Los ‘saraos’ de los Christmas planner

Una archiconocida firma sueca tiene un spot sobre lo difícil que es gestionar los compromisos de Navidad. La familia Vallejo vive sus cenas de empresa, las funciones infantiles, la compras, los regalos, y un sinfín de saraos como si fueran la Cumbre del Clima en Dubái.

La carga de ocupaciones se vuelve tan abrumadora que deciden contratar a un equipo de expertos internacionales para que planifiquen sus actividades como si las fuera a presidir un jeque árabe. Los Christmas planner preparan un calendario detallado de eventos, que ríete tú de la agenda del lehendakari. ¡Si es que tanto villancico no puede ser bueno!

Porque la magia y la ilusión de los niños se desvanece con la edad. Debe ser la venganza del Chiquirritín y la Campana sobre campana. Como hay que quedar todo el rato con todo el mundo, la alargamos mes y medio, y nos apuntamos a la pre-Navidad, la pos-Navidad

Convertimos las reuniones en obligaciones, los regalos en gastos extra y la felicidad de las comidas o cenas en preparaciones que generan ansiedad. Las hay que cocinan lo mismo desde hace veinte años y siempre dicen aquello “este año no me ha salido tan rico”. Los hay que dicen “yo con dos huevos fritos también hubiera cenado”. Y es que las celebraciones familiares provocan reencuentros que generan anticuerpos, y problemas estomacales. Está científicamente demostrado que tu suegra y tu cuñado alteran la flora intestinal.

¡Ojito con las cenas de empresa!

¡Cuidado con las cenas de empresa que las carga el diablo! Que después del primer gin tonic, y los txupitos de Jägermeister, tienen más peligro que un copiloto de rally tartamudo. Primero porque al evento hay que llegar superpuntual, más que al curro. Que aquello parece el juego de las sillas, a ver cuál se queda vacía junto al jefe.

Además una cena de empresa es como un análisis de sangre. Sale todo… Quién tontea, quién le tira la caña a quién, quién no da un palo al agua. El salseo es obligado. Y se dan besos, muchos. Se besa por encima de nuestras posibilidades. Asiste todo tipo de fauna, el gracioso, el que se queja por todo, el que no habla nunca pero se mete tres inyectables de kalimotxo y es el alma de la fiesta. No falta el becario oyendo anécdotas de gente que no conoce, y que está con la cabeza a derecha e izquierda como en un partido de tenis.

Normalmente se sirven los entrantes, y luego un segundo a elegir, a elegir entre quedarte con hambre o con mucha hambre, aunque cenar no sé, pero beber… Y si paga la empresa, es absurdo que la llamen barra libre porque no hay nada más ocupado.

Sobre todo, se recomienda ser prudente. El personal acostumbra a meter la gamba, y puedes pasar de la cola del canapé a la cola del paro en un santiamén. Yo voy a una con karaoke, pero no soltaré ni pío. Lo que pasa en la cena de empresa se queda en la cena de empresa.

No es país para viejos

Vivimos en un país que te coloca, cuando te jubilas, en el lugar en el que están los baños de los bares, al fondo a la derecha. A los 55 ya te ven incapaz, y a los 60 te ponen con la colección de arte egipcio, junto a las momias.

Y eso que el mundo nos demuestra a diario que se pueden tener hijos a los 68, con la maternidad rocambolesca de Ana Obregón, presidir Estados Unidos a los 80, encabezar mociones de censura a los 89, Tamames mediante, o ser coronado rey de Inglaterra a los 74.

Ahora que vamos todos de tolerantes, y se habla de racismo y de machismo, no se habla de la discriminación por la fecha del DNI. En la publicidad, a los mayores ni se les ve ni se les espera. Anuncian cremas para menopáusicas mujeres de 30 años, la incontinencia urinaria aparece recién pasados los 40. Y los anuncios con mayores son tan estereotipados o peyorativos, que sorprende ver a una sexagenaria, Ángela Molina, en la última campaña de Zara.

Por eso hace unos meses, cuando Joe Biden anunció su intención de presentarse a la reelección en 2024, inmediatamente se abrieron las compuertas del edadismo con comentarios como “el presidente más anciano que ha ocupado la Casa Blanca”. Es verdad que no veo a Joe subiendo vídeos a Tiktok. Pero le cronometran los despistes y los tropiezos, y le obligan a corretear cuando baja del Air Force One como si fuera Harrison Ford en sus buenos tiempos.

La ‘bruja avería’ de la política

Esa villana de cómic, de nombre de pila Isabel, se ha descolgado apoyando a ese psicópata de manual, de nombre Javier. Son Ayuso y Milei, Milei y Ayuso. La bruja avería de la política, de nuevo alineada con el eje del mal. Porque la presidenta madrileña ha vuelto a dejar meridianamente claras sus posiciones políticas al salir a defender al ultraderechista argentino. Un tipo deleznable que niega las desapariciones en la dictadura argentina, defiende la privatización de la sanidad y el uso de armas, está a favor de la venta de órganos y propone derogar el aborto. No hay lugar para la sorpresa.

La novia de Chucky –que siempre ha apoyado la doctrina de Trump y Bannon– se parece, cada vez más, a la muñeca diabólica. Además, ella empezó gestionando las redes sociales de un perro, y Milei habla con su perro muerto a través de una médium. Todo, parecidos razonables.

Es bien conocido que a cualquiera de los dos, nada les pega más que una buena motosierra con esas miradas al bies. Y como ella se pone siempre en el lado correcto de la historia, y apoyando fascistas nunca falla, pues blanco y en botella. Dios los cría y ellos se juntan. Los dos han sabido conectar, desde el exotismo, con el hartazgo de una sociedad que prefiere mandarlo todo al demonio. Eligiendo amigos nunca defrauda, y por eso comparte la misma carta de presentación que el ultra: “No vine a la política a guiar corderos, sino a despertar leones”

Polvorones de torrezno

Cada año, las preparaciones de algunas fiestas se atropellan, se pisan unas a otras, y corren más que el alcalde de Vigo poniendo las luces de Navidad. El último trimestre del año es como un tren de borrascas consumistas donde la ciclogénesis explosiva del capitalismo estalla.

Comprobamos cómo es Pascua desde septiembre y los turrones y los mazapanes ya aparecen en los lineales de los supermercados con la vuelta al cole. Domina la estrategia de vender lo que sea, en cualquier momento, para conseguir que compremos polvorones de torrezno y alubia agarbanzada. Por eso, el panettone ha pasado a formar parte de las mesas durante todo el año y el Roscón de Reyes ya hace acto de presencia en noviembre. Los sacan del congelador y sírvase usted mismo.

Las fechas avanzan a trompicones por el calendario sin ton ni son. «Adelántese al Black Friday», «Ahorre para el Ciber Monday», «Organice el puente de la Constitución sin haber acabado el del Pilar»…

Los renos cabalgan sobre las calabazas de Halloween, las tortas imperiales compiten con los buñuelos, y los disfraces de zombi se baten el cobre con los pijamas de Papá Noel. Hemos llegado a un punto tal de precipitación que el año pasado, poco antes de Nochebuena, fui a buscar unas bolas para rematar el árbol de Navidad y resulta que ya habían puesto los accesorios de playa. Así que coroné el árbol con un balón de Nivea, y santas pascuas.