La verdadera Generación Ni-Ni

No hace tanto se discutía en seminarios universitarios, revistas de pensamiento y medios de comunicación, sobre la existencia de un sector de la juventud que ni estudiaba ni trabajaba al que expertos, analistas, periodistas y tertulianos gustaron en designar como “Generación Ni-Ni” con claros tintes peyorativos por entenderse que dicha posición juvenil más que forzada por las circunstancias socioeconómicas era pretendida por un pasotismo militante al que pocos sociólogos, psicólogos y politólogos concedieron la presunción de inocencia intencional por padecer lo que se conoce como una atonía existencial colectiva ante acontecimientos sutiles que desalentaban desde una deficiente educación en valores fundamentales o un desesperanzador horizonte de sentido altamente frustrante entre sus altas aspiraciones de placer exacerbadas por una engañosa publicidad dirigidas al consumo y sus capacidades reales de poderlas satisfacer, toda iniciativa ilusionante en un mundo en el que empezamos a ser del todo prescindibles, perspectiva ante la cual muchos decidieron dejarse llevar sin ofrecer la menor resistencia, siempre y cuando en dicho discurrir temporal se contara con un mínimo garantizado para la subsistencia, cosa que se les entregaba sin exigencias a cambio de no estorbar manteniéndose dentro de su particular Carpe diem de baja intensidad. Con todo, hubo quienes sin negar la realidad de ese sector, juzgaron del todo inapropiado adjudicar la etiqueta “Ni-Ni” a toda una generación aduciendo, que francamente eran minoría los jóvenes que no estudiaban o trabajaban, hasta el extremo de afirmar que nunca antes nuestro país había contado con una juventud tan bien formada e informada.

Hoy, sin embargo, no escucho a nadie tratar la cuestión de la aparición de una verdadera “Generación Ni-Ni” precisamente cuando su extensión y consolidación no generaría discusión interdisciplinar alguna, paradoja esta, que sólo me explico por buscar evitar la confusión aunque no debería haberla, toda vez, la expresión “Generación Ni-Ni” si bien tuvo su recorrido mediático, nunca llegó a cuajar en los ámbitos intelectuales de referencia por lo apuntado. En consecuencia, dado que nos encontramos con una feliz expresión sin correlato, lo suyo sería aprovecharla para un fenómeno social notorio que está por bautizar al que vendría como anillo al dedo.

Conforme a las conclusiones extraídas del estudio «Crisis y contrato social. Los jóvenes en la sociedad del futuro», elaborado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, donde se nos informa de que un 84,9% considera bastante probable tener que trabajar en lo que sea, el 61,7% considera igual de probable tener que irse al extranjero; y el 79,2% tener que estudiar más, y a pesar de esta disponibilidad expresada, una abrumadora mayoría cercana al 80% se muestra convencida de que, tendrá que depender económicamente de su familia…en otras palabras, que la juventud de hoy, está dispuesta a trabajar ¡En lo que sea!, sin la más mínima aspiración profesional, laboral, intelectual o formativa; ¡Donde sea! sin importarle el arraigo, la familia, los amigos, su forma de vida; ¡Como sea! para entendernos: sin seguridad social, sin medidas de seguridad, sin prestación por desempleo, sin finiquito, sin pluses de peligrosidad, sin vacaciones…¡Con el sueldo que sea! Al margen del nivel de sus títulos académicos, experiencia, capacidad, perfil, etc, es evidente que si alguna vez toda una generación ha merecido ser bautizada como “Generación Ni-Ni”, esa es la actual.

Porque, los jóvenes de hoy, ni tienen trabajo, ni lo van a tener en mucho tiempo, por consiguiente ni pueden comprarse una casa ni independizarse, ni tener hijos ni formar una familia, ni desarrollarse como ciudadanos. Por otra parte, tal y como están las cosas, sus padres ya no estarán en disposición de ayudarles por lo que en breve no tendrán ni para viajar ni en metro, ni cargar el móvil, ni navegar por internet, ni salir con los amigos de fiesta como antes; a ello le debemos sumar la política de recortes sociales que les pondrá a los pies de los caballos en un país que no les ofrece ni una tarjeta sanitaria después de forzarlos a emigrar por no darles ni la más mínima esperanza de una cercana solución a sus problemas.

Capitalismo Nininista

El gusto de la literatura por agrupar a los escritores en Generaciones como la del 98 o la del 27, ha degenerado en la costumbre mediática de etiquetar cada cierto tiempo a las Quintas con expresiones como del Baby Boon, del Kronen, la X y la que ahora da tanto la lata bautizada como Ni-Ni que al comienzo remitía a la ni por asomo representativa “Ni estudia. Ni trabaja” sembrando con ello la semilla necesaria entre la opinión pública para cosechar la que se les avecina, pues quien más quien menos, acepta como merecidos los recortes para cuantos desde hace tiempo, se les ha proyectado la sombra de la cigarra a modo de capirote, con el fin de poderles restregar los valores del sacrificio en los que se forjaron sus abuelos cuando al hambre no había pan duro y llenos estaban los seminarios de boca-ciones, ahora que han llegado las vacas escuálidas, para terminar identificando actualmente a todos aquellos que no tienen ni casa, ni coche, ni empleo, ni sueldo, ni vacaciones, ni pagas extra, ni cesta de Navidad, ni subsidio, ni prestaciones, ni subvenciones, ni Seguridad Social, ni tarjeta sanitaria activada, ni pensión, ni jubilación, ni viajes del IMSERSO….ni esperanza alguna de tenerlos algún día.

Pero la cigarra original de la fábula de Esopo no las pasó tan canutas como las de los liberales La Fontaine y Samaniego en las que dos hormigas despiadadas las dejó morir de hambre…ni tampoco la liebre pagó tan cara su molicie ante la tortuga como ahora sufren los ciudadanos Ni-Nis a los que ni se ven, ni se oyen en los medios de comunicación por no dar buena imagen, ni se les mira a la cara al caminar por las aceras, ni su opinión es computada en sondeos y encuestas, ni tienen quién les socorra salvo la Iglesia a través de Cáritas, ni quién les conceda un crédito – ni los usureros – ni partido que les represente como clase social que son, ni sindicato que defienda sus derechos con la excusa de que no son trabajadores, ni medio de comunicación que refleje su problemática ¡pero la de verdad! que lo de callejeros raya lo bohemio – ni albergue que les cobije – es mentira eso de que la gente está en la calle porque no quiere ir a un albergue; Muchos me han comentado que no les dejan pasar, otros que no hay plazas para todos y les hacen rotar, algunos especulan con que hay favoritismos con gente que hace servicios especiales…- ni restaurante que les dé un plato de comida a cambio de lavar los platos como se ve en las películas, ni les dejan entrar a los bares para ir al baño a hacer sus necesidades, ni quedarse cerca de zonas turísticas, ni se les permite plantar patas en los parques para poder subsistir, ni se les consiente ya pedir por las calles porque al parecer de nuestros políticos es una actividad muy lucrativa, ni se les deja vender lo único que poseen, a saber, su cuerpo, en las calles porque existe el proyecto de que lo donen gratis a la ciencia por no tener ni dónde caerse muertos. ¡Eso sí! No sin antes haber entregado toda su sangre a la farmacéutica Grifols.
Así, si de aquel Socialismo utópico de personajes como Saint Simón se llegó al Marxismo Leninismo, puede decirse, que del Liberalismo económico de Adam Smith, hemos arribado al Capitalismo Nininista.