¿Quien debe costear el exilio cubano?

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Con este público interrogante no pretendo desprestigiar al colectivo que se ha visto forzado a salir de su país por sufrir acoso social, institucional, persecución y cárcel de parte de su Gobierno, aún siendo consciente de que el oprimido no tiene por qué ser mejor moralmente que su opresor, dado que es una opción de nuestra Alma cristiana inclinarse del lado del débil indistintamente de los motivos que le hayan arrastrado a su situación; En consecuencia, lejos de mi intención nada semejante. Con todo, creo oportuno traer la cuestión a esta tribuna, toda vez el exilio cubano reconocido como tal por el Gobierno del Estado, ha convertido el cese de las ayudas que hasta hace tres meses llevaban percibiendo del Erario Público, en el motivo central de sus quejas sobre el trato recibido desde que vinieron a la Madre Patria adoptiva.

Tampoco deseo entrar en el debate de si nuestro Gobierno ha hecho todo cuanto se debía hacer por esta gente, porque podemos perdernos en impresiones muy subjetivas, dado que, la expresión de una frustración muchas veces tiene más que ver con las expectativas incumplidas que con los hechos y realidades obtenidos, no correspondiéndose siempre la responsabilidad a quién las genera con promesas cuanto a quien las escucha selectivamente, aunque no me resisto que en el caso que nos ocupa se unieron el hambre con las ganas de comer y al entusiasmo exhibicionista zapateril por hacer méritos para acudir a la Casa Blanca, es verdad que se le unió la ilusión de venir al país de Jauja modelo del Estado del Bienestar occidental trayéndose en la maleta toda la salsa caribeña en la inocente creencia que la libertad se puede disfrutar con la misma tranquilidad de espíritu típica del ¡Ahorita mismo! que se soporta la falta de ella.

Lo que a estas alturas interesa, es averiguar a quién corresponde correr con los gastos de estas personas y de sus sufridas familias. Una pueril respuesta apuntaría a que les corresponde sólo a ellas, por ser ellas las que libremente han escogido esta opción. En primer lugar, hemos de tener presente que escoger, lo que se dice escoger, no es que lo hayan hecho muy libremente; Nadie deja su tierra, a sus familiares y amigos por capricho. En este sentido su libertad es de calibre parejo a la del emigrante por motivos económicos que huye del hambre o la guerra, sólo que en un exiliado se le ha de añadir el ingrediente de persecución político-institucional. Sólo por esto, cualquier pueblo solidario debería sentirse obligado a prestar su ayuda a esta pobre gente, no digamos entonces la sociedad española que tiene una deuda moral de eterno agradecimiento a toda América Latina por haber acogido a nuestros padres, tíos y abuelos que escapaban de la miseria y hasta de los miserables que aquí había. Claro que una cosa es ayudar en los inicios y otra muy distinta mantener de por vida. Pero no creo que esto sea lo que reclaman los exiliados cubanos, aunque a algunos ciertamente se les haya podido pasar por la cabeza tras conocer que entre nosotros existe todavía la Monarquía anidando en ellos la melancolía de la Patria chica de vivir a costa de un Papá Estado.

Una segunda prematura contestación señalaría a la responsabilidad contraída por el Gobierno y el Estado Español tras haber facilitado su salida de la isla, quién sabe si animado prometiendo el oro y el moro, cuando menos realizando los típicos cantos de sirena propios de la Democracia Occidental y las excelencias del Libre Mercado a unas mentes deseosas de poder moverse y expresarse con libertad que en su ingenuidad creyeron que lo contrario a una Dictadura es una Democracia. Bajo este prisma, es evidente que tanto el PSOE por haberse dado el pote de libertador Internacional, como el Estado Español por haber jugado su papel neo-nato de aliado anticastrista de los EEUU, si deberían contribuir más de lo que hasta la fecha han hecho; En mi opinión, lo suyo sería que la agencia de colocación del PSOE, asumiera su responsabilidad contratando en sus sedes a estas personas bien como administrativos o en tareas de hostelería en las “Casas del Pueblo” y por parte del Gobierno de turno del PP, que menos que asesorarles para que puedan beneficiarse del inmenso yacimiento de subvenciones que existen en la actualidad o en su defecto facilitarles su acceso al Ejército Profesional para poder otorgarles una paga mensual. Sin embargo, tampoco es que sea poco lo que ya se ha hecho con nuestros impuestos, atravesando como estamos atravesando un época de crisis.

Pero en este asunto del Exilio cubano, además de contar con la solidaridad libre y voluntaria de los pueblos y gentes de España, de la obligación moral de nuestra sociedad de devolver el favor en su día recibido, de afrontar la responsabilidad para con unas consecuencias económicas derivadas de una decisión política contraída por parte del Gobierno y el Estado que la tomó, hemos de subrayar la enorme deuda ética y material que para con todo el Pueblo de Cuba tienen las empresas españolas que se lucran trabajando codo con codo con la Dictadura de los Castro, como son las cadenas hoteleras, las agencias de viajes, las líneas aéreas, etc. Es a ellas a las que debería corresponder sufragar todos los gastos de ahora en adelante del exilio cubano como forma de reparar su imagen de cómplices de la Dictadura.

Y por último, sólo me queda apelar a todas esas Oenegés que se declaran “Amigos del pueblo cubano” para que demuestren por una vez que lo son, porque hasta la fecha, parece que únicamente lo son de su Gobierno como aquí lo son del nuestro.