La gente cree que la Paz es gratis.
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Por el Acuerdo y la Paz
Como anuncié en ETB2 el pasado Jueves tras enterarme de que algunos elementos nocivos para la convivencia andaban buscando desde Madrid desbaratar la marcha cívica a favor de los Derechos Humanos de los presos y sus familiares convocada por la plataforma social “Tantaz Tanta” para sumar esfuerzos encaminados a fortalecer el prceso de paz en Euskadi, basta que se prohiba, para que se me antoje ir más que nunca.
Es de agradecer que ante el descarado intento por entorpecer el camino del diálogo, el entendimiento y la racionalidad que ha emprendido ETA que es la única que desde hace dos años ha dado pasos dirigidos a conseguir un marco mínimo de convivencia, las fuerzas poslíticas así como las organizaciones sociales, lejos de caer en la burda trampa de dividirse, se hayan unido sacrificando sus diferencias en pos de un bien común como lo es dar fiel testimonio de la apuesta que la sociedad vasca hace por el acuerdo y la Paz.
Yo, hoy iré a la Casilla de Bilbao a las 18:00h para andar codo con codo con miles de personas que desean declarar que están por la Paz; multitud plural como plural es la ciudadanía pues además de amigos abertzales de Bildu, Aralar, Sortu, EA o PNV, me han confirmado su asistencia amigos de IU-EB, del PSOE y hasta uno del PP con quien me he comprometido a que si él viene a esta manifestación, yo acudiré a la primera marcha en recuerdo de las Victimas causadas por ETA que se celebre en Bizkaia, como muestra mutua de nuestro compromiso con gestos que acerquen las distintas sensibilidades que hay en nuestra tierra y no atender a llamamientos que persigan enfrentarlas, vengan de donde vengan.
Por eso, invito a todas las personas de bien, especialmente a mis amigos del PP a que den este paso valiente de sumarse a la mayoría de ciudadanos que hacemos algo por conseguir el Bien Común, empezando por acudir hoy a la manifestación civico-silenciosa a favor del Acuerdo y la Paz.
Paz por Seguridad
El epígrafe que encabeza estas líneas, se inspira en los mediáticos “Paz por territorios” donde se resumiría el acuerdo Palestino-Israelí o aquel infame “Petróleo por alimentos” que recogería en esencia el injusto trato al que fuera sometido el pueblo de Irak durante años.
Los malos gobernantes, acostumbran a presentarnos Seguridad y Libertad en relación inversamente proporcional, de modo que, si la ciudadanía desea más de una, el ciudadano ha de renunciar a parte de la otra. Dicha relación es verdadera, si y sólo si, nos halláramos en un estadio salvaje de la conciencia donde la Libertad personal de cada cual es entendida como “libertinaje” y la Seguridad como “Sometimiento”.
Sin entrar en el berenjenal de qué entendemos por los conceptos, voy a reflexionar formalmente sobre ellos: tomados por separado, es inconcebible tanto que un grupo sea libre cuando los miembros a el adscritos no lo sean cuanto que ese mismo grupo sea seguro cuando sus miembros no disfruten de dicha seguridad. Sin embargo, cruzados los términos, de las cuatro posibilidades ¿Cuál nos parece preferible? a) Un grupo seguro cuyos integrantes se sienten libres, pongamos por caso un Colegio donde la seguridad del recinto permite la libre interactuación de profesores y alumnos; b) Un grupo libre cuyos integrantes se sienten seguros, verbigracia la Iglesia Católica que en su conjunto goza de libertad Institucional en cuyo seno los fieles ejercen su libertad de conciencia; c) Un grupo seguro cuyos miembros no se sienten libres, la cárcel sin ir más lejos; o d) Un grupo libre cuyos miembros se sienten inseguros como podría ser un safari por la selva organizado donde huelga comentar, la emoción no acontece sin cierto miedo a los peligros que acechan. Para toda mente sana, al margen de los discutibles ejemplos aducidos, los dos primeros casos, son preferibles a los dos últimos.
Si recapitulamos, nos encontramos con que, tenemos por absurda una sociedad que se presente como “segura” estando sus miembros inseguros, tanto como una sociedad se diga “libre” cuando las personas que a ella se remiten son esclavos – Espartaco aparte – en consecuencia, para que una comunidad se predique “segura” sus integrantes han de participar de dicha seguridad y para que se pueda reconocer “libre”, sus miembros han de participar igualmente de la Libertad. Por otra parte, hemos aceptado como preferible los casos en los que Seguridad y Libertad confluyen y no divergen en la estructura grupo-individuo. Si esto es así, sí efectivamente hacia ello apunta la lógica y el orden de nuestra voluntad ¿Es posible que la conclusión que emana sólo tenga cabida en el marco teórico y en el mundo de los deseos? ¿Será cierto que en el terreno práctico y en el espacio de lo posible, Seguridad y Libertad únicamente puedan darse disociados o contrapuestos?
El mal gobernante que trabaja para las élites extractoras, se halla cómodo gestionando a su antojo dicha dicotomía. Es su razón de ser. Y en la medida que la acrecienta, fortalece su posición. El buen gobernante, en cambio, apuesta siempre por la conjunción de los valores de Libertad y Seguridad. La cuestión que cierra el párrafo precedente es aceptable en el discurso ordinario porque en nuestras sociedades, abundan los malos gobernantes. Pero por nada más. De ser al revés, el auditorio se preguntaría ¿A quien se le ocurre contraponer Libertad y Seguridad?
La contraposición radica en el instinto depredador de todo criminal que toma la Libertad como el derecho del más fuerte y la Seguridad como la represión del más débil. En este orden de cosas, los gobiernos criminales gustan hablar de “paz y armonía social”, en medio de una lucha campal por la supervivencia de la mayoría de los gobernados, momento crítico en el que el Pueblo tiene derecho a presentar ante sus opresores la cuestión en términos más favorables para los intereses generales, a saber: ¡Paz por Seguridad!
Y ahora, atiendan las vanguardias morales, que me dispongo a decir, lo que no se puede decir, sin decirlo: La inseguridad que la mayoría de los ciudadanos siente en la actualidad en lo concerniente a su trabajo, medio de subsistencia, vivienda, alimentación, entorno, salud y educación de los hijos, futuro de las pensiones…por fuerza debe traducirse en una mayor inestabilidad que ponga en jaque no sólo a las clases medias, también a las propias élites extractoras favorables al régimen de opresión reinante. Así, pronto veremos cómo los miembros opresores de la sociedad habrán de convertir sus lujosas mansiones en jaulas de oro con alarmas, personal de seguridad, barrotes en las ventanas, perros en el jardín, para estar en disposición de conciliar el sueño y aún así se acostarán con el miedo de levantarse sin cabeza; cómo empezarán a enviar a sus hijos a clase custodiados por escoltas o a un internado en el extranjero para no estar en vilo todo el día con la inquietud de que suene el teléfono para pedirles un rescate; cómo deberán de contratar chóferes que les arranquen los vehículos por temor a que les hayan colocado una bomba mientras estaban reunidos en el consejo de administración recortando la plantilla y cómo circularán cambiando itinerarios para no ser tiroteados al parar en un semáforo en rojo en medio de la ciudad; cómo habrán de refugiarse cada vez más en los clubes más selectos donde el personal es de suma confianza para poder probar bocado sin la angustia de ser envenenados por el servicio; en definitiva, que les veremos dejar de pasearse por nuestras calles impunemente sonrientes hasta que entiendan que su Paz, depende de nuestra Seguridad.
De la Paz. Ocurrencia
Prefiero tener un vecino pacífico que a un pacifista.
Nobel de la Paz Interior
El Nobel de la Paz según reza en el Testamento de su promotor, “debe entregarse a la persona que haya trabajado más o mejor, en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos y la celebración y promoción de procesos de paz». Seguramente más de uno pensará que el pobre hombre se estará revolviendo en la tumba enterado de que su medalla a ido a parar a gente como Kissinger, Arafat, Obama, por no irme muy lejos en el calendario. Es lo que sucede cuando no se especifica claramente lo que se entiende por Paz.
Por suerte, en el Ayuntamiento de la Capital Noruega, existe un Comité para dirimir el asunto con planteamientos éticos más profundos que los expresados vagamente por el fundador. Porque la Paz, es algo más que no hacer la guerra o evitarla. En ocasiones, la Paz necesita echar alguna que otra Bomba Atómica para su consecución definitiva. En consecuencia, lo expresado en el testamento no es más que una infantil directriz que debe ser interpretada con holgura en función de los acontecimientos. Es en dicha holgura donde tiene cabida la entera Europa como merecedora del Premio Nobel de la Paz.
Es posible que Europa en su conjunto haya hecho matanzas fuera de su territorio. ¡Justo es reconocerlo! Pero nunca antes de haberlas cometido dentro de si misma, cosa que nos honra. Porque, sólo quienes padecimos la guerra, el hambre y la miseria durante siglos, estábamos en condiciones de exportarla en su justa medida para que de su realidad el mundo obtuviera provecho y alegría, en forma de Democracia, Desarrollo y sobre todo Libertad, palpables cualidades de aquellos pueblos que no se resistieron al natural curso de los acontecimientos.
Es posible también, que las distintas potencias que ahora conformamos la Unión Europea, no dejáramos de batallar entre nosotras durante la primera mitad del siglo XX. Ahí están las dos Guerras Mundiales para demostrarlo. Pero ¿Puede haber Paz sin haber Guerra? Si se nos responsabiliza de haber llevado al entero Planeta a la Guerra, justo es que se nos reconozca igualmente haber dado la Paz, al menos en dos ocasiones. ¡Es más! Si alguien merece tan noble distinción, somos nosotros los europeos. Y deberíamos estar muy enfadados por no habernos concedido este preciado galardón en 1945.
Desde aquello, hemos soportado con estoicismo cómo distintos individuos incapaces de montar por si solos una Guerra, han recibido el premio. ¿Pero qué Paz puede ofrecer un sólo individuo de no estarse callado y quietecito? Es por ese motivo que los países integrantes de la Unión Europea, hartos de ver como se nos despreciaba edición tras edición, por miedo a que la OTAN se nos adelantase en la carrera hacia la Paz, decidieron hacer la Guerra por su cuenta sin enfrentarse a sus vecinos, reconvertidos en socios: los ingleses armaron una buena en Palestina, luego no han dejado de colaborar en todas las Guerras que les ha sido posible junto a los EEUU, dieron buena leña a los argentinos con ocasión de las Malvinas; los franceses no se quedaron atrás con lo de Argelia, han expulsado de sus tierras a pueblos enteros de sus islas del Pacífico – tiene gracia – para hacer pruebas nucleares, no escamotearon recursos para iniciar el Genocidio de Ruanda; los belgas ahí donde los tienen la bordaron en el Congo ¡Qué carnicería! los Griegos con los turcos…Pero, estaba visto que no había nada que hacer por separado. La concesión del Premio Nobel de la Paz al Presidente alemán en 1971, estaba claro que debió ser a título honorífico.
Tomada conciencia de que haciendo la Guerra por separado los europeos nunca más estaríamos en disposición de alcanzar el Premio Nobel de la Paz, decidimos unir nuestras fuerzas terrestres, marítimas y aeroespaciales para combatir en Santa Alianza allá donde tuviéramos la oportunidad de demostrar nuestras ansias de alcanzar la Paz: Somalia, Irak y Afganistán, donde nuestras bombas inteligentes y nuestras operaciones selectivas de castigo, han imprimido un nuevo espíritu más humanitario al noble arte de la Guerra como en su día lo hiciera la aparición de la Cruz Roja en el campo de batalla.
Los europeos somos conscientes del gran revuelo que ha causado nuestra designación. Pero no nos avergonzamos de ello. Nos tienen ¡Envidia cochina! Todo el mundo está en guerra, sea esta grande o pequeña, externa o interna…así que no nos vengan con monsergas. ¿A caso Suiza o Andorra se lo merecen más? Será por lo poco que contribuyen a la guerra lavando el dinero negro como todo paraíso fiscal y lo mucho que ayudan a mantener la paz social de las dictaduras custodiando el dinero robado a sus pueblos. Por eso, como europeos, hemos de rechazar sin paliativos las explicaciones que justifican nuestro Premio Nobel como otorgado a nuestra capacidad de entendimiento tras la Segunda Guerra Mundial cuyo fruto sería estas siete décadas de Paz Interior…
Los Europeos, merecemos este Premio porque hemos hecho avanzar la idea de Paz hasta donde nadie había imaginado. Durante siglos los pensadores han oscilado entre “Si quieres la Paz, prepara la Guerra” y ese otro más ñoño de “Si quieres la Paz, prepara la Paz” no faltando los folkloristas morales que propugnaban la idiotez “Haz el amor y no la Guerra” como si fueran cosas distintas. Nosotros, hemos demostrado que haciendo la Guerra en el exterior puede alcanzarse la Paz Interior, sin necesidad de practicar aquella locura de “amar a nuestros enemigos”, “poner la otra mejilla”, o sus postmodernos herederos del “Paz y Amor” o el “Diálogo de Civilizaciones” que sólo son Paz para hoy y Guerra para mañana.