Piensa en todos esos niños que no tienen qué llevarse a la boca, que no tienen acceso al agua potable, ni a medicinas. Ahora, separa de tu gasto diario un euro que no da ni para tomar un café e introdúcelo en un tarro de cristal. Si haces esta operación durante una semana, tendrás siete euros, tras un mes ya serán 30 y si continuas así al cabo de un año ya habrás llegado a la bonita cantidad de 365 euros.
Llegados a este punto debes reflexionar a quién de los dos, a ti o a ese pobre niño, dicha cantidad va a aprovechar más; Al niño que se muere de hambre está claro que no le va a sacr de pobre. En cambio a ti te puede pagar una escapada el próximo puente…Por tanto, lo mejor que puedes hacer es no dejarte llevar por el sentimentalismo. Vacía el tarro, quédate el contenido que a fin de cuentas es tuyo y dale el tarro a alguna Oenegé para que se lo haga llegar a ese niño que le será de gran ayuda para poder comer, no un día ni dos, como hubiera sucedido de darle el dinero, sino con suerte si lo cuida y no se le rompe, toda su cortita vida.