No es lo mismo «Aguantar» que «Resistir».
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¡En pie! de Guerra
Nos felicitarnos por la decisión de la Plataforma ¡En Pie! de mantener la convocatoria “Asedia el Congreso”, para el próximo Jueves 25 de abril, a pesar de la esquiva maniobra legislativa de suspender el Pleno, porque, aunque no haya sesión, sí habrá actividad en el Congreso, con asuntos cruciales como la dación en pago o los presupuestos y que al día siguiente, se anunciará un terrible paquete de medidas que hundirán todavía más la vida diaria de las personas honradas y trabajadoras.
Coincido plenamente con sus organizadores en apreciar, la cancelación del pleno del día 25 como un triunfo de la libertad civil, ante la cobardía y debilidad de un régimen ilegítimo cuyos representantes se esconden del Pueblo, cuyo Gobierno se esconde de la Prensa y su Presidente se parapeta de la opinión pública a la que ha engañado a través de una pantalla de de plasma. “En si misma, la cancelación es un claro síntoma de que ¡por fin! el miedo está cambiando de bando”.
El objetivo inmediato de las decenas de miles de personas que vamos a acudir al Congreso desde toda la península para ayudar en la tarea de limpieza y desratización de la Democracia, es impedir física y moralmente que los inhumanos recortes que se van a decretar el Viernes, nunca lleguen a presentarse en nuestro nombre en donde se supone los criminales nos representan, resistiendo en cuerpo y alma desde el día 25 hasta que sea necesario, para dar testimonio ante Dios y ante la historia que el crimen se comete contra la voluntad popular y el bien común, a fin de que en el futuro podamos llevar ante los tribunales a quienes están conspirando contra el Estado conscientes de cometer ¡Alta Traición a la Patria!
Pero la meta última del “asedio al Congreso” confesada por sus convocantes, es la “liberación definitiva” de la soberanía Popular que se halla secuestrada en manos de representantes impostores propiciando “la caída del régimen previa dimisión del Gobierno, disolución de las Cortes y de la Jefatura del Estado, al objeto de iniciar un proceso de transición hacia un nuevo modelo de organización política, económica y social, verdaderamente justo y solidario.
Pese a que la iniciativa se ha incubado intelectualmente en la conocida propaganda de la Coca Cola donde se hace expresa alusión al Poder de las sillas y al modo de combatirlo, ciertamente su independencia de la tapadera de la Cia es innegable y en consecuencia, tras haber contrastado que el movimiento no responde a una agresiva estratagema de mercadería, los voceros del sistema, sin miedo a perder la publicidad de sus amos, se han apresurado a descalificar la convocatoria con la retahíla de siempre sobre la violencia o el fascismo, si bien, en esta ocasión deben haber contratado mercenarios de la Universidad para urdir mejores argumentos, pues se ha esgrimido que “no hay voluntad popular Democrática fuera del Parlamento, pues es precisamente el Congreso al que se pretende asediar por las masas, donde no ya la voluntad, sino la Soberanía del Pueblo está representada”.
Desconozco hasta dónde llegarán los estudios de politología de quienes con semejante candidez se pronuncian sobre la cuestión, pero ya mucho antes de Platón y Aristóteles, era sabido que por muy bien organizada que esté una República, sus estructuras se corrompen con el tiempo, se adulteran las leyes, y los gobernantes adquieren pronto pinta de Tiranos en un proceso antrópico y entrópico difícil de remediar.
Estos paracaidistas de la politología, en lugar de recordar constantemente a los ciudadanos el respeto que debemos a los representantes democráticos, deberían señalar a los mismos, cuál es el final que espera a cuantos traicionan la confianza en ellos depositada, pues por mucho que exclaman eso de ¡No hay que generalizar! Se va abriendo paso en nuestra mente la famosa recomendación de Arnaldo Amalric un tanto parafraseada “¡Matadlos! ¡Matadlos a todos! El Pueblo sabrá distinguir a sus representantes”.
del escrache al estruche
En vista de lo fácil que resulta por falta de escrúpulos a los enemigos del Pueblo oprimido presentar como terroristas las legítimas protestas que los más perjudicados del sistema politico-criminal realizan pacíficamente en ese fenómeno que se ha dado en denominar Escrache, creo que, de no desear ver cumplida la advertencia de Nuestro Señor Jesucristo cuando el Domingo anterior a la Pascua, aclamado por las masas a su entrada a Jerusalén, los sacerdotes temerosos le pidieron que contuviera el entusiasmo de la gente, respondiera: «Si estos callan, gritarán las piedras» (Lc 19,40), lo conveniente, para ponérselo más difícil a las fuerzas de manipulación, sería pasar del “Escrache” al “Estruche”.
Por supuesto, el “Estruche” del que hablo, nada tiene que ver con la acepción coloquial circulante en el Diccionario de americanismos, de la Asociación de Academias de la Lengua Española, donde aparece como “uso regional de Ecuador, Argentina y Uruguay con significado de forzar las seguridades de una vivienda o establecimiento comercial para robar”; siquiera la voz argentina de etimología Occitana “Escrache” cuya primera acepción de no triunfar una vez más la mentira en la RAE, seguramente vendría recogida como “método de protesta basado en la acción directa pacífica ante quienes toman las decisiones allá donde se encuentren”, si bien, si comparte con éste último, su ánimo de hacer llegar el calor de la gente, a los corazones de hielo que parecen tener los criminales que nos gobiernan a fin de sensibilizarles.
El “Estruche” que propugno, hunde sus raíces etimológicas en el verbo “Estrujar” en el sentido más cariñoso que le sea posible concebir al lector, y las procedimentales en aquella moda extraña del “Hugs Free” o de los abrazos gratis, que más de un susto diera a quien de pronto veía como varias personas desconocidas se le aproximaban rodeándole sonrientes con los brazos abiertos en mitad de las aceras, plazas y parques de nuestras ciudades, donde hasta nos molestan las miradas del vecino en el ascensor.
El Estruche imaginado por mi, no se servirá de griterio, insultos, puños en alto, pancartas ofensivas, pintadas amenazantes, envíos anónimos; tampoco empleará objetos arrojadizos como monedas, canicas o caca de vaca; menos todavía usará arma alguna, en definitiva, nada que pueda ser susceptible de ser tildado de violento o que pudiera servir de excusa para ser multado, detenido o condenado por la legislación vigente en el Estado de Deshecho. La nueva forma de protesta, se hará eco del también sabio consejo de Jesús, de “Amar a nuestros enemigos”, aunque yo, personalmente entiendo que la mejor forma que hay de amar al enemigo, es tratándole como tal.
El Estruche, consistirá entonces, en dar abrazos muy, pero que muy fuertes, parecidos a los recibidos por un peluche a manos de un niño pequeño, a cuantos políticos responsables con poder de decisión, atrapemos en mítines, conferencias, charlas, tertulias…, solo que en vez de aplicar el célebre ¡Aquí te pillo! ¡Aquí te mato! le atizaríamos el ¡Aquí te abrazo! ¡Aquí te estrujo! Evidentemente, no sólo de abrazos viviría el Estruche…fuertes palmadas en la espalda o puñetazos en el estómago como los que se dan en muestra de amistad entre colegas de barrio, pegajosos besos babeantes propinados con entusiasmo por la cara, enérgicos apretones de mano, cariñosas collejas en la nuca, y otras formas de afecto más íntimas como morderles la oreja o la nariz, son igualmente de apropiados para configurar esta nueva forma de concienciación que tiene por objeto, sensibilizar a los insensibles.
El Estruche, a diferencia del Escrache, en un perfil moderado, podría practicarse sin problemas con los familiares y amigos del “Insensible” al que se desea sensibilizar, pues nadie podría criticar que los Parados o Desahuciados fueran por el barrio repartiendo abrazos a sus vecinos para que estos le dieran sus saludos de forma constante o se acercaran a los institutos a acariciar a sus hijos adolescentes o al colegio a regalarles caramelos para que estos posteriormente les transmitieran de viva voz lo mucho que la gente les aprecia por ser hijos de un representante democrático.
De las formas de protesta. Ocurrencia
Donde no llegan las voces, alcanzan las balas.
Que a cada cerdo le llegue su San Martín
Los niños tienen por hucha un “cerdito”, cosa nada casual, por ser el cerdo el método tradicional de ahorro más seguro de las gentes de campo hasta hace bien poco, en el que metían de Primavera momento de la crianza, hasta Otoño, tiempo de la matanza y aún después durante el proceso de curado, todo su esfuerzo, trabajo e ilusión que luego se traducirían en morcillas y chorizos con los que alimentarse por Navidad -de ahí la eclosión de felicidad de estas fechas- y el resto del año hasta agotar existencias. Como tampoco lo es, que los Bancos utilicen el término “Crédito” para conceder un “Préstamo”, por ser una palabra “Tesoro” con cuyas letras puede escribirse igualmente “Cerdito”.
La pasada Noche Vieja, Arguiñano, poco antes de comernos las uvas nos hizo llegar su felicitación para este 2013 que comienza. Entre los topicazos de costumbre, introdujo de rondón un estridente desiderátum final ¡Que a cada cerdo le llegue su San Martín! Que a nadie pasó desapercibido y por si no nos hubiéramos percatado del asunto, fue Sobera y lo subrayó apostillando que “me ha dejado muy preocupado”, aunque la cara de pillo con la cual lo confesase no era menor que con la que el otro la expresara y todas las personas de bien la recibiéramos en asentimiento interno de regocijo.
Todos conocemos el significado de la expresión y el motivo al que obedece. La cuestión entonces es: ¿Cuantos cerdos hay en España? ¿Puede nuestro país mantener la actual población porcina por más tiempo sin hacer sacrificios? ¿Cuántos cerdos son necesarios sacrificar para que nuestra economía sea sostenible y podamos recuperar la felicidad tras tantas penurias viendo como engordan a costa nuestra?
Bueno…España es la cuarta potencia mundial en producción porcina. Por ende, aunque no hay cifras concretas puede colegirse que por nuestra geografía hay muchos ejemplares bien cebados de Pata negra campando a sus anchas de cuya demasía habla el propio idioma situando su voz sólo por detrás de los genitales masculinos y femeninos a la hora de otorgarle sinónimos. Así tenemos además de cerdos, puercos, cochinos, marranos, avechuchos, chones, charros…que se ven forzados a compartir el mismo Santo que no da abasto para tanto órdago en una misma jornada. Y éste es precisamente el problema ¿A cuantos cerdos podríamos santificar en esa fecha señalada?
Atendiendo a la Historia, apreciamos que una diligente planificación, conjugada con la determinación de quienes han llegado a la conclusión de su necesario concurso para concluir de manera enérgica una faena como la presente, fue posible sin valorar al signo moral del acontecimiento, por ejemplo en la “Noche de San Bartolomé” “La captura de los miembros de la Orden del Temple” “la noche de los cuchillos largos” y muchas otras en épocas donde la sincronización no contaba con los adelantos tecnológicos que nos puede procurar la actual tecnología. Ahora bien, ¿Hemos avanzado tanto como para ser capaces de garantizar que ¡todos! absolutamente todos los cerdos tendrán su propio San Martín? Yo sinceramente, creo que no.
La legislación de la UE que vela por la salud y bienestar de todos y cada uno de sus cerdos, pone demasiadas cortapisas a la hora de su crianza en el lugar de origen, de su transporte al matadero y hasta en el modo en como se ha de llevar a cabo el sacrificio, por lo que difícilmente es posible matar a un cerdo en condiciones hoy en día, huelga comentar si el propósito es darles matarile todos a la vez. En consecuencia, no nos queda otra que ser pragmáticos operando en esto bajo la humanista recomendación que ofreciera Maquiavelo al Príncipe que entrara a sangre y fuego a una ciudad que se le hubiere resistido “corta la cabeza a cuarenta y no necesitarás posteriormente cortar cuatrocientas” determinando un número preciso de especímenes a los que sacrificar en día tan señalado al objeto de que animales y humanos recibamos el mensaje de totalidad, aunque sólo sea por simbólica representación que bastará para que muchos puedan dejar de exclamar eso de ¡Que no nos representan!