Nace la generación de los aititeflautas

Al hospital con la Visa entre los dientes

El estado del bienestar está más caducado que un yogur del año pasado. Entre tanto copago, repago o yonopago, pronto volveremos a la medicina alternativa, a tirar de curanderos, chamanes y brujos de la tribu. «Curo dolor de espalda invocando a Txomin el grande con la sangre fresca de un gallo. Precio muy asequible; 20 euros, los jubilados pagan solo el 50%». O «Soluciono el mal de estrés con magia negra y desollando pollos. Tarifa al alcance de cualquier trabajador mal pagado».

Las pócimas sanadoras y los elixiris mágicos se venderán en los mercados de abastos junto a las salchichas y los higadillos. «Inmejorable jarabe para solucionar la impotencia. Si no le funciona como el Viagra, le devuelvo su dinero. Abstenerse afectados por ERE».

Los problemas de corazón se tratarán con hechizos. Los conjuros sustituirán al dentista y un cordel hará las veces de sacamuelas. No nos lo están poniendo fácil para sobrevivir. En los ambulatorios instalarán una máquina para pasar la Visa que el enfermo llevará reglamentariamente en la boca o tatuada en la piel, si ya ha perdido los dientes.

Se está cociendo una nueva generación; los aititeflautas. Eso sí, cuando los antidisturbios vayan a disolverles que usen gominolas que la osteoporosis es muy traicionera. Porque los predicadores/tertulianos pronostican el Apocalipsis financiero, los periodistas escriben sobre el Armagedon económico, los expertos vaticinan la hecatombe del sistema y los ministros nos dan sepultura.

¡Mitrofán vive!

El título lo dice todo

Felipe Juan Froilán de todos los Santos se disparó en el pie por no conocer la moraleja popular; es más peligroso que un Borbón con pistola. Y cuatro días después, don Juan Carlos se pegó un trompazo estando de caza en África porque no quería esperar al partido de Copa para estar rodeado de leones. Después de estos percances, se confirma que los accidentes son, para la casa Real, como los juegos reunidos, cosas de familia, pues su excelso abuelo se cargó a su hermano en otro accidente de armas.

Quizá el nieto mayor de don Juan Carlos se estaba preparando para el ataque de Mitrofán, aquel oso emborrachado con vodka y miel en Rumanía para que el Rey de España lo abatiese de un certero disparo. Una cacería amañada, todo un reto para la Monarquía. O tal vez el pequeño infante solo pretendiese pulverizarse el pinrel para ponerse una pata de palo e imitar los andares de su aitite.

Desde que el hijo de Doña Elena metiese pie y medio en el hospital, las versiones sobre lo sucedido han corrido como la espuma. Algunos dicen que Froilán estaba copiando a la prima de riesgo porque los dos se han disparado. Otros han afirmado que el pequeño infante sale al padre porque también se ha pegado sus tiritos. ¡Vaya carrerón lleva esta familia! En cualquier caso, Froilán ya se siente como el tito Urdanga. «¡¡Bang!! Ya estoy imputado, mamá», dijo nada más dispararse, según cuenta el populacho. «Amputado, bobo, amputado, no imputado», le respondió la madre. Así las cosas, el clamor es general y se exige unánimemente a la Familia Real que se disuelva y entregue las armas.

Yonqui de la grasa

 

Aunque esta sea la receta de marisco de Rajoy para 2012, yo me inclino por la versión clásica.

He probado la alta cocina, la que puebla los blogs gastronómicos de palabras rimbombantes y sienta cátedra cuando se reparten las estrellas Michelin. La disfruto, sobre todo si no pago yo. Me sumerge en una meseta relajada que casi siempre acaba en el clímax cuando ponen un postre de chocolate.

Sin embargo, de vez en cuando, me siento arrastrada hacia la dieta paleolítica, esa que se sitúa en los confines del infierno de la comida basura. Debe ser que tengo un paladar de perfil bajo y un horizonte gastronómico cutre, pero cada cierto tiempo siento la irremediable necesidad de comer algo de fast food: pizzas, hamburguesas o kebabs. Según algunos estudios, la adicción que generan este tipo de platos es similar a la de la cocaína o la heroína, por lo que no sé si técnicamente me puedo considerar una yonqui de la grasa.

Es cierto que siendo más joven, hice mis primeros escarceos gastronómicos y tuve una bonita pero fugaz historia de amor con algunos platos caseros. La relación fue intensa aunque, de repente, se me cortó el rollo con una mayonesa y tuve una amarga experiencia. Desde entonces fui cayendo en los brazos de aquellos menús del día que me guiñaban el ojo desde una pizarra, amores ficticios para un rato que no me llegaban a satisfacer y me vaciaban los bolsillos. Luego pasé a los precocinados de microondas, pero hubo gatillazo. Ahora me he adentrado en la cocina tántrica y todavía estoy buscando un buen catering afrodísiaco.

Rajoy lava más blanco

Se blanquea dinero por una módica comisión del 10%
Un país en el que se premia a los chorizos, se ampara a los delincuentes y donde solo pueden prosperar los criminales y los caraduras, no puede salir adelante. El Gobierno del PP anunció el viernes una amnistía fiscal para los narcotraficantes, los proxenetas, los corruptos y los ladrones.

 

Como en una mala peli de serie B, Hacienda ha decidido lavar el dinero negro por un módico 10% de comisión. Esto es de oligofrénicos. O sea, suben los impuestos para los que llevamos toda la vida pagando religiosamente, y a los delincuentes que defraudan se les perdona para premiar la evasión de impuestos, el contrabando y la piratería. Estafan a Hacienda y a los ciudadanos y ahora pagan el 10% y se ríen de todos nosotros a la cara. Los negocios más sucios, escabrosos y escalofriantes tienen ya cobertura legal… pero también las comisiones, los sobornos y las gratificaciones de políticos y banqueros. Todo para blanquear 25.000 millones de dinero negro y poder recaudar 2.500.

 

¿Qué pasa? ¿Que al resto de delincuentes también les van a reducir la condena en tres cuartas partes si se entregan a la Justicia? A esto lo llaman amnistía fiscal, pero igual también hay indultos por Semana Santa y Rajoy decide sacar a Correa y a los de la Gürtel a la calle. Urdangarin y cía estarán haciendo números para ver si les compensa pasar por caja. Una buena noticia: por lo menos Fabra no tendrá que seguir ganando la lotería un año sí y otro también.

Félix y Diego

Como vivimos en un país en el que la realidad supera la ficción, Basauri pretende cambiar el nombre de los colegios Lope de Vega y Velázquez y rebautizar estos centros escolares para evitar roces entre la cultura vasca y española. Como exalumna del colegio público Lope de Vega, la tontería me revienta.
Ignoro qué le habrá hecho el Siglo de Oro español a la cultura euskaldun porque es como si alguien pensase que es necesario erradicar a estos «don nadie»  de las calles de Euskadi y apear de las placas a personajes de la historia universal porque tienen tufillo a español y huelen rancio. ¿Acaso hicieron algo para ser merecedores de poner su nombre, excepto ser dos de los más insignes autores de la literatura y la pintura?
Los consejos escolares reniegan ahora de esas denominaciones como si Félix y Diego hubieran sido dos conspiscuos franquistas. ¡Venga meémonos encima de esos fachas imperialistas! Pero vive Dios que allí nunca pasamos por el filtro de una monja, ni dimos una clase de religión si preferíamos la educación cívica, ni fuimos aleccionados en consignas totalitarias. Por eso de esos colegios salimos personas de muy distinto pelaje e ideología, incluidos muchos de esos de la izquierda abertzale que ahora repudian su particular memoria histórica.

Sin embargo, los padres y madres de los consejos escolares creen que tiene mucha más solera que se apelliden con dos topónimos, Bizkotxalde y Soloarte. ¡Dónde va a parar!