La Injusticia española no es un cachondeo

En su día, con amigos encarcelados por su pacífica insumisión, viendo el modo de ayudarles sin por ello ponerme en peligro de correr su misma suerte más de lo que ya lo había hecho cuando fuera declarado prófugo, acudí al socorrido artificio de llamar a las cosas por su nombre, de resultas que, a la hora de enviar cartas de protesta al órgano competente, tomé la decisión de escribir en la dirección “Ministerio de Injusticia”, en previsión de ser encausado por ello, ya que siempre podía objetar que si los sobres llegaron a su destino, la culpa habrían de buscarla en el destinatario por hacerse reconocer como tal, o en su defecto, en el cartero, bien porque éste por su cuenta y riesgo identificara al Ministerio en cuestión con la Injusticia, bien por haberse equivocado en su adjudicación, porque de no haber “Ministerio de Injusticia” en toda España, entonces, lo suyo sería haberme devuelto el correo, cosa que al no suceder, hasta yo mismo podría personarme en la causa como parte afectada, estratagema que actualizaba con creces la costumbre antigua de hacérsela pagar al mensajero.

Traigo esto a colación, para no incurrir en falta grave ante los “Mangas Negras” que andan algo revueltos con el papelón internacional que están haciendo con sus bien llamados fallos y aun con sus preparativos cometidos todos con premeditación y alevosía, pues como quiera que uno se acuerde de la multa impuesta al incontinente verbal Pedro Pacheco, a la sazón Presidente del Partido Andalucista, por declarar aquello ya antológico de “La Justicia española es un cachondeo” no tiene uno ganas de llevar la contraria, menos cuando desde entonces los hechos parecen corroborar la sentencia, juego de palabras que me permitirá salir airoso de todo ulterior envite togado.

No siendo la memoria una de nuestras virtudes ni de nuestros vicios, que tan malo es olvidarlo todo, como estar continuamente recordándolo en sus detalles, hemos tenido la suerte de que en breve plazo hayan coincidido distintos pleitos para que de su constante recurrencia pueda germinar en nuestras atrofiadas sienes ese inaudito interés cívico por lo que se cuece entre tribunales, experiencia colectiva que ha de supeditarse en tiempo y forma al espacio informativo que los encuentros de fútbol tengan a bien dejar libres en medios y mentes.

Lo sucedido con el triste y vergonzoso caso de Marta del Castillo, que guarda sospechosas semejanzas con lo ocurrido hace años con las “Niñas de Alcásser”, junto a que Camps sea declarado inocente de cohecho impropio, planteándose el PP reintegrarle en la vida política, y al tiempo al único juez que ha lavado la cara internacionalmente a esta España Goyesca, sea juzgado por haberse atrevido a investigar los crímenes contra la humanidad cometidos durante el franquismo – una de las mejores Dictaduras que ha habido en el siglo XX – ha suscitado tremenda inquietud entre la ciudadanía por el comportamiento de esos oscuros fantasmas que en lugar de cadenas gustan llevar mazo, al extremo de preguntarse públicamente, si no sería exagerado dictar el inmediato ingreso en prisión del gremio ante la evidente alarma social generada. Porque si bien es cierto que estamos plenamente convencidos de que en las profundidades de la más avanzada matemática los investigadores hallarán un axioma que de modo irrefutable probará algún día que la Justicia española no es un cachondeo, en cambio, no nos podemos quedar tranquilos sabiendo que en ello se asemeja a la Injusticia que tampoco es un cachondeo, dadas las tragedias que por activa y pasiva suponen.

Empero, si la Justicia española no es un cachondeo, ¿Cómo es que no lo es su contraria la Injusticia? Para resolver el misterio de esta cuestión antes de que de la misma se ocupe la parapsicología, he de acudir a la técnica taoísta de la paradoja, en esta ocasión, rescatando la enigmática enseñanza de mi profesor de Teología Jáuregui quien durante una clase, seguramente enfrentado a una propia contradicción, vino a decirnos que “hay ocasiones en que lo contrario a una verdad profunda, no es una falsedad rotunda, sino también otra verdad profunda”.

La triple A: Actividad, Austeridad y Ahorro

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Nada es casual en esta vida aparentemente fortuita; Hasta el caos se rige conforme a unas reglas. Mas, ha querido el capricho que la máxima nota de las Agencias de calificación AAA, coincida con las siglas de la mundialmente célebre organización de extrema violencia denominada “Alianza Anticomunista Argentina”, también conocida como “Triple A” condenada por los tribunales de aquel país por crímenes contra la humanidad cometidos durante la década de los 70 cuando asesinara a cientos de dirigentes sindicales, líderes políticos de izquierda e intelectuales, que seguramente nada tengan que ver entre si, como nadie se atrevería a ligar al Partido Comunista con el PC que tenemos en el escritorio.

Porque puestos a darle significados a las siglas, a mi modo de entender, una verdadera economía “Triple A” debería basarse en la Actividad que genera toda sociedad para cubrir las necesidades mediatas e inmediatas de sus miembros, cuáles son, las de alimentación, vivienda, vestimenta, transporte, salud y educación, de cuya satisfacción se seguirían las de gestión, seguridad, almacenamiento, distribución, manufacturas y posteriormente, servicios. Por supuesto, esta Actividad debería conducirse, entre otros factores, por aquel que sobresale en la Naturaleza misma de las cosas, a saber: la Austeridad en el empleo de recursos y energía y más aún, en la producción de bienes y de su consumo. Por último, el Ahorro ha de jalonar un sistema económico humano, por cuanto nunca hemos de olvidar que por mucho que avancemos en la técnica de planificación, siempre, habrá variables que escapen a nuestra capacidad de anticipación, por lo que humildemente hemos de ser prudentes durante las vacas gordas cuando las hubiere, porque una cosa es, que la desgracia nos sobrevenga por accidente como sucedía hasta hace bien poco a consecuencia de una mala cosecha o una prolongada sequía y otra muy distinta, que aparezca la bancarrota de todo un país por negligencia de sus gobernantes manirrotos o la codicia sin fin de empresarios especuladores sin escrúpulos.

Mi propuesta de economía “Triple A” consistente en “Actividad, Austeridad y Ahorro” seguramente no coincida con el actual mantra socialdemocratacristianeoliberalconservador de la “Triple C” que impera en la cúpula dirigente del Macropartido PPSOE que busca un mayor Control laboral, de los salarios, del gasto social, de las prestaciones, una más fuerte Competitividad entre la masa de trabajadores para ver quién trabaja más por menos, entre los comercios para obligarles ha vender más por menos y entre las Administraciones para ver cuál otorga más subvenciones públicas a las empresas por cada vez menos arraigo y compromiso social donde se instalen. Y por último, un mayor Consumo conspicuo, superfluo e innecesario para mantener el sistema con los impuestos indirectos.

Un sistema basado en la “Triple C” de “Control del gasto público”, “Competitividad continua” y “Consumo creciente” ha demostrado ser merecedor de calificarse como “Economía basura”. Es posible que la Economía “Triple A” dirigida fundamentalmente por la “Actividad propia” la “Austeridad en la producción y el consumo” y por el “Ahorro previsor” sea más propia de sociedades atrasadas que aspiraban por la subsistencia. Pero es que, la mayoría de la población mundial, nunca ha dejado de hacerlo, aunque les pareciera lo contrario a nuestra pequeñísima mayoría occidental, pues es de Pedro Grullo que la mayoría de una minoría como es la del Estado del Bienestar europeo, por definición ha de ser más reducida que la minoría misma.

Por supuesto, la Economía “Triple A” no permitiría grandes lujos a corto plazo y menos pensiones de 56 millones de euros como la que se va a llevar el Sr. Luzon directivo del Banco Santander, como sucede en las economías de “Triple C”, pero es el precio que se ha de pagar en la globalización, pues es evidente que en un sistema cerrado como el de nuestra biosfera, aunque una sólo lleve a la auto subsistencia, la otra nos encamina al suicidio colectivo, que sería la mejor aportación que el género humano podría ofrecer al Universo, de llegarse a él por el convencimiento de las distintas voluntades individuales, pero no por su propia estupidez.

Vals triste

VALS TRISTE

Más que por “El previsible” como a Don Mariano le gustaría ser apodado, va a pasar a las hemerotecas como “El rápido” que no “El breve” como vaticinara Rubalcaba durante la pasada campaña electoral, porque, salvo para dar la cara, rápido ha sido en desmentirse con la mil veces negada subida de impuestos, rápido su gobierno en competir en descoordinación con el anterior y tiempo le ha faltado para imitar a sus antecesores en el cargo de mostrarse lenguaraz fuera del territorio nacional para ofrecer titulares de política interna, aunque eso sí, a su estilo: sin quererlo decir.

Así, poco antes de dar inicio la reunión del Consejo Europeo, el Presidente del Gobierno, creyéndose a salvo de oídos indiscretos le confesó a su homólogo finlandés Jirki Katainen, ”La Reforma Laboral me va a costar una Huelga General”, declaración de intenciones, que por suerte o por desgracia, fue recogida por esos chivatos de micrófonos que las cámaras de televisión llevan incorporados cuyo sonoro registro hemos escuchado repetido en estas últimas horas cual fatídico coro de tragedia griega que recuerda a público y personajes el fatal destino que nos aguarda, por muy esperanzadora labor de exégesis e interpretación que haga el pobre apuntador de turno González Pons saliendo al escenario proclamando un desesperado “no hay que entenderlo al pie de la letra” convirtiendo el drama en un esperpento.

Más triste que “El vals triste” del finlandés Sibelius interpretado al violoncelo por “La niña que llora en tus fiestas” de la Oreja de Van Gogh, se me hace contemplar a nuestro Presidente en la necesidad de mendigar un poco de lástima y credibilidad de sus socios europeos, a quienes para convencer de lo duro de sus medidas, les anticipa sus temores, dándoles a entender que está dispuesto a realizar cuantos sacrificios sean necesarios para recuperar la confianza de los mercados y por encima de todos los esfuerzos, el personal suyo arriesgándose a dilapidar en la tarea el apoyo del electorado.

No está mal trabado el guión: el gobernante introduce medidas abiertamente impopulares que de inmediato serán contestadas en la calle por la ciudadanía y los sindicatos y precisamente esta respuesta social será la mejor garantía que el Gobierno del PP estará en disposición de ofrecer de que su ejercicio de ahorro y austeridad va en serio, pues a ese objeto, poco servicio le brinda su gestión al frente de las Autonomías más endeudadas del momento.

Pero ¿ Y si resulta que la gente no desea bailar el vals triste ni para protestar? Sería una gran faena el haber relacionado la efectividad de su plan de choque al natural pataleo de los españoles, pues en el norte de Europa se han acostumbrado a dar por buenas aquellas medidas que reconducen el tópico mediterráneo de la vida tranquila y placentera y para ellos sería muy, pero que muy extraño que un Gobierno anunciara recortes, subidas de impuestos, introducción del copago sanitario y educativo, el cobro de autovías, el abaratamiento del despido, eliminación de pensiones, subida de la edad de jubilación, etc, y que el indolente Pueblo latino se quedara tan contento pendiente de la Liga de fútbol o de irse de Finde a la playa a tomar el sol. Mas, que se puede esperar de unos dirigentes cuyos paisanos tienen el mayor índice de suicidios del mundo. Además, creo que pese a visitarnos los veranos, todavía no nos conocen.