadanía más preocupada por los asuntos mundanos que los espirituales, de ahí que hoy el peligro denunciado por San Karl Marx – dicho de un tirón se entiende por qué los chinos veneran a Mao- no hemos de buscarlo en los púlpitos, sino en las cátedras mediáticas, y sobre todo entre los desamparados pupitres donde las personitas más inocentes se encuentras del todo desarmadas para ofrecer ningún tipo de oposición al lavado de cerebro que se les hace durante toda el periodo escolar.
Con pasmosa elocuencia, el genial Spinoza decía en su “Ética” que él había aprendido a desconfiar de aquellos bienes, riquezas y conocimientos espirituales ofrecidos a bombo y platillo a todo el Pueblo por quienes a su vez no escatimaban medios en acumular, esconder y custodiar a capa y espada cualquier menudencia que pudiera tener algún valor material, en directa referencia a los Príncipes de la Iglesia y Curia Vaticana. Desde entonces, yo también apuré tan certera observación para aplicarla a los discursos políticos dirigidos a las masas, y tras escudriñarlos como se merecen, ¡con desconfianza! entresaco abductivamente los elementos perniciosos para mi y la ciudadanía. Pues bien, hete aquí, que entre la casta docente, directamente dependiente de la casta política que a su vez está supeditada al Poder financiero que es el que emprende y mantiene Guerras, invierte en armamento, financia las cárceles, subvenciona la compra-venta de material antidisturbios y de tortura para los Gobiernos que de él dependen, concede créditos millonarios a las empresas mercenarias de seguridad para equipar a sus efectivos con lo más sofisticado del mercado….no se tiene escrúpulos en dejar pasar las consignas de educar a los jóvenes en un valor tan peligroso como lo es la Paz, sin sospechar mínimamente que, de lo que se trata, es de despojar a las futuras generaciones oprimidas, del último de los recursos que les quedan que no es otra, que el derecho a la Resistencia y el ejercicio de la autodefensa.
Tal y como están las cosas, con la III Guerra Mundial camuflada fuera, y una solapada Guerra Civil encubierta dentro de Occidente, decir ¡Adiós a las armas! como propuso Hemingway es dar la bienvenida a la muerte, para luego preguntarse “¿Por quién doblan las campanas?” como le sucedió a la II República española a la que las democracias negaron el armamento que precisaba para defenderse del fascismo apoyado, éste sí, por soldados, tanques y aviones desde la Alemania Nazi y la Italia de Mussolini, por lo que me parece todo un despropósito, cuando no una perversa maquinación, educar a nuestra juventud en un valor falso como lo es la Paz abstracta. Aunque nuestra instintiva maldad nos facilita mucho la realización de la violencia, nuestra conveniencia vela por nuestra también naturaleza social, de modo que, de su equilibrio salimos pacíficos por la cuenta que nos trae, de no ser que, nos convenga puntualmente un comportamiento contrario a la sociedad, pero de alto provecho particular o de los nuestros, en cuyo caso nos ampara el derecho natural a ejercer violencia para preservar nuestros intereses. Estoy al tanto de los avances realizados a favor de la recolección de pruebas que soporten la solidaridad dentro de nuestra constitución animal, y ciertamente haberlas, haylas, pero no me convencen pues, mientras la solidaridad y el comportamiento altruista aparecen de forma excepcional, no así el violento, al cual debemos el ser como somos, sino en su totalidad, al menos en su mayor parte.
Sea como fuere, querido lector, asentirás conmigo que bien por amor a Dios, o miedo al demonio, la mayoría de nosotros por lo común tenemos un comportamiento pacífico. Yo por ejemplo, pese a conocer nuestra tendencia al Mal, concedo a mis iguales la ventaja de no ser peores que yo, y aunque ya nadie está en condiciones de sorprenderme moralmente pues espero de todos lo peor, acepto que físicamente si lo puedan hacer para poder interactuar en este cochino mundo de impostura general; así, sin miedo, salgo a la calle dispuesto a concederos el derecho a hablar conmigo aunque no me conozcáis, ayudaros en lo que pueda me lo pidáis o no, ser amable con vosotros sin nada a cambio salvo reciprocidad, ejerciendo toda la educación recibida, los principios cívicos inculcados, sin necesidad de mirar de reojo a la ley positiva que nos hemos dado para evitarnos tal como verdaderamente somos… Y es que, una cosa es procurar que vuestros hijos sean pacíficos, y otra muy distinta, convertirles en pacifistas, condición muy perjudicial para ellos personalmente, y para nuestra futura sociedad.
La diferencia entre la gente pacífica y los pacifistas, es que los primeros no se meten con nadie si nadie se mete con ellos, mientras los segundos son unos auténticos tocapelotas que convierten la virtud en vicio, pervirtiendo la esencia de la Paz, cuál es, la de garantizar la pervivencia del individuo y de la especie, poniendo en riesgo a los elementos que practican semejante idiotez y a su vez al colectivo en el que se integran. No voy a negar la autenticidad de los ingredientes sentimentales que mueven esta enferma ideología, por cuanto podría ser cierto que, de todos ser pacifistas, seguramente todo sería mejor que ahora, pero la estadística dice que la posibilidad de que todos los seres humanos seamos pacifistas a un mismo tiempo, no es que sea remota, es que es imposible, para todo aquel que sepa como funciona el mecanismo darwiniano que avala el proceso evolutivo, dado que, mientras haya un individuo ajeno al espíritu pacifista, el pacifismo no podrá avanzar, dado que a nada que superase la mitad de la población de la especie, los elementos agresivos acabarían con sus indefensos miembros y solo se propagarían los violentos, involucionando con ello a etapas muy anteriores a la aparición de los homínidos; pongamos un ejemplo: imagínense ustedes que en Madrid triunfaran los pacifistas, supongamos que por lo que sea, hubieran convencido al 90% de sus ciudadanos, ¿cuál sería el resultado? Tenemos dos opciones, que el 10% de los agresivos o violentos se acoquinaran y se aviniesen a un entendimiento con los pacifistas, o por el contrario, que aprovecharan la ocasión y se hicieran con el control de la situación y exterminaran a la población pacifista. Si su opción es la segunda, la consecuencia es clara: la especie, al menos en Madrid se habría perfilado más violenta y agresiva que antes y se propagarían más los genes violentos, consiguiéndose lo contrario de lo que se decía perseguir, de modo que, no conviene se extienda esta nefasta doctrina. De no ser que…la misma sea una herramienta de manipulación masiva, utilizada por los elementos agresivos actuales para que les facilitemos las cosas, como los Reptiloides de los que habla David Icke, por poner un caso que, aunque discutido, tiene su enjundia.
El espíritu pacifista viene apareciendo a lo largo de la historia tras los horrores de la guerra: pueden rastrearse desde “Historia de la guerra del Peloponeso” de Tucídides, hasta “Guerra y paz” de Tolstoi, pasando por “La paz perpetua” de Kant. Y ¡cómo no! tras las dos Guerras mundiales, su presencia entre la gente arraigó con mayor fuerza, tanto como espanto habían causado las anteriores. La victoria de Gandhi frente al Imperio británico le dio alas, el movimiento hippie y Cia, lo auparon a lo más alto, en un frenesí de auténtico amor ciego por el riesgo, pues pocos entendieron el oculto mensaje ya emitido por Jesús desde la cruz, ahora reencarnado en los nuevos apóstoles de la paz como Gandhi, Luther King, Lennon…
Haciendo mía la letra de Alaska “retorciendo palabras de amor” intentando que quieran decir lo que yo no me atrevo… si no participamos de “si deseas la paz prepara la guerra”, ni de que “la mejor defensa es un buen ataque”, que menos, ser prudentes y comulgar con que “el mejor ataque es una buena defensa”, que por supuesto en boca mía, no se trata de preparar a la juventud en la resistencia pasiva, sino en la Resistencia Activa, enseñarles a organizarse por grupos de afinidad, crear secciones de Acción Directa, Brigadas de Autodefensa, aprendizaje en el manejo de armas y explosivos, conocimiento del medio cercano, y sobre todo prepararles mental y psicológicamente para el combate tanto material como ideológico que está a punto de estallarnos delante de nuestras narices, porque como dice Seguridad Social “no quiero hablar de la lucha si no estamos preparados”. Por eso urge un cambio legal que permita a la ciudadanía portar armas para su autodefensa, y conviene que la vanguardia consciente de la situación o cuantos hayan tomado nota del Manifiesto publicado y prohibido en Francia por el Comité Invisible, aproveche los vigentes resquicios jurídico-empresariales para constituirse en empresas privadas de seguridad para hacer acopio del instrumental, logística e infraestructura adecuada: campos de entrenamiento, armamento, parque móvil blindado, reclutamiento de biólogos y químicos, y el largo etcétera del que ya disponen Prosegur, Securitas…. para hacer frente a las castas agresivas reptiloides que desean confundir a las futuras generaciones a través de las escuelas y la educación para la Paz.
Con todo debo reconocer que es bueno educar en y para la paz a personas agresivas y violentas, si es que eso es posible en una sola generación, pero bajo ningún concepto a personas que ya gozan de una personalidad pacífica, pues se supone que para algo hemos legado al Estado nuestra capacidad natural de actuar por cuenta propia, otorgándole la potestad de emplear la fuerza para nuestra defensa con quienes rompan abiertamente nuestro acuerdo de no beligerancia. No nos equivoquemos entonces en lo que se propone en estas líneas; educar para la Resistencia, no supone negar ni la potestad del Estado para ejercer la fuerza en monopolio, ni suplantar competencia alguna suya, sino poner en práctica el sentido común que apela a la prudencia cuando el horizonte de actuación se presenta confuso. Si malo es atender a profetas agoreros que vaticinan catástrofes y el Fin del Mundo por paranoia profesional, no lo es menos desatender las evidencias en la creencia de que por no verlas, estas desaparecerán.
Teleobediente
Guy Debord preconizaba el advenimiento de la sociedad del espectáculo , y lo que nos ha llegado ha sido el mundo de la Televisión. Hubo un tiempo en el que lo apropiado al aparato era describirlo lingüísticamente con la misma dignidad que la flora y fauna merecen desde que el sueco Linneo así decidiera clasificarlos. Por ello, llamamos televisión a ese electrodoméstico que parece abrir una ventana al mundo exterior, mucho antes de que apareciera el güindos y que significa visión de lejos. Y también hubo un tiempo que a quienes veían la televisión, empezó llamándoseles Tele-espectadores, pues cuando aquello, la tele tenía como función entretener al público haciéndole más cercano el teatro para quien no tuviera medios de acudir a él, la misa de los domingos mientras estaban enfermos postrados en cama, el circo a los niños que vivían en los pueblos rurales, etc. La tele, en cuanto proyectaba espectáculos, tenía tele-espectadores, quienes permanecían expectantes ante los espectáculos. Pero pronto los espectáculos fueron dando paso a otros programas que ya no tenían propiamente el objeto de entretener, sino de informar, como Telediarios, anuncios publicitarios, etc. Estos programas ya no servían al mero entretenimiento, ya no eran contemplados como espectáculos, pero la gente continuaba viendo la tele por lo que empezó a llamársele Televidente, a quienes veían la tele indistintamente de si informaba, entretenía o si acaso se aburrían. Pero las cadenas de televisión empezaron a especular con la posibilidad de educar y concienciar a las masas por medio de películas, documentales, y una serie de programas de entretenimiento aprovechando la ingenuidad y buena fe de las personas. Así, se empezaron a dar consignas a la población para que participase en Telemaratones se apuntara a ONG’s, llamase a tal o cual número de teléfono, respondiera encuestas, participase en concursos, y un sinfín de imaginativos recursos enormemente potenciados con la aparición de la multimedia. A estas alturas no se sabe cómo llamar a la persona que se sienta ante el televisor, pues está por ver, si el individuo que se halla en semejante situación observa, contempla, mira, o acaso ve, lo que le ponen por delante. Lo que en principio debió entenderse como un instrumento al servicio de ocio y si se quiere, de la propia formación personal, se ha convertido en una auténtica cadena que nos esclaviza del modo más sibilino que hay, haciendo de todos nosotros, no usuarios de la tele como cabría esperar, ni teleespectadores , dado que no hay nada que espectar, ni siquiera, televidentes, por evidente que pueda parecer que la miramos, sino teleobedientes, que es en lo que nos hemos convertido hipnotizados por el fuego en torno al cual nuestros ancestros se reunían y que hoy se reencarna en lo que en nuestros momentos de lucidez, denominamos Caja tonta.
El auténtico fracaso escolar
Por lo visto, por muy evidente que sea un problema, éste requiere la autoridad de un sesudo estudio elaborado por expertos ¡cómo no! al amparo de una Fundación respetable; Este es el caso del siempre socorrido fracaso escolar que sirve tanto para un roto como para un descosido, enésima investigación sobre el asunto llevada a cabo por los sociólogos Mariano Fernández y Luis Mena, sufragado por La Caixa. En su trabajo de investigación aparecen con profusión los típicos temas tratados por sus antecesores colegas de pretéritas temporadas, tales cómo, el elevado número de estudiantes que repite curso, la desmotivación del alumnado, las variables externas que como el nivel cultural de los progenitores o la temprana apertura del educando al mundo laboral concurren significativamente en el fenómeno abordado, etc, de modo que, al que escribe se le escapa cuáles pueden ser las prestaciones sociales que dichas iniciativas enormemente publicitadas por los medios de comunicación, son de nuestro interés, dado que ni nos descubren algo nuevo, ni nos dicen el modo en como se puede atajar eficazmente el problema, de no ser que, tenga por objeto el ensañarse sádicamente con una cuestión académica recurrente olvidando la tragedia psicológica, trauma mental, frustración vital, trastorno de la personalidad y latente generación de desasosiego que para las presentes generaciones tiene la experiencia de la realidad observada.
En este y en los demás estudios, echo en falta, una clara explicación de qué se entiende por fracaso escolar, ¿se trata del fracaso de los escolares? ¿es el fracaso en la escuela? ¿o se refiere al fracaso de la escuela?, es posible que sea de todo un poco y a la a vez, que hablen del fracaso del alumnado y que también hablen del fracaso de la institución docente. Con todo, también sería preciso hallar una clarificación de qué se concibe como fracaso, todo sea que lo que unos conciban como fracaso, para otros pueda ser un éxito y viceversa. Mucho más preocupante, es la presencia de una característica común a todas estas investigaciones educativas, que focalizan descaradamente el problema en números y tantos por ciento referidos a la repetición de curso, a las bajas notas y al abandono escolar, con lo que sin pretenderlo, contribuyen a transformar a la víctima del sistema educativo, en cómplice necesario de la fechoría contra el mismo cometida, amarga sensación que ya saborean quienes son calificados como supervivientes de cualquier tragedia. Y otro aspecto que abiertamente se pasa por alto en toda esta basura intelectual disfrazada de rigor científico, es una acertada crítica a los distintos puntos negros de nuestro sistema educativo, que en su conjunto son la raíz del auténtico fracaso escolar: en primer lugar el mayor fracaso escolar que tiene España como Estado desarrollado, es la coexistencia en el seno de una sociedad democrática de tres raíles, regional, nacional, y AVE por los que discurre la formación de nuestras futuras generaciones en un sistema público, concertado y privado, que lejos de corregir los desequilibrios y desigualdades del presente, perpetuará y aún acrecentará las mismas en el futuro. En la base del auténtico fracaso escolar, se ha de mencionar que, el sistema educativo esté en manos de políticos inútiles cuyas absurdas reformas son llevadas a la práctica por funcionarios obedientes. Y a colación de esto último, debe reconocerse que los cuadros docentes de secundaria no provengan mayoritariamente de personas con vocación, sino de un variopinto tropel amorfo de seres incapaces de prosperar en las profesiones para las que se habían preparado, tras ser rechazados en el mundo de la política y hasta de las ONGs, que han visto como única salida plausible trabajar como profesor de secundaria tras realizar un Curso de Adaptación Pedagógica, algo así como si un carnicero acabase de neurocirujano gracias a los consejos dados por un afilador de cuchillos…en poco o nada contribuye al éxito escolar, entienda lo que se entienda por éxito. Estos puntos negros del sistema educativo, son los asuntos que yo quisiera ver tratados en estas investigaciones de pacotilla sobre el fracaso escolar. Pero hablar de estas cuestiones, podría matar la gallinita de los huevos de oro, no solo para los puestos de trabajo que origina la repetición de curso y las clase particulares que generan el intentarlo evitar, que también para esta nutrida pandilla de sociólogos que cuando no nos hacen encuestas dirigistas, nos endosan estudios doctrinales justificadores del statu quo que dicen denunciar.
Pero al margen de esos problemas capitales que están en el origen del autentico fracaso escolar tampoco se molestan en indicar, al menos, otro conjunto de distintos factores que podrían estar detrás de ese falso fracaso escolar, como pudiera ser que los escolares estén hartos de pasarse infancia y adolescencia sentados, quietos, en silencio dentro de instrumentos de tortura conocidos como pupitres, o que estén hasta la coronilla de traer y llevar pesados e inútiles libros de texto diariamente, de hacer deberes hasta altas horas de la noche, o de que sencillamente vean como una perdida de tiempo el ir todos los días a clase para no aprender nada, para escuchar un rollo a cámara lenta del que posteriormente se tendrán que examinar. Porque, digo yo, que es evidente que estos concretos aspectos y muchos otros, describen claramente un rotundo fracaso escolar: es un fracaso escolar que nuestros jóvenes se pasen el día metidos en pupitres cuando debían estar haciendo deporte, aprendiendo de la naturaleza, bailando, jugando y disfrutando del sexo; es un estrepitoso fracaso escolar querer seguir dando las clases como se daban en el siglo XIX con un alumnado que es del siglo XXI; no ya un fracaso, sino una estafa escolar resulta hacer que el alumnado y su familias, trabajen en casa con los famosos deberes y particulares lo que el sistema educativo en principio se supone hace durante seis horas al día de Lunes a Viernes de Octubre a Junio todos los años; es un absurdo escolar obligar al alumnado a comprar anualmente libros de texto tan sumamente inútiles que ni sirven al estudio del educando, ni para impartir la clase al profesorado. Y por aquí podría seguir con un largo etcétera. El fracaso escolar, el autentico fracaso escolar, nada tiene que ver como causas con repetir curso, sacar malas notas, el absentismo en el aula, el aburrimiento del alumno, la desmotivación general o el abandono de los estudios, pues estos solo son sus efectos. El autentico fracaso escolar no es otro que, nuestro caduco e ineficaz sistema educativo. Y ahora que La Caixa recupere su dinero y me dedique a mi sus fondos que le serán de más provecho.