Yonqui de la grasa

 

Aunque esta sea la receta de marisco de Rajoy para 2012, yo me inclino por la versión clásica.

He probado la alta cocina, la que puebla los blogs gastronómicos de palabras rimbombantes y sienta cátedra cuando se reparten las estrellas Michelin. La disfruto, sobre todo si no pago yo. Me sumerge en una meseta relajada que casi siempre acaba en el clímax cuando ponen un postre de chocolate.

Sin embargo, de vez en cuando, me siento arrastrada hacia la dieta paleolítica, esa que se sitúa en los confines del infierno de la comida basura. Debe ser que tengo un paladar de perfil bajo y un horizonte gastronómico cutre, pero cada cierto tiempo siento la irremediable necesidad de comer algo de fast food: pizzas, hamburguesas o kebabs. Según algunos estudios, la adicción que generan este tipo de platos es similar a la de la cocaína o la heroína, por lo que no sé si técnicamente me puedo considerar una yonqui de la grasa.

Es cierto que siendo más joven, hice mis primeros escarceos gastronómicos y tuve una bonita pero fugaz historia de amor con algunos platos caseros. La relación fue intensa aunque, de repente, se me cortó el rollo con una mayonesa y tuve una amarga experiencia. Desde entonces fui cayendo en los brazos de aquellos menús del día que me guiñaban el ojo desde una pizarra, amores ficticios para un rato que no me llegaban a satisfacer y me vaciaban los bolsillos. Luego pasé a los precocinados de microondas, pero hubo gatillazo. Ahora me he adentrado en la cocina tántrica y todavía estoy buscando un buen catering afrodísiaco.

Rajoy lava más blanco

Se blanquea dinero por una módica comisión del 10%
Un país en el que se premia a los chorizos, se ampara a los delincuentes y donde solo pueden prosperar los criminales y los caraduras, no puede salir adelante. El Gobierno del PP anunció el viernes una amnistía fiscal para los narcotraficantes, los proxenetas, los corruptos y los ladrones.

 

Como en una mala peli de serie B, Hacienda ha decidido lavar el dinero negro por un módico 10% de comisión. Esto es de oligofrénicos. O sea, suben los impuestos para los que llevamos toda la vida pagando religiosamente, y a los delincuentes que defraudan se les perdona para premiar la evasión de impuestos, el contrabando y la piratería. Estafan a Hacienda y a los ciudadanos y ahora pagan el 10% y se ríen de todos nosotros a la cara. Los negocios más sucios, escabrosos y escalofriantes tienen ya cobertura legal… pero también las comisiones, los sobornos y las gratificaciones de políticos y banqueros. Todo para blanquear 25.000 millones de dinero negro y poder recaudar 2.500.

 

¿Qué pasa? ¿Que al resto de delincuentes también les van a reducir la condena en tres cuartas partes si se entregan a la Justicia? A esto lo llaman amnistía fiscal, pero igual también hay indultos por Semana Santa y Rajoy decide sacar a Correa y a los de la Gürtel a la calle. Urdangarin y cía estarán haciendo números para ver si les compensa pasar por caja. Una buena noticia: por lo menos Fabra no tendrá que seguir ganando la lotería un año sí y otro también.

Félix y Diego

Como vivimos en un país en el que la realidad supera la ficción, Basauri pretende cambiar el nombre de los colegios Lope de Vega y Velázquez y rebautizar estos centros escolares para evitar roces entre la cultura vasca y española. Como exalumna del colegio público Lope de Vega, la tontería me revienta.
Ignoro qué le habrá hecho el Siglo de Oro español a la cultura euskaldun porque es como si alguien pensase que es necesario erradicar a estos «don nadie»  de las calles de Euskadi y apear de las placas a personajes de la historia universal porque tienen tufillo a español y huelen rancio. ¿Acaso hicieron algo para ser merecedores de poner su nombre, excepto ser dos de los más insignes autores de la literatura y la pintura?
Los consejos escolares reniegan ahora de esas denominaciones como si Félix y Diego hubieran sido dos conspiscuos franquistas. ¡Venga meémonos encima de esos fachas imperialistas! Pero vive Dios que allí nunca pasamos por el filtro de una monja, ni dimos una clase de religión si preferíamos la educación cívica, ni fuimos aleccionados en consignas totalitarias. Por eso de esos colegios salimos personas de muy distinto pelaje e ideología, incluidos muchos de esos de la izquierda abertzale que ahora repudian su particular memoria histórica.

Sin embargo, los padres y madres de los consejos escolares creen que tiene mucha más solera que se apelliden con dos topónimos, Bizkotxalde y Soloarte. ¡Dónde va a parar!

A dos velas

La escalada del precio de la luz es ya imparable
Lógico, han votado a las gaviotas y se han puesto a cagarles encima. En el nuevo estado del malestar, con impuestos suecos y servicios yankees, esta semana ha tocado el tarifazo y los kilowatios se han dedicado a minarnos la moral. Con la subida de la luz, algunos han empezado rápido a hacer méritos para ser consejeros en alguna hidroeléctrica. Y es que quizá, en el déficit de las eléctricas, vaya incluido el sueldo de los ministros que terminan como asesores de estas empresas o la contratación de amiguitos del alma.
No hay más que dirigir la mirada hacia Elena Salgado que acaba de fichar por Endesa, o hacia el marido de Dolores de Cospedal, que iba a cobrar 180.000 euros de Red Eléctrica, aunque luego renunció porque se había maliinterpretado su nombramiento.
En abril, subidas mil. Ahora toca decir a las amamas que cobran 500 euros de pensión que no pueden plancharse la falda. Que se sienten encima y dejen la faja niquelada. Toca que los parados se queden a dos velas. Y toca que, quien quiera tener luz con molinos de viento, empiece a soplar. Mi marido acaba de conectar la bici a una dinamo para producir energía limpia y barata, aunque yo estoy pensando en irme a vivir debajo un puente con agua corriente y luz de luna.
La subida del recibo de la luz y la más que probable subida del IVA, nos demostrará que Rajoy es un mentiroso patológico que ha llegado a la conclusión de que, como los pobres somos más, tenemos la obligación de ayudar a los ricos.
 

 

Tarad@s

La RAE ha abierto la caja de los truenos con su informe sobre sexismo lingüístico y ha creado un cisma entre feministas recalcitrantes y feministas de bolsillo. Yo soy de las segundas. A mí no me molesta que me engloben dentro del término ciudadanos, ni siquiera que me cataloguen en el genérico de vascos, lo que me frustra es la composición de la academia. No es un problema de «miembras» ni de «mujeras».

No creo que los espacios femeninos se conquisten feminizando los términos, ni que no existamos por no ser nombradas, lo que repatea es que haya tantas mujeres en la tropa y tan pocas en los mandos. Lo que excluye a las mujeres no son las letras, ni las arrobas, ni los requiebros gramaticales, son las actitudes. No ofende el lenguaje, sino el ninguneo social. A una trabajadora que se va a la calle por estar embarazada seguro que le da lo mismo el tratamiento gramatical en la carta de despido.

Me la repampinfla que el Consejo de Ministros pase a denominarse consejo de titulares de los ministerios, si realmente las mujeres tuvieran la misma opción de ostentar una cartera. La lacra no es que haya demasiados cargos públicos, es que hay demasiadas cargas públicas. La lengua está llena de trampas clasistas y los trabajadores pueden convertirse en personas trabajadoras, pero los empresarios no serán personas empresarias. El sexismo nunca es lingüístico y la desigualdad jamás es gramatical porque la dura realidad es que existe la misma proporción de tarad@s.