Sobre la Intención. Ocurrencia

Ayer me acosté con el firme propósito de levantarme pronto, desayunar en casa, ir andando al trabajo, no picar entre horas, comer verduras y fruta en vez de fritos, ponerme a limpiar la casa nada más llegar a la tarde antes de tumbarme en el sofá a ver la tele, cenar ligero para seguir el régimen y acostarme antes de las once para descansar como es debido…No he cumplido nada de lo enunciado. Pero estoy satisfecho conmigo mismo, porque lo que cuenta, es la intención.

Una mente maravillosa

El pasado Miércoles, a pleno día en el centro de Madrid, un individuo provisto de un maletín haciéndose pasar por funcionario de prisiones, logró acceder en la vivienda particular de Bárcenas. Una vez dentro, rápidamente, con la ayuda de un revolver maniató a la esposa, hijo y asistenta, para acto seguido pasar a interrogarles por los famosos “pendrives” donde el tesorero del PP guarda la información sensible que todavía no ha salido a la luz, la cual, podría forzar la dimisión de Rajoy e incluso la inmediata disolución del Partido Popular, a tal efecto se hizo acompañar habitación por habitación en exhaustiva búsqueda, prestando especial atención al despacho personal de Bárcenas. Durante la larga hora y media que duró su registro revolucionario, el sujeto intentó tranquilizar a sus retenidos explicándoles que su intención no era provocarles ningún daño ni a ellos ni a su propiedad, sino solucionar los problemas del país, derrocar al gobierno y eliminar la corrupción.

Como en tantas otras ocasiones en que un buen ciudadano toma la decisión de hacer lo que las instituciones no quieren hacer, en este caso realizar un registro sorpresa para dar con la información sobre la auténtica contabilidad del Partido Popular, los medios de comunicación, se han apresurado a tildarle de loco, perturbado, trastornado…para deslucir ante la opinión pública su valiente decisión, el mérito de su acción y su personal entrega altruista y por si ello no bastara, también le señalan como delincuente con varios antecedentes. Vayamos por partes:

En lo concerniente a su condición de delincuente, pese a la abundante manipulación mediática, todas las fuentes parecen coincidir en que la persona que irrumpió en la vivienda de Bárcenas no perseguía más botín que el declarado; ni dinero, ni joyas. Luego, es impropio del buen periodismo, dar a conocer su ficha policial que no viene al caso si no es para desprestigiarlo ante la audiencia simpatizante con su causa y que pasamos sana envidia por no habernos atrevido nosotros a acometer acto tan audaz.

Por lo que respecta a su estado de salud mental, hemos de reconocer que en este plano, la prensa, sin querer, ha mostrado un perfil más digno y concordante con la realidad, porque un sujeto que declara su deseo de derrocar al gobierno para solucionar los problemas del país y eliminar la corrupción, muy cuerdo no ha de estar para ir contracorriente sin apenas medios. Y sin embargo a mi me parece una mente maravillosa.

El ciudadano de 63 años de edad, Enrique Olivares García, lejos de ser un loco delincuente como nos lo quiere presentar el Tontodiario, es una mente maravillosa, capaz de sentir empatía por toda la sociedad, de buscar el bien común del país, de actuar en beneficio del interés general; frustrado por la inoperante labor de los tribunales, embriagado de un genuino sentido de Justicia, no ha dudado en poner en riesgo su persona, su patrimonio y su libertad para encontrar por si sólo la verdad que desenmascare a los auténticos criminales que nos gobiernan. Él solito, sin ninguna colaboración ha planificado toda su intervención humanitaria, se ha desplazado hasta la capital, ha localizado la vivienda particular de su objetivo, seguramente la ha sometido a vigilancia, ideó una identidad para no levantar sospechas que a la vez le permitiera la entrada al domicilio, fue capaz de someter a tres personas, etc. Sólo tuvo un fallo: ser una excelente persona que todavía no ha alcanzado el nivel elevado de conciencia moral que entiende que en ocasiones el fin justifica los medios y es imposible que así sea si se va provisto de una pistola con balas de fogueo, sin los conocimientos adecuados para hacer hablar a los sordomudos.

De todos modos, como dijera Guillermo Borja “La locura lo cura todo” y en breve tendremos nuevos actos de locura aislados y particulares que como luces en la oscuridad nos irán indicando al resto de mortales el camino de salvación para nuestra Democracia y Paz social.

Acoso publicitario

Ferias y mercados, renacieron en Occidente a comienzos del segundo milenio, con la sana intención de concentrar en tiempo y espacio las distintas ofertas y demandas de vendedores y compradores. Desde entonces, la idea ha venido funcionando bajo distintas fórmulas hasta alcanzar el estadio de las grandes superficies. De los primeros a los últimos, descontados los pícaros engaños de la mercancía en cuestión de peso, calidad, precio, procedencia, así como obviadas las sibilinas técnicas de manipulación del comprador para colocarle productos que ni desea, ni necesita, hacerle pagar más por menos, etc, costumbres culturales propias del oficio de mercader con las que ya cuenta la ciudadanía, todo el asunto ha consistido en que mientras la demanda se acerca a echar un vistazo la oferta se muestra no más allá de algún que otro letrero chillón o alguna que otra voz alabando la mercancía expuesta.

El bombardeo al que la gente es sometida durante su presencia en unos grandes almacenes por medio de la megafonía, la saturación de ofertas combinadas que le presenta cualquier estantería de supermercado o el cercano marcaje de los dependientes de una tienda de ropa interesándose por nuestros gustos, tallas y disponibilidad presupuestaria, además de conforme a la circunstancia y por ende fácilmente tolerable, puede ser agradecida por quienes en ello aprecian una ayuda a la hora de hacer sus compras. A fin de cuentas, son los clientes quienes libremente se acercan a los establecimientos pudiendo dejar de ir a ellos en el momento en que no les agrade el trato recibido, que no todos reaccionamos igual hacia un mismo comportamiento, verbigracia, ante la inmediata pregunta del camarero ¿Qué desea tomar el señor? según asomamos por la puerta del bar, los hay que lo entienden como un excelente servicio y otros nos sentimos violentados o a la inversa, de dar con el personal que espera a que le hagas una seña para venir a tomar nota.

Pero, conforme en la guerra, las acciones bélicas fueron desplazando sus objetivos desde las demarcaciones geográficas de los primeros campos de batalla, hasta el área industrial, para acabar afectando a toda la población civil incluidos hospitales y guarderías, los hombres de negocio extendieron las técnicas de venta por toda la urbe reduciendo a todo peatón, trabajador o niño, a la condición de consumidor, susceptible de ser bombardeado mediante letreros, vallas, luminosos frente a sus casas, a través de los medios de comunicación interrumpiendo los programas para anunciar pañales, licores o alpargatas…eludiendo el detalle de que el ciudadano sólo adopta el rol de cliente cuando entra en el marco de referencia del mercado, no siendo lícito tratarlo como tal fuera de los recintos comerciales.

Los sucesivos gobiernos títeres de la Patronal, han tardado en hacer algo de caso a sus respectivos votontos y según se ha anunciado desde el Ministerio de Sanidad, se va a poner un límite al acoso telefónico practicado por las peores Compañías del país, con el encomiable ánimo de evitar que en lo sucesivo, sus cómplices, no nos interrumpan el sueño, la comida familiar, el trabajo en la oficina, una película con los hijos, la visita a un amigo enfermo, etc. ¡Pero no se va a prohibir! Eso sería todo un atentado al libre mercado.

Porque si se prohibiera a las empresas donantes molestar al ciudadano en la intimidad del hogar vía telefónica, no se tardaría en entender que igualmente habrían de prohibirse los anuncios en radios y televisiones de emisión abierta, así como la publicidad en los buzones que podría ser tipificado como allanamiento de morada; Libres del sistemático lavado de cerebro, la población, consciente de los enormes beneficios mentales derivados de la ausencia de publicidad en sus vidas, exigiría la retirada inmediata de todo letrero o valla publicitaria en carreteras, marquesinas, escaparates, comercios, negocios de hostelería…por contemplarlos como contaminación visual del medio y muy lesivo para el cerebro de los jóvenes. La consecuencia de todo ello, sería la caída del consumo, la ruina de las empresas y el colapso del entero sistema que descansa sobre la propaganda de vivir en la paz del progreso y la democracia.

Dinero por todas partes

El pasado Viernes, Emilio Botín, Presidente del Banco de Santander, con ocasión de la presentación de su marca a la sociedad estadounidense, dio una rueda de prensa en Nueva York junto al Alcalde de la ciudad Michael Bloomberg que calificarla de esperpéntica se quedaría corto.
Entre otras muchas perlas discutibles, presentó a España como como “un referente para el FMI”, declaración que más que animar, espantaría a cualquier mente sensata y sobre el fichaje de Rodrigo Rato por la entidad aseveró estar “encantado con él por su mucha experiencia” afirmación que no mejora la anterior a tenor de lo sucedido en Bankia que para hacernos una idea de su significado en economía traducido en términos religiosos vendría a decir que: la Iglesia española, es contemplada como modelo por los Talibanes afganos al tiempo la Curia expresa estar encantada con Daniel Galván, el pedófilo indultado por el Rey de Marruecos por su mucha experiencia.
Escuchando estas delirantes palabras y otras aún peores como que “la banca española está deseando prestar dinero a clientes buenos, no a insolventes ya que para eso ya prestamos bastante mal prestado hace años» frase desagradecida para una población que bien podría decir “La ciudadanía española está deseando ahorrar su dinero en bancos buenos, no insolventes a los que ya hemos entregado a fondo perdido, bastante mal entregado, todos nuestros impuestos”… la indignación en mi aumentaba por momentos. Menos mal que tuve la paciencia de escuchar lo suficiente, como para que toda la rabia provocada por tan insultante discurso, se tradujera en euforia e ilusión, al enterarme por su boca que «es un momento fantástico para España» porque «llega dinero de todas partes».
¿Cómo? ¿Qué llega dinero por todas partes? Sin pensármelo dos veces, limpié las gafas, me colgué al cuello los prismáticos, desempolvé el detector de metales y salí a la calle dispuesto a ver por donde venía o en su defecto a encontrarlo yo mismo, con ayuda del pastor alemán del vecino al que me ofrecí para sacar a pasear. Inconsciente de mi, lo primero que hice fue ir a la sucursal más cercana para hacerme con un billete de 500 euros al objeto de restregárselo por el morro al animal; el pobre perro se volvió loco tirando de la correa como en estampida ladrando de banco en banco hasta el Ayuntamiento, del ayuntamiento a las inmobiliarias, de las inmobiliarias a las Notarías, de las Notarias a las Casas de Apuestas y Loterías, de estas a los prostíbulos, de los prostíbulos al banco y vuelta a empezar. Cansado del alocado periplo, aún a riesgo de destapar la liebre, me decidí a llamar por teléfono al aeropuerto, a la estación de tren y autobuses, a los responsables de la autopista, y a taxistas amigos, preguntando por si habían visto llegar dinero. Pero nadie sabía nada. O eso decían.
Me he pasado el fin de semana vigilando cualquier entrada sospechosa de divisas al vecindario apostado cerca de un supermercado por si un jubileta pretendía adquirir jamón de bellota fuera de la temporada navideña, investigando en el puesto de chucherías si algún pequeño hubiera intentado pagar en dólares las golosinas o si las amas de casa se paraban a contemplar escaparates de joyerías…por si pudieran ofrecerme alguna pista fidedigna de por dónde viene el dinero.
No he debido ser el único en ponerme alerta ante la llegada masiva de capitales, pues la gente no llenaba los comercios, ni abarrotaba las cafeterías, las mesas de los restaurantes estaban vacías, se podía caminar muy holgadamente por los grandes almacenes…seguramente porque los clientes, empleados a fondo en buscar el dinero que está por todas partes, como yo, no tenían tiempo para ir de compras, al cine o a los estadios de fútbol. La fiebre por el dinero ha llegado a tal extremo, que muchos autónomos, pequeños empresarios, hosteleros y comerciantes, no han dudado en cerrar sus negocios para ponerse a buscar el dinero del que habla Emilio Botín.

Por la demolición de Santa María

Toda mi vida vengo escuchando en Castro “¡Santa María se cae!” “Cualquier día de estos se viene abajo” y a estas alturas peinando las primeras canas, como que ha nacido en mi el firme deseo de derribarla yo sólo, porque veo pasar los años y ahí sigue, dando que hablar a concejales en los plenos municipales, tertulianos en medios de comunicación y a cuantos curiosos merodean por las inmediaciones que sin el menor esfuerzo pueden comprobar por si mismos en qué puede consistir la caspa de tan formidable ejemplo del tránsito del Románico al Gótico, al que voluntarios lugareños barren la arenisca todos los días del calendario.

Hace más de dos décadas, preocupado ingenuamente todavía por su conservación, propuse para indignación de mis paisanos, vender el inmueble a una empresa nipona que se ocuparía de desmontarla piedra a piedra para trasladarla a un bello paraje del Sol naciente, como ya han hecho con algunos castillos medievales y conventos. Como la medida fue rechazada al unísono de ¡Virgen Santa!, con espíritu más pragmático hace cosa de tres lustros lo intenté de nuevo animando al consistorio y Obispado a considerar la posibilidad de transformar el templo en una discoteca, restaurante, hotel, Parador o cualquier otro negocio de hostelería, convirtiendo a nuestra joya arquitectónica en todo un referente mundial de ocio. También aquí se puso el grito en el cielo. Desde entonces he visto como una ola se llevaba el Puente Romano y los lugareños, con todos los permisos municipales, de costas, de Patrimonio, etc, adornaban su entorno con obras que de feas que son, seguramente en breve recibirán un premio urbanístico.

El caso es que, hoy, ya no veo tan mal que se caiga la Iglesia donde me bautizaron. ¡Algún día tendrá que ocurrir! Y me fastidiaría mucho que este acontecimiento singular para el que hemos esperado más de siete siglos, fuera a suceder poco después de mi muerte. Por eso, mi posición ha variado radicalmente: ya no bogo por su conservación. Ahora soy un firme partidario de su destrucción. En este viraje ha contribuido no poco, lo acontecido en Bilbao con su Catedral de San Mamés, a la que toda la ciudad se ha sentido ligada afectivamente durante un siglo, lo que no ha sido óbice para cuando ha sido necesario, derribarlo con excavadoras sin más contemplaciones.

Los expertos parecen coincidir en que el derrumbe de Santa María es inevitable. Pues bien ¿A qué esperamos para afrontar nuestra responsabilidad como Pueblo? Es posible que los castreños no estemos dispuestos a realizar una cuestación pública para salvar sus muros que forman parte de nuestros recuerdos más íntimos visuales y acústicos; es posible que el negocio de hostelería en su conjunto que vive en buena medida de la postal que ofrece su efigie tampoco esté por la labor de su conservación; indudablemente las instituciones, fundaciones y patronatos culturales del país no están para estas cosas y el Obispado no pueda hacer más que encomendar el recinto de Santa María a la Virgen de los Milagros…Pero hay algo que entre todos, uniendo nuestras fuerzas, codo con codo, arrimando un poco el hombro, podemos hacer, a saber: podemos destruir armados de picos y mazas su estructura de modo ordenado y sin sustos. Cuesta verlo ahora, pero tiene sus recorridos intelectuales, culturales, empresariales y hasta turísticos. Se los explico:

Hasta ahora el Arte ha sido entendido de forma creativa. Pero puede haber arte igualmente en la destrucción como descubrieron los físicos artífices de la Bomba Atómica en los Álamos. El Dadaísmo a comienzos del siglo XX abrió la Caja de Pandora permitiendo a sus artistas destruir sus propias obras, creaciones que como el propio hombre, fueron diseñadas pensadas para su eliminación; ¿cuánto más arte entonces no habrá en destruir las obras ajenas o como en nuestro caso las heredadas? Gracias a desastres y accidentes en el inmisericorde paso del tiempo, lo viejo desaparece dejando paso a lo nuevo. Esta sabia ley de la naturaleza también es aplicable a los distintos espacios artificiales que la humanidad se ha procurado en su evolución material, pues no son pocos los hoy entendidos como monumentos los construidos en su momento sobre los restos de anteriores desaparecidos si no es que tuvieron que ver en su misma desaparición. La destrucción en un solo día a manos de los autóctonos de todo un edificio como Santa María, sería un acontecimiento sin parangón en la Historia; es posible que se le encontraran precedentes con la quema de la Biblioteca de Alejandría y similares. Mas, en esta ocasión, la decisión sería tomada democráticamente de manera racional. Por supuesto, la iniciativa sería recogida por todos los noticieros del mundo y mucha gente se acercaría en adelante a conocer la localidad, cosa que redundaría positivamente en el comercio y cuantos negocios viven del turismo; el fenómeno sería similar al acontecido con el Ecce Homo de Borja. Por último, cada año podría levantarse una representación en cartón-piedra de la Iglesia, para honrar su memoria al objeto de que los visitantes puedan disfrutar de su derrumbe una y otra vez, al modo en como se inmolan las Fallas de Valencia anualmente, dramatización que con el amor que sentimos en este país por el pasado, no tardaría en ser declarada de alto valor cultural. Cosas peores se han visto, verbigracia la Pasión de Nuestro señor Jesucristo, todas las semanas santas.