La paja en ojo ajeno

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Al efecto de no volver loco al lector acostumbrado a exposiciones argumentativas rectilíneas redactadas para el encefalograma plano del discurso homogéneo imperante en los medios de comunicación consistente en emitir opiniones vulgarizadas fácilmente reconocibles y por consiguiente, agradables al intelecto que las recibe por no tener que emplear en ellas el sentido crítico del que carece a cuenta precisamente de que se lo hayan dado todo hecho al respecto, anuncio que, no es el caso de que no sea nacionalista, si por nación entiendo “aquí” mas, sí ocurre que con frecuencia me defino como internacionalista por cuanto entiendo que todo “ahí” incluso “allí” puede convertirse en un “aquí” con solo se desplace la conciencia del sujeto sin necesidad que lo haga el sujeto mismo, y por más señas, soy como nuestros gobernantes, contrario a la convocatoria de todo Referéndum en España por cuanto estoy convencido de que nuestra Democracia, a diferencia de la de Gran Bretaña, no resistiría la prueba de estrés de una consulta como la que se va a hacer en Escocia y menos aún la ciudadanía todavía demasiado asilvestrada en el franquismo sociológico.

Ya he comentado en otro lugar, que en nuestra geografía faltan patriotas y sobran nacionalistas, sobre todo, españoles que entienden que si alguien habla mal de España, entonces, no es español, acaso por aquello apuntado por los Obispos de que es “un bien moral a conservar”. Pero no parece haber mucha Fe que digamos en quienes profesan esa religión llamada España cuando no se busca tanto la voluntaria adhesión “al Bien” cuanto mantenerles encadenados al mismo a cuantos no lo aprecian como tal, pues “el Bien” no precisa de predicamento alguno más allá de su Revelación, si es que verdaderamente es Bueno, otra cosa es cuando sólo es bueno para quien lo predica y de ello saca beneficio que por algo nuestro amado Jesucristo estaba contra el sacerdocio al objeto de evitar que en su nombre se cristianizara más de lo debido, a manos de espíritus fanáticos.

Cuando una determinada Revelación, en lugar de iluminar al espíritu lo deslumbra, le convierte en todo un “Iluminado” que se cree en posesión de la Verdad. Verdad que en su lógica mal entendida, se ha de imponer a los demás porque de no hacerlo, dejaría de ser Verdad. La iluminación del fanático, las más de las veces le lleva a cometer actos contrarios al mensaje transmitido como le ha sucedido al Ministro de Educación e Incultura Wert quien sin sonrojo ha reconocido que uno de sus objetivos es “españolizar a los niños catalanes” porque con ello tácitamente ha dado a entender que la “catalanidad” no es suficiente para ser español y que se puede ser catalán al margen de ser español, bicoca que no ha pasado desapercibida para los nacionalistas oficiales del Tontodiario, cuales son, los de CiU, PNV y BNG que aparte de agradecer la baza política, se han reído a carcajadas con sólo imaginarse cómo será eso de “españolizar” a los niños catalanes vistiéndoles de toreros y bailaoras, dándoles de comer paella a todas horas, hacerles dormir la siesta por las tardes y poner en práctica todos los tópicos que Angela Merkel considere oportuno establecer como patrón de la españolidad, sin darse cuenta que si lo de “españolizar” a un catalán, vasco o gallego es una supina idiotez, ¿qué no será, por ejemplo, ese otro propósito confesado desde hace décadas consistente en euskaldunizar a un vasco?

Comprendo la alegría con la que los “separatistas” han aplaudido las palabras del Ministro de Incultura Wert por apreciar en ellas, la justificación oficial necesaria que poder esgrimir ante la ONU y la UE para cosechar un respaldo internacional masivo a su propuesta de convocar un Referéndum independentista en Cataluña y Euskadi. Pero no comparto ni la mofa ni las críticas que han vertido contra este pobre hombre por haber confesado abiertamente en su fanatismo, su deseo de ir por España españolizando catalanes y vascos, pues eso no pasa de ser, ver la paja en el ojo ajeno.

Nacionalismo episcopal

Ahora que percibimos sin ningún género de duda que España no se rompe por los cuatro costados debido a las continuas tensiones internas entre las distintas Autonomías como nos han querido hacer creer, sino que para desconsuelo de todos se hunde bajo nuestros pies, los Obispos de la Santa Madre Iglesia han sacado fuerzas de flaqueza espirituales forjadas seguramente durante su más lontana juventud cuando escucharon aquellos encendidos discursos joseantonianos donde se describía a España como una “unidad de destino en lo universal” apelando no ya al patriotismo de antaño de la población, cuanto a nuestra adhesión cívica para preservar un bien moral.

El problema de que los Obispos hayan identificado a España como “un bien moral a preservar” extremo que no niego, además de padecer la comprensible incomprensión social de un pueblo poco dado a la metafísica, es que España, no es una entidad subsistente en el Limbo geopolítico; Por consiguiente, todos nos preguntamos cuáles son aquellas otras realidades fisicosociales que a su juicio son “males morales a eliminar” o de las que podemos prescindir en el universo del discurso de las identidades nacionales o que pretenden serlo. Veamos, ¿es Alemania otro bien moral a preservar? Si se lo preguntamos a un alemán del montón, a lo mejor nos dice que sí; si lo preguntamos a un neonazi, casi que nos responderá que más que a preservar sería a extender; por el contrario, si se lo planteamos a un israelí dudo mucho que su respuesta fuera afirmativa, como negativa sería la contestación de un palestino sobre preservar el bien moral de Israel. Es evidente entonces, que la respuesta depende en alto grado de la subjetividad relativa a la propia experiencia del interpelado. Y no creo que sea muy distinto en el caso español.

En la mente de los Obispos ha primado el mensaje positivo emitido en lugar del implícito negativo que cualquier vasco, catalán o canario haya recibido por espejismo lógico, que a palo seco vendría a declarar sus patrias chicas poco menos que como pecados políticos y ofensas a la divinidad, es lo malo de que la gente lea y piense por su cuenta, que sacan sus propias conclusiones equivocadas, cuando bien podrían continuar exclamando a sus parroquianos sin miedo a desviarse de la Doctrina, aquello de “Cada uno en su casa y Dios en la de todos”.

Con su rotundo pronunciamiento en favor de preservar el bien moral que representa España sin llamar a la Cruzada o al Mio Cid a combatir los males morales que amenazan su supervivencia, la Conferencia Episcopal ha bendecido a todo nacionalista que desee preservar su particular bien moral, se llame este España, Euskadi, Cataluña o la Chinchapapa, porque siendo como somos todos hijos de Dios, es de suponer que los bienes morales no dependan del tamaño del territorio, del número de habitantes, de los siglos que sea citado en la historia y demás características accidentales que confluyen en la constitución de una nación, sino del amor que los ciudadanos sientan por su tierra, sus costumbres y las personas que les rodean, Santa Alianza del individuo para con su comunidad que aunque puede inculcarse a los niños en el colegio, manipularse por los Partidos al objeto de obtener votos, instrumentalizarse por el Estado para enviar a los jóvenes a la guerra y hasta inventarse con tal de salvaguardar los intereses de Occidente, no puede negársele a esas regiones del planeta no reconocidas como Estados por el orden Internacional, de no creer que sus gentes sean hijos de un dios menor, hipótesis del todo descartada por el sano Catolicismo.

Lamentablemente España no cuenta con verdaderos patriotas fuera del mundo del fútbol. De haberlos entre los empresarios, banqueros, educadores, médicos, consumidores y sobre todo, entre los políticos, no estaríamos como estamos. Pero nacionalistas…¡nacionalistas tenemos la hostia! Mas, no vayan ustedes a creer que sólo hay nacionalistas vascos y catalanes; el nacionalismo más extendido entre nosotros, es sin duda el español como ha evidenciado la Conferencia episcopal.