Nos enteramos furtivamente entre líneas, que no en titulares como correspondería a un medio de comunicación, de que la nube tóxica proveniente de la central nuclear de Fukushima, está llegando a Europa y como a los galos de la aldea de Asterix, amenaza con desplomarse sobre nuestras cabezas haciéndonos menos gracia que aquella agüita amarilla de la que hablaban “Los toreros muertos”.
Resulta que el pasado Lunes, el Instituto Francés de Radio-protección y de Seguridad Nuclear que no es sospechoso de alarmista, anunciaba la llegada con los vientos de residuos radiactivos, cosa ya advertida por los EEUU, Canadá e Islandia cuando durante el fin de semana detectaron las primeras partículas de yodo contaminantes en su espacio atmosférico, ahora también confirmadas por Finlandia. Por supuesto, para la Comisión Europea, ello no supone ningún riesgo para nuestra salud, descartando restricciones a la entrada de productos agroalimentarios japoneses, como si se le pudiera poner fronteras al aire. Por no comentar que en España, para salvaguardar los intereses turísticos, estamos como en el frenopático de Kortatu declarando ¡Sol y buen tiempo!
Pero si no atendemos a las veletas políticas y nos fijamos únicamente en los datos técnicos que filtran a cuentagotas algunos pocos verdaderos profesionales de la información, pronto apreciaremos que el asunto pasa de castaño a oscuro, cuando conocemos que en épocas normales, los estados miembros de la UE deben medir los niveles de radiactividad al menos una vez al día, cuando en estos momentos se están tomando muestras angustiosamente cada hora.
Así las cosas, he concedido la máxima credibilidad a un correo enviado por un ocioso amiguete que conociendo mi animadversión a ir pertrechado contra las inclemencias, me ha avisado de que desde hoy y hasta pasados algunos meses, todos hemos de procurar evitar entrar en contacto directo con la lluvia, usando siempre impermeable y paraguas aunque se trate del típico sirimiri; Y es que, los
especialistas en contaminación nuclear, han señalado que las partículas
radiactivas pueden causar
quemaduras, alopecia e incluso cáncer a medio plazo.
Empezamos entonces a entender lo sucedido con las declaraciones del Comisario Europeo de Energía Ottinger que de modo inaudito para la transparencia en alguien de su rango, se atrevió a calificar de Apocalíptico las consecuencias de lo sucedido en la Central de Fukushima y también la bochornosa actitud de la maraña de presentadores, locutores y FPs (Falsos Periodistas) que como Herrera –que ciertamente debe estar en la onda radiactiva- parecen vendidos a las Eléctricas que pagan su manipulación mediática en forma de anuncios publicitarios, tachándole de histérico y fuera de lugar, como las petroleras tienen a sueldo a expresidentes que como Aznar claman contra el Cambio Climático con tal de aumentar sus beneficios, aun a costa de ponernos a todos en peligro.