Condenada pianista

http://www.youtube.com/watch?v=Kf3yAofOV54

La Fiscalía de Girona ha solicitado siete años y medio de cárcel y cuatro de inhabilitación para ejercer de pianista a una intérprete profesional acusada de un delito contra el medio ambiente por contaminación acústica, desde que en el 2003 la demandada instalara un piano en su domicilio donde practicaba de modo continuado de 9 a 13 horas y de 14 a 18 horas, los siete días de la semana sin que la habitación estuviera debidamente insonorizada, superando el nivel máximo de inmisión sonora permitido por ley.
Según la fiscalía, se ha llegado a este extremo tras la denuncia efectuada por la vecina en 2006 cuyas súplicas para que insonorizara la vivienda fueran abiertamente desatendidas, como lo fueron los requerimientos de los expertos municipales que se pronunciaron oficialmente sobre el particular. La situación llegó a tal extremo, que la afectada pidió la baja laboral por lesiones psíquicas como ansiedad, alteraciones en el sueño y episodios de pánico, además de problemas de gestación en los últimos meses de embarazo, por lo cual, también se ha solicitado una multa de 10.000 euros, y de 9.900 de indemnización.
De haber aparecido la noticia el día de los Inocentes, me hubiera echado unas risas, pues contiene todos los ingredientes para pasar por inocentada: exageración, situación tragicómica, que ocurra en un país de palurdos musicales con un nivel de decibelios intolerable en las calles, colegios y hospitales, donde las fiestas consisten precisamente en no dejar dormir a nadie…¡Pero no! Resulta que es verdad. En esta geografía repleta de aeropuertos cuyo ruido insoportable daña a millones de personas, cuyas campañas electorales aturden con altavoces a la ciudadanía, donde las cadenas de televisión aumentan el volumen durante los anuncios, etc, vamos y condenamos a una pianista a prisión.
Dado que soy un melómano confeso, amante por lo demás del instrumento y de las chicas que lo acarician, estuve por abstenerme de hacer cualquier comentario al respecto, por mi elocuente falta de objetividad. Pero, ¿para que demonios necesitamos objetividad? Los hechos están muy claros: a oídos de la fiscalía el sonido de un piano está al mismo nivel de perjuicio que el ocasionado por una discoteca o las obras de una taladradora, elevando a rango de teorema la conocida sentencia de Napoleón para quien toda música era ruido.
La inquietud se ha extendido por el territorio en el que todavía resuenan las melodías de Falla, Albeniz, Granados, Rodrigo…pues de prosperar la solicitud del fiscal, ya se pueden ir preparando todos los jóvenes músicos que no teniendo mejor sitio donde ejercitar su arte, habrán de restringir sus ensayos a las escasas horas de clase que les permite su matrícula en el Conservatorio, tiempo del todo insuficiente para alcanzar la Maestría para quien desea convertirse en un virtuoso del violín, trompeta o flauta.
Mas, también comprendo el padecimiento de los vecinos, que por suerte o por desgracia, sufren en silencio estrepitoso el ir y venir de las escalas, los inicios y reinicios de la “Para Elisa”, pues aun cuando en el mejor de los casos, comparten pared con pared con un Achucarro en ciernes, por mi experiencia en el Alvia de Renfe, reconozco que se puede llegar a Odiar la sublime “Versión sobre un tema de Paganini” de Rachmaninov o maldecir los acordes de “Rhapsody in blue” de Gershwin, porque como dijera un colega para justificar el adulterio, cuando todos los días te ponen tu plato favorito para comer, como que acabas aborreciéndolo. ¿Qué hacer entonces?
Nada me gustaría más, que este percance judicial sirviera para buscar una solución satisfactoria a un problema que afecta a más gente de la que pensamos; De una parte están los miles de jóvenes músicos que han de reprimir sus anhelos de aspirar a la perfección o de dar rienda suelta a su inspiración cuando les llega para no molestar y de otra, sus familiares y vecinos que por lo general asumen la situación entre resignados y comprensivos hasta cierto límite. Y ¿Qué solución puede ser esta?
A mi modo de entender, nuestra sociedad tan preocupada por la drogadicción, el consumismo, la ecología y demás excusas para sustraer de las arcas públicas subvenciones continuas para los Partidos criminales y sus Oenegés, debería liberar los espacios públicos – actualmente usurpados por los Entes del Mal que los abren a las ocho de la mañana de lunes a Viernes y los cierran los fines de semana – para que en ellos cundiera todo tipo de Arte y que los jóvenes pudieran acudir a ellos cuando quisieran para disfrutar de su ejercicio mañana, tarde y noche, sin más requisito que el de solicitarlo como corresponda. Así, creo conveniente y necesario que en toda población, el Exmo. Ayto, debería acondicionar un lugar de ejecución y ensayo musical de uso popular cuyo mantenimiento y gestión podría dejarse en manos de los usuarios. De haber un local de estas características, nadie en su sano juicio iría a competir en decibelios y compartir el espacio acústico con la tele del salón, la radio de la cocina, las obras de la calle, el ruido del tráfico, el campanario de la Iglesia y los insistentes golpes del vecino en la pared.

EpC: Cómo no poner música en el bar

http://www.youtube.com/watch?v=Iwuy4hHO3YQ

Cuando no había radio y televisión, mucho menos equipos de música, bares y cafés eran lugares propicios para la agradable conversación y la tertulia, con permiso de la lectura del periódico y las partidas de cartas, ajedrez y dominó. Los hosteleros fueron incorporando sucesivamente las distintas mejoras técnicas para ofrecer más opciones a su variada clientela que por supuesto aplaudió su incorporación en un momento en que la mayoría de la población no podía permitirse gozar de su presencia en el hogar, aunque no sin cierto grado de adaptación, pues la presencia constante de un locutor hablando por radio en voz alta o la proyección de una película, obligaba bien a aumentar el tono de voz de cuantos deseaban hablar entre si, bien a permanecer callados y aceptar su nueva condición en el local como la de un rumiante urbanita consumidor habitual de distintas sustancias embriagadoras y excitantes sin otro quehacer.

Como buen animal de costumbres que somos, nos acostumbramos a la presencia de ruido constante en restaurantes, bares y cafeterías, siendo capaces de mantener conversaciones profundas mientras retransmitían un partido del Real Madrid, prefiriendo no obstante la música en inglés a la cantada en castellano, y a cualquier melodía antes que un debate que nos hiciera la competencia, por distraer el intelecto de nuestra propia conversación. Con todo, aquello era soportable, siempre y cuando, su uso fuera moderado en decibelios y coherente en el sentido de que no chocase contra la lógica de los hechos, cosa que por desgracia ha dejado de ocurrir como paso a exponer.

He observado que, en aquellos establecimientos vacíos que elijo por su tranquilidad, en cuanto me siento a tomar el café y a charlar con la compañía que ha entrado conmigo, resulta que, de golpe aumenta el volumen de la música o suben la voz de la televisión; Como no puede ser casualidad que esto me ocurra a mi no una, ni dos, ni tres veces al año sino que muy a menudo, he buscado una causa que lo explique. El primer motivo que me viene a la cabeza es que, la persona que atiende el bar cree hacernos un favor, pero ello supondría que esta persona no es muy observadora pues se supone que, si los clientes estamos hablando, lo que menos deseamos es tener al lado una banda de rock o el orfeón donostiarra. Así pues, lo segundo que pienso es que, así como nosotros no deseamos que la música turbe nuestra conversación, la persona de la barra tampoco quiere que nuestra conversación turbe sus pensamientos; Pero, dado que cuando nosotros entramos la música estaba baja no es muy inteligente de su parte sumar su presencia a nuestra conversación para no interferir en su paz espiritual tras la barra. Una tercera posibilidad es que, se esté poniendo en práctica la estratagema que tienen las tiendas de ropa y grandes almacenes para acelerarnos el pulse y la acción que estemos llevando a cabo para que consumamos cuanto antes y nos marchemos de allí rápidamente, cosa que entendería de estar el local abarrotado, pero estando vacío no parece haber motivo. Por ello concluyo que, seguramente todo obedezca a la moda de contaminar acústicamente el ambiente público allí donde haya un ciudadano, para evitar que piense -por ejemplo en el precio del café- e impedir que se relacione con otros ciudadanos, para de este modo, no afloren los problemas comunes y mucho menos las soluciones.

A lo anterior hemos de añadir que, de un tiempo a esta parte, he constatado una práctica mucho más aberrante que hace trizas, no ya la conversación entre amigos, sino la reflexión propia, pues por mucha que sea la capacidad de concentración que uno tenga y por muy adaptado que esté a estas alturas a la suciedad acústica que todo lo inunda en los locales públicos, lo que es difícil de soportar para la conciencia bien formada y educada, son los hechos incomprensibles provocados a voluntad, dado que distraen la mente que les busca enfermizamente una explicación. Me estoy refiriendo a la estupidez supina de tener encendidos en un mismo espacio la tele y la radio o cadena musical.

Aunque la clientela estuviera acostumbrada a que el establecimiento interfiriera en la conversación y pensamientos por medio de sus aparatos de difusión pública gravados por la SGAE, y comprendiésemos que lo que en ocasiones nos molesta en otros momentos pudiera agradarnos a nosotros mismos o a otros por ser su ruido coherente, lo que ya llevamos mal, es que los distintos aparatos del bar se hagan la competencia entre si, pues es dudoso que de su confluencia saque alguien algún provecho, de no tener una mente privilegiada capaz de disociar en las ondas el acoplamiento de sus mensajes. Por ello, algunos hosteleros en su afán de ofrecer todos los servicios de que disponen, sin despilfarrar que está forzado a pagar a la SGAE –posible explicación última de tan imbécil fenómeno-, han optado por el absurdo de mantener encendida la gran pantalla de televisión sin voz, mientras la radio emite canciones a todo volumen, y aunque ello en ocasiones pueda generar brillantes coincidencias apareciendo Zapatero y Rajoy en el congreso mientras Pimpinela hace de las suyas, por lo general, no son pocos los clientes que se preguntan, para qué este despropósito.

La situación en hostelería roza el paroxismo, cuando ya es práctica habitual proyectar en la pantalla videos musicales sin sonido mientras en la radio se escucha una melodía que no tiene nada que ver con el video que se está proyectando. De seguir esto así, el próximo paso ya no lo dará la hostelería, sino la clientela más joven que educada en esta estupidez colectiva acudirá a las discotecas con sus auriculares y mp3.

Poema para Instinto básico en homenaje a Jarry Goldsmith

Soy. Soy. Soy. ¡¡Soyyyyy!!…
pero soy mortal.
Preferiría no haber sido.
No haber existido.
No tener entidad.
No estar en la realidad.
Quedarme en la más absoluta de las nadas…
nada a la que fatalmente voy a terminar.

No hay escapatoria.
No hay alternativa. No hay solución.
No hay salvación.
Muerte y destrucción es lo que me espera.
Me exaspera y desespera saberme para la corrupción,
putrefacción, disolución, aniquilación y desaparición.
Todo está perdido y no hay nada que hacer.

Maldigo mi presente.
Maldigo mi existencia.
Maldigo mi estado y condición.
Maldigo mi ser….
¿De qué sirve la conciencia si no evita el sufrimiento?
¿De qué sirve el conocimiento si no ahuyenta al miedo,
al pánico, al pavor, al horror y al terror que yo siento?
Todo esto padezco.
¿A qué tanta libertad?
¿A qué tanta voluntad, si somos reos de muerte
que no podemos siquiera vislumbrar la eternidad?…
¿Qué identidad es esa que se borra con el tiempo,
es fugaz, falaz, efímera, volátil, toda ella vanidad.?

Soy capaz de admirar la armonía,
de gozar la simetría, sublimar la belleza,
de escuchar poesía, música y sinfonía
de un firmamento sin igual,
soy capaz de pensar,
soy capaz de pensar pensamientos,
de sentir sentimientos, soy capaz de respetar,
de amar, de soñar, de creer y de rezar
y aun así, elegiría ser inerte,
quieto, inanimado, antes de conocer mi estado
y mi destino
pues aunque soy heredero de la evolución de mi especie,
de cultura, historia y civilización…
aunque estoy dotado de ciencia, religión,
técnica y filosofía,
aunque conduzca mis pasos con ética costumbre,
tradición y moral
nada de ello evita que sea hombre limitado y contingente,
fenómeno natural que obedece las leyes de la física
viendo pasar los días hacia su trágico final,
su total ausencia
sin la menor trascendencia
ni físico
ni psíquica
ni conceptual
ni espiritual.

Operación Caos

http://www.youtube.com/watch?v=QnroWnC6seQ

Sabido es que, un discurso bien trabado en boca de un buen orador puede animar a las masas a la acción y que la música excita las emociones como ningún otro arte. De su combinación se viene valiendo la publicidad para incitarnos al consumo, pero también ciertas corrientes de pensamiento Antisistema, Contracultural, Underground, o como se le desee llamar en cada época, al objeto de preparar las mentes hacia una postura favorable a sus tesis teórico-prácticas sin necesidad de realizar un acto comprometido consciente con las mismas. De este hecho, pronto se percataron los Ángeles custodios de la Cultura occidental allá por los años Cincuenta, cuando el omnipotente Director del FBI J.E. Hoover en un informe dirigido al Presidente, planteó la necesidad de “hacer algo” para detener aquel decadente ejemplo para la juventud. “Me siento en la obligación de poner en su conocimiento que Elvis Presley es un peligro definido para los Estados Unidos”
Príncipes y Gobiernos, hacía tiempo que habían perdido el monopolio de la información desde la irrupción de la imprenta; Con todo, todavía retenían la primacía de los novedosos resortes de comunicación como radio y televisión cuya compleja infraestructura suponía, por entonces, un escollo insalvable para las multitudes oprimidas que sólo contaban con el milenario boca a boca, el discurso oral improvisado, pasquines esporádicos y publicaciones dispersas, para contrarrestar la propaganda gubernamental. Sin embargo, un nuevo fenómeno crecía en derredor de aquellos dos gigantes comunicativos, a saber, los movimientos musicales que aupaban a la fama a personas del pueblo sin a penas pasar la traba del placet político o control institucional. Mientras las grabaciones contenían alegres compases orquestados como los de G. Miller o recreaciones de composiciones clásicas de Prokofiev, el asunto no era preocupante, como tampoco lo fueron canciones del folklore tradicional Country o con temas romántico sentimentales al estilo Frank Sinatra. El problema apareció cuando el vinilo amalgamó melodías pegadizas a letras saliditas de tono cuyos mensajes subversivos para la época, eran contemplados como pecado social para la mojigatería y doble moral estadounidense, no digamos cuando quienes las interpretaban, hacían extravagante ostentación de rebeldía con su vida, gestos y forma de vestir, dando pautas de comportamiento transgresoras por aquel entonces fuera y dentro del escenario, siendo como eran auténticos iconos a seguir de multitudes sin necesidad de púlpitos dominicales, campañas electorales ni artificio alguno más que su arte para transmitir incontrolados mensajes a una población a la que hasta aquel momento se había podido manipular desde el poder al antojo en su expresión, formación y adoctrinamiento general.
Aquella primitiva inquietud cristalizada en los informes de Hoover, rápidamente encontró caldo de cultivo en la CIA y las distintas administraciones estadounidenses, cuyo nerviosismo iba en aumento en relación directamente proporcional al peso específico que el movimiento hippie adquiría entre las jóvenes generaciones según avanzaban los años 60, llegándose al clímax de excitación de los distintos elementos del sistema, a finales de la década, con las minorías raciales abanderadas por los Panteras Negras reclamando sus derechos, la Guerra de Vietnam agitando las conciencias, los soviéticos forzando el pulso de la Guerra Fría; Era evidente que no se podía tolerar más la presencia de aquellos melenudos coloristas cuyas canciones eran toda una acción quintacolumnista en la idiosincrasia demócrata – cristiana – blanca – capitalista – liberal de occidente cuyos valores corrían el riesgo de desmoronarse por los provocativos decibelios de los conciertos de rock.

Así fue como se decidió dar inicio a la denominada “Operación Caos” cuyo objetivo fue provocar una conmoción –un eslabón más a sumar a la genial “Doctrina del Shock” de Naomi Klein- en el agitado mundo musical sin escamotear procedimientos claramente ilegales y por supuesto, sin atender al mínimo remilgo moral que pudiera frustrar la defensa del sacrosanto sueño americano: Desde atentados como los cometidos contra Bob Marley, hasta sangrientas trifulcas en los conciertos como el acaecido en Altamont, aparte de asesinatos como los de Peter Tosh o Lennon, suicidios inducidos como los de Marilyn Monroe o Phil Ochs , sobredosis como le sucedió a Jim Morrinson, paros cardiacos como el de Mama Cass Elliot, accidentes de tráfico como el sufrido por Bob Dylan y las más imaginativas formas para sembrar el terror y hacer desistir a sus miembros de la senda que habían elegido por el activismo social, como fueron los casos de los Rolling Stones y tantísimos otros. Todo fue válido, conocido, consentido y aprobado, por las más altas instancias de los poderes políticos, económicos y mediáticos del momento que supieron camuflar todo el tropel de luctuosas peripecias, bajo disparatadas cortinas de humo donde solo aparecían dispersos en escena, exaltados, fanáticos, locos, suicidas, drogadictos y gente de mal vivir que encontraban su lógico destino fruto de su forma de conducirse en la existencia. Pero las cosas fueron mucho más sencillas de cómo se presentaron: la “Operación Caos” transcurrió en un momento en el que la CIA el FBI y demás cuerpos represores de los EEUU estaban especialmente motivados intelectual y físicamente contra los enemigos internos y externos, por lo que la secuencia de hechos que se describen a continuación deben enmarcarse en una visión del mundo más amplia salpicada de intervenciones militares internacionales e intromisiones en las políticas de otros países como la operación Cóndor, distintos golpes de estado como el de Chile y en la propia casa la también inefable operación MK-ULTRA, los asesinatos de los Kennedy, Luther King, Malcom X, etc. Es primordial tener en cuenta todos estos elementos para encajar como es debido el puzzle de los piezas aisladas que se presentan, pues de lo contrario, su verosimilitud quedaría sepultada por la distancia de los hechos inconexos plurales en su realización y variopintos en la factura, auténtica coartada que ha permitido a la “Operación Caos” pasar del todo inadvertida a una opinión pública que, de haberlo sospechado, en su momento hubiera dado al traste con el vigente sistema neofascista que rige en la actualidad.

El agente de la CIA Ronald Stark. siguiendo instrucciones de sus superiores creó una tapadera “La Hermandad del Amor Eterno” cuya misión fue la de introducir y controlar el tráfico de LSD entre el floreciente revolucionario mundo hippie. En su secuencia, podría comprenderse lo sucedido con Charles Manson, Bobby Beausoleil , y Dennis Wilson componente de los Beach Boys encontrado ahogado en el 88. Curiosamente Mama Cass Elliot, líder de “Mamas and the Papas” amiga de los tres, murió en el 74 de paro cardiaco, según Paul Kassner, fue asesinada por saber demasiado de las conexiones criminales entre Hollywood, Washington y la Vegas. Por si fuera poco su amiga Sharon Tate también murió asesinada.

Por otra parte los Rolling Stones, sufrieron el acoso de las autoridades británicas hasta que se les consiguió encarcelar por posesión de narcóticos ensuciando así su imagen ante la opinión pública. Poco después, Bryan Jones uno de sus miembros, fue encontrado ahogado en su piscina el 2 de julio de 1969.
En diciembre de ese mismo año durante el festival de Altamont, graves incidentes ensombrecieron definitivamente la aureola pacifista del movimiento hippie y con ello uno de sus mayores activos y atractivos para la juventud. El artífice iniciador de la trifulca fue el líder de la tristemente célebre banda motorista “Los Ángeles del Infierno” quien posteriormente reconoció ante un tribunal que llevaba años trabajado para el gobierno.
J. Hendrix, el Elvis negro, murió oportunamente de sobredosis como tantas estrellas de la música. El doctor encargado de la autopsia apuntó, sin embargo, que en toda su vida profesional jamás había presenciado tal cantidad de vino en los pulmones de un fallecido por sobredosis; En su opinión parecía como si previamente se le hubiera forzado a ingerir una enorme cantidad de dicha sustancia antes de inyectarle la droga.
J. Morrison fue hallado muerto el 3 de julio de 1971 en su bañera, casualmente justo dos años después de la muerte de Bryan Jones a modo de señal. Hacía tiempo que parecía muy preocupado por lo que le pudiera pasar, según sus allegados. La policía llevaba meses siguiéndole los pasos sin disimulo allá donde iba, por considerarle un izquierdista subversivo. La prensa achacó su muerte al, muy de moda, paro cardiaco por sobredosis, pese a que el fallecido había dejado las drogas horrorizado por la muerte repentina de su amigo Janis Joplin.
Phil Ochs, radical cantautor estadounidense desarrolló una curiosa esquizofrenia cuya doblez era un agente de la CIA que le pretendía matar. El 9 de abril de 1976 se suicidó ahorcado.
Casualmente Sal Mineo, coprotagonista de Rebelde sin causa junto a James Dean quién murió también en accidente de coche, fue asesinado pocos meses antes, concretamente el 12 de febrero, cuando precisamente había desarrollado una paranoia.

Lennon fue investigado como el resto de malogrados músicos por la administración Nixon que infructuosamente intentó su expulsión de los EEUU. Finalmente fue abatido a tiros en 1980 por un admirador Chapman, que cinco años antes fue entrenado por la CIA en el Líbano.
Ha habido innumerables casos más, entre los que cabe destacar, el atentado fallido contra Bob Marley que murió de un cáncer fulminante, muy parecido al de Arafat; Peter Tohs influyente defensor de los derechos humanos, abatido por un escuadrón de la muerte en su propio domicilio; el rapero Tupac Shakur acribillado en las Vegas en 1996; Notorius Big estrella del hip-hop corría la misma suerte en 1997: el líder del grupo Inxs, David Hutchace, activista social se suicidó; Kurt Cobain del grupo Nirvana también se suicidó…

Conocido todo lo anterior, se comprende históricamente que tantos grandes grupos musicales de éxito y estrellas del firmamento musical, abandonaran repentinamente el escenario bajando el telón, desmontando baterías y colgando guitarras en una estampida que desconcertó a sus fans, máxime cuando ello ocurría en la cresta de la ola sin motivo alguno aparente. De los cuales los Beatles, los Rolling Stones o el propio Bob Dylan que tras sufrir un aparatoso accidente, lo tuvo claro, son solo la punta del iceberg.
Pero como digo, esto que sucedía en la música, está estrechamente vinculado con lo ocurrido antes, durante y después en otros ámbitos sociopolíticos, económicos y culturales. Así, también tuvieron lo suyo actores y cineastas en el mundo hollywoodiense con la caza de brujas de Mc Carthy entre cuyo caso más sangrante está el de Chaplin condenado al ostracismo en el gremio, mientras los chivatos como Reagan llegaban a lo más alto del Gobierno, asunto que de exponerse aquí entremezclado podría abrumar de tal modo la conciencia del lector que para evitar su caos cognitivo, dejo para una mejor ocasión.

Lo acontecido recientemente con Michael Jackson, puede sumarse a esta cadena de sucesos, solo que en su caso, la finura de los acordes ha sido más elaborada: primero se eclipsó la imagen de la estrella con falsas denuncias de pedofilia para que su mensaje rebelde y luz espiritual dejara de llegar a los fans; Después, se le hostigó mediáticamente para cortarle bajo los pies actuaciones, negocios producciones y ediciones de nuevos proyectos con el fin, de provocarle la ruina económica. Y el tercer acto, la tragedia que todo el mundo asume como natural después de una década de tribunales, abogados, quiebras económicas y como no drogas.

Hace años que conozco esta teoría publicada por Alex Constantine a la que he añadido mi pequeña aportación personal de Michael Jackson y la investigación de los grupos de éxito que abandonaron repentinamente la escena cuando estaban disfrutando del éxito. Ahora llevo años recopilando datos de artistas muertos en Europa y concretamente en España en extrañas circunstancias, por paro cardiaco, accidente de tráfico, sobredosis, suicidio, etc, porque ya se sabe…de los EEUU nos llega todo con un poco de retraso, para lo que solicito toda vuestra ayuda y colaboración, que de ser de utilidad sería debidamente compensada en citas y elogios. ¡Ánimo! No será difícil atar cabos…que se lo digan a los Narcocorridos, versión cutre mejicana de lo que les sucede a cuantos se sirven de la música para enturbiar la paz social. Es posible que nos llevemos todos una sorpresa que nos explique definitivamente cómo de la música de cantautor y protesta como aquellas de “Clara” o “Mi querida España” hemos pasado a escuchar casi en exclusividad un continuo runruneo de “Operación Triunfo” en todas las cadenas de televisión y emisoras de radio.

Poema para Acuario de Saint Saëns

Se presenta la conciencia
como misterio traslúcido, irresoluble, trascendente, inefable, sublime, huidizo
a la mirada que transgrede lo prohibido
entre curiosa y cohibida,
por lo Otro anonadada,
de Ello contemplativa,
aguardando inquieta, esquiva,
la revelación del secreto iniciático
que le ha sido confiado por ser elegida.

Entonces,
desciende sobre ella una tenue luz violácea,
como pluma de paloma
sobre agua mercúrea,
horadando su espesura,
alquímica pureza de paz, bondad y sabiduría.
Una eclosión de alteridad,
solidaridad, altruismo y amor,
irradia cuanto alcanza
con su halo sagrado majestuoso
impregnando de suavidad
la atmósfera suntuosa y sensual
de acrisoladas briznas y barnices
diamantes destellos granadinos,
pétalos de rosa cristalinos,
desplegadas amapolas
entre revoltosas fragancias de azahar y jazmín
en un jardín de colores
silbados por colibríes
acompañados al arpa por una princesa azul turquesa,
de sabor verde esmeralda,
que canta tanta belleza
mágica, enigmática,
junto al pozo de los deseos,
en el que ilusionada por una rana dorada,
arroja moneda de plata
que tintineante desciende
entre las vetustas ranuras y rumasde las paredes
antes de caer junto a la imagen
de una luminiscente hada madrina
que la conmina a encontrar la gruta oculta,
donde una espada encantada
se halla custodiada por un dragón.

Brujas, magos, hechiceros,
duendes, gnomos, enanitos,
venidos todos del reino
de la Fantasía y el mundo de los sueños,
acuden al bosque para ayudar a rescatar
tan preciado tesoro,
con sus pócimas, conjuros, trucos y habilidades
bajo la atenta mirada de una lechuza
que desde lo alto vigila, y muy escéptica, duda.
Al ver cómo unas ninfas
a lomos de fulgurantes centellas,
iluminan con pendulante oscilación
el vestíbulo de la caverna
y cómo el fiero dragón agazapado
cae hipnotizado en un profundo sopor
ante el espectáculo brindado.
Acto seguido, con sumo sigilo,
de puntillas, le arrebatan su botín
para regocijo de todos los allí reunidos.
De súbito y de modo repentino,
todo parece desvanecerse,
esfumarse en vaporosa efervescencia, desencantado,
retrotrayendo los oníricos efluvios diseminados
en una naturaleza animada,
ahora relegada a la sombría quietud
de la positiva realidad científica, físico-matemática,
que anhela atesorarla como el dragón a la espada.
Mas en lo más profundo del racional castillo,
todavía hay un resquicio
para que un geniecillo rasgue travieso las cuerdas
del arpa creadora de la existencia
de la forma, de la materia, y la propia ciencia
que infatigable desea desengañar su enigma todavía.