Carlos Sobera, de la ceja a los gritos

 

Un verano sin olimpiadas ni fútbol internacional es como un agujero negro. Sucede en años impares. A las cadenas les preocupa lo que va de junio a septiembre. Los espectadores bajan a la mitad y la publicidad, también. Por cierto, ¿qué le ocurre a Coca-Cola que ya no hace los mejores anuncios? Ahora son Ikea y Toyota los líderes en creatividad. Quien inventase la globalización no seduce con sus mensajes, aceptando así que hay otras marcas más cool. Algo está pasando en el mundo de la imagen. A Telecinco le preocupaba el viernes, una vez que el camión de telebasura de Jorge Javier Vázquez hiciera la mudanza al sábado. Antena 3 le estaba ganando el día con sus juegos y canciones. Y su respuesta ha sido otro concurso, The Wall, idea norteamericana, muy propia para la era Trump y su política de muros. Carlos Sobera ha vuelto muy cambiado al canal de cabecera de Mediaset. Le han puesto a dar gritos, como si los decibelios proporcionaran mayor atractivo. Pues no. La conexión con el televidente es a través de la grandeza de las historias y no por el volumen. Aún fuera de lugar y de tono, de la ceja a la boca, afónico, el baracaldés ganó la partida a Ninja Warrior, con casi dos millones de seguidores.                             

Tuvo mucha suerte con sus primeros concursantes, dos hermanas gallegas, auténticos torbellinos, cuya fe en sí mismas y su proyecto solidario, al que destinarán los más de cien mil euros obtenidos por su afán y cultura, bañaron en lágrimas los ojos a Sobera y a las mismísimas piedras. No todos los participantes darán tanto juego como esas dos mujeres; pero es seguro que The Wall será el rey de los viernes.

También ETB2 estrena hoy concurso. Como en otras ocasiones, el estío será el banco de pruebas de Dale una vuelta, cuya misión es arañar audiencia a Pasapalabra de lunes a viernes y conducirla al Teleberri de la noche. El objetivo es excesivo, incluso para el excelente cómico Andoni Agirregomezkorta. Se le pide arreglar el profundo estropicio de las tardes. Demasiado tarde; pero aún existen los milagros y hasta vírgenes.

 

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