Lo peor que le puede ocurrir a la imparable meta de la igualdad entre mujeres y hombres es caer en el autoridículo a causa de sus exageraciones, ansiedades, victimismo y ocultación de la verdad indeseable. La negación como afirmación, una táctica irracional de raíz religiosa. Dicho de manera más popular: cogérsela con papel de fumar, lo que describe el actuar forzado y cuando la mínima licencia es imperdonable. Una forma de susceptibilidad o de vacío. Nuestra radiotelevisión pública ha sucumbido a este ataque del purismo y ha retirado «Cuadrilla busca cita» tras su primer episodio y una notable audiencia. Antes de la emisión las inquisidoras del radicalismo feminista ya lo habían desnaturalizado todo en las redes sociales, lo que unido a la guerra sindical en EITB y el acechante oportunismo político ha propiciado el derribo, jaleado a su vez por los medios antinacionalistas, desde Vocento a El Mundo: unidad de destino. Hasta Emakunde, sigilosa y exquisita, se ha unido a esta práctica onanista aplaudiendo la censura, otro triunfo de EH Bildu.
El programa derogado no era gran cosa, es cierto; el típico producto de verano, para cuando nuestro lado ocioso y gamberro impone su primacía. Era una idea salida del laboratorio del Clúster Audiovisual de Euskadi. Los censores alegan que “expande estereotipos y valores sexistas” y promueve el machismo. Bueno, por peores motivos habría que prohibir Gilda y el glamuroso bofetón de Glenn Ford a Rita Hayworth, así como casi todos las películas, canciones, libros y series pretéritas y actuales. El fundamentalismo proscribe la realidad, cuando lo más conveniente es mostrar sus miserias y sensibilizar. Como hacemos en los anuncios. Esta es la oportunidad perdida de ETB: dejar que nuestros chicos y chicas fueran espontáneos y evidenciaran el largo camino que queda hasta la igualdad. Hubiésemos preferido “sentir lo que sucede”, según propuesta del neurólogo Antonio Damasio, algo más profundo y creativo que cogérsela con papel de fumar y revestirse de torquemadas del espacio público.
En desaacuerdo. Nos ha costado mucho llegar hasta aquí. Una televisión pública, pagada con el dienro de nuestros impuestos debe estar en sintonía con los valores de igualdad y justicia que el gobierno del País promueve. No creo que un concurso en el que las chicas tengan que untar el dedo en nocilla para después chuparlo, tenga algo que ver con las políticas que se están llevando a cabo en la promoción de la igualdad. Ha habido muchas injusticias en los tiempos pretéritos, y como bien dice, son pasados, o eso espero. Por cierto, no soy de Bildu, si eso le preocupa, pero si mujer y madres, preocupada en la educación de las nuevas generaciones.
¿Y todos esos valores de igualdad y justicia, Simone, se consigue censurando un programa por motivos ideológicos o de moral? ¿Se consigue evitando ver la realidad? ¿Se consigue no dando la menor oportunidad a la libertad de expresión? ¿Se consigue también enviando al paro a 15 trabajadores del programa?
Pues nada, adelante. Pero conmigo que no cuenten esta inquisición feminista radical y sus complejos.
Reflexión muy interesante y necesaria con el fin de realizar una valoración correcta. Entiendo , que no hablar de la realidad y de los problemas que están sucediendo, , es un error. Asi un pueblo no puede progresar y crecer. El derecho fundamental del individuo, que no hablar y ver las cosas que acontecen en la realidad, no es bueno. Asi no se puede progresar y crecer como pueblo. Hay que ver y saber todo lo que sucede en la vida, asi se aprende. Y de los errores y de lo que eta mal, se aprende y se puede poner remedio. La «libertad de expresión», como derecho fundamental debe primar siempre. Es un valor fundamental del individuo, que asi esta recogido en la crta de los derechos humanos. Y en una televisión publica, con mayor razón para establecerlo. Y no el sistema inquisitoria, como ha sucedido en eta ocasión. No esta bien.
Muchas felicidades por el aticulo y su valentía, en la exposición, y refiriendo los hechos, sin censura.VIVA LA LIBERTAD.
En realidad, ese no es más que un pequeño detalle de la tremenda censura que se ha mantenido durante los últimos veinte o treinta años en esta guerra que los hombres están empeñados en no aceptar que existe.
La censura actual se basa en la machacona propagación de pequeños detalles favorables todos los días, y en el silenciamiento y negación de los temas desfavorables.
¿Se puede comprender que todo el Parlamento de España, por unanimidad, es decir el 100%, aprobara una Ley de Violencia de Género sólo para hombres y sin presunción de inocencia?
Pues solamente comprendiendo que, para ello, se necesita un estado de opinión fruto de un ingente trabajo diario, que ha sido llevado a cabo por los Institutos de la Mujer, que han conseguido realizar gracias a los enormes medios económicos y total apoyo de TODOS los partidos políticos, de los que han podido disfrutar durante dos décadas.
Pero ahora nos encontramos en la misma disyuntiva en la que se encontraron los partidarios de Adolf. ¿Podemos frenar y dejar las cosas como están o tendremos que seguir y seguir?
Frenar supondría dejar la iniciativa a los que nos damos cuenta de la tremenda iniquidad que se mantiene, por lo que es claro que hay que seguir. ¿Y cómo podemos seguir si es claro que las mujeres están privilegiadas y no tenemos nada de qué quejarnos?
Pues, es claro, manteniendo la idea de que todavía la mujer sigue discriminada con artículos sobre el Sudán, la India o el Maresme y con encarnizadas peleas de cosas sin la menor importancia que nos permita mantener esa situación de privilegio el mayor tiempo posible.
No es más que una técnica ya desarrollada por Goebbels hace mucho tiempo.
No he visto ni un minuto de ese programa, pero tiene muy mala pinta en una TV pública europea.
El PNV habla mucho de «Oropa» pero luego es un poco caribeño.