No se puede decir que el Rey de España estuvo compinchado con los golpistas.
De los Políticos. Ocurrencia
Hablar mal de los políticos, es como echar cucharadas de azucar en una taza de chocolate.
La historia después del fin de la historia
Sabía que en algún sitio no muy lejano en el tiempo ni en el espacio de mi biblioteca, había leído una reflexión sumamente esclarecedora sobre aquel panfleto de Fukuyama que circulara a bombo y platillo anunciando “El fin de la Historia” a finales de los Ochenta y principios de los Noventa a colación de la caída del sistema Comunista en los países del Este Europeo, pero nunca imaginé que además de ser profundamente certero en el análisis del fugaz momento, fuera también de carácter profético, a tenor de lo que ha venido ocurriendo en el último “Plan quinquenal de la Banca” si es que se me permite la paradójica expresión para designar lo acontecido desde el 2007 hasta la actualidad. ¡Cómo podría! El relieve profético de una advertencia adquiere su condición en su cumplimiento. Y miren por donde, acudiendo de consulta a una de las obras más agudas en lo concerniente a los planteamientos filosóficos de la historiografía reciente escrita allá por el olímpico y exposicional año del 92 por mi historiador de cabecera, Josep Fontana, que desde entonces desbancara en dicho honor nada menos que a todo un Hobsbawm, descubro en el texto cuyo título he tomado para este artículo, justo en su capítulo final que, “de la época en que se nos prometía un año 2000 de opulencia y hartura para todos, en el que el mayor problema sería en qué iba a ocupar la gente su tiempo de ocio, hemos pasado a la amarga realidad de escuchar alarmistas previsiones que anuncian nada menos que “El fin del Mundo Occidental” que se parecerá al hundimiento padecido por los países del este, pero cuyos responsables, lógicamente no serán aquí los ineptos, corruptos y decrépitos jerarcas de los Partidos Comunistas, sino los banqueros, culpables de haber cometido en el marco del Capitalismo ortodoxo, errores semejantes a los cometidos por aquellos en el denominado Socialismo real”. ¡Así de claro!
Y es que ¡Menuda historia! Hay historias e historias. Está la historia de los historiadores y otra muy distinta la historia que nos cuentan los libros de historia. Esta última se parece más a una historieta narrada con fantasía por los abuelos a sus inocentes nietos que a otra cosa. De ahí, que muchos exclamen en tono despectivo eso de ¡No me vengas con historias! cuando alguien desea darle algún tipo de explicación demasiado intrincada y difícil de digerir. Pero independientemente de cómo se escriba la historia, de si lo hacen, como dicen, los vencedores o si por fortuna, aunque la mentira vuele a doble página por los periódicos, la verdad se arrastra por esta rama del saber…la historia de los hechos, esa que es objeto de análisis, estudio, observación, registro, documentación e interpretación, continua su parsimoniosa marcha despreocupada de si su circularidad beneficia a quien atiende los signos de los tiempos o por el contrario su progresión rectilínea ayuda a no repetir sus errores a quienes conservan en la memoria sus enseñanzas, ande suelto el desenvolvimiento del espíritu Hegeliano o sea el mayor de los azares el que guie sus pasos al más puro estilo de la evolución darwiniana, si es que todavía nos atrevemos a manejar dicho vocablo ahora que ya no se habla de países en vías de desarrollo, por darse lo contrario.
Los criminales que ostentan y detentan el Poder, siempre se han ocupado de controlar a los historiadores, quienes a su vez han procurado controlar la historia, cuando esta no es otra cosa que el discurrir de los sucesos humanos en el tiempo. Pero si “el tiempo es lo que pasa, cuando no pasa nada”, la historia es precisamente lo que pasa, cuando pasa, pero muy de pasada. La historia que se ha pretendido hacer creer, es que la meta espiritual del cristianismo y la utilidad de su herramienta mundana el marxismo, ya son historia, confundiendo la historia con el pasado y el pasado con la historia; Porque cierto es que la historia se ocupa del pasado, pero sólo es historia lo que se cuenta del pasado y no el pasado mismo. Y la historia que se le ha contado a la gente ultimamente habla de la muerte de las ideologías, la desaparición de las clases sociales, que la Lucha contra la opresión no lleva a ninguna parte y resto del relato imperante que no precisa ya de púlpitos para propagarse como “Opio del Pueblo”, por cuanto la población se autoabastece directamente a través de los medios de comunicación que repiten una y otra vez la misma historia, presentando la crisis presente como ¡lo último! cuando no es otra cosa, que más de lo mismo en esta sesión continua de esta Historia Interminable de las élites contra las masas, de los gobernantes contra sus pueblos, de los opresores contra los oprimidos. En definitiva, del individuo contra la especie.
Divina Quita
Me he pasado la semanita de gripe escuchando en la radio lo de la “quita” griega y lo de la propuesta de “quita” que el Gobierno del PP sugiere a los proveedores del Estado que deseen cobrar de modo distinto a como lo hacen los manifestantes en la calle; Y no sé si ha sido por la fiebre o qué, que me han entrado unas ganas terribles de apuntarme a esta otra forma de solventar las deudas que acaso por mi despreocupación de los asuntos mundanos, he desatendido en demasía mi hacienda en beneficio de la de todos, al pagar los impuestos a tocateja y cuantos compromisos tengo con terceros en tiendas, comercios, bares y restaurantes, cuando bien podría gastar más de lo que tengo y luego que vengan a quitarme lo bailado.
Con unas inmensas ganas de levantarme de la cama dispuesto a probar fortuna en esto de la “quita” en algún lugar propicio para ello como El corte Inglés, tuve la precaución de interesarme a fondo por el tema pidiendo sopitas a un amigo economista, quien me puso al corriente de que el asunto de la “quita” que a un profano como yo se le presenta como una novedad del mercado o una moda del consumismo moderno, es algo tan antiguo y extendido que por poner sólo un ejemplo que me viene a la cabeza, ya la puso en práctica en todo su esplendor, Felipe el Hermoso con los Templarios, por no despertar reclamaciones de Israel respecto a las cuentas pendientes dejadas por toda la Nobleza y los Reinos de Castilla y Aragón para con los judíos expulsados durante el periodo de los Reyes Católicos cuya cuantía seguramente superaría a la de los pecios que pudiéramos rescatar bajo las aguas del atlántico de manos de empresas piratas como Odyssey.
Pero esta costumbre, podrá ser todo lo antigua que se desee para cuantos se dedican a cuadrar el “deber” con “el no haber” de ejercicio en ejercicio, valiéndose de tretas contables, que para el resto de la población que se dedica a trabajar o intentarlo, sólo sabíamos del pagar las deudas. Tanto es así, que en las viñetas de “La Rue 13 del Percebe” nacidas de la peripecia vital de El Gran Vázquez, ni una sola vez se pone la expresión “quita” en boca del ocupa que en el ático daba esquinazo semana a semana a sus acreedores que le tenían allí acorralado día y noche. Lo más parecido a una “quita” que la población practicante de la moral cristiana – que está visto es para tontos – ha conocido, venía recogida en el Padrenuestro antiguo donde a modo de deseo e imploración se le rogaba a Dios aquello de “…perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” que posteriormente desde la Curia Vaticana, preocupada por los malentendidos que el asunto generaba en una sociedad de mercado como la nuestra, decidió sustituir “deudas” por “Ofensas” que ya puestos podían habérselo ahorrado porque a un buen Católico, Dios solo, no puede perdonarle nada, si no es a través del Sacramento de la Confesión administrado por la Santa Madre Iglesia, la única capacitada para perdonar pecados, pero no hasta el punto de condonar deuda, en abierta contradicción con el carisma de Santa Rita y las medievales cautelas eclesiásticas que se dictaron contra la usura.
Con la inquietud de estar perdiéndome el chollo de mi vida, en cuanto me repuse, consulté la cuestión de la “quita” a mi amigo Marchena que sabe mucho de burocracia y asuntos relacionados con Leyes y Juzgados quien me ratificó que esto de la “quita” siempre ha existido; Y mientras me daba una lección magistral sobre la diferencia entre una “quiebra” que suena fatal, el “Concurso de acreedores” que se parece más al “Un, dos, tres” y una extraña fórmula denominada “quita y espera” de la que se habla todavía menos…recordando la advertencia de que “cuando le debes al banco 100.000 euros tú tienes un problema, pero cuando tú le debes al banco 100 millones de euros, es el banco el que tiene el problema” comprendí sin necesidad de más alambiques, en qué consiste la verdadera “quita terrenal” que sólo está al alcance no tanto de los que tienen mucho, cuanto de los que deben mucho y es más que curioso que hoy como ayer, quienes ostentan mayor riqueza se preocupan muy mucho de que esta no sea la suya, pues quienes sólo cuentan para vivir con lo suyo, son pobres de solemnidad a los que tarde o temprano se les puede echar el guante a la mínima que el banco les eche para atrás un recibo.
En breve asistiremos a una “quita global” más gorda que la de Felipe el Hermoso de parte de Estados que parecían los más solventes del planeta y se está rifando a quien le va a tocar pagar el pato. Al resto, sólo nos queda terminar de rezar bien el “Padrenuestro” para confiar en la otra “quita divina” que habla de librarnos del Mal.
Diferencia entre Ser y Estar. Ocurrencia
Las chicas que son malas me gustan más que las que están mal. Por eso, prefiero a las chicas que están buenas a las que son buenas.