Lo que justifica el fraude

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La semana pasada, conocimos a través de un informe elaborado por el Instituto de Estudios Fiscales que la justificación del fraude fiscal ha descendido seis puntos respecto a la anterior encuesta, concretamente del 43% al 37%, dato sorprendente a mi modo de ver con la que está cayendo y si me apuran, hasta injustificable.

Hoy más que nunca, el fraude al fisco está justificado. La endémica corrupción política de la que los EREs de Andalucía son pecata minuta, el derroche de 35.000 coches oficiales para políticos, despachos de lujo, trajes a medida a cargo del presupuesto, la continua concesión de subvenciones a fondo perdido a empresas dedicadas a su captación y cesar su funcionamiento en cuanto las perciben, las ingentes derramas de las arcas públicas a la Banca para salvar el reparto de dividendos de su accionariado, la privatización de empresas estatales rentables a precio de saldo, las reiteradas ayudas al consumo de las clases pudientes como el “Plan Renove” o la bajada del IVA para la adquisición de vivienda nueva, las enormes partidas presupuestarias dedicadas a gastos militares o la producción de armamento, para mantener guerras en el extranjero, sufragar los gastos derivados de la retención inhumana de los miles de inmigrantes en los ilegales Centros de Internamiento de Extranjeros y su contraria al derecho Internacional expulsión Express drogados, esposados, custodiados y en avión con rumbo desconocido; el recorte de gastos sociales mientras suben los impuestos…Como puede apreciarse, los motivos sobran, aunque baje porcentualmente su aprobación.

¡Sí! ¡Lo sé! Lo correcto sería denunciar estas prácticas gubernamentales y perseguir el fraude. Pero como no tengo ninguna confianza en que se haga ni lo uno ni lo otro, de momento, me apunto a ese 37% de ciudadanos que todavía piensa al margen del Tontodiario, no dejándose influir por las tendenciosas encuestas que pretenden hacernos comulgar con ruedas de molino. Ahora bien, como quiera que los ciudadanos desempleados, pensionistas, mileuristas, funcionarios medios, personas sujetas a nómina, pequeños comerciantes, tengan difícil defraudar a Hacienda, invertir en las SICAVs, evadir impuestos, situar su residencia habitual en Mónaco, registrar su pequeño negocio en un Paraíso fiscal como Gibraltar o abrir una cuenta en Suiza…la opinión anteriormente argumentada, si bien está del todo justificada para defender los intereses de los más desfavorecidos del sistema impositivo que rige en la Hacienda pública, en la práctica, ampara el fraude de aquellos que pueden llevarlo a cabo, los profesionales liberales, los grandes empresarios, los deportistas de elite, los políticos corruptos, los altos funcionarios, los altos cargos de la administración y sobre todo, quienes en la relación contribución-ingresos salen mejor favorecidos y son los causantes de la quiebra económica del país.

Por ello, sin renunciar a mi posición anterior, de que hoy por hoy, los ciudadanos tenemos muy justificado el defraudar a Hacienda para que con nuestro dinero no se costee la corrupción, las guerras, la conculcación de derechos… dado lo esgrimido en contra de tal reflexión, si de verdad deseamos atajar el fraude fiscal, creo pertinente introducir el debate de si a caso no sería conveniente plantear la Pena de Muerte para los delitos económicos en fraudes superiores a los cien millones de euros como fórmula disuasoria, pena máxima que nuestra Democracia tendría la consideración de ejecutar en consonancia con el glamour de esta gentuza, o sea, al modo en como los Partos dieran su merecido a Craso o los Jíbaros de Ecuador al último Gobernador español, es decir, vertiendo oro del Banco de España, fundido en sus gargantas para que su muerte no desentone en nada con lo que han sido sus vidas. Porque, no sé si lo saben, pero es muy difícil acabar con un cerdo a besos aunque se le haya mimado a base de margaritas como las que les ofrece nuestro sistema tributario, verbigracia, a la familia Botín, la Duquesa de Alba o del romano del que está prohibido hablar.

Extranjero rico; Extranjero pobre

Ya pueden decir lo que quieran las tradiciones judeocristianas o sus herederas hegelianomarxistas sobre el signo positivo del final de los tiempos o de la historia en el que prevalecerá el Bien sobre el Mal, que de momento, lo único de lo que tenemos constancia es de lo contrario; sirva de prueba que pese a reconocerles como los malos malísimos de la escena, desde Caín, hasta el Dr. House, los personajes más despreciables o reconocidos como tales en la imaginaria vulgar, son en cambio, los mejor recordados que de ahí a admirarlos sólo hay un paso, por ejemplo Calígula y Nerón entre las decenas de Emperadores Romanos, Barrabás frente al buen ladrón, Hitler entre los gobernantes alemanes o Falconetti de la célebre serie “Hombre rico; Hombre pobre” que inspira estas líneas.

Este verano a nuestras playas como de costumbre llegan en vuelo charter turistas a tomar el Sol, gentes en patera a las que broncearse no les hace falta y por ello se ponen a trabajar como esclavos y traídos por la marea, algunos cuerpos subsaharianos que esperamos den algún servicio a las facultades de medicina para cubrir los gastos que genera su continua recogida y almacenaje. También durante estos meses comprobamos como quienes vienen ilegalmente, apenas causan problemas de orden público – para eso tenemos a los perroflautas del 15-M que deseaban atentar contra el Papa con un coctel Molotov – mientras aquellos a los que hemos dejado entrar con todas las de la Ley se lo pasan bien haciendo el gamberro como ha ocurrido en Lloret de Mar o causando alborotos en Madrid – ¡Perdón! El del coctel Molotov era un exaltado de la JMJ – y sin embargo los primeros acaban en los Centros de Internamiento para Extranjeros y los otros se les permite continuar con la fiesta, cuando en sus países de origen como podemos observar ocurre en Londres se les hubiera juzgado y encarcelado por vía sumarísima.

Y es que, sin que se diga en el Tontodiario, si los esquimales como en un anuncio de detergente saben distinguir una docena de tonalidades de blancura, nosotros en España no nos quedamos cortos a la hora de discriminar entre extranjeros, siendo la primera diferencia la que establecemos por su nivel adquisitivo entre extranjero rico y extranjero pobre; Porque no somos un país racista, sino clasista. El racismo sólo lo usamos para diferenciar en un segundo nivel. Por ejemplo, un eslavo rico ha de gastar más que un Yankee para ser atendido con la misma simpatía, como un árabe ha de derrochar el doble que un eslavo para obtener el mismo reconocimiento; Más difícil lo tienen los asiáticos y los negros ni os cuento, estos como mínimo además de derrochar, han de ser muy educados, superlimpios, con carrera, elegantes al vestir, y aún así, ya lo dejaron claro en “Adivina quien viene a cenar esta noche” siguen sin ser aceptado como uno más de nosotros aunque se alisen el pelo y digan que les gusta Elvis.

La verdad, es que lo tenemos mejor montado que el Apartheid en Sur África, que de visible que era, resultó ineficaz para el mismo propósito que aquí todos perseguimos: la felicidad sostenible de los seres humanos. Nuestras Leyes democráticas dignas de Nuremberg, dividen a la población en nacionales y extranjeros; a los extranjeros en Comunitarios o extracomunitarios, los extracomunitarios en turistas e inmigrantes y finalmente, los inmigrantes en legales e ilegales. Pero como digo, al final, esta clasificación del personal se supedita al poder adquisitivo del sujeto a clasificar, cosa que sin pensarlo bien repugna a mucha gente pero que de meditarlo un poco más, es evidente que eso es mejor a que sea por asuntos tan subjetivos como la belleza, nivel cultural o capacidad para jugar al ajedrez, lo que no quita para que en ocasiones así suceda en casos aislados con modelos, escritores o deportistas que entran por la puerta grande a gran velocidad. Lo cierto, es que no se hace nada distinto a cómo dividimos a los nacionales y en consecuencia no le podemos reprochar a la sociedad española aplicar a los demás una medicina distinta a la que toma ella misma.

Sin embargo, hemos de reconocer que tratamos mejor a nuestros gitanos quienes ya llevan tanto tiempo entre nosotros que toleramos – que bella palabra “tolerancia” que nos sitúa por encima de lo tolerado en lugar de emplear esa mierda del “respeto” – su afición por vivir en el extra-radio en campamentos chabolistas, cuando a los rumanos pronto les hostigamos para que levanten sus improvisados asentamientos, auténticos focos de infección moral-sanitaria. Por eso la reciente irrupción en un pinar junto al Pantano de La cuerda del pozo en Soria, de dos millares de franceses y holandeses sin el permiso correspondiente, va a poner a prueba una vez más nuestra capacidad para distinguir entre pueblos y gentes.

De entrada ¡Ya vamos mal! Si se han percatado, el único fallo de los medios de comunicación en el caso de Lloret de Mar, fue dar a conocer los hechos, cosa que se pudo haber evitado para no dañar la imagen del turista como se ha hecho; No obstante, fíjense en que se tuvo la precaución de no tratar la noticia como suele hacerse con los casos de rumanos o subsaharianos cuyas nacionalidades pronto salen a la luz para incriminar a todo su grupo étnico, racial o nacional; en el caso de Lloret, no se citó ninguna de las nacionalidades implicadas, aunque todos tenemos muy claro que eran la mayoría ingleses…¡Así se debía haber hecho en el caso actual de Soria! Pero no…en la primera noticia, ¡ale! a comentar a los cuatro vientos que son franceses y holandeses…¿Por qué? ¿Por qué esta diferencia de trato?

Es difícil dar con la respuesta de guiarse por la raza, tanto los de Lloret como los de Soria son caucásicos, tampoco sirve la religión mayoritaria que será la cristiana, menos nos ayuda su condición Comunitaria y dudo mucho que su pertenencia o no al euro sirva para contestar. Lo que resuelve la cuestión, es ni más ni menos que mientras extranjeros blancos cristianos comunitarios turistas de Lloret de Mar vinieron en avión, ocupando hoteles para dejarse la pasta en discotecas y comercios, estos otros de Soria, han venido en caravanas, acampando al aire libre sin dejarse un duro en nuestros hoteles, Campins, cafeterías o restaurantes.

Para finalizar esta divagación, traigo a la memoria la observación que me hiciera en la terraza de un hotel de cinco estrellas en Fuengirola mi amigo Tavo de profesión mecánico de la economía sobre la ausencia de pedigüeños en las zonas turísticas; lo más que se consiente cerca de los giris son vendedores ambulantes que no espantan el negocio hotelero aunque hunda al pequeño comercio. ¿Cómo debe ser! La miseria debe hacer competencia a la miseria y la escoria ha de vivir junto a la escoria. Por eso, las clases bajas son mucho más racistas y xenófobas que las personas pertenecientes a la clase alta de la sociedad que desde la distancia gozamos de una perspectiva más objetiva del problema pudiéndonos permitir ser tolerantes y sobre todo generosos con su prójimo y toda la humanidad, siempre y cuando se queden en sus lugares de origen y no vengan a abusar de nuestra caridad.

SETI: En busca de otros dioses

El legendario Instituto SETI con base en California, que había cesado su actividad el pasado abril tras medio siglo de infructuosa exploración del espacio exterior por falta de fondos, acaba de anunciar que ha logrado sortear momentáneamente hasta finales de año sus problemas de financiación para reiniciar la búsqueda de inteligencia extraterrestre, gracias a la ayuda ofrecida por el público entusiasta de la causa, entre el que se encontraría nada menos que Jodie Foster quien en 1997 protagonizara “Contact” encarnando a una astrónoma dedicada en cuerpo y alma a la misma tarea.

Pero, a diferencia de la proeza intelectual y tecnológica emprendida en el CERN para dar con el Boson de Higgs coloquialmente bautizada como “Partícula divina”, en este caso, dudo mucho que de verdad lo que se esté buscando sea Inteligencia y sospecho que lo que se persigue es hallar un nuevo referente al que remitir nuestros miedos y donde acomodar de nuevo el imprescindible fundamento axiológico de nuestros valores humanos, una vez hemos fracasado estrepitosamente durante el siglo XX a ser el superhombre anticipado por Nietzsche, aquel que muerto Dios, sería capaz de soportar su existencia, sin arrepentimiento de una libertad condenada al infierno del Eterno Retorno sin fin.

Durante siglos, Europa se vio sumida en las conocidas guerras de religión; No faltaron pensadores, humanistas, ilustrados, liberales, bien intencionados todos, que en buena lógica concluyeron que, la solución para obtener la kantiana “Paz perpetua” de las gentes y pueblos, pasaba necesariamente por prescindir de la religión en los asuntos públicos, apartando para ello a Dios de los sucesos humanos, confiando en que, libres de su presencia, los hombres por si solos, serían capaces de llegar a pactos y contratos sociales que les depararían en virtud de la sola razón e interés común, la fraternidad, el progreso y la felicidad de un mundo justo, armonioso y pleno de compartidas bondades. Nada más lejos de lo que sucedería: a las guerras de religión, le siguieron las guerras de independencia, revoluciones sangrientas, contrarrevoluciones no menos crueles, el colonialismo despiadado y dos Guerras Mundiales, cada cual peor, en una encarnizada escalada de violencia que ni la mente más truculenta contemplativa del martirio hubiera podido antes imaginar. No fue fruto entonces de la casualidad, que finalizada la Segunda Guerra Mundial con la presentación en sociedad de “Little boy” y “Fat man”, nuevos dioses bajaran del cielo en su enésima visita, esta vez en forma de extraterrestres con platillos volantes introducidos en una liturgia de luz y color acorde a los nuevos tiempos, fenómeno del que ya no se ocuparía la trasnochada Teología sino una nueva disciplina denominada ufología.

El inicio de esta nueva materia de estudio, podemos situarlo en los avistamientos que tuvieron lugar en Idaho en 1947. Su tarea que se ve eclipsada por un nutrido enjambre de charlatanes, farsantes, estafadores y dementes, que hablan de secuestros, abducciones, experimentos y hasta de violaciones alienígenas, consiste escuetamente en observar, recoger, clasificar, analizar y si es posible, explicar los distintos casos que conocemos como OVNI. En principio, con la parafernalia citada, la ufología se habría ganado a pulso su desprestigio, si no fuera porque, según pasan los años, aumenta la calidad de los testimonios y de sus investigadores, siendo hoy el día en que pocos niegan el fenómeno. Otra cosa, es establecer la naturaleza de los sucesos aparentemente extraños aportados por gente sincera y abordados con rigurosidad.

Porque, su denominación OVNI puede ser contemporánea pero en modo alguno lo es su realidad entre nosotros: cualquiera que se haya acercado con un mínimo de curiosidad a las antiguas culturas egipcia, mesopotámicas, india, china o precolombinas, habrá descubierto para su asombro, infinidad de hechos aislados inconexos difíciles de encajar en el discurso oficial que se nos trasmite, que sin embargo, casan a la perfección si de por medio interviene la hipótesis extraterrestre. Por ejemplo, en el “Mahabharata” se describen artefactos metálicos voladores que escupen fuego, artilugios nombrados por los redactores con el término “Vimana”. Pero sin necesidad de acudir a otras culturas, la propia Tradición Judía de la que los cristianos somos herederos, ha conservado en la Biblia una excelente colección de anomalías que sin temor a equivocarnos, hoy situaríamos bajo los auspicios de la ufología, aunque en épocas pasadas fueran tenidos simplemente por sobrenaturales o milagrosos. Así, entre muchos otros pasajes tenemos Éxodo 13; 21-22 donde Yahvé se presenta a Israel en forma de nube y fuego para convertirse en su guía protector durante la travesía del desierto. O Reyes 2; 11-12 cuando el Profeta Elías es llevado contra su voluntad por los cielos en un carro de fuego, experiencia descrita como aterradora. En Daniel 10; 4-6 donde el profeta contacta con un ser brillante de blancos y resplandecientes ropajes…

Sea como fuere, el caso es que, hoy la ciencia escudriña el firmamento en busca de vida inteligente animada por la muy prometedora “Ecuación de Drake”. Y aunque a este respecto yo me muestre más cauto que de costumbre, porque si algo hemos aprendido de la experiencia, es que en ocasiones resulta peligroso encontrar lo que se busca, pues de ser una vida vegetal o animal, me temo que la extingamos y de tratarse de seres civilizados les declaremos una guerra dado que de haber inteligencia en el cosmos, estoy convencido que no será la nuestra; Pese a todo, juzgo encomiable iniciativas como el Proyecto SETI que iniciara su andadura en 1960 cuando Frank Drake dirigió por primera vez una antena al espacio exterior con la intención de captar señales no humanas, porque, también enseña la historia, que es preferible descubrir a ser descubiertos, aunque como dijera Arthur C. Clarke “ hay dos posibilidades: que estemos solos en el Universo o que estemos acompañados. Ambas posibilidades son igualmente aterradoras”.

Para sofocar esta angustia existencial, dioses forjados en la “Nueva era” dispuestos a ocupar ese recoveco cerebral en el sistema límbico. de manera especial el lóbulo temporal que alberga el hipocampo y la amígdala, cuya activación y estimulación producen sensaciones de trascendencia y estados similares al éxtasis., aguardan a que las lecturas de Harry Potter y Dan Brown terminen en dos generaciones con cualquier vestigio de espiritualidad que le pudiera quedar primeramente al Catolicismo por ser la religión mejor organizada del planeta aunque en su punto de mira esté cualquier otra forma humana de organizar el sentimiento religioso aparentemente a favor de la magia y la superstición, aunque en verdad tiene su razón de ser, en favorecer la necesaria transacción del paradigma Teológico sin la cual, será muy difícil la convivencia entre ellos los extraterrestres y nosotros los terrícolas. Así, el mensaje subliminal de la Cienciología vendría a decirnos eso de, en nuestras manos está elegir entre los tres modelos que nos ofrece la historia, de coexistencia entre invasores e invadidos: de enemigos incompatibles en pugna constante como sucediera en el litoral atlántico euroasiático de cultura megalítica; de armoniosa convivencia como sucediera en las tierras fértiles del Nilo anteriores al Egipto Pre-dinástico; o de proceso mixto de asimilación mutua como ocurriera en el Subcontinente Indio con la irrupción de las tribus arias que de una lucha constante por la supremacía unos con la población autóctona, acabaron fusionándose dando como resultado el sistema de castas. Y es que, como advirtiera Sánchez Ferlosio “Mientras no cambien los dioses, nada ha cambiado”.

Confesionarios en El Retiro

En un momento en que el pueblo no se acerca a la Iglesia, bien está que la Iglesia se acerque al pueblo, aunque no estoy muy seguro que la idea de sacar a la calle los confesionarios sea la mejor manera de hacerlo, pues el modo actual de administrar este Sacramento parece contrario a realizarlo en la vía pública pese a encontrarle cierto acomodo nominal en un escenario tan propicio para su ejercicio como es “El Retiro”, de no ser que, el Catolicismo tenga la intención de recuperar – sin sustituir – la costumbre de reconocer en alto ante el resto de congregados como se hace en las comunidades religiosas ante los hermanos o en las terapias de grupo de cualquier problema, las personales faltas.

Algunos ciudadanos – no sin razón – andan preocupados por la catadura moral de estos grupos de cristianos venidos de todas partes del mundo a festejar la JMJ como para que precisen dos centenares de confesionarios asistidos por 2.500 curas a su disposición doce horas diarias durante estas cuatro jornadas. ¿Qué sucede? – Se preguntan alarmados – ¿Tantas fechorías vienen a cometer a nuestra tierra en tan breve plazo como para que se les queden cortos los miles de locutorios que hay apostados habitualmente en los templos? Porque ciertamente, las gentes que han viajado desde tan lejos para acompañar al Papa en el jolgorio espiritual, devotos como son, seguramente se habrán confesado antes de venir y en consecuencia, la verdad es, que no habría motivo suficiente para este descomunal despliegue de confesionarios, de no ser que la organización se tema algo entre el bullicio ocasionado y los calores del verano, porque hay que reconocer que algunas feligresas levantan la Fe que da gusto.

Sin embargo, prefiero a las personas que se confiesan a diario, como puede suceder con estas gentes que viven la Fe con intensidad, a aquellas otras que jamás se arrepienten de nada, que a nadie reconocen sus errores y cargas espirituales sea por no tener conciencia, carecer de remordimientos como los psicópatas, o por creerse tan fuertes como para no necesitar de ayuda alguna, pues son juez y parte de su propia causa sea para condenarse, sea para absolverse. Seguramente a alguna de estas formas de proceder, pertenezcan los individuos que se dedican a la política.

Y a propósito, les confieso que entre el mejor de los políticos y el peor hombre de Iglesia, me quedo con este último, porque al menos, se arrepiente de sus pecados reconociéndose en sus semejantes capaz de lo mejor, pero también de lo peor; Como consecuencia de esta característica de los miembros que integran la Iglesia, ahí tienen las continuas peticiones públicas y oficiales de perdón a manos de sus dirigentes, incluido el Papa, por los errores pasados de la Institución como los cometidos por las Cruzadas o la Inquisición o contemporáneos de sus miembros como la pedofilia, actitud que brilla por su ausencia de parte de Gobiernos y Estados democráticos sobre, por ejemplo, la conquista de América por las potencias europeas, la guerra del Opio en China por Inglaterra, la Bomba Atómica sobre Hiroshima y Nagasaki por los EEUU, etcétera mucho más dilatado, sangriento y cruel en apenas quinientos años que lo que podemos esgrimir contra la Iglesia Universal en más de dos mil años de historia.

Aunque el Sacramento de la Confesión basado en el poder de “Atar y desatar” en la Tierra como en el Cielo ya viniera recogido en el Himno 25 dedicado a Varuna en la tercera parte del Rig Veda, lo cierto es que, desde Mt 16; 13-20 primero los Cristianos y después más acentuadamente los Católicos, han hecho de esta práctica su seña de identidad frente al resto de religiones en las cuales, sea porque quienes cometen faltas no las pueden borrar de la existencia espiritual por ser su Karma como en el Hinduismo, bien porque el perdón solo depende de Dios como en el Islam, bien porque no necesitan de mediación humana alguna para redimir sus pecados como en el protestantismo donde la mera Fe salva… Y que quieren que les diga, la opción Católica para las masas, me parece la más apropiada, pues requiere de la intervención de los tres actores principales de la triangular existencia humana de la Fe, a saber: el arrepentimiento de la conciencia del creyente, la comprensión social de sus iguales representada por el sacerdote y por supuesto de Dios que perdona.

Mas, mucho me temo, que lo acontecido en el parque madrileño del Retiro, no sea otra cosa que el “Canto del cisne” en estos momentos de tribulaciones varias a la espera resignada de ver coincidir en el tiempo las distintas profecías de Malaquías, Nostradamus y los Mayas, por lo que no me extrañaría nada que la curiosa postal ofrecida por cientos de confesionarios animando a que los pecadores se atrevan a dar cuenta de sus divinas cuitas para recibir al aire libre la Absolución a modo de liviano souvenir de la JMJ que no precisa pasar por aduana, sea presagio no de una vuelta a la declaración pública de los pecados como antes especulaba, sino del Retiro de los confesionarios incluso dentro de los templos, toda vez parece más difícil conjugar el creciente hipócrita arrepentimiento confesado, con el comportamiento que de facto hacemos gala para contradecirlo en cuanto salimos de misa, acción salvífica que a estas alturas, sólo Dios está capacitado para realizar. Tan ingente es la tarea. Y si no me creen, atiendan con que desparpajo dicen ¡Joder! a cada momento ante las cámaras del mismísimo Canal 13, los fieles entrevistados para declarar lo bien que se lo están pasando, en vez de exclamar el pasado de moda ¡Aleluya! que parece mucho más apropiado.

Zara-pastroso

El diccionario de la RAE, define “zarrapastroso” como desaseado, andrajoso, desaliñado, roto o dicho de una persona despreciable. Ello me permite jugar con su forma y significado en el título para llamar la atención sobre el despreciable fenómeno, ya denunciado magistralmente con infinidad ejemplos muy ilustrativos por mi querida Naomi Klein en su elogiable “No Logo”, en el que da cuenta de la esclavitud al que son sometidos millones de personas, especialmente mujeres y niños, en todo el Globo a manos de las conocidas Multinacionales como Nike o GUP que venden aquí sus productos a precios occidentales cuando pagan una miseria muy por debajo del sueldo de subsistencia en países como filipinas, Vietnam, china, o como acabamos de saber, también en una tierra tan próspera como lo es Brasil, en este caso por encargo de la reconocida marca de ropa española Zara que como sus colegas esclavistas quiere lavarse las manos amparándose en un supuesto contrato que hace firmar a sus proveedores para que la explotación que provoca la despiadada política de precios bajos que mantiene y la dura competencia a la que se somete a las poblaciones de las regiones empobrecidas del planeta para que abaraten la mano de obra antes de su contratación, no les ensucie la vomitiva imagen de elegancia y pulcritud que anuncian en sus escaparates, cuando en la trastienda esconden la infame realidad de menores que trabajan hasta la extenuación mientras las supermodelos lucen su sufrimiento entre los flashes de una sociedad indecente merecedora de todo lo cuanto le va a pasar factura.

Las pobres almas que visten sus cuerpos con estas marcas zarrapastrosas sin saber que con su compra se convierten en colaboradores necesarios de las mismas o que con su demanda contribuyen a aumentar el sufrimiento a quienes creen ayudar con su adquisición por darles empleo, en el supuesto lógico de que los contratos que aquí perdemos son realizados por ellos, cuando lo cierto es que, el trabajo desaparecido cuando estas empresas retiren de aquí sus fábricas de producción trasladándolas a esos países, no se traduce allende los mares, en puestos de trabajo parejos, ni mucho menos en los sueldos que hasta hace poco recibíamos porque, por mucho que despotriquemos contra los sindicatos amarillos, los desgraciados que producen para estas famosas marcas de ropa y calzado tienen prohibida la sindicación, carecen de derechos laborales como los animales de carga, trabajan en condiciones precarias e insalubres manejando sustancias tóxicas sin ninguna protección, sin seguridad social ni asistencia de ninguna clase, sin tiempo para ir literalmente a cagar, bajo estricta vigilancia de matones, despedidos a la mínima queja o enfermedad…estos anónimos consumidores son culpables materiales de cuanto sucede, pero inocentes en intención; Al menos, hasta tener noticia de lo que su consumo irresponsable desencadena. De modo que, si de ahora en adelante, continúan adquiriendo los productos de las marcas esclavistas, ya será con conocimiento de causa y por consiguiente, si entre evitar el sufrimiento ajeno por lontano que se encuentre y su cercana comodidad, escogen para mal de aquellos y condena eterna de la propia conciencia, satisfacer su egoísmo…suya será también la culpa.

Pero todos se equivocan si piensan antes y después que tanto el consumo irresponsable, como el aprovecharnos de la mano de obra esclava, nos va a salir barato o gratis: la explotación de la miseria de terceros, sólo puede traernos nuestra propia ruina como ya ha empezado a suceder, pues para el Capital que no conoce fronteras, tampoco sabe de compatriotas en una economía globalizada.

Por su parte, Zara, puede apresurarse como el resto de marcas criminales a publicitar que ha elaborado un socorrido “Código de conducta ética empresarial” al objeto de acallar los posibles remordimientos de conciencia de sus clientes, pero sin entrar de lleno a atajar el problema, o bien, puede distanciarse de aquellos, revisando de principio a fin todos los pasos del proceso que inciden en la facturación de sus productos para evitar en adelante que quienes paseen sus modelitos prét a porter, no den motivo para que los demás les tomen por moralmente zara-pastrosos.