Sacrificio ritual del Gobernante. Encuesta

¿Estaría Usted dispuesto personalmente a sacrificar al Presidente del Gobierno o a alguno de sus Ministros, si con ello, se garantizara para todos el Estado del Bienestar, la caja de la Seguridad Social, la Sanidad y Educación y la drástica reducción del desempleo?
Si su contestación es ¡No! Razone la respuesta.

Por un Sacrificio de calidad

Durante lo que hemos dado en llamar Prehistoria, la figura del Chamán asumió distintas funciones a las que subyacía la de proteger a su pueblo y a su gente de cuantos males naturales, físicos, materiales, corporales, psicológicos o espirituales pudieran afectarles.
A causa de ello, el personaje del Chamán adquirió prestigio y poder. Mas dicho status en sus inicios estaba directamente ligado a su eficaz desempeño, de modo que, de no acompañar los éxitos a sus ritos y ceremonias, la misma comunidad que lo había habilitado para interceder con el mundo sobrenatural, le retiraba su confianza, lo insultaba, apaleaba, le expulsaba del poblado, e incluso llegaba a matarlo, si con ello entendían que las cosas mejorarían.
Con la irrupción de la agricultura, durante el Neolítico, la figura del Chamán derivó en distintas ramas según se especializara en aquellas funciones embrionarias. Así de la labor curativa surgieron curanderos, sanadores, terapeutas; de sus rituales emergieron Magos, brujos y hechiceros; de su invocación a los espíritus, nacerían oráculos y sacerdotes; mas de sus consejos y tomas de decisión emergería la figura de Rey o Gobernante. Pues bien, mientras la posición y seguridad de todos continuó dependiendo en alto grado de su capacidad de devolver la salud al enfermo y de que no se muriera; de su poder para alterar la realidad por medio de sortilegios; y su habilidad para leer el futuro en el firmamento…los Reyes y Gobernantes se las apañaron para rehuir su responsabilidad a este respecto, traicionando aquel ancestral “Contrato Natural” por el cual, el Pueblo se somete a la voluntad de Uno, siempre y cuando, ese Uno esté dispuesto al sacrificio en bien de su comunidad cuando ha sido incapaz de procurarle Bien o evitar el Mal.
En su deliciosa obra La rama dorada, Frazer expone los distintos mecanismos ideados por los primeros mandatarios para eludir su sagrado compromiso para con el hombre, la sociedad y Dios: Muy al inicio, los reyes afrontaban su suerte aceptando junto a sus familiares más cercanos, entregarse en sacrificio. Pero pronto advirtieron que en las sociedades agrarias, la fortuna adversa era más reincidente y duradera que en las sociedades cazadoras-recolectoras, de modo que, no salía a cuenta asumir tan arriesgado compromiso en el que se asociaba el propio bienestar personal, al de la comunidad que se gobernaba.
Una de las primeras soluciones de las que echaron mano Reyes y Gobernantes a fin de no afrontar su responsabilidad, consistió en crear la figura del Rey Sustituto, alguien a quien matar en su lugar; Después vino sacrificar un animal para satisfacer la necesidad de que corriera la sangre; más adelante aparecerían estatuas o figurillas para ser arrojadas al fuego o enterradas en su lugar; Y un largo etcétera, que por un tiempo no se atrevió a proponer que lo que debía ser sacrificado era el propio Pueblo, sus gentes, sus familias… pues ello sería tanto como recordar peligrosamente a los gobernados el antiguo Pacto Natural que por descontado se buscaba ocultar entre las brumas del remoto pasado.
Los Ilustrados que trabajaban a sueldo de los Déspotas, presentaron a los Hombres Primitivos poco menos que como tontos. En consecuencia, si no bastaba haber olvidado sus logros institucionales como el antedicho del Chamán, desde entonces también se desdeñó prestar atención a sus ancestrales costumbres. Así, olvidado y aún desprestigiado el Contrato Natural, los Gobernantes contemporáneos han tenido carta libre para, ante cualquier revés, exigir sacrificios a sus respectivos gobernados, convertidos así en sus nuevos chivos expiatorios.
Pero lo que son las cosas…La Economía, el Consumo, la Crisis, la Inflación, el Recorte y demás dioses del Panteón, no se contentan con sacrificios cuantitativos de ciudadanos en masa. De ahí, que no cambien las cosas por muchos despidos que se hagan, por mucho que bajen los salarios, por mucho que se flexibilice la jornada laboral, por mucho que la gente se quede sin casa, sin comida, sin vestimenta, sin salud…la nueva Teología requiere que se le realicen sacrificios de calidad. Será entonces, cuando las cosas mejorarán para todos.

El sacrificio de los políticos

Con el inicio de las vacaciones, las Sanjuanadas y otras fiestas, la Vicepresidente del Gobierno, Soraya Sáez de Santamaría, no ha recibido de mi parte la debida atención que merece, leída a todo corre-corre en titulares sobre que “ha llegado la hora del sacrificio de los políticos”.

Hablar de “Sacrificios” entrados en el siglo XXI puede parecer poco menos que un anacronismo. No obstante, las sociedades humanas, demandan de continuo “Sacrificios” sólo que en la actualidad, en vez de dirigirse a los dioses, son remitidos a la Producción: a ella entregamos nuestro tiempo familiar en el trabajo, nuestro tiempo de descanso en el consumo, la infancia de los pequeños empupitrada en los almacenes de niños para que no estorben y sus dos progenitores no dejen de trabajar, la vejez de los ancianos en los tanatorios residenciales con idéntico propósito, los muertos laborales, los muertos en carretera, etc. Sin estos sacrificios, nuestras sociedades avanzadas no podrían funcionar, al menos como funcionan a base de sangre sudor y lágrimas.

El vaticinio de la Vicepresidente, puede sonar a retroceso cultural, por cuanto creíamos muy superado el estadio de barbarie en la civilización humana. Pero cuanto más comparo aquellas costumbres ancestrales donde el resultado del combate de dos jefes decidía la suerte de los suyos, o el sacrificio de uno solo servía para expiar la culpa de todo un pueblo, con nuestras guerras y la miseria generalizada, pues como que en su atraso sólo contemplo la virtud y en nuestro modelo, la decadencia.

De momento, no estamos faltos de proteínas animales, acaso por ello, antropólogos como Marvin Harris, no apoyarían la recuperación de los “Sacrificios humanos” como procedimiento social para conjurar los males que acechan a nuestra armonía colectiva. Sin embargo, soy de la opinión de que la sangre vértebra desde el australopiteco el conjunto material-espiritual del desarrollo humano demandando de una u otra forma sea derramada para satisfacer el impulso vital que guía el progreso. Cuanto más procuramos esconder este instinto animal, con mayor virulencia se empeña en hacerse presente y no es casualidad que tras buscar el modo de camuflarlo por medio del deporte de masas en las Olimpiadas a finales del XIX, es cuando precisamente se han declarado oficialmente durante el siglo XX al menos dos Guerras mundiales con varios vegetarianos al mando de los ejércitos.

Las Élites extractoras, cometen un grave error confiando su destino a la cantidad de sangre esclava vertida, en vez de ligarla a la calidad de su procedencia. Ello es rasgo inequívoco de su todavía pertenencia remota a la clase inferior productiva de la que procede. Que esto es así, lo prueba el hecho del entusiasmo con que los esclavos participan de dicha idea cuantitativa, prefiriendo que mueran muchos de rango social inferior a la cualitativa donde sólo unos pocos miembros de las capas nobles de la sociedad podrían enjugar con su entrega ejemplar los peligros que se ciernen sobre la comunidad.

El error estriba en que, al no sangrarse metodológicamente la casta superior, esta no puede hacer otra cosa que crecer. Su aumento, exige de una parte un mayor número de sacrificios a los esclavos cosa que genera malestar y revueltas, y de otra, mayor grado de lealtad entre las distintas facciones de la élite que conduce inexorablemente a Guerras civiles y tensiones palaciegas. De todo ello sobreviene el denominado “Colapso” como bien subraya Jared Diamond en su obra homónima.

Como miembro de la Élite, hace tiempo que vengo requiriendo una disminución de los sacrillos humanos, aunque de mayor calidad. En consecuencia, me sumo sin reservas a las sabias palabras de nuestra Vicepresidenta exigiendo el sacrificio de Políticos, porque el tiempo de dar ejemplo, se ha agotado sin haber dado ninguno. Ahora, se hace necesario derramar la sangre en plaza pública sino en directo durante los mítines electorales, en ruedas de prensa televisadas en pantallas de plasma, para que la población perciba nuestro compromiso sellado con un pacto de sangre y que de verdad estamos dispuestos a todo para salir de la crisis.

Los sacrificios de Rajoy

Cuando Rajoy alcanzó la Presidencia hace cosa ya de un año, lo primero que hizo, fue apelar al sacrificio de todos para salir de la crisis. La pobre gente que no sabe del espíritu criminal que inspira a nuestros gobernantes, entendió ingenuamente “Sacrificio” como sinónimo de esfuerzo.

Desde este comprensible equívoco, sacando fuerzas de flaqueza, la ciudadanía echó el resto: primero haciéndose cargo de rescatar a la banca con dinero público para que no se colapsara todo el sistema financiero-empresarial, luego aceptando la reforma laboral bajo promesa de que ello incentivaría la contratación y reduciría el desempleo, después resignándose a la bestial subida del IVA para garantizar los pagos a los funcionarios, más adelante asumiendo los recortes en sanidad, educación, dependencia, investigación y obras públicas como mal menor al objeto de contentar a los mercados y que se moderara la Prima de riesgo, encajando como le es posible los distintos copagos…Pero conforme se ponían en práctica ipso facto tan severas medidas vía decreto con una celeridad desconocida para el Parlamento que para si la quisiera cualquier otra reivindicación social, sin que la población apreciara en nada que la situación mejorase, por aumentar los EREs, no reducirse sustancialmente la deuda, mantenerse la congelación salarial, disminuir el poder adquisitivo, etc, dichos sacrificios empezaron a contemplarse como inútiles y hasta absurdos, de modo que, al descontento inicial de tener que realizar un esfuerzo adicional, ahora se le ha añadido la rabia por no obtener resultado positivo alguno, palmario descontento que cristaliza en continuas manifestaciones y actos de protesta.

Ante este creciente malestar, al objeto de contenerlo, el discurso del Gobierno acude al truco habitual de mantenerse firme en sus trece comunicando que nada hará variar su actual política. Y efectivamente, nada hace cambiar la política del actual gobierno del PP, ni los militantes de base de los Partidos Políticos en quienes se supone descansa el poder de los Partidos, ni los Partidos Políticos mismos con todas las subvenciones que reciben, ni sus poderosos representantes que tanto tiempo pasan reunidos, ni el Parlamento, ni el Senado, ni la Corona o cualquier otra institución por falsa que sea como el Defensor del Pueblo, ni los Sindicatos con toda su capacidad de movilización, ni la presunta independencia del Poder Judicial, ni la Iglesia con todo su poder espiritual, ni los medios de comunicación con su supuesta influencia sobre la opinión pública, ni el Ejército, ni las Oenegés, ni las protestas ciudadanas espontáneas, ni las huelgas, ni el drama de las familias, ni el llanto de los niños…

¡Nada! Nada ha hecho cambiar la política demócrata-criminal del gobierno, salvo los últimos suicidios habidos en el mes de Noviembre. Ello me lleva a concluir que, era esto a lo que se refería Rajoy con “Sacrificios”. Porque hay que ver con qué rapidez han actuado, después de que cuatro personas hayan entregado sus vidas, para que sus Señorías hicieran lo mínimo que se les venia exigiendo desde la Constitución, el clamor popular, el Sentido Común, el Bien General, el espíritu cristiano más elemental y el más básico respeto a los Derechos Humanos.

Entre una cosa y otra, los ciudadanos ahora ya sabemos cuál es el camino para modificar la política de un Gobierno salido de las urnas sin necesidad de esperar al final de la legislatura: el sacrificio humano voluntario de personas capaces de entregar sus vidas para que sus vecinos y compatriotas puedan beneficiarse posteriormente de su generosidad. Pero antes de permitir una sola vez más la inmolación de nuevas víctimas inocentes que expíen voluntaria e individualmente nuestra incapacidad grupal para resolver problemas como los desahucios, creo yo que deberíamos intentar el sacrificio selectivo de victimas más adecuadas para la ocasión, pues si en algo han evolucionado los estudios de Teología, es en señalar que a Dios, ya no le agrada que paguen justos por pecadores.