Preocupante Ley de Seguridad

La eufemísticamente autoproclamada “Ley de seguridad” está causando estupor, alarma y preocupación. ¿Entre quienes? ¿Entre los delincuentes habituales apostados a pie de calle viendo pasar a la policía que hoy los detiene para que mañana los jueces los dejen en libertad? ¡No! ¿Entre el crimen organizado de las distintas mafias internacionales cuyas inversiones son bienvenidas a lo largo y ancho de la península sin miedo a las órdenes de detención dictadas por Interpol amparados por reiterados defectos de forma que les libra de ingresar en prisión? ¡No! ¿Entre los banqueros estafadores, empresarios defraudadores y políticos corruptos que hacen y deshacen a sus anchas en muy buena sintonía? ¡No! Por el contrario ¿Será entonces entre los trabajadores de la Educación, Sanidad y Justicia que desean reclamar sus derechos para defender el sistema universal de su ámbito de actuación por medio de escandalosas privatizaciones? ¡No! ¿Acaso entre los perroflautas del 15-M, los anti-sistema o los revoltosos de siempre dedicados a protestar por protestar destruyendo la paz social? ¡No! ¡No! Y ¡No!
La preocupación por la involución legal a la que estamos asistiendo en nuestro país a manos de los gobernantes criminales está preocupando ¡y mucho! en Europa. Tanto es así, que el comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa, Nils Muiznieks, ha realizado una contundente crítica que paso a detallar:
El Comisario de derechos Humanos, afirma con rotundidad que, esta ley es altamente problemática, mostrando su seria preocupación por las altas multas propuestas. A este respecto ha comentado con ironía “Desearía que alguien del Gobierno español me convenciera de que 600.000 euros por ofensas muy serias es una multa proporcionada para un Estado de Derecho”. Igualmente, la mencionada autoridad europea ha subrayado la incertidumbre jurídica que proyecta la interpretación que en la práctica hagan los jueces de ciertas expresiones recogidas en la ley como «ofensas a España» o «poner en peligro la seguridad ciudadana». A colación de esto último, se cuestiona «hasta qué punto están claros los conceptos o si la gente puede predecir cuándo no está incumpliendo la ley, y hasta qué punto existe el riesgo de que haya una interpretación arbitraria». Por último, desde Europa tampoco gustan las disposiciones que prohíben el registro de imágenes o datos personales de los policías durante las manifestaciones pues puede afectar directamente a la rendición de cuentas por parte de los agentes en caso de mala actuación por su parte.
Ante este nuevo varapalo internacional que sumar a la derogación de la “Doctrina Parot” y la reciente investigación abierta sobre la Tragedia de Ceuta, el Ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, ha exigido a Muiznieks que «respete al Gobierno, al Congreso de los Diputados y a España», esquema de exigencia que bien podría ponerse en boca de cualquier Dictador ante una protesta venida de fuera de sus fronteras que le es difícil acallar mostrando la defensa de una Legislación criminal, dictada por un Gobierno criminal con el aplauso de una cámara de representantes criminal como pudo ocurrir con las leyes de Núremberg, el Gobierno de Hitler y el Parlamento Nazi.
En la medida en que el Presidente Rajoy nada tenga que ver con Franco, ni el Partido Popular con el Franquismo, lo suyo sería que las palabras del Comisario Europeo para los Derechos Humanos, no cayera en saco roto y se tomara buena nota de sus observaciones, dichas desde la neutral distancia y la alta responsabilidad con las que se pronuncia desde su cargo, si no deseamos que España aparezca también retratada junto a Turquía – País amigo y aliado de la OTAN al que nos unen grandes intereses comerciales, principalmente armamentísticos – en el plano del respeto a los Derechos Humanos como ya lo ha sido en el plano político con la bochornosa visita de Rajoy a Erdogán durante un mitin del partido islamista que este preside.

Paz por Seguridad

El epígrafe que encabeza estas líneas, se inspira en los mediáticos “Paz por territorios” donde se resumiría el acuerdo Palestino-Israelí o aquel infame “Petróleo por alimentos” que recogería en esencia el injusto trato al que fuera sometido el pueblo de Irak durante años.

Los malos gobernantes, acostumbran a presentarnos Seguridad y Libertad en relación inversamente proporcional, de modo que, si la ciudadanía desea más de una, el ciudadano ha de renunciar a parte de la otra. Dicha relación es verdadera, si y sólo si, nos halláramos en un estadio salvaje de la conciencia donde la Libertad personal de cada cual es entendida como “libertinaje” y la Seguridad como “Sometimiento”.

Sin entrar en el berenjenal de qué entendemos por los conceptos, voy a reflexionar formalmente sobre ellos: tomados por separado, es inconcebible tanto que un grupo sea libre cuando los miembros a el adscritos no lo sean cuanto que ese mismo grupo sea seguro cuando sus miembros no disfruten de dicha seguridad. Sin embargo, cruzados los términos, de las cuatro posibilidades ¿Cuál nos parece preferible? a) Un grupo seguro cuyos integrantes se sienten libres, pongamos por caso un Colegio donde la seguridad del recinto permite la libre interactuación de profesores y alumnos; b) Un grupo libre cuyos integrantes se sienten seguros, verbigracia la Iglesia Católica que en su conjunto goza de libertad Institucional en cuyo seno los fieles ejercen su libertad de conciencia; c) Un grupo seguro cuyos miembros no se sienten libres, la cárcel sin ir más lejos; o d) Un grupo libre cuyos miembros se sienten inseguros como podría ser un safari por la selva organizado donde huelga comentar, la emoción no acontece sin cierto miedo a los peligros que acechan. Para toda mente sana, al margen de los discutibles ejemplos aducidos, los dos primeros casos, son preferibles a los dos últimos.

Si recapitulamos, nos encontramos con que, tenemos por absurda una sociedad que se presente como “segura” estando sus miembros inseguros, tanto como una sociedad se diga “libre” cuando las personas que a ella se remiten son esclavos – Espartaco aparte – en consecuencia, para que una comunidad se predique “segura” sus integrantes han de participar de dicha seguridad y para que se pueda reconocer “libre”, sus miembros han de participar igualmente de la Libertad. Por otra parte, hemos aceptado como preferible los casos en los que Seguridad y Libertad confluyen y no divergen en la estructura grupo-individuo. Si esto es así, sí efectivamente hacia ello apunta la lógica y el orden de nuestra voluntad ¿Es posible que la conclusión que emana sólo tenga cabida en el marco teórico y en el mundo de los deseos? ¿Será cierto que en el terreno práctico y en el espacio de lo posible, Seguridad y Libertad únicamente puedan darse disociados o contrapuestos?

El mal gobernante que trabaja para las élites extractoras, se halla cómodo gestionando a su antojo dicha dicotomía. Es su razón de ser. Y en la medida que la acrecienta, fortalece su posición. El buen gobernante, en cambio, apuesta siempre por la conjunción de los valores de Libertad y Seguridad. La cuestión que cierra el párrafo precedente es aceptable en el discurso ordinario porque en nuestras sociedades, abundan los malos gobernantes. Pero por nada más. De ser al revés, el auditorio se preguntaría ¿A quien se le ocurre contraponer Libertad y Seguridad?

La contraposición radica en el instinto depredador de todo criminal que toma la Libertad como el derecho del más fuerte y la Seguridad como la represión del más débil. En este orden de cosas, los gobiernos criminales gustan hablar de “paz y armonía social”, en medio de una lucha campal por la supervivencia de la mayoría de los gobernados, momento crítico en el que el Pueblo tiene derecho a presentar ante sus opresores la cuestión en términos más favorables para los intereses generales, a saber: ¡Paz por Seguridad!
Y ahora, atiendan las vanguardias morales, que me dispongo a decir, lo que no se puede decir, sin decirlo: La inseguridad que la mayoría de los ciudadanos siente en la actualidad en lo concerniente a su trabajo, medio de subsistencia, vivienda, alimentación, entorno, salud y educación de los hijos, futuro de las pensiones…por fuerza debe traducirse en una mayor inestabilidad que ponga en jaque no sólo a las clases medias, también a las propias élites extractoras favorables al régimen de opresión reinante. Así, pronto veremos cómo los miembros opresores de la sociedad habrán de convertir sus lujosas mansiones en jaulas de oro con alarmas, personal de seguridad, barrotes en las ventanas, perros en el jardín, para estar en disposición de conciliar el sueño y aún así se acostarán con el miedo de levantarse sin cabeza; cómo empezarán a enviar a sus hijos a clase custodiados por escoltas o a un internado en el extranjero para no estar en vilo todo el día con la inquietud de que suene el teléfono para pedirles un rescate; cómo deberán de contratar chóferes que les arranquen los vehículos por temor a que les hayan colocado una bomba mientras estaban reunidos en el consejo de administración recortando la plantilla y cómo circularán cambiando itinerarios para no ser tiroteados al parar en un semáforo en rojo en medio de la ciudad; cómo habrán de refugiarse cada vez más en los clubes más selectos donde el personal es de suma confianza para poder probar bocado sin la angustia de ser envenenados por el servicio; en definitiva, que les veremos dejar de pasearse por nuestras calles impunemente sonrientes hasta que entiendan que su Paz, depende de nuestra Seguridad.

Off the record

http://www.youtube.com/watch?v=BTx7py5MAlQ

La propuesta de prohibir la grabación de imágenes de miembros de las Fuerzas de Seguridad durante las manifestaciones, anunciada por Cosidó el pasado Jueves, se trataría según se ha visto obligado a aclarar el Ministro del Interior Jorge Fernández Díaz ante la alarma social provocada, de una medida circunscrita a dos supuestos: de existir un riesgo personal para los policías, o cuando la difusión de las imágenes puedan poner en peligro el dispositivo policial. En cualquier caso – aseveró – “se hará con absoluto respeto al principio fundamental de la libertad de expresión y el derecho a la información”.

Sin embargo, a mí, más que alarma, me ha provocado indignación, escuchar al Jefe de la Policía esgrimir a modo de excusa que la medida persigue salvaguardar el honor de los agentes. ¡Muy bien! Y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid ¿por qué no acordarse de subirles el sueldo? Lo suyo era haberse expresado con mayor contundencia llamando al pan ¡pan! y al vino ¡vino! dejándose de monsergas propias del politiqueo.

Siempre he mantenido que se debe dejar trabajar a la Policía, que en su caso, significa no estar encima de ellos a cada paso que dan como si se tratara de un Reality Show y menos aún, sabotear su paciente esfuerzo comunicando a bombo y platillo las próximas detenciones como le gusta hacer al Ministro. Porque, como dice un proverbio gitano “A todos nos gusta que nos miren, pero a nadie agrada que lo observen”.

Es posible que los obreros de la construcción no se resientan del permanente escudriño al que son sometidos por la brigada de mirones congregada cada vez que se abre una zanja en el asfalto o se eleva una grúa en el horizonte de la ciudad. Pero la actuación policial, no puede permitirse el lujo de estar pendiente de qué imagen darán por televisión, como tampoco parecería apropiado que hubiera público. De hecho, recuerdo que en el transcurso de las protestas por el cierre de Euskalduna allá por los años Ochenta, los universitarios, antes de entrar a la Facultad, acudíamos al Puente de Deusto a las 8:00 h. para no perdernos la batalla campal en la que se enzarzaban los trabajadores con la Policía. El espectáculo no defraudaba a nadie: Pelotas de goma, cohetes, botes de humo, tornillos por los aires…Pues bien, más de una vez, el gentio que observaba la refriega a distancia prudencial de los astilleros, fue debidamente dispersado, toda vez se escucharon aplausos provenientes de la grada cuando un Coctel Molotov impactó en una furgona. ¡Qué tiempos!

Entre unos y otros se van a cargar la espontaneidad que implica una manifestación: primero con esa idea de alejar las protestas ciudadanas al extrarradio de la delegada del Gobierno de Madrid y de otra, los periodistas que se toman su tarea como críticos de cine. La Democracia necesita de las manifestaciones para que la gente se pueda desahogar libremente y las manifestaciones precisan de la presencia policial para ser bonitas y excitantes. Una manifestación sin intervención policial, no es una manifestación. Será una reunión de amigos, una asamblea de vecinos, la Banda de música… pero ¡no! una manifestación. Por eso, las personas que tenemos costumbre de acudir a estos actos callejeros, nos gusta que la Policía haga acto de presencia y actúen como sea menester ¡Nunca me verán quejarme de una actuación policial! Pero si cada vez que disuelven una manifestación han de soportar que los disueltos les pongan denuncias en sus mismas comisarias, los tertulianos les pongan a parir en los medios de comunicación y quienes les mandan se sumen al circo demagógico de confundir mantener el orden con violencia…¡Van a dejar de venir! Y entonces…¿Qué será de las manifestaciones? ¿Qué será de la Democracia? Es a los políticos a los que deberíamos seguir a todas partes con las cámaras y no a los policías que ya hay suficiente video vigilancia en nuestras calles como para que aparezcan periodistas.

Por una Guardia Civil Vasca

http://www.youtube.com/watch?v=Mu446rQlhDo

En Vascongadas, vivimos tiempos muy aburridos en lo concerniente a actividades lúdico-reivindicativas dada la contumaz sosez con que el inquietante 15-M se empeña en llevar a cabo sus movilizaciones, que ni por asomo llenan el vacío dejado por la desaparición de la Kale Borroka, las manifas en sesión continua durante los findes en el Casco Viejo o actos de marcado carácter cultural como la entrañable “Guerra de banderas” que pertenecía por derecho propio al Programa de fiestas de toda localidad con un mínimo de pundonor institucional. En consecuencia, no puedo menos que congratularme por la feliz idea de hacer desfilar a la Benemérita por nuestras carreteras y calles para que toda la población recupere el ánimo perdido durante este dilatado periodo de normalización reviviendo viejas sensaciones de efervescencia casi extintas como reunirse en Batzokis y Herrikos con los ojos brillantes ya sólo con hablar de los preparativos que en cada pueblo van a maquinar para dar el mejor Ongi Etorri! a la Vuelta a España, para que todo el mundo se entere por la tele e internet lo mucho que los vascos aman a España. Hacía tiempo que no les veía tan alegres y contentos, comprando tornillos en las ferreterías, petardos en las tiendas, aceite en el supermercado….

Creo que el tránsito del Instituto Armado por las carreteras vascas es un paso más en el proceso de pacificación de este territorio español y sería muy de agradecer que la población española del lugar saliera a los balcones y ventanas a saludar y aplaudir a sus efectivos con vítores a su paso, agitando banderas rojoygualdas, serpentinas y ¡por qué no! obsequiándoles con collares de flores, u ofreciéndoles talo y chistorra a su llegada a Meta. Sería algo que me haría saltar las lágrimas, de repetir estas mismas palabras entre alguno de mis brutolaris amigos con camiseta a rayas…Porque, por desgracia, todos sabemos que podemos darnos con un canto en los dientes si el asfalto no aparece salpicado de pinchos, más no precisamente de los que se confunden con las tapas.

En consecuencia, creo que el Ministerio del Interior y la Consejería correspondiente deberían buscar una fórmula que apaciguara a la multitud de Asterix y Obelix que aguarda entusiasmadamente agazapada la ocasión, cantimplora de poción mágica en mano, de repartir de nuevo Paz y Amor a lo largo y ancho del recorrido de la Vuelta. A tal efecto, tengo dos propuestas a ofrecer por si sirven de algo:

La primera, consistiría en que los mismos agentes de la Guardia Civil de Tráfico sobre quienes recae la responsabilidad legal de vigilar y preservar el orden durante todo el recorrido de la Vuelta Ciclista a España, en vez de quedarse bochornosamente a las puertas de las provincias Vascongadas como si se tratara de una frontera para dar el relevo a la Ertzantza, en vez de plegarse a esa humillación ante el Socialista Ares, se detenga unos minutos la competición para que les dé tiempo de disfrazarse de “Ertzainas” y de camuflar sus vehículos con las insignias típicas de la Ertzantza. De así hacerse, se salvaría la situación legal, institucional y hasta social. Eso sí, cobrando la jornada como Guardias Civiles y no como “Ertzainas” que saldría mucho más caro. Por supuesto, esta primera estrategia es del todo reversible, de modo que, los ertzainas podrían aguardar el relevo en la frontera de Vascongadas, pero esta vez vestidos ellos de Guardias Civiles, triquiñuela que sortearía los roces institucionales entre la Administración central y Vasca, pero dudo mucho que los amantes de la juerga se vieran suficientemente disuadidos para desmontarla por tan insignificante detalle.

Por ello, yo apostaría más por una segunda estrategia basada en un cambio de nombre del cuerpo policial autonómico que pasaría de llamarse “Ertzantza” a denominarse “Guardia Civil Vasca” Y ahí sí que nadie notaría la diferencia.

Y un agujerito para verlo

 

El pasado Miércoles, Ruiz-Gallardón anunció durante un encuentro sobre Seguridad municipal, que pedirá al PP llevar en su programa una ley que permita a la policía retirar de las vías públicas a los sin techo, aún contra su voluntad – al modo en que lo haría una grúa con un coche mal aparcado – siempre que los ayuntamientos tengan los servicios sociales necesarios para atenderlos debidamente, como es el caso de la capital donde en su opinión «Todo aquel que duerme en la calle, es por su voluntad y no por necesidad»

No dudo de la buena Fe del particular Groucho Marx de la escena política española, seguramente fundamentada en el castizo dicho labrado en los versos del poeta del Siglo de Oro Luis Quiñones de Benavente que decían “ El invierno y el verano/ En Madrid sólo son buenos/ De la cuna a Madrid / Y de Madrid al cielo” que hicieron fortuna allá por el XVIII tras las mejoras impulsadas bajo el reinado de Carlos III. Mas, conviene recordarle a tan bienintencionado alcalde, que el dicho popular continua con un melancólico “Y desde el cielo…un agujerito para verlo” Y ¿qué es lo que se ve desde tan privilegiada posición?

Lo primero que se observa, es una palmaria hipocresía sociopolítica, porque la necesidad de esta pobre gente es mucha y la voluntad institucional para mitigarla poca o nula, dado que su desorganización no les permite presentarse como un lobby de esos que va pidiendo por los despachos del congreso recibiendo la limosna en el BOE en forma de subvenciones y contratos millonarios. El sistema económico del ¡Sálvese quien pueda! cuyo lema de auxilio consiste en ¡Políticos y corruptos primero! ha conducido a que los felices presupuestos del famoso Estado del Bienestar que pretendían huir de la denostada caridad cristiana que a decir de los nuevos solidarios degradaba a quien la recibía sin elevar a quien la daba, practicada durante milenios por la vilipendiada Iglesia Católica, ahora relegada en su tarea por las Oenegés creadas a imagen y semejanza de los Partidos políticos, exentas de divina trascendencia evangélica volcadas en la inmanencia repentina de su humanidad, demasiado humana que diría Nietzsche, parece agotada cuando sólo hay lo que queda después de las llevadas y derivadas de su aséptica y desinteresada cooperación, de modo que, aumentada con la crisis la demanda de sus servicios sociales, estos aparecen del todo desbordados en la práctica, aunque cuadren los números en las concejalías.

Lo segundo que se percibe, es que hace tiempo que se persigue esconder el resultado obtenido de una sociedad que apostó alegremente por lo que se conoce como de dos tercios, consistente en que pese a lo que algunos puedan pensar, dos tercios de la población vivan cómodamente por encima de la media, mientras el tercio restante equilibre la media como pueda. Pero evidentemente, ello comporta problemas, siendo el más acuciante el de la seguridad de quienes empiezan a sentirse atosigados primero por miradas hambrientas, manos que se extienden a su paso, gente que se le acerca para que comparta por la fuerza su móvil, bolso, cartera… y después, entrando en casa, atracando a punta de pistola en cada esquina y extendiéndose el secuestro Express, que obligará a esos dos tercios a disfrutar de su confort dentro de una jaula de oro, con rejas en las ventanas, a circular en coche blindado con las ventanas levantadas sin parar en los semáforos, olvidarse de salir de compras de tienda en tienda, enviando a los niños a una escuela con seguridad privada…de ahí que el tema haya aflorado en una reunión sobre seguridad y no sobre obras públicas que es en lo que más parece ocupado el alcalde de Madrid, porque aquello de trabajar antes de pedir y pedir antes de robar, estaba muy bien, cuando había trabajo para todos, pero ya no son pocos a quienes le da lo mismo ir a la cárcel, al hospital e incluso al cementerio, si al arriesgarse no tienen nada que perder y mucho que ganar.

Por último, lo tercero que se observa, es que la calle, hace tiempo que no es de todos: es de ¡La Coca Cola! y de cuantos pueden pagar vayas publicitarias, luminosos en azoteas, grandes letreros en las aceras; de cuantos viajan en automóvil a todas partes para quienes se les reservan inmensos espacios donde aparcar y circular contaminándolo todo; de quienes acaparan todos los bajos de nuestros edificios, a saber, bancos, cajas, seguros, sin lugares de recreo para los jóvenes…Lo que queda al ciudadano son las vías imprescindibles para ir a trabajar y consumir, sin el menor resquicio para el ocio, el descanso, la conversación entre amigos y vecinos, etc, cosa que sólo puede hacerse previo pago en algún local ex profeso para ello o en tu nicho hipotecado viendo la tele para que comulgues con este modelo de vida que se nos ha impuesto. Por ello molesta tanto que esta escoria social que no tiene donde caerse muerta, hagan de la calle su hogar paseando por las aceras arriba y abajo como lo harían por el salón de su casa, desayunando, comiendo y cenando en los bancos de los parques, y durmiendo cobijados en un cajero automático o sobre unos cartones frente al Exmo. Ayto a la luz de las farolas.