Votos, sexo y cintas de video

Son muchos los debates filosóficos surgidos al paso de lo acontecido a la concejal Pesoista de Yébenes a raíz de la difusión de un video erótico grabado en la más estricta intimidad mas voluntariamente enviado por ella a sus amigos, desde los límites morales entre lo público y lo privado en la vida de los representantes públicos cuando por azar, descuido del afectado o intromisión de terceros, sus particulares aficiones del todo legítimas desde el plano legal, ético y de cualquier otra índole, sin embargo, chirrian con el marco axiológico que la costumbre ha fijado como referencia de lo aceptable en una sociedad, indistintamente de cómo contemplemos la misma de vanguardista o atrasada, pues de entrada, todos entendemos que la maldad o bondad de los hechos no son juzgados de igual manera realizados a solas o en compañía como puede ser la inocente suelta de un pedo, que sin haber sido nunca pecado ni estar todavía bajo gravamen del IVA, no por saludable o gratuito deja de ser reprochable que el sujeto se desahogue a sus anchas mientras los demás hemos de aguantar su pestilencia…hasta de índole político, acerca de cuándo y por qué ha de presentar la dimisión un cargo democrático, más si cabe, en un país como éste donde nadie dimite por corrupción y los corruptos lejos de ser insultados en los plenos como lo ha sido esta concejal, son votados con mayoría absoluta.

Pues bien, no son estos los asuntos sobre los que deseo fijar mi atención esta vez y sí en cambio, en la relación que hay entre imagen y votos o si lo prefieren, entre sexo y democracia: En la sociedad del espectáculo que nos ha tocado vivir, tan importante es la mercancía como el envoltorio, cosa ya sabida por los publicistas con destacada solvencia de la industria del perfume o de las bombonerías como comprenderá cualquiera que guste de adquirir lencería para si o su pareja. Así ocurre que, no basta con haber estudiado un Master en astrofísica aristotélica o saber chino mandarín, ahora es menester manejarse con artificiosa naturalidad en las entrevistas de trabajo, conocer los intríngulis de los test psicotécnicos no para contestar las respuestas adecuadas cuanto para dar las convenientes, presentar Curriculum Vitae milimétricamente calculado a lo que requiere el mercado y por supuesto, hace tiempo que los entresijos de la política se rigen por estos nuevos cánones de escaparatismo que guían la conducta de toda voluntad a la hora de votar en las elecciones libres o de valorar la gestión de un personaje público según su vestimenta, peinado, elegancia a la hora de moverse, detalles que deberían preocupar más a un estilista maquillador de los Rolling Stones que al asesor de un gobernante.

Como quiera que somos más hijos de nuestro tiempo que de nuestros padres siendo más sencillo cambiar las leyes de un pueblo que sus costumbres, aunque alguno nadando contra corriente llegue a la orilla para contarlo, lo mejor es dejarse arrastrar rio abajo con los sedimentos de la folklórica idiosincrasia, lo que en este contexto vendría a valorar la difusión del video erótico de la concejal como un positivo efecto coherente arrojado por el torrente estadístico muy de agradecer, dado que, escogiéndose como se escogen a sus Señorías, más en función de su “Look” que de su capacidad de gestión, como también ocurre a la hora de encontrar presentadores del Tontodiario que más que periodistas parecen relaciones públicas del “Barco del Amor” o mismamente, para rizar el rizo, en el propio mundo del espectáculo donde lo que cuenta en un artista ya no es su voz ni sus dotes de interpretación, sino su cara y figura para hacer caja, es natural que cuando salen a la luz estas intimidades, por lo menos son de excelente calidad.

En consecuencia, no comprendo el incongruente revuelo causado por tan magnífico video erótico que debería ser un ejemplo a seguir por Trinidad Jiménez, Carme Chacón, María Dolores de Cospedal y mi particular musa de la política Leire Pajín; Es más, aprovecho la ocasión para exigir explicaciones a Luisa Fernanda Rudi, Rita Barberá y Esperanza Aguirre por su resistencia a abandonar la escena política con el riesgo que ello comporta para propios y extraños.