La auténtica etimología de «Matrimonio»

A raíz del pronunciamiento favorable del Tribunal Constitucional para con el “Matrimonio homosexual” muchos han sido los opinadores que, derrotados en el campo del Derecho, han corrido a buscar refugio en la etimología latino-greca “Mater-Monos” de la palabra en cuestión, cuya elasticidad, sirve tanto para un roto, como para un descosido.

Confiados en que el vulgo dará por buena cualquier argumentación biensonante que se le presente, se han atrevido a airear que “Matrimonio” significa “sólo una madre” y de ello concluyen que, se ha desbarrado literalmente en dar por buena la expresión para significar la unión de personas homosexuales. Pero aquí estamos para denunciar esta interpretación interesada, sesgada y hasta equivocada del asunto, pues si hay algo en esta vida que me haya atraído desde que con siete años escuchara la radio de la UNED con la que mi madre estudiara Filología mientras freía patatas en la cocina, ha sido precisamente el origen de las palabras.

Pero antes de profundizar hasta sus últimas consecuencias en el terreno etimológico, desearía dar la batalla en el mismo plano pueril que han esgrimido estos eruditos que bien podrían darse la mano con aquella Miss que en un momento de nervios declaró que “Confucionismo viene de Confusión” la que ella misma comprensiblemente tenía y de la que estos otros parecen participar sin excusa.

Pongamos que aceptásemos sin reservas que “Matrimonio” quiere decir “una sola madre”. Una pareja de lesbianas en la que sólo pariese una de ellas, cumpliría el requisito. ¡Ah! ¿Que tiene que haber un padre para que sea madre…? ¡Vaya! Pues como no lo evolucionen del “monos” saltándose a la torera la etimología árabe de la que procede el pariente darwiniano, no sé yo donde aparece el santo varón.

Mas, sin rizar el rizo con el asunto de la fecundación in vitro o los avances científicos que en breve permitirán a los machos dar a luz saliéndonos de madre ¿Cuál es el grado de cumplimiento para los matrimonios estériles? Porque en ellos habrá hombre y mujer, amor de Dios… Pero madre, ¡Ni una sola! Por otra parte, dado que “Matrimonio” significa “sólo una madre” y nada se dice de los padres, ¿puede entonces colegirse que la institución sagrada del matrimonio asume la poliandria, una mujer con varios maridos? Poniéndonos puristas, en verdad, lo correcto sería conceder el Sacramento únicamente a las madres solteras.

Como ven, podríamos continuar por estos derroteros, pero con ello no aprenderíamos nada de la circunstancia. Para cuantos deseen permanecer comulgando con ruedas de molino en este tema, les invito a que mediten los ocultos motivos que han llevado al castellano a otorgar género masculino a la palabra “Matrimonio” cuando viene de “mater” y femenino a “Patria” cuando esta procede de “Pater”.

“Matrimonio” puede venir de “Mater” con significado de “Madre” pero sucede que el latín tomó el término del Indoeuropeo donde el lexema “mater-“ no significa sólo “Madre”; de hecho, en esa misma lengua dio lugar a “Materia” de donde procede también nuestra “madera”. Sea entonces que el término “Matrimonio” bien podría traducirse con mayor coherencia “De una sola materia” ancestral anhelo de las almas anteriores a todo Adán y Eva que en su osadía por rivalizar con su Dios creador, fueran castigadas con la división en hombre y mujer. Bajo esta nueva luz etimológica unos podrían entender que en el Matrimonio caben dos seres indistintamente del sexo y cuantos deseen participar de la fiesta como preconiza en la actualidad el movimiento de los Poliamorosos; Sin embargo, desde el plano mitológico los partidarios del planteamiento restrictivo, volverían a aducir que lo que se debe unir son dos sexos, puesto que es lo que en el origen fue separado. Su dificultad estribaría en explicar convincentemente el desideratum de nuestro Señor Jesucristo “Lo que una Dios que no lo separe el hombre” que casi se debería reformular a la inversa.

Podríamos dejar aquí el debate a unos convencidos que “Matrimonio” quiere decir “Solo una madre” y otros “De solo una materia” como he propuesto. Pero hoy, además de contar con el Indoeuropeo, poseemos el Nostráico, macrofamilia lingüística que se remontaría a los albores de la Revolución Agrícola-sedentaria, de donde emergerían las lenguas indoeuropeas en torno al 6.000 a.C. junto a las urálicas, altaicas, afroasiáticas o dravídicas, entre otras. Pues bien, la voz “Mater” la primera en ser reconocida como Indoeuropea, podría descomponerse a su vez en el lexema original “Ma-” que significaría “Mamar” y la desinencia “Ter” que enfatizaría la acción. Tomando en consideración que los pueblos ganaderos nómadas subsistieron junto a una fuente constante de alimento como eran las bestias susceptibles de ser ordeñadas, acaso mamadas, fue entonces que se debió fijar el significado de mamar a “Ma” Pero el propio término “Ma” se remonta a muchísimo más atrás que el Nostráico en época del deshielo.

Seguramente las primeras palabras del hombre fueran aquellas que emitidas de modo natural como ¡Ay! ¡Oh! ¡Hummm! Y similares, por su reiteración en la circunstancia fijarían para el grupo un significado gradualmente especial, a los que sucedería su imitación como ¡Ñam-ñam! y posteriormente la recreación de los ruidos de la Naturaleza externa, por medio de las onomatopeyas de animales como ¡Muuu!, ¡Miau!, ¡Beee!, etc. Estoy convencido de que “Ma” viene del balbuceo del mamífero humano por excelencia, el bebé, en busca de alimento. De ahí que hasta una lengua no indoeuropea como la China tenga una voz que suena como a “Mamá” para designar a la madre por los niños pequeños. Si esto es así, la voz “Matrimonio” tendría que ver más con la necesidad de alimentar, con la capacidad de alimentar y la voluntad de garantizar el alimento, que cualquier otra cosa relacionada con el dichoso sexo en el que todos andan pensando. De modo que, todo aquel grupo de personas que deseen juntarse y llamarse matrimonio por su etimología, antes deberán probar que se pueden sustentar ellos y a la futura prole si la hubiere.

Enlace y divorcio notarial

El recientemente estrenado Ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, ha asegurado que una de las primeras medidas que adoptará su departamento, será impulsar una ley de mediación y jurisdicción voluntaria que suponga, entre otras ventajas, que los notarios puedan resolver matrimonios y divorcios, al objeto de aligerar la carga de trabajo a los tribunales y juzgados, porque en su opinión, «No tiene sentido que un divorcio de mutuo acuerdo no pueda ser directamente formalizado ante un notario por las partes” ni que la única alternativa en una sociedad moderna sea llevarlo todo ante los funcionarios de turno y al Registro Civil.

De sencilla y clara que es, la idea no es propia de la cabeza de un político y menos, si el político ocupa un puesto relevante del Gobierno en el transcurso de su formulación, pues es vox populi, que las mejores ideas para gobernar un país, sólo afloran en labios de nuestros representantes mientras se encuentran de campaña electoral, acaso durante su periodo de oposición, pero jamás en el ejercicio de su cargo.

Con todo, como quiera que toda sociedad moderna y compleja se tenga que dotar de un nutrido cuerpo de representantes políticos para trabajar en la solución de los problemas comunes que nos afectan a todos, dado que este extremo no escapa al conocimiento del mencionado colectivo, que más pronto que tarde, acaba comprendiendo que nuestra desgracia es la base sobre la que descansa su supervivencia como clase, siendo entonces todo su afán preservar los problemas sin solución hasta tener muy claro que han sido capaces de generar al menos otros dos que reemplacen al anterior, tan prometedora medida seguramente encierre algún que otro vicio oculto que todavía escapa a mi inteligencia. Y aun así, le doy la bienvenida, porque con la crisis que hay, no crean ustedes que la anterior regla se cumple en la parte conveniente, que ya empieza a suceder que ni se molestan en dar solución a problema alguno sin por ello renunciar a crear más, dándole la razón a quien observó que si bien no es posible limpiarlo todo sin ensuciar nada, en cambio, los hay muy capaces de ensuciarlo todo sin limpiar nada. En consecuencia creo que estamos de enhorabuena, momentáneamente, a este respecto.

Bueno…la verdad es que, la anunciada medida va a resolver muchos problemas jurídicos. Más de los que el mismo Ministro contempla y estaría dispuesto a contemplar; Me explico: Si el notario está capacitado para casar o divorciar de mutuo acuerdo a personas libres, adultas y en sus cabales, primero, se resolverá esa tontería ahora perseguida por ley de los mal llamados “Matrimonios de conveniencia” pues evidentemente como todos habrán sido convenidos y esta vez ante notario; segundo no sólo se podrán celebrar matrimonios homosexuales, que también tendrán cabida tríos, entrelazamientos de parejas y toda suerte de ligamientos conocidos en la comunidad de los “Pluriamorosos” elevando a las relaciones personales al rango disfrutado desde siempre por las S.L o las S.A. que sin necesidad de dar mayores explicaciones de cómo follan en la cama, las veces que se ven a lo largo de la semana, o de responder un cuestionario para averiguar, dónde y cuándo se conocieron los socios, hacen y deshacen a su conveniencia mientras se den de alta en el Registro Mercantil, paguen todos los impuestos y trimestralmente se pongan al corriente con Hacienda, que es lo que verdaderamente importa.

Ahora bien, toda esta alabanza de la genial idea de enviar al notario a quienes se deseen casar o divorciar de mutuo acuerdo, debe enmarcarse en el estado actual ñoño – que no romántico – de cosas en el que hasta las personas menos necesitadas de ello, se desean casar. Si fuera por mí, yo habría promulgado una medida bien distinta, prohibiendo el Matrimonio en virtud de las leyes que velan en el mercado contra el Monopolio, de inmediata aplicación para casos tan escandalosos como el de Elsa Pataki.