La gente corriente estaba ya muy quemada, y la polémica con el bono energético le ha acabado de achicharrar. Primero se supo que un tal Enrique Ossorio, a la sazón vicepresidente de la Comunidad de Madrid y con una nómina de 104.928 euros brutos al año –tal vez le recuerden por “no saber dónde están los pobres”– se beneficiaba del bono para la calefacción.
Pero hete aquí que estaba la izquierda tirando a matar contra el número 2 de Ayuso, y resulta ¡oh justicia poética! que el marido de la jefa de la oposición, Mónica García, había hecho exactamente lo mismo.
A ver, qué yo me aclare. Pero ¿no eran los inmigrantes los que se beneficiaban de las ayudas? Vaya tropa. ¡Siempre dispuesta a arramplar con el último céntimo a su alcance! En realidad, las aves de rapiña del PP y Más Madrid lo único que han hecho es sacar provecho de las mamandurrias y de un procedimiento descontrolado. Un bono social que reparte paguitas a los que más tienen, y carga la factura a los trabajadores.
Igual que cuando Amancio Ortega, Juan Roig y Florentino cobraban la bonificación de 20 céntimos cada vez que repostaban. Así que, de repente, la vicepresidenta Ribera se cae del guindo, y se da cuenta de que la subvención va a parar a rentas muy altas. Haberlo hecho bien a la primera hubiera sido mucho pedir, ¿verdad, querido Gobierno? A mí me da igual quién cobre. Llámese Ossorio, Mónica o Chiquito de la Calzada. Es igual de indecente.
La ayuda de 200 al mes por niño tambien es independiente de la renta. Por comentar…