Puede parecerle de mal gusto al lector, colocar en un mismo epígrafe dos términos evocadores de situaciones diametralmente opuestas: el lujo y la miseria; acaso también resulte desagradable el propio texto que encabeza, donde comparten líneas el disfrute del ocio, el placer, la alegría y el turismo, frente a la desesperación de la guerra, el hambre, la enfermedad y la muerte. Mas, antes de reprocharme falta de delicadeza, obsérvese que mi tratamiento, lejos de presentar novedad alguna, no hace sino contagiarse del hábito mediático que presenta concomitantes las noticias sobre las penurias acontecidas a cuantos intentan atravesar el Mediterráneo en patera, con anuncios a toda página en color de las agencias de viajes ofertando cruceros al mismo escenario donde acontecen las tragedias, asunto que se me antoja más grave todavía.
Empero, no pretendo con ello hacer crítica de dicho proceder, pues a fin de cuentas, periódicos, radios y televisiones, con esta simultaneidad de cruceros y pateras, no hacen más que cumplir con su oficio, cuál es, el de retratar lo más fielmente posible la realidad. Y es innegable que la realidad, no es otra que en el Mismo Mediterráneo comparten travesía, cruceros y pateras. Pero, no es esta la cuestión ética que hoy me interesa destacar, sino otra muy distinta de carácter comercial que afecta de lleno al sector turístico que tira de nuestra economía.
A todos nos molesta mucho lo que está pasando. Todos preferimos que la gente se muera en tierra firme a causa de la guerra, el hambre o la enfermedad a que lo haga ahogada en el mar y si es posible en su tierra, mejor que mejor. Es lógico que seres humanos afectados directamente por el fanatismo, la persecución, las catástrofes naturales, etc, huyan despavoridos y sufran lo indecible; lo que es absurdo, es que aquellos que lo tienen todo para gozar de la existencia, se pasen la vida sufriendo por quienes tienen motivos verdaderos para sufrir, desperdiciando con ello la oportunidad que les brinda Dios de ser felices, que es nuestro caso, nadando como nadamos en la riqueza y la abundancia.
Con todo, mal que bien, el ciudadano en su sabiduría ha logrado inhibirse del asunto derivando la responsabilidad al Estado y las Oenegés que para eso están, pudiendo así, contra viento y marea, planear, disfrutar y recordar sus vacaciones en el mar, del todo disociadas de las continuas informaciones sobre el particular. Ahora bien…la felicidad no puede ser plena, si en su afán informativo, los periodistas se exceden de oficio en sus funciones aportando detalles de las cantidades que aquellos infelices en suerte pagan por un hueco a bordo de una patera para cruzar el Mediterráneo o el trato dispensado por las mafias al pasaje en función de la cuantía entregada, dado que, del conjunto se extrae un desagradable paralelo con la relación precio-calidad ofertada por los turboperadores a sus clientes aquí, extremo al que sin pudor han llegado algunos medios de comunicación con ocasión del enésimo macronaufragio poniendo en nuestro conocimiento que los africanos que hacen el viaje en patera lo realizan en cubierta por 3000 euros, en primera planta si su cuantía está entre 1500 y 3000 euros, y en sala de máquinas o en la bodega si no han alcanzado esa cantidad. Y esto, sí que es de muy mal gusto. Y hasta de disgusto, pues no son pocos los pertenecientes a la clase pobre trabajadora, que tras años de ahorro hacen el sacrificio de pagarse un crucero en camarote de tercera sin ventana del que poder fardar en el vecindario y ante sus familiares el día de Nochebuena, para que ahora vengan los telediarios y les coloquen en el lugar y sitio que les corresponde. Disgusto que en adelante hemos de evitar no vaya a ser que se despierten conciencias y se abstenga la ciudadanía de embarcarse en la clase turista en nuestros cruceros.
Etiqueta: Negocio
España, séptima exportadora de armas mundial
Los psicólogos recomiendan no irse a dormir con preocupaciones por alterar estas gravemente el sueño, ni cenar viendo el telediario cuyas malas noticias no sólo interfieren negativamente en los procesos de la digestión nocturna, que también agudizan las antedichas sobremanera; quizá por mi parte deba sumar en adelante a estos inteligentes consejos no abrir los correos que me llegan de los amigos socios de asociaciones como Amnistía Internacional, pues cuando no me ponen al corriente de lejanas ejecuciones en los Emiratos Árabes, Kuwait, Qatar y esos países con los que nuestros gobernantes tienen excelentes tratos comerciales y nuestro anterior Jefe del Estado estrecha lazos familiares o de torturas en Marruecos con cuyo monarca las autoridades españolas mantienen excelentes relaciones de ayuda mutua y colaboración interfronteriza reconociéndose muy identificadas – diplomáticamente hablando – ocupen o no el poder, me dan a conocer esas escondidas miserias de nuestra patria, como la que acaba de llegar al buzón de entrada con el lema: España séptima exportadora de armas mundial.
Conforme al reciente informe publicado por el Instituto Internacional de Estocolmo para la investigación sobre la paz cuyas siglas en inglés responden a (SIPRI), sobre transferencias internacionales de armas en el último quinquenio 2010-2014, – el cual tendrá de mi parte una más detenida atención para entender los movimientos geo-estratégicos venideros, si esta noble tribuna lo resiste en plazo breve – España, pese a la crisis económica, a los recortes en educación, a la bajada de salarios, a la reducción de plantilla en el CCSIC, a la fuga de cerebros al extranjero, y la drástica reducción del presupuesto para ciencia e investigación, se ha mantenido en el selecto grupo de los diez países mayores vendedores mundiales de armamento, ocupando una meritoria séptima plaza, que para si la quisiera el Ministro Wert en el Informe Pisa, o algunas de nuestras Universidades en el ranking de Excelencia, con un nada despreciable 3% de cuota internacional en el negocio de la guerra, destacando escandalosamente entre el grueso de sus ventas ese oasis de los DDHH llamado ¡cómo no! Arabia Saudí (10%).
La clasificación de las potencias exportadoras de material armamentístico está encabezada por la omnipotente y omnipresente en todos los conflictos bélicos del planeta, Estados Unidos, seguida de la muy democrática Rusia y el supermercado China, que adelanta al cuarto clasificado, la pacífica Alemania, perseguida de cerca por un tambaleante Reino Unido y una Francia decadente. Y entre estas potencias hallamos a España. ¿Cómo se explica la presencia de un país como el nuestro que hasta hace poco, su mayor contribución a la escena internacional durante el siglo XX ha sido la fabricación del maravilloso Hispano-suizo, seguido de la fregona y el chupa chups?
La pregunta no pretende ofender el orgullo nacionalista, sino indagar en cuál puede ser la clave de nuestro éxito en la industria militar, por si el mismo pudiera ser extrapolado al ámbito comercial, industrial, financiero, empresarial y político tan necesitado de él. Porque, si se atiende la clasificación mencionada, es evidente que los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, (EEUU, Rusia, China, Francia y Reino Unido) en su calidad de garantes de la paz mundial, están ahí por derecho propio tras hacer y ganar la Segunda Guerra Mundial; como Alemania lo está en agradecimiento a sus servicios prestados para poner en marcha el negocio de la muerte y la destrucción, que no sólo de la Mercedes, LG o Bayer vive el postnazismo, como tampoco lo hace el Imperio USA por lo que se ve con Hollywood, el Mc Donalds y la Coca Cola. Pero, ¿Por qué España, aparece séptima? Se me antoja un misterio que de no ser porque la información no ha sido desmentida por el Gobierno de Rajoy, sospecharía se trata de una actualización de la tristemente célebre leyenda negra contra la sagrada patria.
La respuesta, posiblemente esté relacionada con el papel humanitario que juegan nuestras tropas en los conflictos allá donde van. Nuestros soldados, que nosotros sepamos, jamás matan a nadie, nunca causan daños colaterales, no destruyen casas, ni hospitales…se dedican a ayudar a la gente del lugar, reconstruyendo sus viviendas, curándoles en tiendas de campaña, levantando campamentos para refugiados…y esa información ha corrido como la pólvora entre las gentes afectadas por las guerras y los buenos gobernantes del globo, quienes a la hora de adquirir armas para su defensa, piensan en la marca España, esa que aparece en las minas antipersonales cuando les explota a los niños mientras juegan, la misma que es leída en las bombas de racimo con uranio empobrecido arrojadas sobre Serbia, porque nuestras granadas, bazucas, nuestras balas, pistolas, fragatas, carros de combate, etc, son buenas; no en el sentido técnico del término, sino en el moral; son armas más que defensivas, inofensivas que no causan mal a nadie y de hacerlo sólo a los malos, siempre bajo supervisión de la ONU o de su brazo armado la OTAN.
Horror sin error
El pasado día de difuntos, como de costumbre, encendí la radio y lo primero que escuché fue “la actuación del SAMUR y la Policía Municipal ha sido magnífica” “El recinto reúne todas las condiciones de seguridad” etc. Durante un buen rato, la información ofrecida por los tertulianos no pasaba de ahí, por lo que sin saber muy bien a qué se debía mayor alabanza de la habitual en los medios de propaganda Institucional, sentí cierta euforia contenida. Pero algo me decía, que tras tan elogiosas palabras, subyacía una oculta realidad que todavía no afloraba para mi en antena. ¿Habría llegado hasta aquí los efectos del huracán neoyorkino y yo que había permanecido dormido hasta el mediodía no me habría enterado? Porque fue esa y no otra la noticia con la que me acosté como corresponde a un ciudadano de segunda que vive en la periferia del Imperio.
Con esa patriótica incertidumbre, aguardé cerca de tres interminables minutos esperando que alguno de los intervinientes aportara algún dato sobre lo ocurrido para ponerme en situación. Pero como sucede en la radio cuando sin reloj al que mirar, paciente atiendes a que el locutor de turno diga la hora…¡nada! Que si “se ha actuado con rapidez” que si “el aforo estaba controlado” que el desalojo se ha efectuado con profesionalidad”… Así que, empecé a zapear entre las ondas buscando el rastro original de la información; pero la contraprogramación ha debido llegar hasta a los temas y argumentos a tratar en las tertulias, porque no había manera: todo eran elogios por aquí y congratulaciones por allá. Finalmente, me enteré de la desgracia y sentí un profundo desprecio.
Imagínense ustedes, que sus niños van al circo, sitio que se supone seguro para ellos dado que el Exmo. Ayto. le ha concedido licencia para actuar en la localidad. De pronto, no se sabe todavía cómo ni por qué, tres pequeños mueren aplastados habiendo varios heridos más de gravedad. ¿Qué hacen los periodistas y medios de comunicación? ¡Qué celeridad del servicio de urgencias de la Comunidad! ¡Qué cuerpo de policía municipal más servicial! ¡No se escatimaron ambulancias! ¡Los gobernantes apuestan por los servicios públicos! ¿Has visto qué buenos hospitales tenemos aquí?…ya puestos a hacer afirmaciones en vez de preguntas como sería su obligación de periodistas, podrían haber continuado con ¡Las funerarias, excelentes! ¡Los coches fúnebres, impecables! ¡Qué lápidas! ¡Que flores! ¡Qué funerales! ¡Cuántas condolencias institucionales! ¿Os habéis fijado en el sentido pésame del telegrama enviado por Vuestras Majestades los Reyes? ¿Y el enterrador? ¡Oh el enterrador! El enterrador ¡De muerte!
Pasada la euforia general por la brillante actuación dentro de la desgracia, los tertulianos ahora también todos a una parecieron coincidir en que esto se veía venir “en un recinto cerrado, 10.000 jóvenes ingiriendo alcohol con la música a todo volumen” era algo anunciado. ¡Pues qué bien! Los periodistas se han debido contagiar de sus colegas deportivos cuyos análisis van en función de los resultados y pocas veces hablan del desarrollo del juego.
Pero no es cuestión de matar al mensajero, por muy cómplice que sea por estar a sueldo. Hay que centrarse en quienes les pagan. Y estos no son otros que los empresarios que lo hacen a través de la publicidad – sería interesante investigar qué medios han publicitado el acto provocando el efecto llamada del público joven – y los criminales que nos gobiernan por medio de la subvención continua.
La empresa organizadora de estas macromierdas DivertT a tenor de lo que se va descubriendo en las últimas horas, no parce trigo limpio: de una parte tiene pufos económicos, de otra sus dueños lo son también de otros establecimientos problemáticos en la capital, subcontrataron servicios de seguridad a empresas poco fiables para la ocasión como Kontrol 34 que carece de licencia como Empresa de Seguridad y sus empleados no poseen ni formación ni experiencia en el manejo de aglomeraciones… Pese a ello, obtuvieron los permisos del Ayuntamiento tan tiquismiquis a la hora de permitir concentraciones de jóvenes en las plazas de la ciudad para protestar por sus derechos civiles. ¡Es más! El Vicealcalde madrileño Miguel Ángel Villanueva, actuó rápidamente casi como portavoz de la Empresa presuntamente responsable del acto, dando a los medios de comunicación los datos por ella ofrecidos sin la menor cautela de que provenían de fuente más que interesada en decir que “ No se ha superado el aforo” “ Se ha actuado conforme a la legalidad vigente” “Todo está en regla” “ Ha habido un estricto control de entradas” “ Se ha impedido la entrada de menores al recinto” “Lo sucedido es fruto del pánico a raíz de una bengala encendida por un desaprensivo”…palabras que aminaban al coro contratado de papagayos de siempre para continuar con su moralina habitual de que la juventud de hoy no sabe divertirse, no saben beber. ¡Un poco más! y en algunas emisoras la desgracia es culpa, primero de los padres por consentir que sus hijos salgan tan tarde y luego, de los propios chavales que han ido al lugar, porque como dijo alguna locotorra, si no hubieran ido esto no habría pasado.
Al final, la Alcaldesa de Madrid Ana Botella, recuperando su mejor cara de compungimiento, aquella que luciera al lado de su marido después del atentado de Atocha a tres días de las elecciones, comprobando una vez más que la gente todavía sabe distinguir la verdad entre la manipulación, se ha decidido a prohibir desde ahora mismo, más botellones oficiales en los recintos públicos municipales mientras ella siga siendo Alcaldesa. ¡Eso sí! Negando cualquier error o responsabilidad suya o de su corporación en el horror al que hemos asistido, solemne pronunciamiento oficial que nos hace ver la botella medio hundida.