Félix y Diego

Como vivimos en un país en el que la realidad supera la ficción, Basauri pretende cambiar el nombre de los colegios Lope de Vega y Velázquez y rebautizar estos centros escolares para evitar roces entre la cultura vasca y española. Como exalumna del colegio público Lope de Vega, la tontería me revienta.
Ignoro qué le habrá hecho el Siglo de Oro español a la cultura euskaldun porque es como si alguien pensase que es necesario erradicar a estos «don nadie»  de las calles de Euskadi y apear de las placas a personajes de la historia universal porque tienen tufillo a español y huelen rancio. ¿Acaso hicieron algo para ser merecedores de poner su nombre, excepto ser dos de los más insignes autores de la literatura y la pintura?
Los consejos escolares reniegan ahora de esas denominaciones como si Félix y Diego hubieran sido dos conspiscuos franquistas. ¡Venga meémonos encima de esos fachas imperialistas! Pero vive Dios que allí nunca pasamos por el filtro de una monja, ni dimos una clase de religión si preferíamos la educación cívica, ni fuimos aleccionados en consignas totalitarias. Por eso de esos colegios salimos personas de muy distinto pelaje e ideología, incluidos muchos de esos de la izquierda abertzale que ahora repudian su particular memoria histórica.

Sin embargo, los padres y madres de los consejos escolares creen que tiene mucha más solera que se apelliden con dos topónimos, Bizkotxalde y Soloarte. ¡Dónde va a parar!

A dos velas

La escalada del precio de la luz es ya imparable
Lógico, han votado a las gaviotas y se han puesto a cagarles encima. En el nuevo estado del malestar, con impuestos suecos y servicios yankees, esta semana ha tocado el tarifazo y los kilowatios se han dedicado a minarnos la moral. Con la subida de la luz, algunos han empezado rápido a hacer méritos para ser consejeros en alguna hidroeléctrica. Y es que quizá, en el déficit de las eléctricas, vaya incluido el sueldo de los ministros que terminan como asesores de estas empresas o la contratación de amiguitos del alma.
No hay más que dirigir la mirada hacia Elena Salgado que acaba de fichar por Endesa, o hacia el marido de Dolores de Cospedal, que iba a cobrar 180.000 euros de Red Eléctrica, aunque luego renunció porque se había maliinterpretado su nombramiento.
En abril, subidas mil. Ahora toca decir a las amamas que cobran 500 euros de pensión que no pueden plancharse la falda. Que se sienten encima y dejen la faja niquelada. Toca que los parados se queden a dos velas. Y toca que, quien quiera tener luz con molinos de viento, empiece a soplar. Mi marido acaba de conectar la bici a una dinamo para producir energía limpia y barata, aunque yo estoy pensando en irme a vivir debajo un puente con agua corriente y luz de luna.
La subida del recibo de la luz y la más que probable subida del IVA, nos demostrará que Rajoy es un mentiroso patológico que ha llegado a la conclusión de que, como los pobres somos más, tenemos la obligación de ayudar a los ricos.
 

 

Tarad@s

La RAE ha abierto la caja de los truenos con su informe sobre sexismo lingüístico y ha creado un cisma entre feministas recalcitrantes y feministas de bolsillo. Yo soy de las segundas. A mí no me molesta que me engloben dentro del término ciudadanos, ni siquiera que me cataloguen en el genérico de vascos, lo que me frustra es la composición de la academia. No es un problema de «miembras» ni de «mujeras».

No creo que los espacios femeninos se conquisten feminizando los términos, ni que no existamos por no ser nombradas, lo que repatea es que haya tantas mujeres en la tropa y tan pocas en los mandos. Lo que excluye a las mujeres no son las letras, ni las arrobas, ni los requiebros gramaticales, son las actitudes. No ofende el lenguaje, sino el ninguneo social. A una trabajadora que se va a la calle por estar embarazada seguro que le da lo mismo el tratamiento gramatical en la carta de despido.

Me la repampinfla que el Consejo de Ministros pase a denominarse consejo de titulares de los ministerios, si realmente las mujeres tuvieran la misma opción de ostentar una cartera. La lacra no es que haya demasiados cargos públicos, es que hay demasiadas cargas públicas. La lengua está llena de trampas clasistas y los trabajadores pueden convertirse en personas trabajadoras, pero los empresarios no serán personas empresarias. El sexismo nunca es lingüístico y la desigualdad jamás es gramatical porque la dura realidad es que existe la misma proporción de tarad@s.

Acta de defunción de Pocoyó

 

Bob Esponja se ha quedado de piedra... pómez cuando se ha enterado de los recortes en Clan

En un intento definitivo de RTVE por lobotomizarnos, la pública amenaza con quitar Bob Esponja y Pocoyó. Quieren arreglar el déficit y terminan por pagar los recortes los niños que, dentro de poco, tendrán que ir a manifestarse al Pirulí vestidos de Dora la Exploradora. También peligra el canal Teledeporte y Saber y Ganar.

Está en la cuerda floja la serie Águila Roja, aunque tal vez si le cambian el nombre y le ponen Gaviota Azul pueda seguir en la parrilla. Igual que Cuéntame. Solo si los Alcántara en pleno se afilian a Alianza Popular tendrán alguna posibilidad de sobrevivir. Tranquilos, que mantienen Corazón Corazón y para compensar, volverán a emitir corridas de toros.

Aunque bien pensado es una gran idea prescindir de Pocoyó. Donde haya un partido de fútbol que se quite lo intelectual. Pero como Rajoy manos tijeras y sus secuaces necesitan recortar 200 millones de euros, ahí van algunas soluciones. Nada de programas de viajes, que los desplazamientos salen muy caros. Un especial de ¡Murcia, qué bella eres! y vamos servidos. Sugiero que tiren de tertulias made in Intereconomía porque los corrillos de fachas se animan solos. Se acabó el pagar derechos a Hollywood, que repongan algún documental del Nodo y un ciclo de películas de Paco Martínez Soria. Y para montar un show con estrellas como Dios manda, un programa doble con Bertín Osborne y Norma Duval. No va a quedar más remedio que leer libros ¡Qué faena!

Secuestro de tizas

Los operarios sacaron todo el mobiliario de las aulas del colegio Santa Illa con los niños en clase

La enseñanza ya no puede salvar los muebles. En el Instituto Lluis Vives de Valencia no tienen ni para calefacción, en Santa Illa School les embargan los pupitres y secuestran las tizas y en Catalunya, los colegios regatean con el papel higiénico. El último capítulo del esperpento nacional se produjo el jueves en Chamartín donde embargaron los muebles de un colegio privado mientras los alumnos daban clase. Entraron y se llevaron mesas, sillas, pizarras, potros de gimnasia y la centralita del teléfono por acumular una deuda de un millón de euros con la Seguridad Social.

¡Como está el patio que ya ni los pijos se salvan de la quema! Porque el Santa Illa es un colegio bilingüe, homologado por Cambridge University, donde llevan a sus niños celebrities como Mar Flores. Igual que el Lluis Vives, que aunque les haya salido borroka, es un instituto para hijos de papá.
Puestos a saldar pufos con la Seguridad Social, cualquier domingo podrían entrar en un estadio de fútbol y se llevarían banquillos, marcadores, el silbato del árbitro y el maletín del utillero, mientras el equipo visitante intenta encontrar la portería, también incautada. Y el siguiente lunes podrían entrar en la mansión de Ruíz Mateos para hacer una  ‘limpia’ que ríete tú de la suya en Nueva Rumasa. En el próximo episodio le requisan el ataúd a un muerto que había sido objeto de un desahucio. ¡Ojo! que el siguiente paso puede ser subastar a los niños para pagar la factura a Iberdrola. Pero al día siguiente los devuelven, como los muebles, porque es peor el remedio que la enfermedad.