Lo importante es participar

https://www.youtube.com/watch?v=zfII34aKMfg

Durante la carrera, el insigne helenista W.K.C. Guthrie me convenció de que el origen de la Filosofía tuvo lugar en Grecia no tanto por la madurez de su cultura – la egipcia ya era antigua como bien advirtiera Heródoto – ni por el caudal de conocimientos acumulado, aspecto en el que iban muy por detrás de los distintos pueblos mesopotámicos, indios u orientales; sino por no verse sometidos a un único sistema Teocrático en el que nada podía discutirse como eran los de aquellos primeros imperios de la civilización, pudiendo así contrastar los diversos modelos de gestión de los recursos y gobierno de las gentes cuyo máximo exponente fuera la rivalidad entre Esparta y Atenas retratada por Tucídides.
Con la experiencia de la vida, creo que el principio de la Filosofía, no es muy distinto del de la Religión, el Arte, la Magia o la Ciencia, cuál es, dar respuesta a la particular desgracia humana. Para confirmar mi sentencia, ustedes mismos pueden realizar el siguiente experimento: Tomen a un niño de entre 6 y 10 años, preferentemente hijo suyo o en su defecto sírvase de uno de acogida. Sitúese en frente y sin mediar palabra propínele una torta, ni suave ni brusca. De inmediato la criatura exclamará ¡¿Por qué?! ¡He ahí un filósofo!
Y es que, la pregunta del ¿por qué? aparece de súbito ante un accidente, un infortunio, una fatalidad o cualquier circunstancia que interrumpa la ilusoria película mental del Derecho Natural a que nos acontezca cuantas cosas positivas damos por descontado en nuestro transito existencial, sin reparar en que, si la existencia nos asegura algo en la vida, es un triste sufrimiento continuo salpicado de algo de placer que damos en llamar Felicidad.
La gente cree que vivir es gratis y por eso no se suicida más de lo que ya lo hace, por agotar las existencias, como los niños no dejan sin terminar nunca el refresco en los bares; sin embargo, el dolor, la angustia, el padecimiento y demás formas en que se reviste nuestra peregrina presencia espacio-temporal son el tributo impuesto por haber sido, moneda de cambio que despreciamos por abundante, mostrando, empero, gran empeño en hacernos con lo más escaso, ahondando aun más en nuestra desazón.
A la edad de dieciséis años, resolví todos mis problemas existenciales mediante el siguiente razonamiento: “Exista dios o no exista, sea el Universo eterno o limitado, se funda mi Conciencia con el Todo o la Nada, lo importante es haber sido.” Actualmente he avanzado mucho en mi discusión interior y soy consciente de que dicha afirmación, además de muy partidista por proferirla un existente, no es más que el reflejo de una consolación fallida en la imposible Teodicea que intenta entender el Mal junto a un Dios Bueno, mirada por el intelecto de reojo con el mismo recelo que los perdedores escuchan la tan odiosa frase de Ethelbert Talbot “…lo importante es participar”.
Es en este contexto argumentativo donde me explico los ríos de tinta que han corrido tras la caída de la candidatura de Madrid como sede Olímpica: que si nuestros representantes no eran los adecuados por ser uno miembro de una Familia Real bajo sospecha, otro Presidente de un Gobierno bajo sospecha y una tercera emparentada con el trió calavera de las Azores; que si la reciente disputa por Gibraltar ha restado votos de miembros de la Commonwealth; que hablar de ajuste y austeridad puede estar bien para engañar a los españoles pero que por ahí fuera es del todo contraproducente; que si los discursos en inglés fueron mal pronunciados, que si ha habido una conspiración franco-alemana para que en 2024 Paris y Berlín sean la sede…cuando sencillamente se ha tratado de una competición en la que sólo podía ganar uno y ha sido Tokio.
Algunos soñaban con que se cumpliera automáticamente el dicho ¡A la tercera va la vencida! Y sí, vencida ha sido, pero no en el sentido que se esperaba, por lo que ahora toca asumir deportivamente el resultado y decirnos todos al unísono ¡Lo importante es participar!